Capitulo 3: Sangre Azul

"No puedes cambiar tu pasado, pero puedes darle forma a tu futuro con las decisiones que tomas en el presente." - Desconocido.

En el apasionante mundo financiero y político de Japón, existe una dinastía que ha mantenido un férreo dominio durante décadas. Su renombrado apellido, Murakami (村上), resuena en todo el país. Esta familia de titanes abarca desde influyentes políticos hasta empresarios visionarios, pasando por modelos deslumbrantes y actores icónicos. Todos ellos comparten un denominador común: el éxito rotundo que define su existencia.

La genealogía de los Murakami es un tejido de triunfos que ha tejido su camino en la historia nipona. Desde la más tierna infancia, sus miembros son imbuidos con la convicción de que están destinados a brillar por encima de la mediocridad. "Superior al pueblo" es el legado que llevan consigo, un mantra que impulsa sus sueños desde la cuna, después de todo, superior al pueblo es el significado real del apellido. El mero privilegio de portar el apellido Murakami es un motivo de orgullo, un lazo con una herencia que no teme afrontar el desafío, una historia que reluce en el escenario del éxito.

En el sombrío escenario de la década de 1830, durante el auge del periodo Edo en Japón, una oscura tragedia asoló la tierra nipona: La Gran Hambruna de Tempō. Fue un episodio devastador, desencadenado por condiciones climáticas implacables que marcaron una era de sufrimiento insondable.

Las cifras hablan por sí solas; en una remota aldea del noreste, la tasa de mortalidad alcanzó la alarmante cifra de treinta y siete por cada mil almas, mientras que en la próspera ciudad de Takayama, el espectro de la muerte tocaba a casi cuarenta y cinco por cada mil. Cada rincón del país estaba sumido en la penumbra de la escasez y la miseria.

A medida que los cultivos mermaban en el campo, los precios se disparaban hasta niveles astronómicos. El hambre se cernía como un espectro siniestro sobre la población, y las reservas menguaban con rapidez. En su lucha por sobrevivir, las personas se vieron abocadas a decisiones desesperadas. Algunos se vieron forzados a devorar hojas y hierbas, otros, en un acto de desesperación sin igual, llegaron incluso a masticar impermeables de paja con la esperanza de saciar el hambre que les corroía el alma.

La Gran Hambruna de Tempō fue más que una calamidad climática; fue un capítulo oscuro en la historia de Japón que reveló la inquebrantable voluntad de supervivencia del pueblo ante las adversidades más abrumadoras.

En medio de la vorágine del caos, surgió uno de nuestros ilustres antecesores, Daiki Murakami, como se le conocía. En aquellos tiempos turbulentos, la tenacidad y visión de Daiki se erigieron como faro en medio de la adversidad. Poseedor de un pequeño huerto que milagrosamente desafiaba las condiciones más adversas, optó por un camino audaz. En lugar de reservar las cosechas para nutrir a su propia familia, arriesgó su destino y ofreció los frutos de su esfuerzo a precios exorbitantes, forjando así los primeros ladrillos de su futura fortuna.

El destino le infundió desafíos crueles, y la pérdida de su familia en tiempos difíciles dejó una cicatriz imborrable en su alma. Pero, cuando la tormenta finalmente se despejó, Daiki canalizó su determinación y su tesoro acumulado en el inicio de un nuevo capítulo. Emprendió la empresa de abrir locales de comida, pequeñas cafeterías y bares que se multiplicaron con los años. Cada paso fue un tributo a su visión, y finalmente, la libertad financiera que anhelaba quedó sellada.

No obstante, Daiki Murakami no se contentó con el éxito empresarial. Guiado por una ambición incansable, cruzó el umbral de la política, comenzando desde las filas más bajas. Con el tiempo, su perseverancia y astucia le aseguraron un lugar sólido en ese mundo inescrutable. La vida le brindó una nueva oportunidad, y con su segunda esposa, engendró una nueva generación que llevaría el legado Murakami a lo largo de los tiempos. Su vida fue el prólogo de la epopeya de la familia Murakami tal como la conocemos hoy.

Otro episodio que atestigua la magnitud de la familia Murakami se desarrolló en las agitadas aguas de las décadas de 1900 a 2000, precisamente en 1980. Japón emergió en ese tiempo como una potencia económica deslumbrante, con su mercado inmobiliario y bursátil en pleno apogeo. Sin embargo, a medida que la década llegaba a su fin, la burbuja financiera e inmobiliaria comenzó a desinflarse de manera catastrófica. Los precios de propiedades y acciones sufrieron una caída abrupta, desencadenando una crisis financiera de proporciones alarmantes.

Este cataclismo económico ejerció un efecto palpable y duradero en la economía japonesa que se extendería durante toda la década de 1990 y más allá. Se manifestó como una recesión prolongada que erosionó la confianza en la inversión empresarial, exacerbó el desempleo y desencadenó una serie de reformas económicas y financieras diseñadas para abordar la crisis.

Consecuencias de amplio alcance azotaron a la economía y su población. Entre 1995 y 2007, el PIB cayó de 5,33 billones a 4,36 billones de dólares en términos nominales. El PIB per cápita nominal, que en un tiempo superó al de Estados Unidos entre 1987 y 2001, sufrió un descenso notable y un estancamiento a largo plazo. Los salarios se redujeron en un 5% en términos reales, y el país quedó sumido en un estancamiento de precios que se prolongaría indefinidamente.

