A trabajar.

El resto del día fue exactamente como creí que sería, aburrido y molesto. Con otro vestido color turquesa lleno de listones, fui llevada a recibir una pila de regalos de parte de algunos miembros lejanos de la familia de mi madre. Saludé algunas personas importantes de la política de la ciudad, y gracias al hecho que mi padre seguía fuera de la capital, no recibí una comitiva mucho mayor.

Lo que más disfruté, fue pasar la tarde con mi madre mientras clasificabamos los regalos. Sus comentarios de "el tío tal solo buscá dinero" o "la abuela ya se enteró de que eres la favorita para el trono" fue lo mejor del día y fueron un mejor regalo que las joyas y los vestidos, que ya tenía suficientes como para llenar un cuarto enteró.

Al caer la noche del día de mi cumpleaños número 8, o 29. Rodeada de una gran cantidad de libros, y pergaminos. Con el nuevo diario sellado que mi madre me había regalado, había pasado en él toda la información que tenía del futuro, y mis ideas para evitarlo. Es por eso, que enterrada entre pilas de información, seguí estudiando con respecto al asunto que lleva varios días rondando mi cabeza. Algo simplemente no tenía sentido, y debía llegar al fondo del asunto.

En algún momento la puerta de mi habitación se abrió, y como era costumbre, la mirada de inocencia infantil de Inca, fue reemplazada por la absoluta seriedad de Rinabela.

Colocando una bandeja con una tetera y una taza a mi lado, con un movimiento grácil, vertió el humeante líquido en la taza.

— Rinabela, ¿te puedo hacer una pregunta?

Con un leve gesto de fastidió, ella respondió.

— Que en esta ocasión no haya comenzado con una burla a mi persona, denota la importancia de su duda. Hay muchos temas de los que no puedo hablar, pero responderé cualquier pregunta que no me incurra en una falta.

— ¿Qué sabes de la bóveda de la abundancia?

Pregunte dando más prioridad a una respuesta que a una satisfacción personal.

— ¿No es de lo que trata el libro que tiene ahora en sus manos?

Preguntó en respuesta señalando el libro que sujetaba en este momento.

— Si, pero aquí solo dice lo que es la bóveda para los hombres, quiero saber que significa para "tu gente" por decirlo de alguna manera.

Con su mirada aún sería, miro levemente la tapa del libro, y empezó a relatar.

— No es muy diferente a lo que relatan en los textos humanos. La bóveda de la abundancia fue un regalo de los dioses al primer rey de la nación, como agradecimiento por haber derrotado a un antiguo mal, y para desearle prosperidad a él y su Reino. Como sabrá, la bóveda siempre está llena de costales de grano, frutos en sazón, hortalizas frescas y carne que jamás se descompone. Por más que los humanos saquen las bendiciones que la bóveda produce, está nunca se vaciara o reducirá la calidad de sus maravillas. Ese fue el regalo que los dioses le hicieron al primero de sus reyes, y una de las razones del porque solo su línea de sangre puede poseer el trono, sin embargo, habían condiciones.

— Así es, las bendiciones de la bóveda son para alimentar al pueblo, y nada más.

— En efecto. En el momento en que la bóveda sea utilizada para fines perversos, ya sea comerciando con sus bienes, o limitando su uso a solo los más acaudalados. La bóveda habrá de desmoronarse, y todas las bendiciones que hayan sido recibidas, y que aún no fueran consumidas, se pudrirán.

Pensando bien en el significado de sus palabras, hice otra pregunta.

— Y dime, si la bóveda se incendiara, pero fuera reparada, ¿Entonces sus efectos volverían? Después de todo, la condición de que solo usar sus bendiciones para el pueblo, no se ha roto.

— La bóveda no puede quemarse.

— Si, pero me refiero a un caso hipotético.

— No existe un caso hipotético, la bóveda está revestida por poder divino, un fuego natural, o la magia de los hombres, no podrían dañarla. Únicamente, un fuego maldito, exhalado por una criatura nacida de la profanación, podría dañar sus cimientos y romper la barrera que la protege.

