El día en el colegio fue más o menos el mismo, lo único diferente era lo nerviosa que se sentía Martina pensando en que al fin iba a hablar con alguien sobre su vida y lo impaciente que estaba Gio por saber que ella, la chica que le gustaba desde su infancia estaría en su casa.
A la salida lo hicieron como habían pactado, Donato se fue y ellos esperaron un poco más para seguirlo, ya Lucian tenía las órdenes de la propia Giulia de que no podía dejar ir sola a Martina y así lo hizo, aunque al llegar a la casa el hombre se mantuvo en la puerta, afuera de esta.
- Vamos a preparar algo para comer antes de hablar.- le dijo Gio llevándola de la mano hasta la cocina de la casa- Tenemos suficiente tiempo para comer, no quiero que vuelvas a ser la niña flacucha de antes.
- Oye, que esa niña flacucha siempre fue tu amiga.- se quejó ella.
- Lo sé, era una broma, después que terminemos de comer te voy a enseñar algo que estoy seguro que no vas a creer que exista todavía.
Los dos chicos estuvieron en la cocina preparando, y después comiendo, unos bocadillos que acompañados de un refresco les sació el hambre.
- Espérame aquí- le dijo a la chica y fue hacia una de las habitaciones de la casa para regresar con una caja algo más grande que una de zapatos entre las manos- Esto es tuyo, aunque no voy a dejar que te lo lleves, técnicamente ahora es mío.- ella lo miró levantando una ceja y tomó la caja- Ven vamos al sofá para que la abras.
Se sentaron en el mueble, que era bastante grande y cómodo, y ella puso la caja sobre sus piernas y quitó la tapa, y lo que había dentro de verdad no lo podía creer y antes de sacarlo de allí unas lágrimas se escaparon de sus ojos. Pasó su mano derecha sobre aquel objeto y lo tomó para sacarlo de la caja sin decir ni una palabra y se lo llevó hasta su pecho cerrando los ojos, como si con ese gesto lograra transportarse en el tiempo, era su pequeño maletín de médico, el juguete que había recibido la última navidad que había sido tan feliz, antes de que las cosas importantes de su vida comenzaran a desaparecer.
- Gracias por conservarlo.- le dijo sin mirarlo.
- Tener esto conmigo era como tenerte cerca. - le confesó.
- Yo tuve tus canicas, y el escudo que usaba Donato, pero los perdí, lo siento.
- No lo sientas, son solo juguetes, al final lo importante es que nos encontramos otra vez y estamos juntos.- y ella sonrió, casi con tristeza, pero era una sonrisa.
- Gio, voy a contarte todo de mi vida desde que saliste de ella, pero te voy a pedir algo, no me juzgues y no me culpes de nada, si después de esto quieres alejarte de mi, lo voy a entender y seguiré adelante y si lo crees oportuno hasta me iré del colegio, pero no quiero escuchar tu desprecio.
- ¿Tan malo es que tienes que llegar a pensar que yo voy a despreciarte?
- Para mi sí.
- ¿Y si lo dejamos y no me cuentas?
- No podría seguir a tu lado por mucho más tiempo, no podría mirarte cada vez que veas o escuches como ha cambiado mi vida y tú no entiendas nada, como ayer cuando escuchaste el apellido que llevo.
- Está bien, cuenta todo entonces. - le dijo y tomó sus manos, y ella respiró pensando en como decirle.
- Ustedes se fueron lejos por lo que ganó tu padre en el casino- comenzó diciendo y el chico asintió- Y esa fue la bomba que hizo estallar a muchas familias del barrio, creer que hacerse millonario era tan fácil como ir y apostar- un suspiro se escapó de su garganta antes de seguir- Y ese fue el principio del fin.
Así fue como ella le contó todo, entre sollozos y lágrimas y abrazos de él o arranques de ira queriendo acabar con todo y con todos los que le hicieron daño y rompieron su inocencia, pero ya era tarde para eso.
Y allí estaban, acostados juntos en el sofá, él viéndola dormir en sus brazos, después de que tantas lágrimas la vencieran hasta hacerla cerrar los ojos, no le había dicho que opinaba él de todo lo que le había contado, ni siquiera perdió tiempo diciéndole que nada importaba, solamente la abrazó y la arrulló contra su pecho hasta que su respiración se calmó.
Gio le dio un pequeño beso en la cabeza y poco a poco se levantó de su lado intentando no despertarla, fue hasta su habitación y se trajo una manta para taparla y después fue a la cocina, tenía que tomar aunque fuera agua, tanto dolor y tanta ira lo iban a ahogar, y tenía que intentar bajarlos con algo.
- Puedes esperar adentro- le dijo el chico al guardia que estaba apostado en la puerta de su casa, después de escucharla contar el horror que había vivido comprendía el por qué la cuidaban tanto- Ella va a demorar, está dormida y no pienso despertarla por ahora. - Lucian asintió sin quitar la vista del chico y entró.- Si quieres ve a la cocina y come lo que quieras, yo voy a bañarme, creo que tanta mierda en este mundo me ha salpicado, si despertara no dejes que se vaya si no he salido.- Lucian siguió mirando al chiquillo aquel que parecía darle órdenes sin decir nada.- Ya veo que no eres de conversar, ya regreso.- y como le había dicho se fue al baño.
Un rato después Gio regresó, con el pelo mojado y vestido de short y camiseta llegó a la sala, y en el mismo lugar en que lo había dejado se encontró a Lucian.
- ¿Cómo te llamas?- le preguntó intentando entablar una conversación y el guardia lo miró con desconfianza.
- Lucian- le respondió sin acotar nada más.
- Pues Lucian, no tienes que estar mirándola todo el rato, esta dormida y no recuerdo que fuera sonámbula, así que ven a la cocina.- le indicó el camino y en vista de que el hombre no se movía fue él primero.
- Tengo que llamar por teléfono- le anunció el guardia solamente como una información y enseguida lo escuchó hablar- Señorita, vamos a demorar.- esperó un instante- Sí, ella está bien, pero se quedó dormida- otra pausa- Sí, no se preocupe, iremos nada más despierte.- y eso fue todo antes de terminar.
- Ahora ya puedes comer, estoy seguro de que si ella estuviera despierta te obligaría a hacerlo, siéntate por favor.- y le indicó una silla al hombre y comenzó a preparar algo de comida para los dos
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Comments
Ana Yolanda Valerio Rodriguez
Gio es un chico muy maduro para su edad y también muy bueno
2023-12-23
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