Lo que vino después fue casi un caos, Giulia y Massimo desaparecieron y aunque Santino se cansaba de llamarlos no contestaban.
- Señor Parisi- escuchó el pelinegro la voz del guardaespaldas en el teléfono.
- ¿Dónde están, que ha pasado?- le gritó Santino.
- Pasó que a la señorita Giulia se le presentó el parto, y yo no podía responderle al teléfono pues estaba haciendo documentos y resguardando que todo esté bien con la señorita.
- Voy para allá, ¿ están en el hospital de siempre?.
- Sí señor, pero hay un problema, el asiático está aquí, no pude deshacerme de él y está adentro en el parto, la señorita me indicó que si alguien salía de allí con el bebé, fuera quien fuera, disparara a matar y que usted viniera lo más rápido posible con sus hombres.
- Ya mismo estoy allí, haz lo que te dijo, ese niño no puede separarse de ella.- y colgó la llamada- Vamos al hospital- le dijo a Denisse y a Martina- Mateo está naciendo.
Llegando al hospital y sin ellos sentarse todavía en la sala de espera apareció el asiático allí.
- Ya pueden entrar a verla- les dijo y las dos mujeres salieron casi corriendo a la habitación y dejaron a Santino detrás hablando con Isamu.
- Giu- dijeron las dos al entrar y fueron a besar a la mujer que sostenía al bebé contra su pecho, envuelto en unas blancas mantas.
- Enséñanos a Matteo- dijo Martina dando pequeños brincos de alegría, ellas habían decidido un nombre hacía unas semanas- Giu, ese niño tiene los ojos rasgados- exclamó asombrada la chiquilla y Denisse la miró- No lo puedo creer, he metido la pata completamente y lo traje hasta ti- dijo al darse cuenta de quien era el padre del bebé y de que ella lo había llevado hasta Giulia sin saber.
- No amor, tú no hiciste nada malo, si él estaba en aquella fiesta tarde o temprano me iba a ver, fui yo la que no debió confiarse en que no estaría allí.- la calmó su hermana.
- Pero yo lo traje temprano y no tarde, soy una tonta, yo creí que estaba ayudándoles en algo.- en ese momento Santino entró a la habitación y detuvo la conversación de las mujeres para él hablar con Giulia.
- Escucha pequeña- le dijo Denisse llevándola a un lado- No estés triste, quizás hayas hecho algo muy bueno, esos dos se deben una conversación y ella necesita saber que pasó que él se fue sin decir nada a nadie, ni siquiera a Santino, así que no te amargues el día, Matteo es una alegría y estoy segura de que con él vendrán otras más.
- ¿Tú crees de verdad eso? No quiero que Giulia vuelva a llorar por que él apareció y después la deje otra vez.
- Eso puedes estar segura de que no va a pasar, ese hombre la ama diga lo que él diga, y Matteo es el hilo rojo que les faltaba a sus vidas.
- Nos vamos ahora- fueron interrumpidas por la voz de Santino que entraba a la habitación y que ellas ni cuenta se habían dado de cuando salió.
- ¿Cómo?- preguntó Denisse.
- El médico dijo que Giulia puede irse y terminar el reposo en la casa, tenemos que mantener a salvo a Matteo y aquí es más difícil, ya vienen con la camilla, Martina, toma al bebé y mantenlo junto a tu pecho mientras salimos, ya todo está preparado afuera. - y como en una película aparecieron dos hombres vestidos de blanco y subieron a la recién estrenada madre en la camilla para salir sin pasar por ningún sistema administrativo del hospital.
Los días siguientes fueron raros, Isamu aparecía y desaparecía, primero en la casa de Santino y después en la casa Lombardi cuando ya habían regresado a Italia, según él para ver a Matteo pero de paso intentaba recuperar a Giulia.
Y algo más raro todavía sucedió, Giulia recibió la visita de la mujer con la que supuestamente estaba casado Isamu, lo que hizo poner alerta a todos.
Y cerca de los dos meses del pequeño Matteo recibieron una desagradable sorpresa, Martina habían salido a pasear con el bebé, Massimo, Lucian y tres hombres más la custodiaban, cuando de la nada apareció un grupo de asiáticos que intentaba a toda costa hacerse con el niño.
Los hombres de Giulia quisieron evitar el uso de las armas lo mas que pudieron dada la presencia del bebé pero lamentablemente aparecieron las balas, y fue inminente que ellos respondieran a los disparos, pero Matteo y su tía no estaban descubiertos mientras lo guardias esquivaban los tiros, Massimo los cubría con su cuerpo, y al final lograron escapar para llegar casi sanos a la mansión Lombardi.
Al entrar Giulia se hizo con su hijo inmediatamente y corrió con él a su habitación para verificar que el niño estaba perfectamente y dejó a Martina curando un rasguño que recibió Massimo.
La chica tomó al hombre de la mano que no tenía herida y camino con él hasta la habitación que ocupaba, le ordenó quitarse la camisa mientras ella buscaba con que curarlo en el baño, hizo todo como le habían enseñado y puso una venda en lo que en verdad era un rasguño.
- Me gustó mucho ver como nos cubriste con tu cuerpo.- le dijo pasando su mano por el pecho desnudo del guardia.
- Ese es mi trabajo Martina.- le contestó haciendo un esfuerzo por no perderse en aquella caricia de la que aún era una niña.
- Lo sé, pero eso no evita que me gustara verte así- le dijo y aprovechando que él estaba sentado se apoderó de su boca, y el hombre no quiso contenerse, la adrenalina que tenía corriendo por sus venas después del ataque no se lo permitió.
Aquel beso era algo que llevaban deseando los dos que hasta el momento solamente habían tenido pequeños roces con sus labios, y aunque el hombre sabía que lo que hacía no estaba bien, se dejó llevar, y en un momento la tuvo a ella sentada a horcajadas sobre él y las fuertes y callosas manos tocando la espalda de la chica. Así estuvieron un momento, hasta que Massimo la sintió a ella intentando quitar su blusa.
- Tranquila- le dijo separando sus bocas y sosteniéndola de las manos para que no siguiera.
- No me importa, tú sabes que yo ya no tengo nada que perder.- le contestó tratando de convencerlo para seguir.
- No Martina, no lo haremos, yo no quiero a la niña que no le importa darle a otro más lo que cree que ya no tiene- hizo una pausa y la besó nuevamente- Yo quiero esperar por la mujer que me va a entregar todo lo que tiene, y mientras eso sucede, vas a tener que conformarte con mis besos.- ella lo miró sin decir nada- ¿No te importa esperar hasta ese momento?- le preguntó y vio lo ojos de la chica humedecerse.
- ¿De verdad vas a esperar?- le preguntó.
- Todo lo que haga falta.- le dijo y ella se abrazó a su pecho para llorar contra él.
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