CAPITULO 11.

CAPÍTULO 11.

Fue así, que al día siguiente, los cuatro estaban regresando a Los Hampton. Ángela no lo podía creer. Sebastián no podía pensar en nada y en cuanto a Thomas y Christopher, estaban aterrados.

Sebastián frenó en un semáforo y giró su cara hacia la mujer más bella que había visto. Ella estaba viendo por la ventana, perdida en sus pensamientos. Disimuladamente, tomó su mano y la apretó levemente en señal de apoyo. Ella giró su cabeza para mirarlo a los ojos y vio esa hermosa y radiante sonrisa.

-¿Crees que Jorge me querría como yerno? -preguntó bromeando.

-Oh, estará fascinado. -exclamó Christopher, sarcástico.

Sebastián rio.

-¿Qué dices, bonita? -insistió.

-Te odiará. -Dijo ella.

-Supongo que somos Romeo y Julieta. -Dijo. -Pero sin suicidios. -Soltando una pequeña risa.

-Si quieren vivir, será mejor que lo finjan. -Dijo Thomas. -Aún no puedo creer que estemos regresando.

-Nadie te obligo a hacerlo. -Dijo Sebastián, con resentimiento.

-Hubiese podido quedarme en mi casa de no ser por ustedes dos. -Dijo Thomas.

-Claro, porque mientras tú salvaste tu estúpido trasero, te importo una mierda que tu hermano pequeño quede en manos de un terrible monstruo. -Dijo.

-¡BASTA! -Grito Chris. -Ya estamos aquí. Hablaremos con ellos y luego regresaremos a nuestra tranquila vida en Canadá. ¿Está bien?

Un silencio se hizo en el coche. El cual duró hasta que llegaron a Los Ángeles, dos días después, ya que ni siquiera pararon para descansar. Si no que se turnaban para conducir y cada tanto paraban para echar gasolina y estirar las piernas.

Apenas ingresaron a Los Angeles, la policía los detuvo. Al parecer, el revuelo por la fuga de los dos jóvenes causo un verdadero problema entre sus familias. Sebastian, amablemente, bajo el vidrio del coche y saludo al policía.

-Buenos días, agente. -Dijo él.

-Es usted el Sr. Sebastián Ambrosi? -pregunto.

-Así es. -exclamo.

-Lo lamento, tengo una orden de detención de parte de la familia Charton por el secuestro de Ángela Charton.

-¡¿QUÉ?! -Grito Ángela. -Sebastián no me secuestro.

-Lo lamento señorita. -exclamo. -Pero no puedo hacer nada hasta que la situación se aclare.

-Está bien, no te preocupes bonita. -exclamo. -Colaboraré con el agente, solo hace su trabajo.

-Pero Seba…

-Ángela… -exclamo. -Ten cuidado, ¿sí?, yo estaré bien. Lleva mi coche… Puedes quedártelo. -Dijo sonriendo.

 -¿Hay algo que podamos hacer? -pregunto Thomas.

-No por el momento. -Dijo el agente. -En cualquier caso los llamaremos a prestar declaración, aunque si esto se aclara antes, en menos de veinticuatro horas, el Sr. Ambrosi saldrá libre. -exclamo amablemente el agente. -Lo siento, pero solo cumplo órdenes.

Todos asintieron y dejaron que se lleven a Sebastián. Mientras tanto, Ángela condujo hasta su casa en los Hampton. Thomas y Chris, continuaron en el asiento de atrás, Ángela quería que sean un factor sorpresa.

Al llegar a la casa, Ángela bajo del coche y lo primero que sintió fue un fuerte golpe en su cara, provenía de su padre. Seguido a esto, una fuerte cachetada de su madre.

-Bien, ¿alguien más? -Preguntó irónicamente.

-¡ERES UNA INSOLENTE! -Exclamo su madre. -¡TE HEMOS CRIADO CON VALORES, PARA QUE AHORA HUYAS CON ESA ESCORIA!

-¿Valores? -pregunto Ángela. -¿Cuáles valores? Ustedes no tienen ningún conocimiento acerca de lo que son los valores.

-Angie. -exclamo Spens, corriendo a abrazarla. -¿Ellos… e-están aquí? -pregunto al borde del llanto.

Ella asintió.

-¡MALDITA ESCORIA! -Se oyeron los gritos desde la entrada. -¡TE ORDENO QUE YA MISMO LEVANTES LA DENUNCIA QUE PUSISTE EN CONTRA DE MI HIJO! ¡ES UN HOMBRE DECENTE! -Grito furioso el Sr. Joseph, seguido de su esposa, Elena.

-Cuanto me alegra que estén todos aquí reunidos. -exclamo Ángela. -Incluso tú, Lucas. De este modo, será más emocionante la sorpresa que les tengo.

-¡CÁLLATE NIÑA! -Grito Jorge. -Y USTEDES DOS, LOS QUIERO YA MISMO FUERA DE MI CASA.

-Sr. y Sra. Ambrosi. -exclamo Ángela con su voz suave. -Les exijo amablemente que no se muevan de aquí. -Ángela abrió la puerta trasera del coche de Sebastián dejando salir a las dos personas que los acompañaban.

Al verlos, Spencer fue el primero en correr a abrazar a sus viejos amigos. Los había extrañado y a la vez se sentía impresionado por verlos vivos. En cuanto a sus padres y Lucas, estaban todos pasmados e incluso impactados.

-Hola papa, hola mamá. -exclamo Tom. Mientras que Chris, se colocó al lado de su hermana abrazándola por los hombros sin decir una palabra.

-¿QUÉ SIGNIFICA TODO ESTO? -Grito Lucas.

-¿Sorprendidos? -pregunto Ángela. -Antes que nada quiero que todos sepan que si tanto Tom como Chris reciben así sea un rasguño, la policía vendrá a buscarlos.

-¿QUÉ DICES? -Pregunto Jorge, furioso.

-QUE LO SE TODO JORGE. -Grito Ángela. -JAMÁS TE LO VOY A PERDONAR. ERES UNA ESCORIA Y NO VOY A DESCANSAR HASTA VERLOS A TI Y A LUCAS EN LA CÁRCEL.

La cara de Jorge Charton se transformó. Incluso la de Lucas Martín, quien había quitado su cara de furia por una de preocupación.

Ángela vio como la señora Elena abrazo a Thomas. Se la veía emocionada. Después su padre hizo lo mismo. En cuanto a Christopher, ella se dio cuenta de que solo se tenían el uno para el otro. Y eso era suficiente.

-Papá, mamá. -Dijo Thomas. -Debemos sacar a Sebastián de la cárcel.

-Voy contigo. -exclamo Ángela. -Si yo presto mi declaración él…

-No, muchacha. -exclamo Joseph con una mirada indescifrable. -Ya has hecho demasiado.

-Te veré luego. -Le dijo Tom a Chris antes de irse.

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