En aquel momento crítico, mientras la nación se sumía en una encrucijada, un hombre comprendió que no podía confiar en el gobierno para resolver sus dilemas. No estaba dispuesto a permitir que los cimientos construidos por generaciones de Murakami se desmoronaran ante la adversidad. En su mente, el riesgo de fracasar en sus inversiones o enfrentar el encierro en prisión no eran más que obstáculos menores.

A pesar de haber nacido y criado en las altas esferas, decidió zambullirse en las aguas turbias del submundo japonés. Aunque nunca se implicó directamente en los crímenes que acechaban en aquel sombrío mundo, su astucia y habilidad le permitieron destacar, convirtiéndolo en una figura icónica en los bajos fondos. Podría compararse con un Robin Hood japonés, aunque su método difería. En lugar de robar a los ricos para dar a los pobres, saqueaba a los pobres a través de estafas y embustes, invirtiendo las ganancias en refugios financieros para resguardarse ante futuras crisis económicas. Su objetivo, cuando todo volviera a la normalidad, era retomar su camino como empresario con aún más fuerza.

El dilema ético de sus acciones quedaba abierto a debate, ya que sus víctimas eran, indiscutiblemente, criminales. Lo curioso era que, a medida que la economía japonesa se recuperaba y él ya no necesitaba los sórdidos negocios de los bajos fondos, optó por retirarse y retomar su vida como empresario, esta vez con un ímpetu renovado. Sus antiguos camaradas, desconociendo que habían sido sus víctimas, lo recuerdan con cariño y como un hombre noble.

Su historia es una amalgama de astucia y supervivencia en un mundo donde los límites de la moral se difuminan. El nombre de este individuo es Hiroshi Murakami, aunque yo le suelo decir papá.

Los Murakami, con sus motivos y muchas más razones, son individuos que albergan un profundo orgullo por el legado que su apellido representa. No conceden espacio para errores en su existencia y a menudo contemplan a los demás con una mirada que sugiere superioridad innegable. Su arrogancia, en cierto sentido, es comprensible; después de todo, son integrantes destacados de la élite japonesa.

En tiempos modernos, Hiroshi y Yan Murakami han decidido expandir sus horizontes más allá de las fronteras de Japón. Su ambición y visión les han llevado a incursionar en el mercado internacional, donde aspiran a dejar una huella igual de impresionante.

1

—1… 2… 3.

—1… 2… 3.

—No, lo estás haciendo mal. ¿Qué crees que diría tu padre si te viera haciéndolo de esa forma?

Me quedé en silencio, sintiendo la presión de las expectativas familiares.

—Hazlo de nuevo.

Respiré profundamente y comencé de nuevo.

—1... 2... 3...

Más tarde, ese mismo día, cuando Hiroshi Murakami regresó del trabajo, su rostro reflejó la seriedad que solía llevar consigo. Se acercó a Ryota, su personal de servicio.

—Ryota-kun, ¿Hay avances en el entrenamiento de Yan?

preguntó con un tono de voz que denotaba su preocupación por el progreso de su hija.

—Por supuesto, Murakami-san. Con algunos meses más de práctica, su cuerpo se habrá fortalecido lo suficiente y podremos comenzar con las artes marciales.

Hiroshi asintió, satisfecho con la respuesta.

—¿Y qué me puedes decir sobre sus estudios?

—Actualmente, Yan domina el inglés y el español a la perfección. Las matemáticas y otras asignaturas básicas no representan un problema para ella, por lo que he decidido despedir a sus profesores actuales y contratar a unos más avanzados.

—Perfecto, Ryota-kun. Entonces, te dejaré trabajar.

—Por cierto, Murakami-san, me gustaría pedirle su permiso para realizar una prueba y determinar el coeficiente intelectual de Yan.

—¿Hay algún motivo en particular para eso?

—Su hija aprende a una velocidad excepcional. Dominar dos idiomas en menos de un año y resolver problemas matemáticos avanzados para su edad sugiere que podría ser superdotada.

Hiroshi reflexionó por un momento antes de conceder su permiso.

—Está bien, lo permitiré. Ahora, vuelve al trabajo.

—Entendido, Murakami-san.

Mis recuerdos se tornan un tanto confusos, ya que no puedo precisar cuándo comenzaron mis entrenamientos. Desde que tengo memoria, siempre he estado inmersa en esa sala de entrenamientos.

Al principio, me sumergí en una serie de ejercicios diseñados para llevar mi cuerpo hasta sus límites. Con el tiempo, llegué a conocer estos límites a la perfección, y aprendí a no forzar lo imposible. Me centré en mantener mi cuerpo en su estado óptimo.

Cuando finalmente conseguí levantar objetos que superaban mi propio peso, llegó el momento de adentrarme en el mundo de las artes marciales. Fue un nuevo comienzo en mi camino de entrenamiento.

—Esquiva y golpea, no es tan complicado.

—Lo sé, es solo que aún no me acostumbro a la secuencia. Además, dudo que en una pelea real alguien utilice esa combinación específica, por lo que me parece innecesario.

—Siempre es mejor conocer diversas técnicas, Yan. Nunca sabes cuándo te serán útiles.

