Después de muchos días de notar la camioneta negra y de encontrarla donde sea que ella estuviera, Martina lo habló con su madre, y aquella noche la discusión entre los padres fue la peor que presenciaron los hijos del matrimonio di Tomasso, pero todo se calmó y se fueron a dormir, aunque no por mucho tiempo.
El el medio de su sueño Martina sintió como la tomaban de una mano y la levantaban de la cama y la llevaban hasta la sala de su casa sin que ella tuviera que poner siquiera los pies en el suelo, mientras que detrás escuchaba los gritos de sus hermanos pequeños que también eran arrastrados como ella.
La misma mano que la llevó hasta allí la lanzó a los pies de un hombre de apariencia desagradable que estaba sentado en el sillón que siempre usaba su padre para ver la televisión mientras con tranquilidad fumaba un tabaco que llenaba la casa de un desagradable olor.
- Es hermosa tu hija di Tomasso- escuchó la niña referirse a ella y el hombre la tomó por el mentón y la hizo levantar el rostro- Y muy tierna, va a aprender rápido, estoy seguro.
- Por favor, deje a mi hija.- pidió el padre que abrazaba a la madre que solamente lloraba- Le juro que voy a pagarle todo, se lo juro.
- Eso a mi no me vale, tu palabra no la quiero, quiero mi dinero y como sé que no lo tienes te propongo un trato- el hombre, sudado y con aquel olor desagradable siguió hablando- Ya te dije que tienes una hija hermosa, va a servir por unos años mientras no crezca mucho, y para cuando eso suceda prometo que te la devolveré, si tu deuda no vuelve a crecer- le aclaró- En cambio si me la das de garantía, me voy a olvidar de cada euro que me debes.
- No, mi hija no.- el padre quiso acercarse al hombre pero fue detenido por uno de los guardias que le propinó un golpe seco en el estómago que lo dejó en el suelo sin aire.
- Bueno, yo tú me lo pensaría bien, tú tienes dos hijos más, y estoy seguro que a alguno de mis hombres le han gustado- el miserable chupó otra vez su tabaco y lanzó el humo sobre el padre- Si te niegas puedes mirar como ellos se divierten con tus tesoros antes de poner una bala en cada uno y después yo me llevaré igual a tu hija, en cambio, si aceptas mi oferta, tu deuda está saldada y todos somos felices, bueno mis hombres no, que tienen que buscar diversión en otro lado.
- Por favor, por favor, es solo una niña.- pidió el hombre desde el suelo con el corazón roto en mil pedazos.
- Eso es lo que ha aumentado su valor, si no como crees que la iba a cambiar por todo lo que me debes.- le contestó como si de la compra de pescado fresco se tratara.
- Por favor- volvió a pedir en voz baja entre lágrimas.
- Ya veo que eso es un sí, chicos nos vamos.- dijo levantándose y haciendo una seña para que tomaran a la niña del suelo donde seguía tirada y salió caminando mientras dejaba atrás los gritos de los padres y los de la propia niña que se rehusaba a ser llevada.
A Martina la lanzaron dentro de una camioneta como si de una bolsa se tratara y allí la sostuvo uno de aquellos hombres hasta que llegaron a no sabía ella donde, y en medio de la oscuridad, la llevaron hasta una habitación en la que ya estaba el desagradable hombre que había visto en su casa.
Lo que vino después fue todo como una película de horror para la niña, ella gritaba y trataba de defenderse de aquel miserable, pero por cada grito recibía un golpe y algo más, ella nunca pensó que su pequeño cuerpo pudiera aguantar tanto dolor con todo lo que estaba haciéndole aquel monstruo, hasta que como una defensa de su propio cerebro, cayó en la inconsciencia.
Martina despertó al sentir que pasaban algo húmedo por su cara y al abrir los ojos vio a una mujer mayor junto a ella.
Instintivamente se arrastró desnuda aún sobre la cama para alejarse de ella muerta de miedo.
- No, no cariño, yo no te voy a hacer nada- le dijo con voz suave y se giró hasta un hombre que también estaba allí y le dijo con desprecio- Puedes irte de aquí, no es que ella se vaya a escapar- el hombre sonrió con maldad y salió de la habitación. - Ya está cariño ahora estamos solas, dime como te llamas.
- Martina- dijo ella sin fuerzas y queriendo llorar.
- Bien Martina, necesito saber algo¿Ya tuviste tu primera menstruación?- la niña asintió- Bien, entonces tómate esto- le dijo poniendo dos pastilla en su mano- Esto- le señaló a la blanca- Lo vas a tomar cada vez que ese miserable aparezca por aquí hasta que tu cuerpo se acostumbre a esta otra- le señaló a una de color- Él no lo puede saber, y si yo no te la doy me lo recordarás y la otra te la daré cada día con el desayuno, no podemos arriesgarnos a que salgas embarazada.- la niña escuchó aquello y comenzó a llorar y la mujer se acercó a ella y la abrazó- Dios,¿cuando vas a mandar a alguien a que haga el trabajo?- dijo la mujer mirando hacia arriba, como un reclamo,y siguió consolado a la pequeña.
La vida para Martina no mejoró, aquel viejo miserable aparecía casi todos los días y muchos de ellos era solamente a golpearla, según él ella tenía que aprender, y mientras más rápido lo hiciera mejor, y la niña todavía tenía rasgos de rebeldía que tenían que desaparecer, sobre todo su renuencia a llamarlo papito y a mostrarse como una hija amorosa después de que el la usara a su antojo.
Y aquella mujer del primer día, que ahora sabía que se llamaba Greta, seguía apareciendo todas las mañanas, y a escondidas seguía dándole las pastillas, hasta que la niña tuvo la menstruación y entonces dejó de darle la blanca.
Con los días Greta además de alimentarla, medicarla en secreto y ayudarla a curar los golpes también le hablaba de las cosas de la casa, ya Martina sabía que allí había otra mujer, era la esposa de aquel demonio, la mantenía bajo fuertes calmantes, encerrada en una habitación y la torturaba psicologicamente, pero también sabía que ella no era la única prisionera que había estado allí, antes de ella hubo otra niña, hacía tiempo, cuando la hija de Belina se fue a un colegio interno, era más pequeña, por lo que no resistió mucho y murió.
Supo que Greta había sido la nana de Belina Lombardi, la esposa, y vino con la señora cuando esta tuvo a su hija para ayudarla a cuidarla, y así lo hizo hasta que el maldito de Giuseppe se la vendió a otro mafioso y las separó, desde ese día el afán del hombre por que Belina muriera se había intensificado y ya además de los barbitúricos que le daba, Greta había descubierto que la estaba suministrando un polvo blanco que ella no sabía que era.
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Comments
Cachorritos Consentidos
que fea novela, 😞 e leído muchas pero cómo está nunca.orrible .
porque tanto sufrimiento y maldad asia la mujer
2024-06-09
2
Nerida Navas
Ciertamente, muy fuerte...??
2024-06-07
1
Valentina Rocha
ufff muy fuerte este tema
2024-04-11
2