Diez

¿Estás loco?- le gritó a Massimo mientras lo ayudaba a llegar hasta el sofá- ¿Por qué hiciste eso?

- Déjame en paz, no te voy a decir nada.- le contestó de mala gana y respirando con dificultad mientras se acomodaba como podía en el mueble.

- Sí me vas a decir, porque tuve que prometerle que tú no te acercarías a ella para que se quedara.- y escuchar que ella no se iría lo hizo sentir mejor y decidió decir a su amigo lo que le sucedió.

- Su pelo, es igual al de Martina, yo solamente quería tocarlo y ella no quiere dejarme que lo haga, con eso habría bastado.- le dijo muy bajo.

- Por Dios Massimo- Alessio se dejó caer en el sofá al lado de su amigo- Seis años, seis malditos años ya han pasado, tienes que salir de ahí, ella no es Martina y no puedes ir por la vida buscando a la misma mujer en todas las otras.

- No lo hago, o no te has dado cuenta de que cada vez que me enredo con una es más rubia que la anterior, pero tú eres el culpable de esto, por hacerte la madre Teresa metiste en mi casa a su reflejo.

- Que tus conquistas sean rubias no cambia la situación en nada si sigues imaginándote a otra y no me culpes por traerla, ella no es el reflejo de Martina, mírale a los ojos, son negros como la noche.

- Eso no me ayuda si lo que quiero es tocar su pelo, desde que lo vi esta mañana no puedo contener las ganas de meter mis dedos en él.

- Entonces déjale el velo, si no lo ves no piensas en él y punto.

- La cosa no funciona así Alessio, sé que está ahí aunque no lo vea.

- Pues piensa en lo que vas a hacer para aguantarte, la necesitamos, Dante la necesita y si haces algo más se va a ir de aquí,  además tienes que disculparte con ella, carajos Massimo, es una monja, tu madre y la mía eran amigas, iban juntas a misa, estoy seguro que recibiste más de un golpe por decir que las monjas parecían pingüinos, no quiero ni imaginar si se entera de que quisiste besar a una sin su consentimiento.

- Espero que no se lo digas.- se rió y Alessio lo miró rabioso.

- Estoy hablando en serio Massimo, ahora no podemos permitirnos que la cagues otra vez, ella va a estar aquí unos meses nada más, aguántate.

- Después que termine aquí,  qué va a hacer.- quiso saber que sería de la vida de la chica cuando ya no tuviera una deuda con ellos.

- Va a consagrarse y se va a África de médico, dice que allí necesitan gente que tenga más de una vocación y ella va a servir, que Dios le dio un don y con él puede ayudar a otros.

- Que mujer más complicada.¿No puede simplemente casarse y tener hijos?¿ O quedarse aquí conmigo un tiempo en mi cama?

- Ya veo que debo buscar a alguien para el servicio pronto sí o sí, tú no entiendes nada o no quieres entender, pero sabes qué, has lo que quieras, sigue pensando en Martina y soñando con lo que no fue por tu estupidez, allá tú.

- Lo dice el hombre que se acuesta con Bea pero que no da la cara.- le habló con sarcasmo haciéndole saber que los dos no eran muy diferentes.

- Lo mío y de Bea es otra cosa, ella sueña con una vida que yo no le voy a dar, quiere una casa, hijos y no se cuantas cosas más y yo no voy a ser él que la complazca en eso, pero tampoco voy a quitarle la ilusión, ella puede irse de mi lado en cuanto lo desee.

- Muy bonito todo, eres el hombre más comprensivo del mundo, ella se va a ir con otro si duerme contigo todas las noches además de que no sale nunca de esta casa, de empezar otra relación sería con uno de los guardias.- la mención de una posible relación de Bea con un guardia de la casa puso tensión en Alessio y Massimo lo notó- Tú la estás cagando tanto como la cagué yo en su momento.

- Ya déjalo Massimo, no es mi vida la que hay que arreglar, es la tuya así que no intentes cambiar el tema.

- Sí, es solamente mi vida la que hay que arreglar.- le dijo con sarcasmo.

.................

- ¿Te vas a quedar de verdad?- le preguntó Bea a Lía mientras seguían en la cocina y la novicia jugaba con el pequeño sentada frente a la mesa.

- Lo haré, pero no quiero que se me acerque, sé muy bien que tú necesitas ayuda y me he quedado por eso, y porque Alessio me chantajeó con Dante, pero él tiene que respetarme.

- De verdad no sé lo que le pasó para que hiciera algo como eso, Alessio no te engañó cuando te dijo que él no es así, siempre respeta si ve que no hay interés de la otra parte, jamás pensé escuchar que se comportara de esa forma.

- Pues lo que sea que le haya pasado espero que no vuelva a ocurrirle, y ya, hablemos de otra cosa o mi enfado va a crecer y después voy a tener que rezar mucho.- vio a su amiga sonreir de lado y no le gustó, sabía que estaba pensando algo malo para cambiar el tema de conversación.

- ¿Alguna vez hiciste alguna cosa que pensaste que no ibas a encontrar perdón?- ella se puso roja y a Bea le causó mucha gracia.

- ¿Saltar la valla del convento una noche para escapar e ir a encontrarme con un chico que pensaba que era mi príncipe azul cuenta?- Bea abrió la boca y la cerró para empezar a reír.

- No te creo, es lo último que pude imaginar de ti.¿Y que tal te fue?- la chica no paraba de reír y Lía se sentía incómoda de contar aquel secreto que solamente sabían ella y la madre superiora.

- No caminé veinte pasos,el cargo de conciencia me venció y regresé a la puerta principal del convento y toqué para que me abrieran.

- Jajajajajaja- rió con tanta fuerza y era tan contagiosa la risa de Bea que Dante comenzó a reír también.- No puedo más, eso no puede ser lo peor que hayas hecho en tu vida.

- No te rías, tenía catorce años y estábamos juntos en el instituto, después supe que tenía más de una novia y que era un capullo, así que me alegré de los cien Ave Marías que dije esa semana.

- Jajajajajaja, cien Ave Marías, te llevaban con mano dura.

- Nunca se me va a olvidar la cara de la hermana Asunción cuando me vio parada en la puerta, estoy segura de que si no le hablo habría ido a mi habitación para verificar que aquella que estaba allí no era yo.

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