—Bueno, yo creo que lo más importante en una pelea es analizar al oponente, anticipar sus movimientos y derrotarlo con facilidad, con esa estrategia podría derrotar a cualquiera, incluso si es más fuerte que yo.

—¿Estás diciendo que podrías vencer a un adulto con facilidad?

—No me malinterpretes, lo que quiero decir es que, con la estrategia adecuada, puedo nivelar el campo de juego incluso contra oponentes más grandes y fuertes, pero si, podría derrotar a cualquiera.

He sido entrenada en diversas disciplinas marciales, y me parece estupido que Ryota aún dude de mi capacidad para vencer a otro artista marcial.

—Entonces, pelea conmigo.

—¡Tatsuya!

Tatsuya, uno de mis maestros en judo, karate y capoeira, además de haberme enseñado a manejar la katana y a utilizar los sai con destreza. Desafortunadamente, no es un maestro personal como los demás, y debido a compromisos laborales, no lo había visto en varios años.

—Por supuesto, siempre he deseado derrotarte.

—¿Estás de acuerdo con eso, Ryota-san?

—Normalmente no permito que actividades lúdicas interfieran con el entrenamiento de Murakami-sama, pero haré una excepción en esta ocasión. Podría ayudarme a evaluar su nivel actual, de lo contrario, tendría que esperar hasta sus exámenes de evaluación.

—¡Genial!

Cada uno de nosotros tomó sus posiciones, aguardando la señal de Ryota para dar inicio al combate.

—¡Empiecen!

—¡Ahhh!

Cada golpe que él lanzaba, yo lo esquivaba con una destreza sorprendente. Los oponentes más grandes suelen carecer de la velocidad que tenía a mi favor. A pesar de que soy mujer, considerablemente más joven y de menor estatura, mi agilidad era una ventaja. Sin embargo, no podía ignorar la desventaja en cuanto a fuerza. Cada golpe que conectaba dejaba su huella en mi cuerpo, pero por suerte, siempre he tenido una gran resistencia al dolor. Al fin y al cabo, estoy acostumbrada a soportarlo.

—Tu movimiento constante no te ayudará para siempre.

—Lo sé, no estoy tratando de evitarte; solo aguardo la oportunidad perfecta.

—¡ !

Y cuando finalmente surgió esa oportunidad, me abalancé sobre él y lo derribé de un golpe certero en la mandíbula.

—¡Sí, te vencí!

—Nunca imaginé que una niña de 7 años me derrotaría.

—Eso es porque los lacayos nunca superarán a sus superiores.

—Ve a cambiarte, Murakami-sama. Dejaremos el entrenamiento por hoy.

Ryota y Tatsuya se quedaron solos, noté que tenían algo que discutir, así que decidí retirarme.

—Noté que te diriges a ella como Murakami-sama, algo que ni siquiera haces con tu propio jefe. ¿No crees que es una niña muy malcriada?

—Sin duda, no utiliza los honoríficos con nadie; según ella, nadie es digno de su respeto.

—Pero referirse a ella de esa manera...

—Solo cumplo con sus caprichos. Un simple puchero suyo y podría ser despedido. Por cierto, hablando de eso, me preocupa mucho la rapidez con la que aprende las cosas. Es probable que en unos meses, sus otros maestros y yo ya no podamos enseñarle nada. Cuando llegue ese día, me veré obligado a abandonar este lugar.

Hace unos años, me sometieron a diversas pruebas para evaluar mis capacidades intelectuales. En ese momento, mi coeficiente intelectual se registró en 143, aunque es probable que haya aumentado desde entonces con el paso del tiempo.

—No es imprescindible que sigas todas sus instrucciones. Observa cómo lo hago yo.

—Tú lo tienes más sencillo. Soy la mano derecha de Murakami-san, él depositó en mí toda su confianza para cuidar de su hija. Además, no eres quien para decirlo, te dejaste vencer por ella, ¿No es así?

—No, realmente no. Esa niña es un monstruo, o quizás yo estoy demasiado viejo para esto. No sé cuál de las dos opciones es peor.

He escuchado que Tatsuya ha vencido a varios oponentes poderosos al mismo tiempo. Derrotarlo a él es una prueba de mi superioridad.

—Yan es una prodigio, aunque tengo la sensación de que su actitud podría limitar su potencial. Es lamentable porque Murakami-sama tiene expectativas muy altas para ella.

Unos meses después, llegó el día de los exámenes de evaluación. Estos se llevaban a cabo anualmente y representaban un complemento a mis estudios escolares regulares.

Pregunta: ¿En qué año se firmó el Tratado de Tordesillas y cuál fue su propósito?

—El Tratado de Tordesillas se firmó el 7 de junio de 1494 y su objetivo era dividir las áreas de influencia entre España y Portugal en sus exploraciones y conquistas en el Nuevo Mundo.

Pregunta: ¿Cuál es la Ley de Coulomb y cómo se relaciona con la fuerza eléctrica?

—¿Acaso es ésta una pregunta de secundaria? ¿Que idiota diseñó este examen? Ahh, como sea. La Ley de Coulomb establece que la fuerza eléctrica entre dos cargas puntuales es directamente proporcional al producto de sus magnitudes e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa. Matemáticamente, se expresa como F \= k * (q1 * q2) / r^2, donde F es la fuerza eléctrica, q1 y q2 son las magnitudes de las cargas, r es la distancia entre ellas, y k es la constante de Coulomb.

