Capitulo 13: El libro

El traqueteo del barco hacían imposible dormir, aunque despierta estaba, seguía con sus ojos cerrados por el cansancio que tenía, no había dormido nada la noche anterior y si no fuera poco por el día estuvo sin parar, ayudando a los habitantes para después tener la adrenalina magina. Su viaje no había empezado y ya había experimentado todo tipo de sentimientos.

Gracias al cansancio, Roxana no pudo ver los ojos que la observaban dormir, era como el poder demoníaco de ella lo atraía y al mismo tiempo lo "creaba". En eso en un traqueteo del barco junto a un movimiento de la protagonista, se alinearon haciendo que cayera por el lado donde Aristotte estaba durmiendo, menos mal que no lo aplastó.

  -¡Roxana, juro que me matarás un día de estos!.- Decía su amigo exaltado junto a una respiración agitada.

  - Ay...- Pronunciaba la contraria con dolor en todo su cuerpo debido al golpe.

Estuvo varios minutos con la posición con la que había caído, mientras le entraba la risa del dolor, no podía mejorar la noche luego de un se recompuso un poco a dolorida y se sentaba en el suelo.

Después estuvo conversando con la persona que había despertado mediante un susto y por fin pudo comentarle lo que no pudo decirle sobre la "predicción" de la mujer.

  -No me gustaría desanimarte, pero dudo que sea mentira.- Respondía el, en un tono pensativo y desviaba la mirada.

  -Se llegara a pasarles algo, no podría superarlo. Soy demasiado débil mentalmente, como dijo esa mujer.- Se encogía abrazando sus rodillas, mientras solo pensar algo así le aterraba, haciendo que su amigo se preocupara.

  -Roxana ser débil no es nada malo. Todos tenemos una, por ello debes ser fuerte, para que la debilidad no gane a tu fuerza interna.- Respondía posandose en las rodillas de su amiga, mientras observaba como volvía su feliz amiga con sus risas.

Como no Roxana abrazó al pájaro que tenía enfrente, la reacción del contrario fue que dio un pesado suspiro ya que era costumbre estar en esta posición, cada día, le hacía pensar que se sentía sola, pero recordaba que siempre era bienvenida en todos lados, se fijó en la cama y pudo observar algo que sobresalía entre las sábanas.

  -Oye niña, ¿Qué es eso que sobresale?.- Preguntó curioso, mientras salía del abrazo volando y posándose sobre la cama.

Roxana escucho la pregunta y no entendió nada a lo que se refería, se levantó y no antes de dar un grito interno de dolor, vio a su amigo algo enrollado y entre las sábanas ser un ave y encima de un ala complicaba muchas cosas,esta era una de ellas, le producía algo gracioso la situación a la protagonista, mientras al contrario le provocaba un tanto molesto junto a desesperante, menos mal que la protagonista le ayudó a salir o aún seguiría ahí.

Se sentó en la cama junto a su amigo,para coger el objeto misterioso resultado ser un libro con aspecto antiguo,  su aspecto era marrón y su contenido estaba sujeto con hilos era como si se fuera a romper y al mismo tiempo examinadolo. El libro exteriormente buscaban  alguna pista que pudiéran entender, pero fue un gran fracaso su única solución era abrirlo, porque dejarlo así no era algo cuestionable ante la curiosidad de ambos.

Abrieron el libro esperando algo mágico pero no sucedió, quedando ambos un tanto estafados, pero bueno empezaron a leer y eran personas que habían reencarnado, no se habían reencontrado aún, la lista era bastante larga, hasta que llegaron al nombre de ave junto al nombre de la mujer pero raramenteno habia foto.

  -Ya sabemos que se realizó correctamente la reencarnación, debes de estar feliz.- Animaba su amiga, sacudiendolo cosa que lo estaba mareando.

No contestó Aristotte, lo único se quedó en silencio mientras observaba los nombres con admiració, junto a un tez triste, pero siguieron viendo el libro. Trataba sobre las personas que habían reencarnado cuando el árbol aún funcionaba, o eso llegaba la inteligencia de ambos, cerraron el libro para dejarlo medio tirado en las bolsas de Roxana, fueron a dormir ya que mañana era otro día, debían descansar aunque fuera un poco porque pensaban que el día de mañana iba a ser lo más agotador, tenían que desembarcar el barco y luego subir nuevamente a un carruaje donde estarían un día y medio hasta llegar por fin a la Capital Humana donde esperaban su presencia.

La noche que quedaba fue tranquila y reparadora, había podido dormir, lo agradecía ya que era algo que pedía a gritos su cuerpo. Amaneció y como cosa normal le trajeron el desayuno a la habitación, donde principalmente había un vaso de leche y algo de fruta algo bastante poco a lo que estaba acostumbrada a tomar.

  -Ari el desayuno, te doy la fruta ya que a mi no me gusta.- Decía apartando el vaso de leche de la bandeja, para luego dejársela a su amigo.

Ambos tomaron el desayuno pero obviamente se quedaron hambrientos, sus barrigas se lo hacía de saber, el viaje no había sido para nada fácil, como había pensado la inocente protagonista y pensó en salir a ver el barco donde estaba, así podría engañar a su hambruna.

Salieron y empezaron a investigar al parecer era un barco de mercancías donde únicamente era para ello, pero lo extraño era que viajaban demonios y algunos humanos, las condiciones eran escasas, fuera de la habitacion no había higiene, inundaba los vomitós y los heces de la gente en el barco, menos mal que su estancia era corta a diferencia de algunos de aquí.

