Finalmente, gracias a la atracción que Adrián sentía por Camila (su esposa por contrato) y algo de la ayuda de su amigo, el matrimonio de la pareja comenzó a hacerse real. Jackson se encargó de ayudar a su amigo en todo lo que fuera necesario sintiéndose satisfecho por no haberse equivocado. Camila además de ser una hermosa mujer en apariencia, también lo era interiormente y ver a su amigo ser feliz le producía al pelirrojo una enorme satisfacción.
Uno de tantos sábados en los que la pareja de enamorados se hallaba desayunando en el amplio comedor de la mansión...
-Señor, señora- dijo una de las empleadas ingresando al comedor.
-Sonia, ¿qué ocurre?- preguntó Adrián.
-Hay alguien que quiere verlo con urgencia- respondió la muchacha con cierto tono de preocupación en su voz.
-Sea quien sea, dile que llame a la oficina y pida una cita con mi secretaria- agregó él.
-Pero, señor. Ella dice que no va a marcharse si usted no la recibe- refirió la muchacha- que no tiene problemas en acampar frente a la casa hasta que usted la reciba.
-¿Ella? ¿Quién ha de ser y que será lo que quiere?- pensó Camila mientras llevaba una fresa a su boca y le daba un mordisco.
Adrián notó la duda en el rostro de su esposa, y la clara incomodidad en el semblante de la muchacha de servicio.
-Sonia, dile a la persona que quiere verme que haga una cita con mi secretaria- repitió- luego llama a los muchachos de seguridad que se ocupen de hacer que se marche.
-Sí, señor- respondió Sonia- con su permiso.
La pareja continuó desayunando, y de pronto oyeron gritos provenientes de la entrada de la mansión. Camila se puso de pie y salió de prisa pues al parecer la mujer que gritaba estaba siendo maltratada, y sin importar quien fuera o cuáles fueran sus intenciones, ella no permitiría ningún tipo de abuso en su casa. Al llegar a la puerta, pudo observar a una joven que corría de un lado a otro siendo perseguida por los hombres de seguridad de la mansión sin poder alcanzarla. La muchacha era delgada y pequeña, muy ágil también, tanto que a los hombres de Adrián que superaban el metro ochenta de estatura y seguramente pesaban más de noventa kilogramos se les dificultaba poder alcanzarla.
La muchacha al verla de pie observando corrió hacia Camila, se colocó detrás de ella abrazándose a su cintura. Camila la observó detenidamente. En ese instante Adrián se hizo presente y al ver a la muchacha detrás de su esposa no pudo evitar demostrar su sorpresa.
-¿Azul? ¿Qué es lo que haces tú aquí?- preguntó ante la mirada atenta y curiosa de su esposa.
-Hola, Adrián- saludó la muchacha con mucha soltura sin despegarse de la cintura de Camila.
-¿Qué es lo que haces aquí, niña?- indagó el castaño, luego de hacerle señas a sus empleados de seguridad para que dejaran a la muchacha.
-Bueno...es bastante largo y complicado de explicar- respondió ella.
-Entonces, mejor vayamos a la sala y podremos hablar con mayor comodidad- pidió Adrián.
Entonces Azul, se soltó de la cintura de Camila, la observó y le sonrió.
-Hola, soy Azul- se presentó la muchacha que no tenía más de dieciséis o diecisiete años de edad.
-Hola, soy Camila- respondió la muchacha devolviéndole la sonrisa.
-Camila es mi esposa, Azu- agregó Adrián y la muchacha volvió a sonreír.
-Eres muy bonita, es un placer conocerte, cuñada- dijo la muchacha y Adrián negó con la cabeza.
-¡Guau!- exclamó la muchacha al ingresar a la sala, observando la belleza del lugar-¡Esto es más grande que toda mi casa junta!
Camila sonrió al detallar que no era más que una jovencita, su espontaneidad, sinceridad y simpatía le agradaban.
-Azu,- la muchacha se dio vuelta- ¿cómo llegaste hasta aquí?- le interrogó Adrián al darse cuenta de que el lugar donde ella vivía quedaba algo lejos...
-Bueno, Adrián. Han pasado tantas cosas- dijo Azul
Su mirada se entristeció, y toda la alegría y euforia que había demostrado hasta ese momento desapareció. Con mucha calma la muchacha se sentó en el sofá, cerca de Adrián, Camila se sentó a su lado, intuía que lo que aquella muchachita diría no iba a ser algo bueno.
-Supe de tu accidente- comenzó a contar Azul- Tenía ganas de venir a verte, pero mi abuela dijo que no.
-Yo lamento haber olvidado la promesa que le hice a papá- dijo Adrián con pena tomando la mano de la muchacha.
-¡No, no te preocupes por eso!- dijo Azul- el chico pelirrojo fue a vernos un par de veces.
-¿Jackson?- preguntó Adrián, la muchacha afirmó con un movimiento de su cabeza- Que bueno saberlo, niña. No me hubiera perdonado de haberlas dejado desamparadas- Azul se encogió de hombros como si eso no tuviera importancia para ella.
-Bueno... como te decía- continuó relatando- El chico pelirrojo, que por cierto es muy lindo- agregó la muchacha distraída, Adrián ladeo la cabeza mientras que Camila ocultaba una sonrisa-Él fue un par de veces y un día ya no regresó, luego de eso mi abuela enfermó, logré conseguir tu número, te llamé, pero... Bueno no ibas a poder responderme porque ya sabes no estabas... bien.