Las preguntas abarcaban una variedad de temas. El objetivo de los estudios era adquirir el conocimiento necesario para depender lo menos posible de los demás.

Pregunta: ¿Qué es la paradoja de la frugalidad y cómo se relaciona con la oferta y la demanda?

—La paradoja de la frugalidad se refiere a la idea de que cuando las personas ahorran más dinero, puede reducir la demanda agregada y llevar a la disminución de la producción y el empleo. Esto muestra una relación compleja entre el ahorro y la inversión en la economía.

Ejercicio: Calcula la energía de ionización del hidrógeno, es decir, la energía requerida para liberar un electrón en el estado n \= 1 hasta que esté completamente libre del átomo de hidrógeno. La constante de Rydberg es 2.18 × 10^-18 J.

—La energía de ionización del hidrógeno es igual a la energía del estado n \= 1. Se calcula usando la constante de Rydberg (R) y la ecuación:

E_ionización \= -Rhc

Donde R es la constante de Rydberg, h es la constante de Planck y c es la velocidad de la luz.

Sustituyendo valores:

E_ionización ≈ - (2.18 x 10^-18 J) * (6.62607004 × 10^-34 J·s) * (3.00 x 10^8 m/s) ≈ -1.32 x 10^-18 J

Resultados: 100/100

—Excelente resultado, Murakami-sama.

—No es necesario que lo menciones, Ryota. Sé que soy la mejor.

—Tu padre estará muy orgulloso.

—¡¿De verdad lo crees?!

—Por supuesto.

Cada uno de mis entrenamientos y estudios nunca me resultó estresante ni molesto. Los llevaba a cabo con pasión, ya que mi mayor objetivo era ver la sonrisa de mi padre y escucharlo decir que estaba profundamente orgulloso de mí.

Lamentablemente eso nunca sucedió.

2

—U-Una moneda...

—...

Tengo vagos recuerdos de esto. ¿Sucedió cuando tenía 5 o 6 años? No recuerdo exactamente cuando sucedió. No obstante, lo que sí permanece claramente grabado en mi memoria son mis acciones pasadas.

—Vamonos, Yan, no la mires, gente como esa no debería existir.

—Si, papá.

Una mujer estaba sentada junto a un montón de basura, sosteniendo a un bebé en sus brazos mientras pedía dinero. Lo que me llamó la atención fue que, a pesar del calor abrasador, siempre llevaba una manta que cubría tanto a ella como a su bebé.

¿Un niño? ¿O tal vez una niña? Nunca supe qué era, aunque en última instancia, no importaba. Conocer su sexo no cambiaría su destino, seguiría siendo alguien insignificante en la vida, poco más que un espectro.

Los pobres a menudo tachan de egoístas a los ricos por su enfoque en la riqueza material. Sin embargo, los ricos brindan a sus hijos la mejor educación posible. En ese sentido, ¿No podrían considerarse los pobres como los egoístas? A menudo, traen a hijos al mundo que no pueden mantener debido a su egoísmo personal de convertirse en padres. Esto me hace cuestionar si en realidad quieren a sus hijos o si simplemente desean tener descendencia para sentirse adultos o para mantener vivo su linaje, aunque este último a menudo no suele perdurar.

—¿A dónde te diriges, Yan? ¿Has terminado tus tareas?

—Sí, solo me llevó 3 minutos. No fue tan difícil. Entonces, ¿puedo salir un rato? Me gustaría dar un paseo.

—... Está bien, lo permitiré.

Vivía en un espacioso apartamento en un exclusivo edificio en Tokio, y cerca de mi hogar se encontraba una pastelería de renombre. Mis favoritos eran los deliciosos pasteles de matcha que ofrecían.

—Buenos días, me gustaría el pastel de matcha de siempre y un pan de melón, por favor.

—Claro, Ohimesama (princesa).

Lo que más apreciaba de esta pastelería, además del delicioso sabor, era que conocían mis preferencias a la perfección. No tenía que darles instrucciones adicionales.

—Aquí los tiene.

—Gracias.

Las únicas personas a las que mostraba respeto eran los trabajadores de esa pastelería. Después de todo, no deseaba que mi comida fuera contaminada por algún desagrado a causa de mis palabras, ya que eso solo conduciría al cierre del establecimiento y dejaría de disfrutar aquellos deliciosos pasteles. Prefería evitar tal situación a toda costa.

Cada vez que adquiría bocadillos en ese lugar, solía disfrutarlos en un parque cercano. La brisa fresca y el canto de los pájaros me proporcionaban un breve respiro de la intensidad de mi entrenamiento.

—Estuvo delicioso. Ahora, debo regresar antes de que mi padre se moleste.

Pasear al atardecer entre los imponentes edificios de Tokio resultaba verdaderamente hermoso. A pesar de ser más pequeña que ellos en estatura, en realidad, sabía que ninguna de las personas que se encontraban dentro de esos rascacielos podría compararse conmigo.

—U-Una moneda...

Aquella voz débil interrumpió mi tranquilo paseo. Recordé una ocasión en la que viajé a Nueva York, debo admitir que fue una de las mayores decepciones de mi vida. Me dejé llevar por la imagen que las películas habían pintado de la ciudad, imaginando un lugar lleno de emocionantes descubrimientos, pero lo que encontré fue una acumulación de basura que empañaba su esencia. En Tokio, por otro lado, experimentaba una sensación de limpieza y organización en sus calles, pero esa mujer, con su voz y presencia, perturbaba mi vista, igual que la basura de Nueva York.