Si la guerra era algo que era normal entre esos dos bandos, porque estaban en esas condiciones, sabía que gran parte del dinero era para la guerra y lo quedaba no debería ser para estas cosas. Al fin llegaron a la proa, donde los trabajadores le dijeron que cuando vieran tierra se escondieran dentro, por la seguridad donde admitieron que sólo era un barco de mercancías, al escuchar eso le dio un escalofrío donde su unico pensamiento era que las mercancías eran aquellas personas.

Accedió a la proa junto a su amigo donde hablaba de la próxima parada a descubrir la verdad, sobre el pájaro junto a una promesa de parte de Roxana de no ser débil, ya que se lo ocurrió una hipótesis sobre el libro, a no poder ver todo el recuerdo del árbol supuestamente el libro pertenece ahí, hubiera visto todo por igual, por ello intentaría dormir en el carruaje, en busca de la otra parte que no pudo ver.

Aristotte por otro lado no estaba muy feliz que digamos, ya que no tenía fe en que funcionará, era una idea algo de cuentos de hadas y la vida no era para nada de eso, pero aun así gustaba creer las ideas de su fiel amiga, una de las pocas que lo vio llorar, aunque a veces se cuestionaba si de verdad era tan bueno como ella, él la hacía sufrir viviendo cosas crueles.

Pero aún así cada con sus defectos se protegían y seguian queriendose donde establecían su mejor vínculo, dejando atrás la soledad que tenían. Había pasado la mañana charlando en la proa hasta que vieron tierra y tuvieron que "esconderse" dentro del barco donde prefirieron ir al cuarto que está oliendo cosas asquerosas. A la hora de la comida no le dieron nada y parecía que el estómago estaban comiendolos por dentro, menos mal, que su llegada ya estaba cerca y podía comprar algo de comida.

Y así fue al mismo bajar del barco mientras esperaban el carruaje Tai y Roxana fueron a una posada a por algo de comer, menos mal que su amigo sabía la lengua del continente. Se hincharon de comida mientras su compañero confirmaba que el barco era de traficantes de gente, era la única forma de poder llegar aquí y por eso no fue dicho ya que no era forma de llegar como embajadores, si era la única solución como estaría la guerra, no era como las demás esta debía ser diferente, pero lo más preocupante era la forma de hablar parecía nervioso como si estuviera escondiendo algo.

  -¿Solo es eso Tai, o hay algo más que debo de saber?.- Pregunto tranquila mientras dejaba el tenedor en el plato y se limpiaba la boca.

  -¡Que! Eso es todo, esta es la fase final para llegar a la Capital.- Respondió nervioso, mientras rezaba que no lo descubriera.

No hubo respuesta pero claramente lo pilló que estaba mintiendo, pero ya lo diría cuando él quisiera no iba arma un escándalo, no tenía ganas lo único que sabía, que su amigo de la infancia con quien creció, era otro diferente.

El cochero vino y pudimos iniciar la marcha cuanto antes empezáramos antes llegábamos, cuanto más nos alejábamos más y más hermoso era el paisaje, todo verde adornado por flores y altos árboles, parecía como si estuviéramos perdiéndonos en un bosque encantado.

No tardó en establecer conversación con el cochero, que afortunadamente conocía un poco la lengua demoníaca. Era un joven marido, que trabajaba así por mantener a su familia ya que él era el único en trabajar, le pareció algo raro ya que de donde venía ambas partes trabajaban por igual, por lo que averiguó, la mujer solo era encargada de la educación y cosas del hogar, mientras el hombre traía el dinero al hogar.

Y la primera parada llegó súper rápido, por la conversación que llevaban mientras unos paraban otros aparecían era un rubio con ojos rojos parecidos a los de Aristótte, pero estos brillaban y su apariencia de buen ser, que estaba esperando el momento oportuno para salir y sorprender a la protagonista. Cuando iba a hacerlo, vio al ave y le cambió totalmente la cara a uno enojado y confuso, como podía tener ella eso, como lo había conseguido, pero a su despiste del pájaro fue que lo descubrieron.

  -¿Atzur, eres tu?.- Intentaba reconocer a un antiguo amigo de cuando era pequeña.

Ambos hombres cruzaron miradas por un instante, para luego mirar a su baja amiga confirmándole que era él, tras su confirmación la alegría de Roxana envolvió todo su cuerpo, abrazándolo y notando que detrás de él había un niño idéntico a su sobrino, se le quedó mirando empezando a analizar únicamente al niño que correspondia con una gran sonrisa.

  -¿Vais a la Capital, necesitamos un hueco para poder ir? Nuestro carruaje chocó y no sirve.- Pregunto el adulto llegando al punto de una vez, junto a una sonrisa.

  -Está bien, tenemos huecos para dos más.- Respondía feliz, mientras saludaba al pequeño y dejaba con la boca abierta Aristotte.

No podía creer lo que estaba escuchando, como Roxana podía dejar entrar al carruaje a dos extraños, debía hablar con ella no era algo que debía hacer a simple vista. Pero luego se rindió , al hacer eso, ya que ella iba a sacar el lado positivo de cada persona, como si nada siempre hacía eso, hasta con los criminales, era algo que no podía ver, solo veía las cosas positivas, eso lo hacía ¿Tonta o inteligente?, Ya no sabía que pensar.

                              

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Más para saber de la historia en ig: @ kokkiro_21   

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