Alexa había intentado suprimir el recuerdo de aquel beso con todas sus fuerzas, pero el fantasma de las sensaciones descubiertas lograba alcanzarla inesperadamente. De pronto, se descubría fantaseando con Diego y añorando sus grandes manos en su espalda. Y no únicamente eso... Un escalofrío recorrió su piel erizándola en el proceso. Había una parte de ella, que quería algo más... Una parte insensata que no tendría reparos en entregarse a ese hombre. Hombre que seguramente solo quería burlarse de ella. Y la idea de eso le molestaba. Le molestaba quererlo y no ser más que una diversión.
La joven sacudió la cabeza desechando aquellos pensamientos y tomó una decisión. No iba a permitirle que afectara su vida de esta manera. Pero era más fácil pensarlo que realizarlo. Y sin darse cuenta, sus pasos se dirigían a aquel lugar donde lo conoció
El frío viento de esa noche golpeó su rostro con reprensión. «¿Qué haces aquí, Alexa?», se preguntó. Detenida en aquel establecimiento, contemplaba el lugar donde su corazón fue arrebatado con una mirada. Su pecho se conmovió con tristeza y sintió lástima por sí misma. Él no la quería y no la iba a querer. Lágrimas traicioneras quisieron salir, pero las resistió y mientras pretendía continuar con su camino escuchó una voz.
La muchacha se giró bruscamente como si hubiese escuchado una aberración. Y al hacerlo sintió que miles de mariposas salían revoloteando por doquier... Sus cejas se fruncieron con una mezcla de anhelo y aflicción... Era tal cual como se lo había imaginado en una infinidad de ocasiones. Sus cabellos negros estaban a merced del viento. Viento que no solamente ondeaba su pelo, sino también el suyo propio. Se miraron fijamente por lo que le pareció una eternidad. Su corazón golpeteaba violentamente en su pecho, completamente desbocado por él...
—¿No piensas entrar?—le pregunto con su voz de terciopelo.
En ese momento, ella se percató de que estaba obstaculizando la entrada y se sintió aún más tonta de lo que ya se sentía.
—¡Lo siento!—exclamó apartándose para permitirle el acceso.
Pero, por el contrario, de lo que creía, él no entró ignorándola como esperaba. El hombre sostuvo la puerta y la abrió para ella. Alexa dudó un instante antes de entrar, esa no era su idea en un principio, sin embargo, el destino parecía querer que visitará nuevamente ese sitio.
La muchacha ingresó seguida del imponente hombre al que muchas de las mujeres presentes parecían esperar. Las miradas despectivas hacia su persona, la evaluaban atentamente. Había muchos ojos sorprendidos de que ella, una simple mortal, estuviese al lado de aquel adonis. Incluso, ella misma no se lo podía creer. Y el recuerdo de sus labios regresó también, haciéndola sentir por un instante afortunada.
«¡Idiota!», se cacheteó mentalmente.
De pronto, Alexa se sintió tan estúpida que se quiso marchar. Sin embargo, sus intenciones de escape se vieron interrumpidas por una mano que sostuvo firmemente su brazo. La joven no pudo comprender la razón de aquel acto e inmediatamente le regaló una mirada confusa a su acompañante.
El hombre solo le respondió con un corto:
—Acompáñame.
Palabra a la que Alexa no supo muy bien cómo reaccionar. Se suponía que debía marcar su distancia luego de lo ocurrido en la oficina, pero una parte de sí misma le suplicaba aceptar. Haciéndole caso a aquel lado irracional, se encontró a los pocos minutos compartiendo una mesa con Diego.
Había pasado más de una semana desde el incidente. Por fortuna, había estado tan ocupada que no tuvo oportunidad de volver a verlo. Pero el hecho de no verlo no impedía que el hombre constantemente invadiera sus pensamientos. Y era por esa razón que había caído otra vez con tanta facilidad...
Diego pudo percatarse de su inseguridad y decidió romper el silencio:
—¿Qué vas a ordenar?—Aquellos ojos oscuros orbitaron en su dirección, mirándolo con una especie de incredulidad. Él no tenía ni la menor idea de lo que ella estaba pensando...
Alexa intentó mantener el ambiente en un tono casual, al parecer únicamente quería su compañía sin ninguna otra finalidad. Decidió entonces que, al menos, en ese instante sería como si volviesen a empezar. Él no sería su jefe, ni ella trabajaría para él. Solo serían un hombre y una mujer en un café...
—Un latte—respondió con timidez.
El mesero quien ya estaba presente asintió con una cabezada, girándose ahora hacia el hombre de ojos grisáceos.
—Y usted un espresso sin azúcar—ni siquiera fue una pregunta.
Aquel trabajador se perdió rápidamente para preparar la orden, dejándolos completamente solos.
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Updated 41 Episodes
Comments
Lesly Argumelo
para mi este imbecil,arrogante,egocentrico y patan se esta enamorando
2024-01-29
1
silvia
Cuando el cerebro no piensa y el corazón gana 🙄
2024-01-14
0
Francisca Alcantara
Esa tonta va a caer en los encantos de ese hombre
2024-01-13
0