—¿Quieres esto?

Extendí el pan de melón hacia la persona necesitada. Aunque originalmente lo había guardado para disfrutar en casa, me preguntaba que haría si le ofrecía comida en lugar de dinero.

—G-Gracias, realmente te lo agradezco. No habíamos tenido una comida en días...

Ella y su bebé se encontraban en una situación desesperada. Tenía el poder de ayudarla proporcionándoles dinero y ofreciéndole un empleo que podría cambiar sus vidas por completo. Sin embargo, ¿Que obtendría yo a cambio? Ella no cambiaría algo en mi vida, simplemente se convertiría en otro empleado más, al igual que Ryota.

—Ya volví, papá.

—Ve a dormir, mañana tienes que continuar con tu entrenamiento.

—De acuerdo. Buenas noches, te quiero.

—…

El invierno se acercaba, trayendo consigo el frío característico de la estación. Ese día, decidí hacer una parada en la pastelería para comprar más bocadillos. En mi camino de regreso, me encontré con aquella mujer que yacía en el suelo, pero esta vez, no pedía dinero; solo intentaba abrigarse a sí misma y a su bebé, sin siquiera notar mi presencia. Esta situación despertó mi curiosidad hacia ese tipo de personas. A pesar de que en este lugar su vida parecía destinada a la pobreza perpetua, sin oportunidades evidentes de mejora, ella aún permanecía allí sin moverse.

Decidí dirigirme al parque que tanto me gustaba para disfrutar de mis bocadillos. Ese día, me sentía agotada por el exceso de ejercicio, así que una vez que terminé de comer, me quedé dormida. Cuando finalmente desperté, la oscuridad de la noche había caído y el lugar estaba desierto. Sabía que al llegar a casa, mi padre me daría un sermón, algo que deseaba evitar. A diferencia de los demás chicos de mi edad, no me importaba que me regañaran en sí, pero lo que no quería era decepcionar a mi padre y hacerlo enojar.

La rabia que sentía hacia mí misma por quedarme dormida me impedía disfrutar el camino de regreso al edificio. Necesitaba liberar mi enojo de alguna manera, y fue entonces cuando la vi. La frustración también se dirigió hacia ella, ya que sentía que arruinaba mi vista.

Me acerqué a ella y la observé durante unos segundos, confirmé que estaba durmiendo al notar su respiración. Me aseguré de que no hubiera nadie cerca, entonces, tomé su manta y me escapé corriendo. Me sentí asqueada al tocar esa manta vieja, temiendo que me pudiera enfermar, así que le pedí a Ryota que se deshiciera de ella.

Al día siguiente, descubrí que aquella mujer y su bebé habían fallecido debido al implacable frío. Ese día, por primera vez, pude disfrutar plenamente de mi camino de regreso a casa.

Cada día, disfrutaba plenamente de mi camino de regreso, ahora que aquella mujer ya no estaba para perturbar el paisaje. Sin embargo, después de un par de semanas, las calles comenzaron a ser invadidas por el polvo y la basura, arruinando nuevamente la vista.

—¿Por qué está tan sucio?

—¿No te has enterado? La mujer que solía limpiar las calles aquí falleció.

Aquella mujer solía mantener las calles limpias a diario. A pesar de mis acciones, no me arrepentía, en realidad me resultaba curioso que lo hiciera sin esperar algún tipo de remuneración.

—U-Una moneda...

—...

Ahora, cada vez que veo a alguien sin hogar, no lo desprecio; en cambio, lo considero como una posible fuente de ingresos, algo que incluso mi padre no veía.

—Vamonos, Yan, no lo mires, gente como esa no debería existir.

—Te equivocas, papá, sin ellos, sin la clase baja ¿Que sería de nosotros?

Los ricos deberían querer a los pobres, tanto que, deberían multiplicarlos, para nuestro beneficio.

—¿Sabes algo, Yan? Tienes razón.

3

—¡Ven aquí ahora mismo!

—¡No, vete a la mierda, Ryota! Estoy harta de tus entrenamientos y clases inútiles. No los necesito.

—¡Tu padre se sentirá muy decepcionado!

—¿¡Y a mí que mierdas me importa!?

También pasé por una fase rebelde, como la mayoría de los adolescentes, y debo admitir que me avergüenzo más de eso que de cualquier otro error en mi pasado, incluso más que la muerte de aquella mujer. Sin embargo, he llegado a comprender que mi pasado es algo que nunca podré cambiar, incluso si tuviera todo el dinero del mundo. Solo me queda aceptarlo y aprender de él.

—¡Date prisa, maldita sea!

Llamé a mi chófer, deseando escapar de casa lo más pronto posible. Necesitaba relajarme en algún otro lugar.

—Ya era hora, un minuto más y estaría considerando seriamente despedirte.

—Mis disculpas, Murakami-sama, había demasiado tráfico en el camino.

Subí al auto, sin tener ni idea de a dónde podría ir. Lo único que quería era alejarme de casa.

—Tal vez pueda llamar a mis amigas.

Realicé una llamada por teléfono. A pesar de que ya estaba oscureciendo, sabía que ellas aceptarían. No, aceptarían precisamente porque era de noche.

