Nuevo día.

Una vez más, el sonido volvió a desaparecer del mundo. Y el frío abrazo de la muerte me envolvió. Estaba convencida de que mi mente pronto se sumiría en la nada, sin embargo, cuando me di cuenta, un olor a flores recién cortadas llenó mi nariz, y unas sábanas suaves cubrían mi cuerpo.

Extrañada, abrí los ojos y lo que vi me dejó bastante desconcertada. Me encontraba en mi antigua habitación. La que solía tener cuando era apenas una niña. Las paredes estaban adornadas de colores pastel, un gigantesco ropero con una puerta entreabierta dejaba ver una gran colección de vestidos, y un tocador de fina madera tallada estaba lleno a rebosar de joyería y un sin fin de adornos para el cabello.

Mirando mis propias manos, ya no tenía las marcas de los grilletes en mis muñecas, pero estás eran mucho más pequeñas. Mirando mi cuerpo, los harapos que vestía habían sido reemplazados por un hermoso camisón de seda, y levantando mi ropa para buscar la mancha oscura, está todavía estaba ahí, pero ya no invadía todo mi estómago y subía hasta mi cuello, ahora solo era una pequeña mancha apenas más grande que el grueso de un dedo, y volviendo a concentrarme, la mancha desapareció con un pensamiento, que nada tenía que ver con el esfuerzo casi sobrehumano que debía hacer para ocultarla en el pasado.

— ¿Qué está pasando aquí?

Dije en voz alta, y mi voz sonó más aguda de lo que estaba acostumbrada.

Levantándome de la cama, y confiando en mi memoria fui hasta un gran espejo de cuerpo completo que estaba en un rincón casi escondido en mi enorme habitación, y me miré de arriba a abajo.

Al contemplar mi reflejo, ya no había ninguna duda. Había vuelto a ser una niña, mi edad me era indeterminable debido a que siempre fui muy alta y nunca parecía de la edad que tenía, pero eso se podía resolver de una manera muy simple.

Mientras pasaba mis dedos por mi largo cabello que había vuelto a su sedosidad de antaño, y ya no había rastro de la grasa y la mugre de esta mañana, escuche como la puerta se abrió, y una sirvienta cuyo nombre no podía recordar entró a mi habitación.

— Buenos días princesa Ryana, veo que ya está levantada.

— Si.

Declaré sin mucho interés, más concentrada en mi propio aspecto que en la sirvienta.

— Su bañó estará listo en unos minutos. ¿Hoy desea usar su vestido azul celeste, o prefiere el naranja primavera que le regaló su madre la semana pasada?

— Te dejo la elección.

— Muy bien, elegiré algo bonito para que pueda ponerse.

Mientras la chica revisaba el inmenso guardarropa, eligiendo entre una multitud de vestidos y listones, me puse a hacer un par de preguntas.

— ¿Mi padre aún no vuelve de Verdum?

— Probablemente, esté ahí hasta la próxima primavera princesa.

Bien, eso reduce bastante la fecha.

— ¿La pierna de mi hermano ya se curó?

— ¿El joven príncipe se ha lastimado? No tenía noticias de eso. ¿Debería ir a preguntar?

Bien, entonces no estoy tan adelante.

— No hace falta. ¿Mi madre aún sigue con su dieta de arroz y manzanas?

— Va a seguir así una temporada lamentablemente. Acaba de comprar una carroza entera de manzanas de preya y arroz de grano rosado.

Bien, eso me situa mejor.

— ¿Sabes cuándo llega mi instructor de magia?

— Escuche que a principios del próximo mes princesa. ¿Está ansiosa de aprender?

Mirando mi propia mano, unas pequeñas chispas saltaron ante mí pensamiento, y desaparecieron ante mi orden.

— Algo así.

Reuniendo los pedazos de información, deduje que actualmente estaba a un mes de cumplir 8 años, y si mis deducciones no me fallaban, y a los supuestos dioses les gustaban las bromas, había regresado al mismo día en que 21 años en el futuro, debía ser ejecutada.

— Curioso, muy curioso debería decir.

— ¿Qué es tan curioso princesa?

— Divagaciones mías, no las tomes en cuenta.

Con una risita alegre, la sirvienta terminó de elegir mi ropa. Y cerró el ropero suavemente.

— Usted siempre tan extraña princesa, definitivamente no parece una niña de su edad.

— Si, y eso es una conveniencia que me viene bien en este momento.

— ¿A que se refiere?

— Divagaciones mías, no las tomes en cuenta.

Volviendo a reír, la sirvienta se puso de pie a mi lado, y declaró.

— Su baño ya debería estar listo, ¿Podría acompañarme?

Asintiendo, la seguí y pude tener un largo baño caliente que este cuerpo infantil estaba acostumbrado, pero mi mente adulta anhelaba como el agua en un desierto.

Durante el resto del día, ya arreglada con un hermoso vestido azul celeste llenos de volantes, y listones. Pasé el resto del día con una normalidad que me era difícil de aceptar. Las sirvientas eran muy amables conmigo, mi madre era una mujer obsesionada en mantener su belleza , y mi hermano era un niño pequeño que no hace mucho había aprendido a hablar, y aún le costaba vocalizar correctamente algunas sílabas.

Sin aceptar nada de lo que tenía delante mía como una realidad, sentada en un escritorio, tomé una hoja de pergamino y una pluma con su respectivo tintero.

Según lo que dijo el dios autonombrado, debía encargarme de los siguientes puntos.

...Tener una economía estable, que sustente un ejército poderoso....

^^^Una buena relación con los países vecinos, sin importar si para conseguirlo deba volver a crear el imperio del que una vez fui monarca.^^^

...Proteger y preparar a la pequeña Yeneff para que pueda cumplir el destino para el que nació....

...Alejarme de cualquier templo y nunca meterme con la libertad de culto....

...Y como nada garantiza que el llamado Rey de las sombras no haya previsto el plan para derrocarlo, mantener guardia constantemente a su actividad, y repeler sus ataques preventivos mientras veló por los puntos anteriores....

Mirando la lista que había escrito. Analicé punto por punto y asintiendo mientras me acariciaba la barbilla, rompí el pergamino en pequeños pedazos.

Semejante estupidez, ¿No desean también una taza de té y un masaje en la espalda? Esto suena como demasiado trabajo y poco o nada de diversión. Son unos completos estúpidos si piensan que voy a cumplir siquiera la mitad de…

Antes de terminar mi pensamiento. Un dolor inenarrable atravesó mi abdomen y sentí como la mancha oscura crecía a una velocidad como no la había visto nunca.

— Está bien…

Dije a la nada escupiendo una bocanada de sangre.

— Lo haré, ¿Están contentos?

El dolor poco a poco volvió a remitir, y la mancha que ya veía devorando mi hombro y llegaba hasta mi rostro, volvió a hacerse pequeña hasta volver a tomar el grosor de un dedo.

Reclinado me en mi silla, y limpiando mi boca con un pañuelo, me dije que esto sería más difícil de lo pensé que sería.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***