Capítulo 17: El Secreto de bety

Bety se encontraba en una situación complicada. Sabía que debía contarle a Alicia sobre la aparición de Tyno, su querido perro que había fallecido hace tres años, pero también comprendía que esto la preocuparía enormemente y, posiblemente, su amiga le pediría que se deshiciera de su amado perro. Temía que eso fuera lo mejor, pero la sola idea de alejar a Tyno de nuevo la llenaba de tristeza y pesar. Así que, por el momento, decidió ocultar la situación y esperar a ver qué sucedía.

Esa mañana, mientras el sol se alzaba en el horizonte, Bety ya estaba esperando a Alicia afuera de su casa. Había tomado esta decisión para evitar que su amiga se acercara al interior, donde Tyno ahora vivía. Aunque la presencia de su querido perro la reconfortaba en cierta medida, la preocupación estaba presente en su mente, como una sombra que no podía sacudirse.

Cuando llegaron al instituto, a pesar de la pesadez que Bety sentía en su corazón, había un atisbo de felicidad en sus ojos. Sabía que, al final del día, Tyno estaría allí esperándola. Sin embargo, Alicia notó que algo no estaba bien. Había una extraña melancolía en la mirada de su amiga, y una preocupación que no podía ignorar.

Durante la jornada escolar, mientras caminaban por los pasillos, Alicia decidió abordar el tema. Se detuvo y miró a Bety con una expresión de inquietud en su rostro.

"Bety, ¿estás segura de que estás bien?" preguntó con voz suave pero preocupada. "Has estado actuando de manera extraña últimamente, y no puedo evitar preocuparme por ti".

Bety se mordió el labio, sintiéndose atrapada entre su deseo de contar la verdad a su amiga y su temor a lo que podría suceder si lo hacía. Sabía que había estado ocultando la aparición de Tyno, y eso la hacía sentirse culpable.

Alicia continuó, sus ojos buscando respuestas en los de Bety. "Si algo está pasando, Bety, puedes confiar en mí. Siempre hemos estado juntas en esto, pase lo que pase. No tienes que llevarlo sola".

Bety miró a su amiga, sintiendo el peso de la confianza que habían compartido durante tanto tiempo. Sabía que no podía ocultar la verdad por mucho más tiempo, y tal vez Alicia podría ayudarla a comprender lo que estaba sucediendo.

Finalmente, mientras caminaban hacia sus casas después de la escuela, Bety tomó una decisión. Sabía que era hora de contarle a Alicia la verdad sobre Tyno.

Cuando llegaron a la casa de Bety, ambas se detuvieron en la entrada. Bety inhaló profundamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar la situación. Finalmente, miró a Alicia y habló con sinceridad.

"Alicia, necesito contarte algo", comenzó, su voz temblando ligeramente. "Tyno... Tyno ha regresado."

La mirada de Alicia se llenó de sorpresa y confusión. "¿Tyno? ¿Cómo es eso posible? Sabes que murió hace tres años."

Bety asintió, sintiendo el nudo en su garganta. "Lo sé, Alicia. Pero, de alguna manera, él está aquí. Lo vi en la puerta de mi casa y lo traje adentro. No puedo explicarlo, pero es él, estoy segura".

Alicia suspiró profundamente, mirando a su amiga con una mezcla de preocupación y comprensión. "Bety, entiendo que lo extrañes, pero esto no es normal. ¿Has pensado en lo que podría significar?"

Bety asintió con tristeza. "Sé que algo anda mal, pero... no puedo separarme de él de nuevo, Alicia. Es como si mi deseo se hubiera cumplido, pero a costa de algo que no entiendo".

Alicia puso una mano reconfortante en el hombro de Bety. "Lo entiendo, amiga, pero debemos ser cautelosas. No sabemos qué consecuencias podría tener esto. Tal vez deberíamos buscar ayuda o averiguar más sobre lo que está sucediendo".

Bety asintió, agradecida por la comprensión de su amiga. Sabía que, aunque había compartido su secreto, aún había muchas preguntas sin respuesta. Pero al menos ahora no tendría que enfrentar esta situación sola.

Esa noche, mientras regresaban a casa después de una cena rápida, Bety se sintió aliviada al pensar que encontraría a Tyno esperándola en la entrada, como había sido su rutina desde su regreso. Sin embargo, cuando abrió la puerta, su corazón se hundió al darse cuenta de que Tyno no estaba allí.

La desesperación la invadió mientras buscaba frenéticamente en su casa, llamando al nombre de su querido perro. Alicia, viendo la angustia en el rostro de su amiga, se unió a la búsqueda, revisando cada rincón de la casa, pero sin encontrar ninguna señal de Tyno.

La noche pasó sin que Tyno regresara, y la inquietud y el temor llenaron el corazón de Bety. Había compartido su secreto con Alicia, y ahora se enfrentaba a la posibilidad de que algo terrible hubiera ocurrido con su querida mascota. La incertidumbre se cernía sobre ellas, y ambas se preguntaban si habían desencadenado accidentalmente una cadena de eventos sobrenaturales que estaban fuera de su control.