-Pero...alguien tuvo que atender tu llamado- comentó el castaño.
-¡Oh, sí! Claro que atendieron mi llamado, yo recordé al pelirrojo y pedí hablar con él. Pero la señora que tomó la llamada fue muy grosera, me dijo que no volviera a llamar nunca más y me olvidara de cualquier beneficio de parte de los Lewis.
-Mamá- murmuró Adrián, casi seguro de que ella había sido quien atendió a la muchacha cuando llamó-¿Y cómo se encuentra ahora tu abuela?
-Ella...bueno, ella se puso muy mal- expresó Azul y su semblante entristeció aún más- mi abuelita se fue con mamá- terminó diciendo, una lágrima escapó de sus ojos, a Adrián se le formó un nudo en el estómago y Camila no pudo evitar sentir pena por la niña frente a ellos, por momentos se vio a sí misma, sola y desamparada.
-Oh, Azu...yo lo lamento tanto- dijo el castaño con tristeza.
-Es la vida, supongo. ¿no?- dijo la muchacha.
-¿Cuánto hace que pasó eso?- indagó Adrián.
-mmmm... Hace exactamente dos meses- respondió Azul afirmando con un gesto
-¿Y como te arreglaste sola durante este tiempo?- intervino Camila.
-Yo conseguí trabajo- dijo con orgullo la muchacha- estuve juntando dinero para poder venir a verte, por que mi abuela me pidió que lo hiciera, pues hay algo muy importante que debes saber- agregó con una sonrisa, era increíble la rapidez con que cambiaban las emociones de Azul.
-Que bueno que hayas podido arreglártelas sola- le dijo Camila tomando su mano para acariciarla.
-¿Qué es lo que debo saber?- preguntó Adrián confundido.
-No lo sé- respondió la muchacha encogiéndose de hombros, el castaño hizo una mueca de incomprensión- ¡Pero lo sabremos después de que leas esto!- agregó Azul sacando de uno de los bolsillos de sus jeans un sobre muy bien sellado.
-¿Qué es esto, Azu?- dijo Adrián tomando el sobre.
-No lo sé, Adrián. Mi abuela me lo dio antes de morir y me dijo que debía entregarlo únicamente en tus propias manos- replicó ella y él se dispuso a abrir aquel sobre que sin ninguna duda era una carta.
Adrián comenzó a leer el papel que se hallaba dentro del sobre, su semblante cambiaba por momentos iba de la sorpresa a la decepción y hasta tristeza a medida que leía, finalmente, suspiró con cansancio, regresó la carta al sobre y miró a la muchachita frente a él quien se hallaba expectante.
-¿Tú no lo leíste?-le preguntó.
-¡Noooo! ¿Cómo se te ocurre?-respondió indignada- Mi abuela dijo que solamente tú, debías abrirla.
-Entiendo- Adrián volvió a suspirar.
-¿Qué ocurre, amor?- preguntó Camila al notar la angustia en el rostro de su esposo.
-No pasa nada, nena- le respondió, Azul se quedó observando sin comprender, pues ella suponía que luego de leer aquella carta él le diría lo que allí estaba escrito-¿Azu, te gustaría quedarte con nosotros?
-¿Con ustedes? ¿A qué? ¿Cómo a vivir?- preguntó desorientada la niña.
-Así es- respondió Adrián-¿Quieres o no?
-¡Por supuesto que me gustaría! Es más puedo pagar mi estadía aquí trabajando como empleada- agregó Azul.
-No. eso no será necesario, desde hoy eres nuestra invitada- intervino Camila al darse cuenta de que a su esposo las palabras no le salían y que apretaba la silla de ruedas como si quisiera romperla.
-Ok, por mí no hay problema- respondió la muchacha.
Adrián aclaró su garganta, llamó a la muchacha de servicio y le pidió que acompañara a Azul a una de las habitaciones de la planta superior. La muchacha caminó detrás de la empleada, pero antes de subir las escaleras se dio vuelta, corrió hasta donde se encontraba el castaño y lo abrazó.
-Muchas gracias, Adrián - le dijo dejando un beso sobre su mejilla.
- No tienes nada que agradecer- respondió él- ahora sube a la habitación y descansa.
La pareja observó a Azul quien mientras caminaba, veía todo con curiosidad y admiraba cada detalle del lugar.
-¿Ahora vas a decirme que ocurre, cielo?-le preguntó Camila, Adrián la miró una lágrima corrió por su mejilla.
-Azul es mi hermana...
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Comments
Cecilia Lorena Maliauskas
Hola, quizá si leen "mientras dormías" logren comprender más.
Cómo yo ya la leí realmente no me resulta confusa.
Esi humilde consejo, primero lean Mientras tu dormías. Es hermosa,al igual que ésta./Chuckle/
2024-04-25
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Bettzi Iseth Nieto Peralta
tu novela es muy enredada y confusa. dices una cosa luego otra. suerte para la próxima
2024-04-10
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Leonela Soledad Trejo
como que no se entiende mucho sobre las líneas de tiempo y las edades primero dice que tiene 19 depsue 16 o 17 no lo entiendo
2023-12-10
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