Madre.

Por el pedido de una de las sirvientas principales, había llegado a la que hasta el día de hoy, me parece una de las habitaciones más extrañas de todo el castillo.

Por una parte estaba decorada con toda la elegancia y exquisitez que una persona de gustos refinados, y un gran sentido de la estética podría conseguir. Alfombras de terciopelo, cuadros elegidos por su elegancia y no por el renombre de su autor, muebles de un exquisito tallado fabricados específicamente para combinar unos con otros, y un gigantesco ventanal que daba a un balcón con vistas al jardín. Todo parecía parte de un mismo conjunto y nada desentonaba en una habitación donde todo estaba hecho para combinar con lo demás. Y era eso lo que hacía que esa parte en particular, fuera tan extraña.

En una esquina que rompía todo el conjunto, había un enorme mueble de madera, tan lleno a rebosar de frascos, botellas, ungüentos, matraces, y un sin fin de cachivaches de naturaleza variada, que apenas y podías ver tu propio reflejo en el gran espejo que tenía anexado.

A ojos tanto de un aficionado como los de un conocedor, este extraño conjunto de objetos, eran las herramientas de trabajo un gran herbolario, o un iniciado a la alquimia. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, ya que para cualquiera que tenga acceso a esta parte del castillo, sabrá que está era la colección de artículos de belleza de mi madre.

Al entrar a esta habitación, la vi tal y como aparecía en mis recuerdos, a principios de sus 30, una piel blanca y tersa, unos ojos caramelo que ninguno de sus hijos heredó, y y una larga cabellera dorada cuyo brillo rivalizaba con el oro. Ella estaba ahí, sentada en una elegante silla de madera, con el cuello levemente estirado para ver en completo su colección, mientras dos sirvientas le aplicaban con manos expertas un extraño ungüento en su rostro.

Apenas fui anunciada, se me permitió el acceso, y cuando estuve a una cierta distancia, sin mirarme directamente, más concentrada en su propio reflejo, mi madre exclamó.

— El alquimista que me preparó está solución me aseguró que mi rostro se vería 5 años más joven después de usarlo una semana. Pues ya llevo 12 días y sigo sin ver la diferencia.

— Yo creo que se ve hermosa madre.

Declaré sabiendo que eso era lo último que quería escuchar.

Con un largo suspiro, mi madre negó con la cabeza e hizo una señal para que las sirvientas se apartarán.

— Eso lo sé, pero tomando en cuenta que nadie ha vuelto a ver a ese alquimista, y el gremio asegura que su licencia había expirado el año pasado, empiezo a creer que he sido estafada.

Acercándome a ella, besé la punta de su nariz, ya que era la única parte de su cara que no estaba llena de crema, a lo que mi madre soltó una risita y me devolvió un beso en la frente.

Con dos gestos de su mano, mi madre hizo que me una sirvienta me trajera una silla, y otra una caja de color dorado. Apenas me senté, la sirvienta me presentó el contenido de la caja.

— ¿Quieres un chocolate cariño? 

Declaró mi madre mientras otro par de sirvientas se acercaban para darle pequeños masajes en el rostro.

— Fueron un regalo de la marquesa Gryn, pero ya he dejado de comer estás cosas. No quise rechazarlos, porque ya sabes cómo se pone la marquesa cuando le rechazas un regalo.

Mirando el contenido de la caja, encontré 20 pequeños chocolates tamaño bocado, cada uno en un pequeño cuadro individual, y decorado de una manera diferente.

Estirando la mano, tome con una nuez encima y me lo lleve a la boca.

— ¿Puedo quedarme con toda la caja madre?

— Solo no te los comas todos antes de la cena.

Con una sonrisa, hice que llevarán la caja a mi habitación, sé exactamente qué voy a hacer con ellos, y me vienen en el momento correcto.

Con los ojos cerrados, mientras recibía su tratamiento de belleza, mi madre empezó a hablar.