La noche se extendió en un silencio ominoso, roto solo por los latidos acelerados de los corazones de Bety y Alicia. A medida que las horas pasaban, la inquietud en la casa se intensificaba. Cada sombra, cada susurro del viento en la oscuridad, parecía llevar consigo una sensación de presencia inquietante.

Alicia, que normalmente se mostraba tranquila y racional, comenzó a sentir una creciente sensación de inseguridad. Sus pasos resonaban por el pasillo mientras buscaba a Tyno, pero no había rastro del perrito. Cada vez que miraba hacia una esquina oscura o una puerta entreabierta, una sensación de que algo la observaba la invadía.

Bety, por su parte, no podía evitar sentir que había cometido un terrible error al permitir que Tyno regresara. A pesar de su amor incondicional por su mascota, el temor se apoderaba de ella. ¿Qué podría haber desatado al cumplir su deseo? ¿Y dónde estaba Tyno ahora?

Las sombras de la casa parecían cobrar vida propia, danzando en las esquinas de las habitaciones y retorciéndose en formas incomprensibles. Los candelabros centelleaban con un resplandor siniestro, y los murmullos inquietantes llenaban el aire. Los minutos se convirtieron en horas, y la oscuridad de la noche parecía eterna.

Finalmente, el agotamiento se apoderó de ellas, y Bety y Alicia se retiraron a sus respectivas habitaciones, aunque la idea de dormir les resultaba casi imposible. Cada sonido, cada movimiento en la casa las hacía sobresaltar en sus camas. Sus sueños estaban plagados de pesadillas, visiones de Tyno desapareciendo en la oscuridad, de sombras acechantes y de voces susurrantes que llenaban sus oídos con palabras incomprensibles.

A la mañana siguiente, se reunieron en la cocina, con ojeras profundas bajo los ojos y una sensación de agotamiento que no podían sacudir. El sol brillaba afuera, pero dentro de la casa, la atmósfera seguía siendo opresiva. Ninguna de ellas había dormido bien, y la preocupación por Tyno seguía pesando en sus mentes.

Decidieron tomar medidas. Recibieron la llamada del veterinario que ya estaban los resultados de los análisis de tyno, pero la noticia que recibieron solo aumentó su angustia. El veterinario les explicó que la coagulación de la sangre en Tyno era un síntoma preocupante, y que no había una explicación médica clara para ello. Le pidió a Bety que trajera a Tyno para hacer más pruebas, pero la mascota seguía desaparecida.

La búsqueda de Tyno se convirtió en una obsesión para Bety y Alicia. Recorrieron los alrededores de la casa, preguntaron a vecinos, colocaron anuncios, pero no hubo rastro de él. El sentimiento de que algo siniestro estaba ocurriendo se hizo más fuerte con cada día que pasaba sin noticias de su mascota.

A medida que se adentraban en la búsqueda, comenzaron a notar cosas extrañas en su entorno. La casa parecía estar viva con susurros y movimientos inexplicables. A menudo, sentían que algo las observaba desde las sombras, una presencia inquietante que las llenaba de temor.

. A pesar de todos los esfuerzos que habían invertido en la búsqueda, no lograron obtener resultados positivos. Alicia, sintiéndose abrumada por la preocupación, tomó la decisión de regresar a su casa, dado que su madre había vuelto de su viaje de negocios. Bety agradeció sinceramente a Alicia por haber estado a su lado mientras sus padres disfrutaban de su segunda luna de miel, y se despidieron con un nudo de inquietud en el corazón.

Alicia se sentía angustiada y preocupada mientras se alejaba de la casa de Bety. En lo más profundo de su corazón, sabía que algo no estaba en orden. Sin embargo, el hecho de que los padres de Bety regresarían al día siguiente de sus vacaciones la tranquilizaba un poco.

Al llegar a casa, Alicia intentó distraerse con sus deberes y actividades habituales, pero la inquietud persistía. No podía sacarse de la cabeza la sensación de que algo oscuro acechaba a su amiga y a su hogar. Mientras tanto, los minutos parecían horas mientras esperaba noticias de Bety.

La noche cayó, y Alicia no pudo evitar la sensación de que algo terrible estaba por ocurrir. Miró el reloj con frecuencia, preguntándose si Bety estaba bien y si había tenido noticias de Tyno. La casa de su amiga estaba a unas pocas cuadras de distancia, pero en esa oscuridad inquietante, parecía estar a una distancia inalcanzable.

Finalmente, no pudo resistir más y decidió hacer una llamada a Bety. El teléfono sonó varias veces antes de que su amiga respondiera. La voz de Bety estaba tensa y llena de preocupación mientras explicaba que no había noticias de Tyno y que seguía desaparecido. A pesar de su intento de mantener la calma, Alicia podía escuchar la angustia en su voz.

"Voy a ir allá", dijo Alicia, su preocupación transformándose en determinación. "Necesito estar contigo y ayudarte en lo que sea que esté sucediendo". Bety agradeció la oferta, solo quiero dormir respondio y se despidió de su amiga.

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