Capítulo 1: ¿Un sueño o pesadilla?

Días habían pasado desde la llegada de nuestra protagonista al castillo real, donde era tratada como una cualquiera, le daban la mínima comida junto a la arreglaban con los ropajes de la misma calidad de un criado, sus joyas desaparecidas, sin un culpable encontrado y donde su dama de compañía tenía más poder sobre ella gracias a su madrastra donde la oprimían, nunca la dejaban salir fuera de su habitación, pero eso a nuestra protagonista no le importaba mucho, era feliz metida en sus libros o fantasías que se imaginaba aunque a veces, se convertían en añoranza, soñando con un día fantástico con su padre e hermano siendo felices.

  -Una dama no debería estar leyendo, deberías estar bordando o refinando sus modales, mestiza.- Le diría en un tono arrogante mientras daba un golpe al suelo con su bastón.

Así es mi dama de compañía era una solterona, dudo que algún hombre pueda soportarla y si no fuera poco tiene una edad un poco avanzada, "(ya se le notaban las arrugas)", su personalidad algo irritante o insoportable y digamos que su voz no ayuda ni un poco. Su pelo siempre estaba recogido con unos peinados algo exagerados, lleno de perlas o joyas, "(siempre me quedará en duda si todo eso no le pesará demasiado)", bueno su maquillaje con colores extravagantes y la forma de sus vestidos son demasiados pomposos, "(Que según escuche se quedó atascada en la puerta del carruaje cuando iba a entrar)".

  -Según mi madre por lo que escuche una mujer debe saber defenderse y ser independiente- Diria en un tono divertido, observando como la mujer estaba para estirarse de los pelos, no iba a negar que disfrutaba ponerla asi.

"En ese entonces, no sabía callarme en el instante y esperar el momento oportuno para dejarla sin nada que pudiera hacer."

Recuerdo como agarró el libro que estaba leyendo, para luego darme un golpe con el en la cabeza, haciéndome una brecha en un lado de mi frente, la sangre salía como un río constante creando un hilo que recorría toda mi cara hasta caer por mi garganta, llegando hasta mi ropa, la señora al ver esto se quedó paralizada con una mirada de angustiada, luego desquitarse su enfado con el libro, despellejando las hojas y tirandolas al fuego para después irse del cuarto con orgullo, haciendo que nada habia pasado.

  -Deberia buscar algo para tapar la herida.-Por el golpe estaba en el suelo, donde se tambladeo por unos instantes donde con la mirada buscaba algo.

Horas pasaron y la sangre no cesaba como así también las telas se acababan y ya estaba usando la última pero menos mal que su hermano entró al cuarto sin llamar algo que hacía normalmente, su sonrisa se desvaneció al ver a la contraria rodeada de paños de sangre y su vestido de rosa palo con manchas de sangre.

-¿Pero, que ha pasado?, ¡Roxana, dime quien es el causante de esto!-Dijo espantado, intentando socorrerla, pero sin éxito. No espero más, la cargo sobre sus hombros hacia las oficinas de los médicos y como su honor no valiera nada, empezó a gritar buscando un médico urgentemente.

Escuchaba tanto escándalo que sólo quería cerrar los ojos y casi fue como también su audición se quedaba nula, pero sabia que estaba en buenas manos donde le dio tranquilidad, seguridad y comodidad. Cuando pensaba que iba a despertar, no fue así, era un "¿sueño?, ¿un recuerdo?" Por qué salía cuando era pequeña, en brazos de mi papá para luego me dejarme en el suelo.

Estaría caminando por el festival conmorativo por la victoria contra los demonios, donde los siete generales vienen a la Capital por bailes, comidas etc.... Y lo más importante orar en el templo en verdad no se que oran ya que no hay una religión fija. Nuestra pequeña protagonista de unos ochos años feliz, sin preocupaciones, hasta que vio a un pelirubio con ojos rojos como el rubí, en ese instante se quedó enamorada de sus ojos. No se lo pensó y corrió hacia el contrario, le cogió la cara para poder observar esos ojos que le parecían lo más hermoso del mundo.

   -¿Creo que eres mayor que yo?, Bueno no importa, mi nombre es Roxana soy la menor de los hijos de Allendis, ¿Y tu?. ¿Quien eres?- Diría dándole una pequeña sonrisa.

Antes de que el contrario pudiera decir algo un hombre de cierta edad cogió en brazos a la pequeña con una sonrisa maliciosa mientras acariciaba el cabello a la pequeña.

-¿Que te he dicho de molestar a la gente que no conoces?- Dijo algo cansado mientras se ponía una mano en la cabeza.-Abuelito, ¿Es que no ves sus ojos?, Son hermosos, aparte de que es un chico muy apuesto.- Le diría con pucheros mientras jugaba con la melena de su abuelo para luego abrazarlo.

En eso su abuelo suspiro, le daba unas palmaditas en la espalda para luego despedirse del otro hombre haciendo una pequeña reverencia, cosa que a la niña le pareció algo inusual ya que su abuelo no hacía reverencias a nadie excepto al demonio supremo .

 -Abuelito, ¿Por qué hiciste una reverencia a ese niño?.- Preguntó con algo de inocencia mientras jugaba a trenzas el pelo del contrario.

"El será el próximo Rey de los Demonios, es decir es el demonio supremo, es mejor que no lo vuelvas a encontrar."