— Sabes, he escuchado comentarios bastante extraños de parte de tus maestros y quería hablar contigo sobre eso.

— ¿Qué le han dicho sobre mi, madre?

Pregunte con una sonrisa de inocencia infantil.

— Básicamente que has empezado a acelerar todos tus cursos. Siempre has estado muy adelantada para tu edad, pero ahora, déboras semanas de lecciones en una misma tarde. Te dan un nuevo libro, un tratado, o una enciclopedia, y un par de horas después, puedes citar versos con una precisión perfecta. Es por eso que te pregunto ¿A qué se debe el cambio?

Poniendo una expresión inocente, y fingiendo estar avergonzada, declaré.

— Pues verás madre, antes no me estaba tomando enserio mis lecciones, no prestaba mucha atención y rara vez repasaba lo que había aprendido, pero ahora estoy poniendo todo mi esfuerzo.

Con un largo suspiro, mi madre negó levemente la cabeza antes de que una sirvienta le colocara un paño caliente para suavizar sus poros. 

— Siempre que pienso que ya no puedes sorprenderme, lo haces nuevamente. Deberías tomarte las cosas con más calma, aún eres una niña y siempre hablas y actúas como alguien mucho mayor.

Se que hubiera sido cierto en el pasado, pero ahora me estoy comportando como alguien de mi edad.

Aún con el paño en su cara, lo que hacía que su voz sonará un poco graciosa, mi madre continuó hablando.

— ¿Y este repentino esfuerzo viene por alguna razón?

— Ohh, bueno.

Comencé a decir volviendo a fingir inocencia.

— Mis lecciones me ocupan todo mi tiempo del día, y nunca tengo oportunidad de hacer las cosas que me gustan, y pensaba si terminaba todo el programa, podría tener algo de tiempo libre.

— Bah, puedes dejarlas si quieres, ya sabes más de lo que necesitas para tu edad. No creo que al mundo le haga falta una erudita de 8 años.

Apretando el puño, hice una pequeña señal de victoria, y ya que veía que el árbol había dado sus frutos, me dije que nada perdería con sacudir un poco sus ramas.

— Entonces madre, ¿se me permitiría hacerle un par de peticiones?

Una sirvienta retiró el paño de su rostro, y con una toallita empezaron a limpiar el exceso de crema que quedaba.

— ¿Qué deseas?

Preguntó mi madre sin inmutarse lo más mínimo, perfectamente acostumbrada a incluso trabajar mientras recibía uno de sus tratamientos.

— Bueno, como sabrá, ayer tuve mi primera lección de magia.

— Si, y como siempre estuviste muy adelantada para tu edad, sir Galigan esperaba que te tomará 6 meses para que aprendieras a mover el maná de tu cuerpo, no 37 minutos.

— Bueno, lo que ocurre es que me dio un par de ejercicios de control, y necesito un lugar donde practicar. Quiero hacer un par experimentos por mi propia cuenta.

— No es seguro que practiques magia sin un instructor capacitado cerca tuya, es la misma razón por la que rechacé tu pedido de la semana pasada de comenzar tus lecciones de esgrima 2 años antes de lo acordado. Tu padre quiere encargarse de enseñarte personalmente, y si no le es posible por sus obligaciones, quiere dejarte en manos capacitadas.

Con miedo a perder mi cosecha por haber sacudido mucho el árbol, cambié un poco mis métodos.

— Si, ya lo sé madre pero… sir Galigan solo puede darme dos lecciones de 2 horas a la semana, me gusta mucho la magia, ¿De verdad no puedo tener un sitio tranquilo donde practicar? Me conformó con un sótano, o una bodega.

Con un pesado suspiro, mi madre asintió.

— Está bien, peor va ser que lo intentes por tu cuenta en tu habitación, o te cueles a un sitio peligroso a practicar sola, pediré que te preparen algo. Solo mantén siempre a un adulto cerca tuya cuando vayas a practicar.

