Cambios

Las semanas fueron transcurriendo rápidamente. Las náuseas matutinas se volvieron recurrentes en la vida de Alexa, al igual que los mareos.

Su compañero Mario, siempre tenía un ojo puesto sobre ella, puesto que la castaña aún no había notificado su embarazo y seguía trabajando al límite como si nada extraño pasará.

Él tenía mucha curiosidad al respecto, pero no se atrevía a preguntarle. Sin embargo, aquella tarde cuando la joven se mareó de repente, el hombre se animó finalmente a tocar el tema:

—Alexa, ¿no piensas notificarlo?—preguntó con cautela.

La muchacha lo miró al instante.

—Ya sabes, no creo que te haga bien estar en tanto ajetreo. Lo mejor para ti sería notificarlo y así quedarte trabajando desde la oficina. Piénsalo.

Alexa únicamente asintió.

Mario tenía razón, sin embargo, el motivo por el cual no quería notificar su embarazo, iba un poco más allá. Ella no quería que aquella información llegará a otros oídos.

Los oídos de un hombre en particular, el cual no había dejado de presentarse en la obra, con la única excusa de verificar que sus demandas se estuviesen cumpliendo.

Pero, Alexa sabía que aquello no era así, porque él no perdía oportunidad para molestarla.

¿De verdad podría ocultarle el bebé, trabajando para él?, se preguntó ella. Eso parecía ser simplemente imposible.

[...]

A la mañana siguiente, Alexa se levantó muy temprano como de costumbre. Antes de que la joven pudiese alistarse para ir a su trabajo, la mujer recordó su último ultrasonido.

Alexa sonrió, al recordar cómo se escuchaban los latidos del corazón de su bebé.

Aunque en un comienzo había considerado no tenerlo, ahora aquella idea le parecía absurda. Ella estaba feliz, por esa criatura que venía en camino para llenarla de alegría.

La castaña no pudo evitar preguntarse, cómo sería su hijo. De alguna manera, le emocionaba la idea de que se pareciera al padre. En realidad, quería que sacará sus ojos y su color de cabello.

Alexa negó, mientras lloraba. ¿Cómo podía seguir siendo tan tonta?, se preguntó. A pesar de todo lo que le había hecho, ella lo amaba y...

Ella sabía que era su deber decirle. Ese niño también era su hijo, porque obviamente no lo había hecho sola. Él tenía la misma responsabilidad que ella, y tal vez no reaccionaria tan mal si se lo contaba...

Sin embargo, mientras más sopesaba aquella posibilidad, ella no podía dejar de imaginárselo acusándola de haberse embarazado a propósito.

"¿Acaso creíste que con un hijo ibas a amarrarme, Alexa? Te pensé menos tonta"

—¡Ya basta!—Alexa limpió sus lágrimas y decidió no seguir atormentandose con lo mismo.

En algún momento, tendría que tomar una decisión y esperaba que pudiese elegir la correcta. Después de todo, lo único que importaba era el bienestar de su bebé.

Realmente, a Alexa le había costado mucho trabajo decidirlo. Fueron exactamente, dos días de insomnio. Luego de aquellas noches, en las que le costó conseguir el sueño, ella llegó a la conclusión de que él debía saberlo.

Su hijo tenía derecho a tener un padre. Y no iba a ser ella quien se lo negara.

Así fue como Alexa terminó enviándole un mensaje a Diego, con la finalidad de citarlo en el café donde lo había visto por primera vez.

La castaña ocupó su antigua mesa, mientras lo esperaba. Alexa estaba a punto de morderse las uñas, porque él no llegaba. Y ya tenía más de media hora de retraso.

¿Acaso no iba a presentarse?, se preguntó. Cielos, con lo mucho que le había costado escribir ese mensaje.

Era evidente que no era él el que iba a tener que gestar un bebé por nueve meses. ¡Infeliz!

La muchacha se levantó de aquella mesa, disgustada. ¡Diego podía irse al infierno! ¡No lo necesitaba!

Lamentablemente, Diego ni siquiera sabía de la existencia de ese mensaje. Luego de haber sido rechazado un sinfín de veces, el hombre se había cansado de perseguir a Alexa.

Diego había bloqueado y eliminado su contacto telefónico, para de esta manera, evitar caer en la tentación de buscarla.

Realmente, él no tenía claro que era lo que sentía por ella, solo sabía que quería volver a estar entre sus piernas. Pero, por el momento, se conformaba con estar entre las piernas de otra mujer.

No podía evitarlo, le gustaba tener sexo. Y Lorena sabía muy bien como llevar su ritmo, la mujer podría considerarse la amante perfecta, puesto que no se cansaba y siempre estaba dispuesta.

Las jornadas de sexo con ella, eran muy intensas. Aunque muchas veces se descubría pensando en cierta muchacha de cabellos castaños.

A los pocos días, Diego pudo percatarse de que no todo marchaba tan bien como creía. Ese día Alexa se presentó en la empresa en compañía de otro de los ingenieros, de la constructora Omega.

—Buenas tardes, señor Urriaga—dijo ella, sin hacer contacto visual con él—. Le presento a mi colega, Mario Hakamura—el aludido extendió su mano.

