—Ya basta —dijo él, cansado de sus insultos.
Diego intentó jalar a Alexa para que caminara hacía el auto, pero la mujer no se lo permitió.
Las miradas se volvieron cada vez más insistentes a su alrededor y Alexa no parecía querer ceder.
Estaban llamando mucho la atención. Hasta que, finalmente, una persona entrometida se acercó.
—Señorita, ¿necesita ayuda? —preguntó una mujer mayor, regalándole una mirada de desconfianza al hombre.
Alexa lo pensó por un momento antes de responder, aquella parecía ser una buena manera de deshacerse de él, sin embargo, en su cabeza resonaron las palabras de la anciana Ana.
"... Y tal vez las cosas entre ustedes como pareja no funcionaron, pero eso no quita el hecho de que ese niño también sea su hijo y que a lo mejor, ese hombre hubiese sido un buen padre."
La castaña suspiró, resignada.
—No se preocupe, está todo bien —sonrió ella a la mujer.
La señora asintió y se retiró a pasos lentos, no sin antes, entrecerrar sus ojos en dirección a Diego.
—No subiré a tu auto —le dijo ella al hombre, viéndolo fijamente.
Alexa no pensaba ocupar el mismo lugar que había ocupado aquella mujer, minutos antes. Así que...
—Entonces, ¿qué propones? ¿Hablar en medio de la calle?
—No —le cortó la castaña, regalándole una mirada desdeñosa —. Hay una panadería a unas pocas calles —mencionó ella, recordando el motivo por el cual, caminaba por ese sitio.
Aquella se había vuelto otra de sus costumbres: salir a caminar, comerse un dulce en ese lugar y luego tener una corta plática sobre su embarazo con Marta.
Marta era una mujer afable, quien también se había convertido en su amiga. No hablaban mucho, porque, obviamente, ella estaba trabajando y no podía quitarle mucho tiempo, pero al menos, se saludaban y existía cierta química de amistad.
Alexa comenzó a caminar hacía la panadería, ignorando a Diego.
El hombre la miró irse, con aquellos pasos tan lentos y pesados, y luego miró en dirección a su auto, no podía dejarlo ahí...
—Alexa —la llamó.
La mujer se giró con molestia, preguntándose qué quería ahora. Él seguía en el mismo lugar, no había dado ni siquiera un paso desde que ella comenzó a caminar.
—No vayas a escapar —le dijo él, antes de cruzar la calle y subirse a su auto para estacionarlo mejor.
«Como si pudiera» pensó ella, colocando los ojos en blanco.
La castaña continuó con su camino y en menos de cinco minutos lo tenía tras suyo.
Los dos ingresaron a la panadería, llamando un poco la atención.
¿Y cómo no hacerlo, si Diego era tan llamativo?
Marta se acercó rápidamente para saludarla, como era costumbre.
—Oh, pero si este bebé está cada día más grande —dijo la mujer con una gran sonrisa, acariciando su barriguita.
Alexa sonrió también.
—Mira, te está saludando —dijo la castaña emocionada, al sentir la patadita de su hijo.
Diego posó sus ojos en el vientre de Alexa, buscando también detectar esos movimientos que ella mencionaba.
Él aún no lograba salir de su estupor. Le parecía irreal todo lo que estaba ocurriendo, pero de alguna manera no se sentía mal. De hecho, sentía una sensación extraña en el pecho al detallar a Alexa.
Ella se veía mucho más hermosa que antes.
—¿Te escucho? —inquirió la castaña con indiferencia, sentándose finalmente en una mesa.
—¿Cuándo te enteraste? —comenzó él.
—¿Importa? —Alexa podía hacerse una idea de a dónde quería llegar con sus preguntas...
—Claro que importa —los ojos grises la miraban impacientes —. Debiste decirme antes.
—¿Para qué? ¿Qué era lo que ibas a hacer?
—Alexa —Diego la nombró bajando un poco la voz, notando lo alterada que estaba —, sabes perfectamente que no estábamos buscando un hijo. Se suponía que...
—¿Y acaso crees que yo sí lo estaba buscando? —la mujer le regaló una mirada cargada de ira —. No, no lo planeé, pero sucedió.
—Entiendo —dijo al fin, sopesando la situación con cabeza fría.
Iba a ser padre, era un hecho.
—Voy a hacerme responsable —anunció luego de unos segundos cargados de un pesado silencio.
Alexa no pudo ocultar su sorpresa, puesto que no esperaba una reacción tan calmada de su parte.