Con otro gesto de victoria, contuve mi sonrisa, y me dije, intentar una tercera petición.

— Por cierto madre, una cosa más.

— ¿Si?

Preguntó mientras admiraba su rostro en un espejo que le habían presentado.

— Últimamente he tenido deseos de viajar.

— ¿Viajar? A donde.

— Bueno, primeramente a ciertos lugares de la ciudad, la cámara de Lores, la plaza mayor, el monumento a los caídos, la bóveda de la abundancia… ya sabes, sitios así. Quiero admirar de primera mano su arquitectura, preguntar directamente por su historia, y su importancia para la ciudad. Luego quizás cuando sea un poco mayor, pueda poder visitar lugares más lejanos, pero quiero poder ver estos lugares históricos y conocer a la gente. Creo de verdad que será muy "instructivo" para mi formación. Y como voy a dejar mis aburridas lecciones, tendré más tiempo libre.

Asintiendo a su propio reflejo, mi madre hizo un gesto para que el espejo sea retirado, y me miró directamente por primera vez desde el principio de la conversación.

— Me gusta más la idea de que te aburres a morir dentro del castillo, y quieres disfrazar tardes de juegos con "lecciones de campo". Y es por eso que lo voy a permitir. El disfrazar peticiones personales con trabajo es un arte mi niña, un arte que como todo lo demás, creo qué eres demasiado joven para aprender, pero no puedo hacer otra cosa que sonrojarme al ver que empiezas a entenderlo. Pediré que te preparen tu propio carruaje para tus excursiones, solo mándame una nota con un día de anticipación a donde quieras ir. Y como siempre, mantén a un adulto contigo a cualquier lugar donde vayas. Tengo el presentimiento que si te obligó a viajar con una guardia personal, harás como tú padre, y tomarás como reto personal el escaparte de ellos. No creo que haya nada peligroso dentro de la ciudad, pero por favor cariño, como mínimo no te separes de tu sirvienta Inca. Me ha demostrado ser bastante competente.

Una tercera señal de victoria, y una sonrisa triunfal, fueron disimulados con una sonrisa inocente. Había obtenido todo lo que quería y no podía estar más feliz. 

— Bueno.

Comenzó a decir mi madre poniéndose de pié.

— Tu cumpleaños es menos de una semana. ¿Estás segura que solo quieres un diario?

— Así es madre, pero si lo desea puede tomar mis peticiones como parte de mi regalo.

Con un largo suspiro, mi madre fue a mirarse al gran espejo del tocador y probar la elasticidad de su piel.

— Cada día te entiendo menos pequeña, deberías tomar las cosas con más calma. Cuando quieras darte cuenta, estarás llena de obligaciones, gente exigiendo tu opinión, mil problemas en cada dirección que mires, y cuando eso pase, solo te podrás preguntar con una expresión perpleja ¿Adonde fue mi tiempo libre? 

Con una expresión triste, miré a mi madre joven y vanidosa de nuevo, y no la mujer acabada y decepciona que prefirió ponerse una venda desde el exilió, a ser partícipe de las extremas decisiones de su hija.

Mi madre me apoyó y lloró conmigo en cada una de mis pérdidas, y se lamentaba no ser capaz de llevar el peso de la corona en mi lugar. Y yo en respetó, la declaré loca para que su opinión política dejará de ser validada, y la hice prácticamente encerrar en una pequeña finca totalmente alejada de todos.

— Gracias por el consejo madre, me aseguré de escucharte, sé que siempre quieres lo mejor para mí.

Abrazándola, cosa bastante ajena a mi personalidad, mi madre se vio algo confundida, pero me acarició la cabeza en respuesta.

— Muy bien madre, me retiro por el día de hoy si no desea decirme nada más.

— Muy bien hija mía, y relajarte un poco. Tampoco será el fin del mundo si tomas las cosas con más calma.

Si, sobre eso… hay una historia bastante divertida.

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