—Hola, Ayane. ¿Qué tal todo? ¿Estás ocupada en este momento?

—Estoy bien, solo estaba pensando en cenar. ¿Por qué la pregunta?

—¿Te gustaría ir a...?

—Claro, cuenta conmigo.

Esto es precisamente a lo que me refería, ellas dos siempre tienen tiempo libre. Supongo que siendo alguien que entrena y estudia prácticamente todo el día, me sorprende ver a personas que disponen de tanto tiempo libre.

—Genial, llama a Nozomi también, por favor. Pasaré por ustedes en unos minutos.

Conocí a Nozomi y Ayane en la escuela secundaria. No tenía ningún amigo debido a mi actitud, en realidad, nunca me preocupé por tener amigos. A pesar de mi personalidad, ellas se acercaron a mí, dudo que fuera por mi dinero, ya que sus padres también son personas muy exitosas.

El padre de Ayane es el CEO de una compañía dedicada al diseño y desarrollo de software, mientras que los padres de Nozomi son políticos.

—¡¿Listas?!

—¡Por supuesto!

Subieron al coche, los asientos estaban dispuestos frente a frente para facilitar nuestra conversación sin tener que girar la cabeza y lidiar con dolores de cuello.

—Bien, entonces ¿A dónde quieren ir?

—¡Al club!

Hace unos pocos meses, inauguré un club en la ciudad. Tengo un recuerdo gracioso de unos días después de la apertura. Quería ir con mis amigas a disfrutar de la noche allí, algo así como una fiesta de inauguración. Desafortunadamente, no nos dejaron entrar, no me permitieron entrar a mi propio club, solo por tener 16 años. Está claro que despedí a esa persona.

—¡Tomemos hasta el amanecer!

—Nozomi, la vez pasada vomitaste en mi ropa.

—Fue una gran noche, ¿No crees?

—¡Solo tomaste 3 cervezas y te dormiste!

Le pedí al bartender que nos sirviera algo ligero. Ellas aún no están muy acostumbradas al alcohol.

—Un momento, debo ir a baño.

—Yo también.

Solo habían bebido una cerveza y ya parecían sentir sus efectos, esas chicas eran definitivamente novatas en esto.

En lo personal, el alcohol puro no es lo que más me agrada; prefiero las bebidas preparadas, los cócteles. Negroni, Daiquiri o un tropical Mai Tai, me gusta probar cosas nuevas constantemente. Además, el vino también ocupa un lugar especial en mis preferencias.

—Hey, ¿por qué estás sola?

—¿Eh? No es de tu incumbencia.

—Vamos, no te enojes. Si tienes algún problema, estoy aquí para escucharte.

Me quedé sola mientras ambas chicas fueron al baño. Aunque dudo que se tarden mucho, es probable que es probable que aún así este chico no se vaya.

—Tengo 16 años.

—¿Eh? Debes estar bromeando, si fueras menor de edad no podrías estar aquí.

—Eso es porque soy la dueña de este lugar.

Le dije toda la información que estaba dispuesta a compartir. La decisión de escucharme o no, así como lo que sucediera a continuación, dependía de él.

—¡Eres muy graciosa! ¿Que te parece si nos vamos de aquí y te llevo a cenar?

—Hoy no estoy de buen humor, así que me gustaría que te vayas.

—Oh vamos, no seas así.

Tomó mi mano, lo cual me molestó en gran medida, así que la retiré inmediatamente.

—No lo diré otra vez, la próxima vez que me hables tomaré aquella botella de allá y te la romperé en tu cabeza, después de darte una paliza, claro.

—Mejor dime...

—¡ !

Lo sometí con facilidad, lo mantuve en el suelo mientras sujetaba su brazo para evitar que intentara algo, finalmente, tomé la botella y cumplí mi promesa.

—¡Murakami-chan! ¿¡Que pasó!?

—Nada importante, por cierto, ¿Que les parece si damos un paseo por la ciudad mientras bebemos?

—¿Eh? Esta bien.

Aunque estaban confundidas por lo de aquel sujeto, mis amigas aceptaron la propuesta rápidamente, y al final, terminamos saliendo del club mucho antes de lo que había planeado.

—Estaba guardando estas botellas para una ocasión especial, y creo que hoy es un buen momento para disfrutarlas.

Saqué algunas botellas de bebidas alcohólicas del refrigerador del coche, y juntas dimos un paseo por la ciudad. Las bebidas, la música, las vistas urbanas y, por supuesto, la compañía de mis amigas, crearon un recuerdo muy especial en mi corazón.

Nozomi, siempre la más entusiasta del grupo, miró a Ayane con ojos brillantes y una sonrisa traviesa.

—¿Qué dices, Ayane-chan? ¿Deberíamos probar un trago más fuerte esta vez?

Ayane rió y sacudió la cabeza.

—Nozomi, recuerda la última vez que te embriagaste. Fue un desastre.

—¡Vamos, Ayane-chan! Esta vez será diferente, te lo prometo.

La noche avanzaba, y nosotras tres seguimos disfrutando de nuestras bebidas mientras recorríamos la ciudad en el coche.

—¡WUAHHH!

—¡Idiota, vomitaste toda mi ropa!

—HAHAHA, ¿Habías dicho que compraste esa ropa ayer, verdad? HAHAHA.