—¿Hacerte responsable? ¿A qué te refieres, exactamente? —pregunto la castaña con notable recelo.
—Lo obvio, Alexa. Darle mi apellido, hacerme cargo de todo lo que necesite —respondió él en tono serio.
—No tienes porqué sentirte obligado a hacer algo que no quieres —dijo Alexa al instante, por algún motivo, no le había gustado su tono —. Hablo en serio cuando digo que mi hijo no te necesita.
—Y yo hablo en serio cuando te digo que voy a hacerme responsable.
Las palabras de la anciana Ana, volvieron a resonar en la cabeza de Alexa... La contundencia de sus palabras le revelaron que podía confiar en él, al menos, en esta ocasión.
—¿Cuántos meses tienes? —Diego quiso saber, cuando la noto un poco más calmada, pensativa.
—Seis —soltó la mujer, mientras miraba atentamente el postre frente a ella.
Alexa jugaba con la pequeña cucharilla, pensando.
Entonces... iban a tener un hijo juntos. Eso era todo, decidió ella.
—Es un varón —le hizo saber Alexa, relajándose un poco.
La castaña comenzó a comer su postre, siendo observada atentamente por Diego.
Él no podía dejar de mirarla, se sentía extraño. Había querido verla nuevamente, había querido besarla, tocarla, y ahora... Ahora quería poner su mano en otro lugar, uno menos atrevido. Deslizar su palma sobre su abdomen abultado y comprobar a través de su tacto que era real, que ella realmente estaba esperando un hijo suyo.
Porque de alguna manera... la idea le gustaba.
Aquello no podría ser de otro modo, si ella estaba embarazada, no podría ser de nadie más. Porque ella era... suya.
Diego frunció el ceño, al no comprender de dónde había surgido aquel pensamiento tan egoísta. Sin embargo, en aquellos cortos segundos dónde existía la posibilidad de que ese bebé no fuese suyo, pudo sentir que el aire le faltaba y algo corrosivo invadía cada centímetro de su cuerpo.
Aquella idea no le gustaba. Aquella posible respuesta, no quería nunca tener que escucharla.
Alexa percibió la intensidad de sus orbes grises sobre ella y elevó la mirada, encontrándose así con aquellas lagunas de grisáceas que parecían querer decirle un sinfín de cosas.
—Supongo que nos estaremos viendo —dijo la castaña, levantándose de la mesa con suma lentitud.
Diego se sintió como un idiota por no haber dicho nada más en esos minutos.
El hombre se levantó rápidamente y se plantó frente a ella, mirándola con aquella intensidad que hizo a la castaña contener por un segundo el aliento.
—¿Cómo podré verte de nuevo? ¿Cómo podré saber de ti?
—Te llamaré. —fue la simple respuesta de la mujer, tratando de esquivar su imponente figura.
Diego la tomó del brazo y la detuvo en su escape.
—No pensarás irte así —no fue una pregunta, más bien pareció ser una muestra de indignación.
—No hay nada más que tratar, señor Urriaga —Alexa recuperó la formalidad que había perdido y escupió su nombre con cinismo.
Y a él no le gustó ese tono, no le gustó su mirada fiera, ni que pretendiera marcharse como si nada, luego de soltarle semejante bomba.
Simplemente, no quería que se fuera, no quería que desapareciera de su vida nuevamente. No ahora, que sabía que estaba embarazada...
El pensamiento le dio el valor suficiente para hacer lo que había querido hacer durante todo ese tiempo. Posó su mano en su vientre y la deslizó lentamente.
Las mejillas de Alexa adquirieron color de inmediato y la mujer dio un paso atrás, huyendo de su tacto.
Fue un momento extraño. Incómodo, por tantas miradas, pero a la vez quería seguir desplazando su mano sobre su vientre, porque se sentía bien, propio, como si ese fuese su lugar.
Pero Alexa no lo veía así. Ella había aprovechado aquel momento de perplejidad para esquivarlo e irse...
Era obvio, que Alexa no lo quería a su lado. Y de alguna manera, le dolía.
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Updated 41 Episodes
Comments
Lesly Argumelo
tu mismo te ganates su desprecio
2024-01-29
2
silvia
Hay si q dolido con cuanta mujer andaba de pito alegre /Speechless/promiscuo, cochino 🤮
2024-01-15
3
silvia
No debería de hacer caso a esa Sr no sabe lo patán q fue ese cabro
2024-01-15
0