Ante esta nueva información, deje a un lado el libro que tenía abierto, y empecé a rebuscar entre mi pila de papeles por una hoja que había garabateado hace unos días y que no estaba convencida de si debía de transcribir en mi diario.

— Entonces. Solo hay dos maneras de "destruir" la bóveda de la abundancia, que se derrumbe por el peso de la avaricia de los hombres, o que reciba el ataque de un demonio. ¿Es eso cierto?

— En efecto.

Respondió Rinabela un poco pensativa.

— No se me ocurre ninguna otra manera de que la bóveda sea destruida.

Finalmente había encontrado el papel que buscaba y lo estaba leyendo con más detenimiento del que le preste cuando lo escribí.

— Rinabela. ¿El carruaje que me prometió mi madre para ir a dar "paseos" ya está listo?

— Aún no, en una carta la reina le informo a su padre cuáles eran sus deseos, y por este mismo medio, el informo sus deseos de convertir el carruaje en su regalo para su octavo cumpleaños. Ha ordenado a los mejores artesanos del reino su construcción, y los mejores caballos de entre los favoritos de su padre fueron elegidos para tirar de él, debe estar listo a mediados de la próxima semana.

— Muy bien. Apenas pueda disponer de él, quiero que avises a mi madre que deseo salir a probarlo.

— ¿Cuál es su destino? ¿La bóveda de la abundancia?

— No.

Repliqué mientras con mis dedos golpeaba la hoja de papel que tenía en mis manos.

— Para organizar el envío de productos generados por la bóveda, mi padre empleaba los servicios de una tal compañía "Transportes Herman's e hijos" propiedad de un tal barón Herman Ronto. No tengo muchos recuerdos de esta persona, su apellido se suena muy vagamente en las víctimas de algo que va a ocurrir 6 años en el futuro, pero después del incendio de la bóveda, el barón Ronto prácticamente desaparecerá de la vida política, y bastante rico si no mal recuerdo.

Releyendo el pequeño párrafo que había copiado de una carta que había "tomado prestada" de la oficina de mi padre, me dije que había algo muy raro.

— La sede de su compañía está cerca de la plaza real, ese será mi primer objetivo. Mientras más lo intentó recordar, solo puedo pensar en los Ronto como una familia bastante acaudalada, pero según una carta que encontré en la oficina de mi padre, parece ser que tiene graves problemas económicos y necesita los servicios de la corona para solventar un préstamo.

Pensando en el hecho con más detenimiento, siempre era probable que mi padre les haya concedido un nuevo préstamo con menos intereses, y más soltura de pagó. Con más espacio para respirar, siempre era posible que una ola de buena suerte les hubiera devuelto la fortuna, sin embargo, mi padre no abrirá su correspondencia hasta su vuelta la próxima primavera, y la bóveda sufrirá su incendio en apenas dos meses en el futuro.

El fin de sus problemas monetarios habrá sido por gracia de mi padre, o hay algo más en todo este asunto…

Guardando la copia de la carta dentro de mi diario, de reojo vi el dibujo dé la bóveda de la abundancia en la tapa de un libro, y una sombra proyectada por el fuego de la vela, produjo un efecto que bien podría ser una premonición.

La bóveda de la abundancia ardió, había demasiados testigos que me la vieron arder con sus propios ojos como para que no haya ocurrido. ¿Habrá sido una puesta en escena para ocultar el hecho que la bóveda había perdido su poder? O ¿Hay algo más? Después de todo, nadie supo explicar cómo un demonio de tal inmenso poder, llegó justo en medio de la plaza real sin hacer saltar las alarmas. Y solo un Demonio podía quemar la bóveda. ¿La tragedia que en 6 años me arrebatará a mi padre, fue el resultado de un plan que comenzó con el incendio de la bóveda de la abundancia?

Con un largo suspiro, moje mi pluma en el tintero y empecé a escribir en mi diario.

Un demonio o un usurero. Ambos igual de rastreros, y ambos igual de culpables. Sea quien sea el verdadero responsable del incendio de la bóveda, debo detenerlo.

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