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Acerco el cigarrillo a mis labios y noto que mi mano tiembla ¿Qué fue eso? ¿Por qué se sintió tan bien? no era parte del plan, no debí sentir eso, no debí, pero lo hice, me convertí en lo que no quería, debo deshacerme de esto ahora. Miro a mi alrededor y noto como algunos hombres de seguridad me miran, me miran como su señora ahora y me gusta lo que eso significa, seguirán mis ordenes sin dudar ahora, pero necesito algo que me haga olvidar lo de anoche.
Luego de… eso, tuve que ducharme dos veces, quería alejar su aroma de mi cuerpo, pero creo que he memorizado eso con una sola noche, no es algo que quiero, debo encontrar algo mejor, algo más rápido y que me permita recordarme quien soy, soy Kristin Wagner, no una esposa. Doy un paso en el patio trasero y veo a todas las personas de servicio llevarse la decoración de la boda, miro hacia mi mano y me decepciona porque hace años que no fumaba, pero el viejo vicio está volviendo, de nuevo ¿Por qué?
Lanzo el cigarrillo al suelo cuando mi mano sigue temblando, decido alejarme de todo esto, camino hacia el bosque y agradezco mis botas, me detengo cuando me siento cansada de caminar, apoyo mi mano en un árbol y veo una cámara de seguridad a pocos metros. Veo a algunos hombres hablar a pocos metros y recuerdo que este bosque está cubierto de seguridad, no hay escape, pero no quiero escapar, quiero recuperar la dignidad que perdí anoche.
Alzo una de mis cejas al ver a aquel hombre que me ofreció algo que necesito ahora mismo, me acerco a él y su sonrisa desaparece de inmediato ¿Por qué ahora no me quiere? ¿cambie algo? Les pido a los demás hombres que se vayan y lo hacen, me quedo de pie ahí sin saber que decir y este sonríe lentamente entendiendo lo que quiero, mira hacia arriba y sé que está buscando cámaras, niega lentamente.
- ¿Qué puedo hacer por usted, señora? -pregunta.
- Quiero ir de compras. – respondo.
Luce sorprendido y luego su sorpresa desaparece, observa mi cuerpo por unos segundos y asiente, presiona el auricular en su oreja y informa esto, me pide que lo siga y lo hago, caminamos unos minutos en el bosque hasta llegar a un corto camino en donde hay un auto, es el auto que suelo usar. Abre la puerta trasera y entro de inmediato, veo que tengo un conductor y eso me molesta.
- Sal del auto, solo irá él. – le ordeno.
- Pero…- lo interrumpo.
- Soy la señora ahora, no me hagas enojar. -le advierto.
Hace lo que le pido y sale del auto, intento lucir calmada cuando aquel sujeto sube al auto y nos alejamos lentamente, miro hacia atrás y veo al hombre que era el conductor hablar por celular, recuerdo que deje a mi esposo durmiendo y que ahora mismo debieron despertarlo, maldigo ruidosamente porque quizás fui descuidada ¿descuidada? Yo… nunca lo soy ¿Qué estoy haciendo?
- ¿Sí? – responde el hombre que conduce. – No, señor. – dice de inmediato.
Silencio por unos segundos.
- Ella se acercó directamente a mí y me pidió ir de compras, estoy siguiendo órdenes. – explica tocando su oreja. – Si, señor. – finaliza.
No habla por unos segundos y no nos movemos, se ha detenido.
- ¿Cuál es tu nombre? – pregunto.
- Tom. – responde.
Sus ojos se encuentran con los míos por el retrovisor, me acerco a él y coloco mi mano en su hombro.
-Vamos de compras Tom. – le pido.
- Tengo ordenes de llevarla a casa. – me informa.
- Entonces ¿mis ordenes no importan? – pregunto con molestia. – Eres muy molesto. – digo.
Abro la puerta del auto y salgo, suspiro sorprendida de que siento que mis acciones no están teniendo sentido ahora mismo ¿Qué me sucede? Decido entrar al auto de nuevo y quedarme callada, el auto empieza a moverse y en poco tiempo me encuentro en la entrada de la mansión, cierran las puertas de metal y ese sentimiento regresa, es una jaula, lo es. Veo a Cian de pie en la entrada con sus manos ocultas en sus pantalones de dormir, luce molesto y no me importa, me quedo en el auto a pesar de que nos hemos detenido, lo veo acercarse al auto demasiado rápido, intenta abrir la puerta y nota que tiene seguro.
Sus ojos se encuentran con los míos.
- Quiero ir de compras. – le digo.
- Tu nunca quieres ir de compras. – me recuerda.
Su barbilla se tensa y sé que está controlando algo en él.
-Entra a la casa, esposa. -me pide.
- No. – digo de inmediato. – Necesito ropa y la compraré ahora. – le informo.
- ¿Vamos a jugar a esto a las 8 de la mañana? – pregunta molesto.
Me encojo de hombros y lo veo retroceder un paso, frunzo mi ceño confundida y abro mis ojos sorprendidas al notar sus intenciones, cubro mi rostro con mi brazo justo a tiempo antes de que su puño destrozará el vidrio de mi ventana de un solo golpe, mi cuerpo tiembla, pero no grito.
Miro hacia él y a pesar de que hay sangre en sus nudillos, no hay rastro de dolor en su rostro y eso de alguna manera me gusta, es fuerte, dejo de mirarlo cuando mis pensamientos toman un mal camino. Escucho que la puerta se abre y miro hacia él cuando solo hay silencio, me ofrece su mano, veo el anillo en su dedo y decido seguir el juego, por ahora.
Salgo del auto e intento alejar mi mano de la suya.
Él deja ir mi mano, pero sujeta mi rostro con su mano de repente, no tengo miedo y me aseguro de no mostrar la sorpresa que he sentido, él luce muy molesto y me gusta saber que conozco que botones tocar para que pierda el control, ellos se arrepentirán por molestarnos, lo harán.
- No me faltes el respeto delante de mis hombres ¿de acuerdo? – pregunta.
- Dame lo que quiero y haré lo que quieras. -le aseguro.
- Si, señora. – dice.
Deja un corto beso en mis labios y eso me molesta, me deja ir.
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