Y como estaba previsto, Martina di Tomasso desapareció sin dejar rastro alguno, después de que Giulia pagara mucho dinero ni siquiera constaba su nacimiento, y se convirtió en solo un día en Martina Lombardi, sus padres, que la vieron salir obligada aquella noche entre lágrimas de su casa nunca más supieron de ella, aunque la niña si se encargó de averiguar de ellos.
Resultó que como Martina pensaba, su padre volvió a las apuestas y su madre se tiró a una vida llena de alcohol, sus dos hermanos pequeños fueron llevados con la abuela materna por la policía, que tuvo que sacarlos de la casa debido a una fuerte discusión entre los padres que terminó en agresiones por ambas partes, y la pobre anciana hacía maravillas para mantener a los pequeños y a la vez no dejar que los progenitores se acercaran.
- Señora- le habló Massimo desde la oscuridad de la cocina de la abuela de Martina una noche después de que ella acostara los niños y la mujer casi muere del susto.
- Yo no tengo dinero, se lo aseguro, no sé que le habrán dicho ellos pero le juro que no tengo nada.- empezó a hablar llena de miedo la mujer.
- Yo no vengo por su dinero señora- le dijo el hombre- Vengo por sus nietos.
- No por favor, se lo suplico, no me los quite a ellos también, ya me quitaron a mi niña, a ellos también no.- la mujer se tiró al suelo y suplicaba llorando.
- Yo no vengo a llevármelos, vengo a hablar con usted de ellos.- la mujer levantó la cara llena de lágrimas en la dirección de donde salía aquella voz que por la oscuridad no sabía a quien pertenecía- A partir de mañana, los niños asistirán al colegio al que pertenecen estos documentos que dejaré en su mesa y en su cuenta bancaria aparecerá un monto cada mes para suplir las necesidades de ellos y las suyas por supuesto, a cambio usted no permitirá que sus padres se les acerquen, legalmente ya me encargo yo de eso, pero usted los alejará si intentan algo con ellos y lo más importante, les dará mucho amor, si usted no cumple con mis exigencias vendré por aquí y entonces si sabrá lo que es pagar una deuda.
- Señor ¿ Quién es usted?¿ Me puede decir algo de mi Martina?- preguntó la mujer sin levantarse del suelo.
- Quién soy no es importante para usted y olvídese de Martina di Tomasso, ella no existe, y nunca lo hizo.
- No le entiendo¿Cómo dice eso de mi niña?
- Olvide ese nombre señora, es lo mejor para usted, aquí le dejo un teléfono, manténgalo siempre encendido, cuando yo quiera saber de los niños la llamaré por él y si algo les sucediera llame al único número que tiene registrado, no lo use para más nada.
Y sin esperar que la mujer preguntara algo más salió en medio de la oscuridad por donde mismo había entrado, y caminó hacia una camioneta negra que esperaba por él.
- Gracias- le dijo Martina nada más que lo vio entrar en el vehículo.- el hombre la miró, físicamente había cambiado mucho en pocos días, lo único igual en ella eran el pelo y sus ojos.
- No me agradezcas todavía- le contestó después de centrarse otra vez en el momento- Vamos a ver si hace lo que le dije, aunque parecía bastante asustada y por lo general la gente obedece mejor si tiene miedo.
- Lo hará, ella sabe que es lo único que le queda en el mundo a mis hermanos y no les va a fallar.- ella le puso toda su confianza a la abuela a pesar de sus años, la señora siempre fue muy amorosa y preocupada por sus nietos.
- Tus padres debían ser los que pensaran así y mira.- le dijo como una forma de abrirle los ojos a la realidad, pero a ella le supo a reproche.
- Lo sé, pero no quiero hablar de ese tema ahora.- contestó secamente mirando por la ventana del vehículo hacia ningún lugar en medio de la oscuridad de la noche.
- Lo siento, fui yo quién no debió decirte eso.- se disculpó tomándole la mano que ella tenia sobre el asiento del auto y con eso sellaron la conversación hasta llegar a la casa.
Varios días más pasaron y todo estaba tomando su curso, ya Giulia había sido nombrada la máxima representación de la Camorra y Martina estaba despertando en su cumpleaños número quince con un sol radiante y una alegría que pensó que no volvería a recuperar.
Aunque pareciera mentira en el tiempo que llevaba junto a Giulia que era escasamente un mes, había aumentado bastante de peso y con los ejercicios que hacía diariamente para entrenarse en defensa personal su cuerpo menudo y frágil estaba cambiando bastante.
- ¡Feliz cumpleaños!- escuchó a Greta y a Giulia gritar nada más apareció en la cocina y una avalancha de besos le cayó encima y la chica comenzó a llorar.- No, no llores- le pidió Giulia mientras seguía besándola.
- Lo siento, es una mezcla de alegría y tristeza y esto es el resultado.
- Pero hoy no es un día para lágrimas, es de felicidad. - le dijo Greta volviéndola a besar ella sonrió. - Pero bueno, desayuna pronto, el profesor de defensa está esperando, y después iremos de compras.
- Ya voy, espero que el profesor sepa que hoy tiene que tratarme con cariño, me lo merezco por ser mi cumpleaños.
- Ese no sabe lo que es eso.- le dijo Giulia y las tres rieron.
Martina entró en el gimnasio de la casa, en donde cada día la esperaba Massimo para enseñarle las tácticas de la defensa personal y el manejo de las armas aunque allí dentro no era el lugar donde precisamente dispararan, pero como él mismo siempre le decía disparar bien no es solamente apretar el gatillo y dar en el blanco por mera casualidad y buscó al hombre con la vista, y le pareció raro no encontrarlo allí así que se dispuso a esperar un poco.
- Cof, cof.- escuchó Martina a su espalda y se giró para quedar de frente a Massimo- Feliz cumpleaños- le dijo el hombre y le extendió una alargada caja roja que ella tomó con una sonrisa y al instante abrió.
Era una cadena dorada tan fina que parecía trenzada con cabellos rubios y de ella colgaba una M en mayúscula adornada con algunas pequeñas piedras del color de los ojos de la chica.
Y en un arranque de felicidad ella se le lanzó al cuello y lo abrazó, abrazo que fue correspondido.
Y allí estaba él, con una niña entre sus brazos, pero ya no era aquella minúscula y asustada niña que puso en su cama la noche en que la trajeron, aquella ya no existía, ahora estaba otra muy cambiada y sin darse cuenta este hombre hecho y curtido por la vida se vio suspirando como un adolescente.
Cuando Martina separó el abrazo, él se sintió vacío, sintió que algo se le escapaba a su pecho y sin pensar en lo que hacía acercó sus labios a los de ella y los rozó con delicadeza, fue solo eso, un roce, no pensaba besarla, pero percibió el escalofrío que tuvo la chica y enseguida se arrepintió de lo que había hecho y ahora fue él quién la apretó contra su pecho.
- Perdona- fue lo único que le dijo y ella no contestó, solamente suspiró.
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Comments
Carmen Blanco
algo que siempre pensé es que un hombre mayor que una es lo ideal, porque te enseña y creo que te valora,aunque no siempre es así ahora con los años me doy cuenta que a veces los menores valoran también y aman intensamente,si bien no es mi caso ya que mi esposo me lleva 8 años...,. siempre me da gusto los que aparecen en estás novelas......sigue asi que me encantan tus novelas
2024-05-04
3
Maria Victoria Ruiz Alcaide
Es preciosa
2024-04-20
1
Rossi
Me encanta tu novela
2024-02-24
4