—¡Mierda!

—¡No te levantes! Vas a ensuciar mi auto.

—¿Y qué se supone que haga? ¿Debo quedarme con su vómito en mi ropa?

Esa noche la disfruté mucho, pero como todo en la vida tiene un fin, esa noche también debía terminar, y tarde o temprano debía volver a casa.

—¿¡Dónde estabas!?

—Por ahí.

—¡Eres una maldita malcriada, Yan. Esperaba mucho de ti. No eres una prodigio, solo eres una decepción!

—¡ !

En esa etapa de mi vida, los sermones de mi padre no me afectaban demasiado. Sin embargo, escucharlo decir que era una decepción sacudía mi corazón.

—Te arreglaré, Yan, un Murakami no puede permitirse el fracaso.

—No necesito ningún arreglo, soy mejor que mis ancestros.

—¿Eso es lo que piensas? Muy bien, entonces tendrás que demostrarlo por ti misma, te irás de casa.

—¿Eh?

—Hace poco, tomé la decisión de expandir nuestras operaciones internacionalmente. Establecí algunas empresas en el extranjero. Si realmente crees que eres superior, demuéstralo llevando esas empresas a lo más alto, solo así podrás volver a casa.

—¿Que? Espera, no me quiero ir.

—Ya es tarde, Yan. La decisión está tomada. Te marcharás mañana mismo, pronto les avisaré sobre tu llegada.

Al día siguiente, me encontraba a bordo de un avión, surcando los cielos hacia un destino completamente desconocido en el otro lado del mundo.

4

—Estoy agotada...

Hace unos meses, llegué a un nuevo país en un continente distinto. Debo admitir que me ha costado bastante adaptarme a esta nueva vida.

—El trabajo resulta ser incluso más agotador que los entrenamientos de Ryota.

Las pruebas escritas era sorprendentemente sencillas, no representaban ningún desafío para mí. Lo mismo ocurre con mis tareas laborales, aunque de alguna manera, me encuentro más fatigada de lo habitual. Supongo que no estoy completamente adaptada a este ritmo de trabajo.

—Como sea, hoy es mi día libre. ¿A dónde debería ir?

Me dirigí a mi computadora en busca de un lugar divertido en la ciudad.

—Karaoke... No, sería muy aburrido sin Ayane y Mizuno. Tal vez podría visitar una cafetería.

Los dulces son mi debilidad, así que supongo que sería una buena idea. Después de todo, ya no estoy en Tokio, donde se encuentra la cafetería que tanto me gusta.

—Los pasteles de esta cafetería parecen deliciosos. Bien, está decidido.

Cada semana, me propongo explorar la ciudad para descubrir lugares interesantes. Tengo que conocer este lugar a fondo si quiero adaptarme.

Me dirigí a la cafetería que había seleccionado. El ambiente era acogedor, con una suave música de fondo y el aroma tentador de café que llenaba el aire. Tomé asiento en una de las mesas junto a la ventana, desde donde podía observar la vida de la ciudad mientras esperaba que mi pedido llegara.

Hojeé el menú con interés, deslizando el dedo por las opciones que iban desde exquisitas tartas de frutas hasta capuchinos con una espuma muy delicada. Finalmente, me decidí por un trozo de pastel de fresa y un cappuccino.

—Aquí tiene, señorita.

—Gracias.

Me pregunto si ellos notan que soy extranjera. A pesar de dominar su idioma perfectamente y conocer sus costumbres, mis rasgos asiáticos eran el único indicio de mi origen japonés.

—Hola, lamento interrumpirte, pero ¿Podría tomar prestado un momento de tu tiempo?

—Claro.

Invité a la mujer a sentarse; después de todo, no tenía ninguna razón para negarme.

—No eres de por aquí, ¿cierto?

—Así es, vengo de Japón.

Al parecer, las personas si pueden notar que soy extranjera. Me pregunto si las personas locales que también tienen rasgos asiáticos se cansan de explicar constantemente que no son extranjeros.

—A lo que me refiero es que te conozco, también a tu padre. Mi pregunta era ¿Por qué estás aquí?

—Voy a dominar el mundo.

—Claro que sí, conociendo a tu familia, lo más probable es que quieran adueñarse del libre mercado.

Respondí con sarcasmo, pero noté a través de su sonrisa que ella se lo tomó enserio.

¿Quién es esta chica y qué quiere de mí? Lo mejor sería dejar de responder sus preguntas y hacer que ella empiece a responder las mías.

—Dijiste que conoces a mi familia, ¿quién eres?

—¿Eso es importante? Esta será la primera y última vez que nos veamos.

—Es importante, de eso depende si te escucho.

No estoy segura de lo que debería hacer: retenerla hasta que me cuente quién es y cómo conoce a mi familia o dejarla ir, olvidando todo lo que dijo.

—Como te mencioné antes, no importa quién soy. Lo verdaderamente importante es lo que tú y tu padre están haciendo en este país. No deberían estar aquí.

—Entonces, ¿se trata de eso? No te preocupes, me iré mañana mismo, solo porque tú me lo estás sugiriendo.

Respondí con sarcasmo nuevamente. No me ha dado su nombre y espera que obedezca sus indicaciones. Vaya idiota.

—No te preocupes, si no te vas, yo me encargaré de que lo hagas.

