Observo el trago de Whisky que he recibido al entrar al área del comedor y me bebo todo el contenido del vaso, le sonrío a Kalsey ante algo que ha dicho, puedo sentir la tensión en este lugar, tanto odio, rencor, creo que si un plato cae al piso habrá una matanza, empezarán a disparar por la sorpresa. Me mantengo calmada y veo a Henri hablar con Anton a poca distancia, lucen calmados y lo agradezco, no quiero drama, busco a Audrey en la multitud y lo veo solo hablando por celular, decido ir hacia él.
Camino hacia él ignorando que mi esposo ha dicho mi nombre y no sé dónde está siquiera, me acerco a Audrey y me detengo delante de él, al verme deja de hablar por celular. Se queda observándome por unos segundos y me encojo de hombros, eso lo hace sonreír, él hace lo mismo haciéndome reír, sujeta mi mano y su mano está fría, demasiado.
-Puedes irte. -le aseguro.
- Me quedaré hasta el final. – me informa.
- No te hagas esto a ti mismo. -le pido.
- Kristin… - dice mi nombre.
Acerca su mano a mi rostro y acaricia mi mejilla.
- Preocúpate por ti, él no es Declan. – dice en voz baja. – Es la inspiración que usó Declan, es su maestro. – me informa.
-Perfecto. – digo.
Él aleja su mano de mi mejilla al escuchar eso y niega sonriéndome.
-¿Ella está bien? – pregunta.
No me sorprende, asiento lentamente, pero dudo, incluso yo estoy dudando porque hay algo oculto que no logro ver o reconocer, ni siquiera entiendo lo que siento ¿Cómo entender a alguien más? Solo puedo creer, suponer, pero intento estar ahí sujetando su mano en caso de que lo necesite, me necesiten.
-Kristin. – escucho su voz y mi cuerpo se tensa.
No me giro, pero siento su mano sujetar mi cintura de manera posesiva ¿ahora qué? me quedo en silencio y todo rastro de tranquilidad abandona el rostro de Audrey, Cian acerca su trago a Audrey y ambos vasos se tocan por unos segundos, no dicen nada, es un tipo de brindis que podría iniciar una guerra, no hay paz aquí.
-Si me disculpas, me llevo a mi esposa. – informa Cian.
- Disfruten la cena, me retiro. -informa Audrey.
- Sería lo correcto, he escuchado que es de mala suerte para los americanos tener a dos hombres que sienten algo por la misma mujer en la misma mesa, no quiero eso en mi boda. – explica.
¿Qué? ¿Qué acaba de decir? Audrey da un paso hacia nosotros y duda, algo lo hace dudar, mira hacia otro lado por unos segundos y luego sonríe, me mira por unos segundos y lo veo alejarse, se detiene luego de dar unos cuantos pasos, se gira lentamente llevando su mano a su espalda y eso me hace preocuparme ¿Qué va a hacer? Mi cuerpo se tensa cuando veo la pistola en su mano, todo el mundo está alerta cuando apunta hacia Cian, maldición.
Cian no luce sorprendido o molesto, pero siento su mano sujetarme con fuerza acercándome más a su cuerpo antes de colocarme detrás de él, sus hombres se acercan a nosotros, veo a Audrey sonreír antes de girar la pistola en su mano y apuntar a Cian con ella.
-Otra tradición americana, es mi regalo de boda. – informa. – Es la pistola con la cual uno de mi familia mato a Declan, es justo que lo tengas. – explica.
¿Qué? miro hacia todos lados lista para una guerra, me preparo para quitarme mis tacones, pero nada sucede, Cian camina hacia él y toma la pistola, revisa que tenga balas y le agradece, ambos hombres se dan la mano, pero cuando Cian se gira hacia mí lo escucho decir algo que no entiendo, es otro idioma, pero sus hombres lo entienden, lo hacen porque se alejan del lugar como si siguieran una orden.
Cian se detiene delante de mí y sujeta mi mano izquierda, acerca el anillo a sus labios y deja un corto beso ahí, miro cada uno de sus movimientos con preocupación, ¿Qué fue eso? Admito que estoy preocupada, demasiado.
-Vamos a cenar. - me informa.
La cena ¿Cómo explicarlo? Creo que he tenido mejores comidas, disfrute más mi comida cuando fui traicionada por Nadia y obligada a pelear por mi vida, disfrute más mi comida cuando pensé que Henri estaba muerto, disfrute siempre, pero esto… nadie puede tolerarlo y sin embargo son los reyes de pretender, son todos falsos, sonríen entre ellos y cuentan historias, la locura debe definirse como esto, esto es locura, lo es.
Cuando termina la cena sé cuál es el siguiente paso, la despedida.
Veo a mis hermanas subir a sus autos y esta vez no voy con ellas, me quedo aquí, sola, levanto mi mano cuando suben al auto y se alejan de la mansión, son las últimas en irse y cuando aquellas puertas de metal se cierran son cubiertas por hombres armados de inmediato, siento que he sido rodeada por una jaula permanente ¿estoy en prisión? Debe sentirse así.
-Entremos. – me pide Cian.
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