Veinte

Las sesiones con el psicólogo comenzaron enseguida, el hombre era muy bueno en lo que hacía además de su experiencia con pacientes de ambos sexos que habían tenido la mala suerte de vivir el terror que había vivido la chica, y con las técnicas apropiadas él había logrado que ella le contara hasta su más pequeño miedo o su más escondido desprecio.

Lo que comenzó como unas visitas obligadas por las constantes pesadillas,  se había convertido en algo que era lo más parecido a las visitas a un amigo que escuchaba y aconsejaba, y para el doctor,  que era un hombre bastante mayor, ver el cambio que estaba provocando en la chica era una alegría más a su carrera, pero también a su vida, pues él se sentía como un super héroe, que no pudo salvarla de el villano, pero sí de su fantasma.

- Te tengo una noticia- le dijo Martina a Massimo nada más llegar aquella tarde- Hoy ya no tendrás que dormir conmigo.- el hombre sintió que perdía algo con lo que ella le decía.

- Tal parece que crees que duermo contigo obligado. - le reprochó.

- Yo sé que no estás obligado, pero también sé que es algo que en algunos momentos querrías evitar- él sonrió,  más de una vez habían dormido con almohadas entre ellos para que no sintiera el roce involuntario que ella le provocaba al hombre aún estando dormido.- Hoy estuve hablando con el doctor Mark y me dijo que si me sentía preparada podía empezar a probar.

- Te voy a extrañar bastante.- le dijo pegándola a él- Aunque a veces es incómodo, no te voy a negar que me gusta mucho sentirte en las madrugadas como buscas que te abrace.

- Y yo te voy a extrañar mucho también- le contestó- Pero no es justo contigo que si ya estoy mejorando yo siga pretendiendo depender de ti para dormir, y que tú tengas que condicionar tu vida a mis horarios de sueño, además le prometí a Giulia que ese sería el medidor para que ella supiera que ya estoy mejor y que no le oculto nada esta vez.

- Pues así lo haremos, aunque ya no me gusta lo bien que trabaja ese doctor, bien podría haber alargado un poco más el consejo de que empieces a dormir sola.- le dijo con malicia a la chica que ya había cumplido los dieciséis años- O quizás ir diciéndolo antes, para que no llegaras con la noticia de repente.

- Eres un sinvergüenza- le dio ella un golpe en el pecho mientras sonreía. - Si mi hermana te escucha quejarte así por irte a dormir en tu habitación tendrás problemas.

- Pero estoy seguro de que tú no vas a contarle nada, por que tú tampoco quieres que me vaya a mi cuarto.- él sonreía, estar con la chica era lo único que provocaba eso.

- Claro que no quiero,  pero es lo mejor.- y el hombre apretó los labios y no le quedó de otra que darle la razón.

La noticia a Giulia le sentó de maravilla, una por lo que implicaba para Massimo las noches junto a su hermana,  y otra y la más importante, porque eso era la verdadera muestra de que Martina estaba venciendo a sus monstruos y no los estaba guardando bajo la alfombra.

- Amor, no sigas pensando más en Martina, ven a la cama, ella va a estar bien- le dijo Jim a su mujer- Ya le pusiste la escucha de bebé de Matteo detrás del cabecero de la cama sin que ella se diera cuenta, para si tiene una pesadilla oírla enseguida, ya no hay más nada que hacer que confiar.

- Es que tengo miedo, puede que al sentirse sola vuelvan las pesadillas.

- Eso no lo sabremos hasta que no duerma, y no creo que sea factible que te quedes despierta toda la noche esperando por algo que quizás y gracias al trabajo del doctor Mark no suceda.

Con mucha inseguridad Giulia fue a los brazos del asiático que desde que había logrado resolver sus asuntos con la Yakusa nunca más se había separado de ella y de su hijo y se acurrucó en ellos.

- Ella va a estar bien.¿ Verdad?- le habló como si con lo que él dijera pudiera controlar todo a su alrededor.

- Lo estará mi amor, Martina es una chica fuerte, y se merece estar bien, ya vas a ver que no pasa nada.- le dio un beso y la acomodó bien contra él.

En la mañana Giulia encontró a Martina en la cocina mientras desayunaba para irse al colegio y la chica no tenía la mejor cara.

- ¿Dormiste bien?¿ Por qué estás así?¿Te pasa algo?- la acribilló a preguntas en un momento la mayor de las Lombardi.

- Giu, dime al menos buenos días.- le dijo sonriendo aunque las ojeras se le notaban- Y cálmate,  no me pasa nada, esta hermosura que ves alrededor de mis ojos es debido a lo tarde que me dormí, llevo muchos meses durmiendo con Massimo y anoche estuve despierta hasta no sé ni que hora,  pero cuando logré cerrar los ojos fue todo perfecto.

- Me lo juras.- le dijo como si temiera escuchar otra cosa.

- Giu,  te prometí que no te iba a ocultar nada más con respecto a este asunto, y lo estoy haciendo,  anoche dormí perfectamente, extrañé a Massimo, pero más allá de eso no sucedió nada más.- ella siguió sonriendo y la hermana mayor también lo hizo- Y ahora si me disculpas, me voy al colegio, pero antes quiero ver a mi guardia personal.- le dijo refiriéndose a Massimo- Ya supe que hoy no me va a acompañar él y quiero saber como fue su noche.

- Cordura Martina- le avisó la hermana.

- Yo soy muy cuerda, te lo aseguro.- se rió y corrió por los pasillos de la casa hasta la habitación del hombre.

- Hola- le dijo él nada más la vio entrar y la atrajo a su pecho para dejar un beso en sus labios- ¿Cómo fue tu noche sin que este caballero resguardara tus sueños?

- Extrañándote,  pero si lo que preguntas es por las pesadillas,  no aparecieron.

- Me alegra escuchar eso, quiere decir que ya no te hago falta.- las inseguridades del hombre no dejaban de crecer desde que ella le dijo lo de dejar de dormir juntos.

- ¿Entonces qué crees que hago aquí?- le preguntó sin darle mucha importancia a la esencia de lo dicho por él.

- Dejar que yo vea lo hermosa que vas al colegio.

- No seas tonto- le acarició la cara para convencerlo de que esas cosas estaban solamente en su mente- Tú sabes que te quiero a ti.- y al escuchar aquello el hombre la tomó con posesividad para besarla antes de irse.

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