Tras esas palabras nunca más volví a ver esos ojos rubíes que me hechizaron, pero escuchaba los rumores de que el daba miedo, siempre pensé que la gente que lo odiaba, decía tales cosas por que ella recordaba aquel chico alguien amigable. Todo empezó a ponerse negro y se escuchaban susurros en una lengua desconocida mientras unos llantos también haciéndose de notar, para luego empezar a abrir los ojos lentamente, viendo borrosamente un techo blanco hasta poder ver con claridad la luz natural que entraba por las ventanas.

  -Vaya vaya ya se nos despertó la pequeña princesa.-Exclamo mientras ayudaba a la protagonista a sentarse en la cama para poder examinarla completamente y más cómodo para ambos.

Era un señor de la edad de mi padre pero más mayor, la mayor parte de sus cabellos eran blancos y llevaba las gafas a mitad de la nariz así también una bata blanca que le llegaba hasta los pies.

  -Usted ha sido el único que me ha dicho princesa en todo el castillo aparte de mi papá y mi hermano mayor, así que puedes llamarme Roxana solamemte.- Le diría entre pequeñas risas, al mismo tiempo dejaba al contrario que la examinará.

Después de varios minutos, término de examinarla completamente para luego escribir en una hoja los resultados, luego de unos segundos se giró a la chica para hablarle.

-Debes salir a que te de luz solar y caminar, correr, lo que tu quieras pero debes hacer ejercicio, te falta vitaminas que te da únicamente la luz,si no me haces caso lo que te ha ocurrido cada vez ira a peor. Y por último no me digas doctor ni nada por el estilo solo Keig- Dijo en un tono serio para el tratamiento, pero cuando ya dio su todo si discurso su voz se iba relajando a uno amable y algo tierno.

Roxana al escuchar el nombre de Keig, recordó que fue el sexto general que lo apodaban el Doble Filo, ya que podía crear un veneno mortífero como una cura inexistente, salvo muchas vidas en la guerra, pero también arrebato miles de vida por sus experimentos con gente.

En eso nuestra protagonista junto sus manos emocionada mientras veía al medico con entusiasmo de alegría.

  -Por favor Keig conviérteme en tu aprendiz, he sido tú gran fan desde que tengo memoria, tengo todos tus libros de medicina que publicaste.- Estaría haciendo una pequeña súplica al contrario para que la aceptarán.

Los rogos de la protagonista fueron cortados por la entrada repentina de su abuela corriendo a donde estaba Roxana donde la examinaba completamente.

  -Mi pequeña,  ¿Que te paso?- Decía preocupada mientras acariciaba la mejilla de su nieta con dulzura.

Mi abuela es la única que puede controlar a mi abuelo, el antiguo demonio supremo "¿Como se eso?, Ni idea". Mi abuela es algo sencilla pero siempre lleva joyas equivalentes a dos palacios, pero cuando esta con nosotros nos enseña los valores de la vida junto a sus dificultades. Mi abuela es alguien adelantada a su tiempo, siempre prefería saber de matemáticas, lenguas, geografía, estrategias, sobre otras cosas...."(Creo que eso lo saque de ella)", ella parece una diosa un tono rojizo en sus cabellos junto a unos ojos dorados como el oro, tiene la elegancia para hacer de todo "(Ojalá convertirme como ella)".

  -Abuela me agobias, estoy bien soy muy fuerte ¿Y eso que estas aquí?,¿No estabas en el bosque celeste?.-Le diría feliz junto con una pequeña curiosidad que le mataba por dentro.- Eres mi pequeña al enterarme de lo que sucedió vine corriendo hacia aquí.- Dijo algo dramática mientras ayudaba a la protagonista a levantarse de la cama para luego salir con ella de la habitación dejando a tres hombres en el cuarto.- Esa niña no ha salido de su habitación y no lo digo yo, si no los resultados, ese golpe no debería haber sido tan grave, las pruebas sale inicios de deficiencias de vitaminas, así que es urgente que salga.- Dijo en un tono fuerte, dándole los informes que había rellenado anteriormente.- He estado ocupado desde que vino pero según la primera princesa y su madre me confirmaron que salía y se divertía en los alredores del castillo junto en los jardines.- Decía confundido mientras se giraba a su padre el Gran antiguo demonio supremo.- Sabes perfectamente que te han mentido señorito, ellas no quieren a Roxana desde que nacio.-Decia con rabia pero con semblante firme se le notaba el odio que tenía hacia esas dos individuos.- Sabes de sobra que si digo algo le perjudicará el doble a Roxana.- Fue interrumpido por unos fuertes gritos provenientes de una mujer y un hombre.

Salieron al pasillo para ver que sucedía dónde el centro de atención era una madre gritando a su primogénito, donde se notaba el odio y los celos de la mujer, nunca acepto que me quitaran el hombre que tanto le había costado atrapar. El linaje suyo se tambladeaba pada perder el trono contra una mestiza, así que debía defenderlo como de lugar.

  -¡Como se te ocurre encerrarla y ponerle a una abuela como dama de compañia a la segunda princesa!.- Perdió todo el respeto que tenía hacia la mujer que tenía enfrente junto a su paciencia.

  -Da gracias que le puse una, nunca debio venir aqui, debio hacer su vida fuera de las nuestras, nadie le dara nada, ya que no posee nada. Es un objeto sin valor.-Su tono era firme mostrando orgullo entre sus palabras, ya que una mujer de mostraba su valor por lo que poseía y ella no tenía nada.

                                                            

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Comments

Antonio Salmeron Fernandez

Antonio Salmeron Fernandez

cada vez se pone más interesante y turbio la historia te engancha y deseas saber más y mas

2024-07-14

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