Diego la aceptó, sin dejar de ver a Alexa y lo profesional que podía llegar a ser.

—El ingeniero Hakamura, será mi reemplazo a partir de ahora—anunció ella con voz pausada.

Los tres se encontraban en su oficina. Diego no pudo disimular su expresión de inconformidad, al escuchar aquellas palabras.

—¿Y qué pasará con usted, señorita Hara?—quiso saber.

—He sido asignada para otro trabajo, señor—Alexa sabía manejar muy bien su papel—, pero le garantizo que el proyecto quedará en buenas manos. Mi colega es...

Diego la interrumpió, antes de que ella empezará con los detalles, sobre las muchas capacidades, que seguramente poseía el tal Hakamura.

—¿Asignada a dónde?

Alexa ignoró su pregunta.

—Mario, podrías mostrarle los avances de los últimos días—solicito la castaña a su compañero.

Mario sacó una carpeta que contenía algunos documentos y comenzó a explicar los últimos trabajos que se habían realizado.

Pero, Diego estaba perdiendo la paciencia, porque no quería escucharlo. En ese momento, no le importaba nada referente al trabajo.

—¿Cuál es el verdadero motivo?—preguntó Diego mirando a Alexa.

La muchacha lo volvió a ignorar, pero Mario dejo de hablar, al percatarse de que algo extraño pasaba entre ellos.

El hombre se levantó de su asiento, sintiéndose un poco ofendido.

—Tal vez deba dejarlos hablar—dijo él, caminando hacia la salida.

—¿Qué? No—Alexa también se levantó de su asiento. No se suponía que presentar a su reemplazo, se convertiría en algo tan complicado.

—Señorita Hara, aún tenemos algunos asuntos que discutir—dijo Diego, ondeando un par de papeles para disimular.

Alexa frunció el ceño.

Cuando Mario abandonó la oficina, la castaña se inclinó en el escritorio para lanzarle una cachetada a aquel hombre.

—¡No hay nada de qué hablar!—le gritó ella.

En ese momento, el recuerdo de aquella noche la invadió por completo. Ese día, había llorado hasta el amanecer.

Diego llevó una mano hasta el lugar donde había sido golpeado, sin dejar de mirar a Alexa. El hombre se puso de pie, sin saber exactamente qué era lo que iba a hacer, pero al estar frente a ella, Alexa comenzó a lanzarle golpes.

Ella realmente quería ser fuerte, quería poder separar su vida profesional de todo este enredo, sin embargo, en ese momento, se sentía débil y solo quería dejarse llevar por su enojo.

Lo odiaba.

Odiaba al padre de su hijo, pero lo que más odiaba, era que en realidad lo amaba, y él no se lo merecía.

—No tienes que dejar tu empleo por esto—dijo Diego, sosteniendo sus manos para que dejara de lanzar golpes.

—¿Y qué es esto, exactamente?—le pregunto Alexa, sintiendo como sus ojos le escocían.

—Ya lo sabes—obvio él—. Tuvimos sexo, pero fue solamente eso, Alexa, no es un motivo como para que dejes tu trabajo. ¿No me dijiste que este proyecto era importante para tu carrera?

La muchacha sonrió.

Sexo, por algún motivo, aquella palabra le provocaba náuseas, y ya no sabía si era a causa del embarazo. Tal vez, solo se debía a su decepción, y a la lástima que sentía de sí misma, porque para ella las cosas no fueron así.

—No se crea tan importante—dijo ella, soltándose—. ¿Acaso piensa que por usted, abandonaría mis metas?—le pregunto, mirándolo a los ojos con rencor—. Usted no lo vale, señor, así que deje de decir estupideces.

La muchacha se giró dispuesta a irse de esa inmunda oficina, ya no soportaba más su presencia. Sin embargo, Diego la detuvo, jalandola del brazo para intentar besarla. Alexa no se dejó.

—¿Por qué te rehúsas, si tú también quieres?—le preguntó él, mientras trataba de besarla nuevamente.

Alexa quiso darle otra cachetada, pero no podía, porque la tenía bien sujeta. La muchacha se removió con fuerza y estuvo a punto de gritar. Afortunadamente, él la soltó a tiempo, al darse cuenta de que en verdad no quería.

Aquello le pareció extraño, porque hubiese jurado que ella quería que la besara, que la tocara como aquella veces en las que no había hecho otra cosa que deshacerse en sus manos. Sin embargo, Alexa en ese momento, parecía querer escupirlo o gritarle alguna grosería.

Ciertamente, la castaña lo único que sentía era repulsión y mucho dolor. La muchacha lo empujó y salió de ese lugar, dispuesta a nunca más regresar...

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Comments

Lesly Argumelo

Lesly Argumelo

condenado por bruto no conoceras a tu hijo

2024-01-29

3

MALÚ 2834

MALÚ 2834

Estar entre sus piernas,🤬🤬🤬🤬está a su lado no,verdad

2024-01-23

0

Janeital

Janeital

Ese desgraciado se merece sufrir

2024-01-15

1

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