La chica se levantó del asiento y se marchó. Ahora que lo pienso, si ella sabía que estaba aquí, entonces probablemente también conozca mi dirección. Definitivamente debo tomar medidas al respecto.

—Genial, ella acaba de arruinar mi tarde.

Una vez que terminé de comer, salí del lugar. Necesitaba idear un plan de acción en caso de que ella quisiera tomar medidas en mi contra.

—Lo primero es lo primero, tal vez debería considerar mudarme.

La ciudad en la que vivo actualmente es un destino turístico, y lamentablemente, soy bastante conocida entre los empresarios de aquí. Desafortunadamente, mi reputación no es la mejor debido a mi historial como prestamista y estafadora, una fama que adquirí en tiempo record, solo he estado aquí unos pocos meses. Entonces, la pregunta es: ¿Dónde debería considerar mudarme?

—Supongo que este tema puede esperar hasta que llegue a casa.

Decidí no preocuparme por el problema en ese momento y abordarlo una vez que estuviera en casa.

Al llegar, tomé mi laptop y comencé a realizar algunas búsquedas en internet.

—La opción más viable sería pasar desapercibida y contratar a alguien para que maneje las empresas de papá mientras yo vivo en algún otro lugar.

Es un plan arriesgado, su falta de experiencia podría llevar a la ruina todo lo que mi padre ha construido en este país.

—En ese caso, podría regresar a esta ciudad a supervisarlos cada semana y trabajar a tiempo completo durante las vacaciones.

¿Soy una paranoica por mudarme debido a una simple amenaza? No, estoy segura de que esa chica no hablaba a la ligera.

—Pero entonces, ¿qué haría con tanto tiempo libre?

Decidí abrir las redes sociales mientras lo pensaba. Fue entonces cuando apareció un anuncio en la pantalla de mi computadora.

"La universidad [DATOS ELIMINADOS] de estudios especiales ha anunciado oficialmente la apertura de sus convocatorias para el próximo período académico. Esto es todo lo que necesitas saber para postularte"

—¿Universidad? No la necesito, pero... Si es la mejor universidad del país, tal vez si consigo un título ahí, podría sacarle una sonrisa a papá.

Me olvidé por completo de aquella chica. En ese momento, pensé que obtener un título universitario en una institución tan prestigiosa podría enorgullecer a mi padre, así que durante la noche decidí investigar más sobre U.M.E.E.

—¡Ahh! No quiero trabajar...

Me desvelé buscando información sobre la universidad, algún lugar donde quedarme y pensando en cómo podría organizarme para asistir sin descuidar mi trabajo, por lo que al final dormí muy poco.

Una vez que regresé a casa del trabajo, decidí enviar mi solicitud. Meses después, realicé el examen y cuando dieron los resultados, ni siquiera los mire, estaba segura que había sido aceptada.

—Eso último fue hace aproximadamente 2 o 3 años, ¿cierto? Tienes un pasado interesante.

—Sí, en Japón serías mi kouhai y deberías ofrecerme respeto.

—No debería hablar de respeto alguien que no respeta a nadie.

—Hu Hu, supongo que tienes razón.

EXTRA

—¡Bienvenidos al archivo de estudiantes de UME!

—Axel, ¿En serio tienes un archivo con todos los estudiantes de UME? Eso es espeluznante.

—Por supuesto que no, solo de los que son populares. Ejem. ¡El día de hoy les presentaré a Yan Murakami, Murakami Yan... ¡Ahh! Realmente no lo sé.

—Yan es su nombre, Murakami su apellido. Te confundes porque los japoneses suelen usar el apellido para referirse a los demás. También está el hecho de que se presentan diciendo primero su apellido y después su nombre.

—Como sea, Nerlin, pasemos a lo importante ahora:

Yan es una chica joven y atractiva, con una figura esbelta y tonificada. Su piel es clara y suave, sin ninguna marca visible. Su rostro tiene rasgos finos y armoniosos, con una nariz recta, labios delgados y pómulos altos. Sus cejas son finas y arqueadas, y sus pestañas son largas y rizadas. Sus ojos son de un rojo claro que combina con su cabello negro.

Hablando de su cabello, es largo y liso, llegando hasta la mitad de su espalda. Lo lleva recogido en una cola de caballo alta que le da un aspecto dinámico y profesional. Algunos mechones sueltos le caen sobre la frente y las sienes, enmarcando su rostro. Su cola de caballo se suele mover con gracia cuando camina por los pasillos de UME.

Suele vestir con gran extravagancia, pero su prenda favorita es un elegante vestido tradicional blanco y negro con toques de rojo, que le confiere una apariencia refinada y distinguida. Este vestido está confeccionado con un tejido resistente y elástico que se ajusta a su cuerpo como una segunda piel. Presenta un cuello alto que envuelve su cuello y mangas largas que llegan hasta sus muñecas. Para darle un toque único, suele combinar este vestido con zapatillas blancas y rojas que complementan a la perfección su vestimenta, y todos sus accesorios siguen la misma paleta de colores.

En cuanto a su personalidad, Yan tiende a mostrar un carácter altivo y frecuentemente hace chistes o comentarios sarcásticos que pueden afectar al autoestima de los demás, lo que podría explicar por qué no cuenta con una gran cantidad de amigos.

—¿Qué pensaría Lily si supiera que conoces mejor a otras chicas que a tu propia novia?

—¿Eh?

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