Cumpliré Todos Tus Deseos
Tres largos años habían transcurrido desde aquel oscuro y trágico episodio que dejó una cicatriz imborrable en el alma de Alicia. A pesar del tiempo que había pasado, el dolor y la angustia de aquellos recuerdos seguían persiguiéndola día tras día, como sombras persistentes que se negaban a desaparecer. La pesadilla que compartía con sus amigos, una pesadilla que solo ella conocía en su totalidad, estaba destinada a atormentarla hasta el fin de sus días.
En el exterior, el mundo estaba envuelto en un manto de misterio que ocultaba la verdad detrás de la desaparición de Ben, Jony, Laura, Bety y Alicia. Según el informe policial, los cinco amigos habían simplemente desaparecido sin dejar rastro alguno. No había pistas, no había testigos, solo un vacío oscuro donde antes existía la vida vibrante de esos jóvenes. El pueblo, que una vez había estado lleno de esperanza y alegría, ahora se encontraba sumido en un silencio inquietante, cargado de incertidumbre y temor.
Alicia, a pesar de su apariencia tranquila y su esfuerzo por seguir adelante, estaba lejos de superar el trauma que la había marcado profundamente. Noches sin dormir, pesadillas vívidas y la constante sensación de que algo estaba mal la atormentaban constantemente. Se sentía atrapada en un remolino de preguntas sin respuestas y de recuerdos dolorosos que parecían perseguirla en cada momento de su vida.
Sus amigos habían sido su refugio, su fuente de apoyo incondicional. Ben, el valiente y audaz líder del grupo, siempre había estado allí para protegerla. Jony, el inquisitivo y enigmático, compartía con ella su pasión por lo desconocido. Laura, la voz de la razón, la había guiado en momentos de duda. Bety, la optimista y curiosa, siempre encontraba una manera de sacarle una sonrisa. Juntos habían sido su familia, su fortaleza en los días más oscuros.
Pero ahora, esos días de alegría y complicidad parecían pertenecer a otro tiempo, a una vida que había quedado atrás. La desaparición de sus amigos había dejado un vacío abismal en su corazón y en su vida. El mundo exterior podía especular sobre lo que había sucedido, pero solo Alicia sabía la verdad, una verdad que era demasiado dolorosa y aterradora para compartirla con nadie.
A pesar de todo, Alicia no podía dejar de buscar respuestas. Pasaba horas interminables revisando los informes policiales, escuchando testimonios de testigos y repasando en su mente cada detalle de aquella fatídica noche. La inquietud la impulsaba a seguir buscando, a no rendirse en su lucha por descubrir la verdad y encontrar a sus amigos, si es que aún estaban vivos.
La búsqueda de respuestas la había llevado a investigar por su cuenta, a adentrarse en territorios oscuros y peligrosos donde la mayoría preferiría no aventurarse. Había contactado a investigadores privados, rastreado pistas vagas y seguido cualquier indicio que pudiera llevarla a descubrir el paradero de sus amigos. Pero hasta el momento, sus esfuerzos habían sido en vano.
La obsesión por encontrar a sus amigos había empezado a afectar su vida cotidiana. Había dejado de lado sus estudios, había perdido su trabajo y se había distanciado de su familia. Su única meta, su única razón para seguir adelante, era la esperanza de reunirse con Ben, Jony, Laura y Bety, y encontrar respuestas a las preguntas que la atormentaban.
Alicia sabía que su búsqueda era peligrosa y que enfrentaba obstáculos insuperables, pero no podía dejar de luchar. Cada noche, cuando cerraba los ojos, veía los rostros de sus amigos y escuchaba sus voces en sus sueños. Les prometía que no los abandonaría, que haría todo lo que estuviera a su alcance para encontrarlos y descubrir la verdad detrás de su desaparición.
El tiempo seguía avanzando implacablemente, y Alicia se encontraba atrapada en una espiral de desesperación y esperanza. La vida continuaba su curso en el exterior, pero para ella, el tiempo se había detenido en aquel momento oscuro y trágico. Sabía que la única manera de seguir adelante era encontrar respuestas, incluso si eso significaba enfrentarse a los demonios de su pasado y sumergirse más profundamente en el misterio que la rodeaba.
Mientras tanto, en algún lugar lejos de la mirada de Alicia, la casa abandonada yace en silencio, guardando sus propios secretos. Los objetos olvidados y los rincones oscuros esperaban pacientemente a ser descubiertos por aquellos que buscaran respuestas. En su interior, el libro misterioso yacía en espera, conteniendo una escritura ancestral que podría ser la clave para desentrañar el enigma que envolvía a los amigos desaparecidos. La casa había presenciado la tragedia y el misterio, y estaba lista para revelar sus secretos a aquellos lo suficientemente valientes para adentrarse en su interior.
La historia de estos cinco amigos era una de esas que parecían sacadas de una película, una amistad que había arraigado profundamente en sus corazones desde la infancia. El vínculo entre ellos se había forjado en los patios de la primaria, donde la vida aún era sencilla y llena de posibilidades. A medida que los años pasaron, esos lazos se hicieron más fuertes que nunca, consolidando una amistad inquebrantable que resistiría las tormentas de la vida.
Desde el principio, Ben, Jony, Laura, Bety y Alicia se dieron cuenta de que eran más que simples amigos; eran almas gemelas en el verdadero sentido de la palabra. No solo compartían risas y aventuras, sino que también compartían sus miedos, sueños y aspiraciones más profundas. Crecieron juntos, apoyándose en cada paso del camino.
La secundaria marcó el comienzo de una nueva etapa en sus vidas, pero su amistad se mantuvo intacta. Durante esos años de cambio y descubrimiento, se apoyaron mutuamente en cada desafío que la vida les presentaba. Los primeros amores, los exámenes difíciles, las peleas familiares, todo lo enfrentaron juntos. Eran un equipo, una fuerza unida que parecía invulnerable.
Los recuerdos de esos años eran un tesoro que atesoraban en sus corazones. Las noches de risas interminables, las aventuras bajo la luna y las promesas de amistad eterna llenaban su vida cotidiana. Cada uno tenía su papel en el grupo: Ben era el valiente líder, Jony el misterioso pensador, Laura la sensata consejera, Bety la fuente de alegría y risas, y Alicia, la más introvertida pero también la más leal.
Fue durante uno de esos veranos dorados que su destino cambió de manera irrevocable. La casa abandonada, ese lugar lleno de misterio y peligro, se cruzó en su camino, marcando el comienzo de una pesadilla que aún no había terminado. Pero incluso en medio de la oscuridad que los rodeaba, su amistad se mantuvo firme como un faro en la tormenta.
Mientras exploraban los rincones sombríos de la casa, sus vínculos se fortalecían aún más. Compartían sus temores y anhelos mientras avanzaban juntos por pasillos polvorientos y habitaciones abandonadas. Cada descubrimiento fortalecía su resolución de enfrentar lo desconocido, de mantenerse unidos pase lo que pase.
La amistad que compartían era un refugio en medio de la incertidumbre. A medida que se sumergían más profundamente en el misterio de la casa, encontraron consuelo en su compañía. Sabían que podían confiar los unos en los otros, que siempre estarían allí para apoyarse, incluso en los momentos más oscuros.
El tiempo había pasado desde aquel fatídico día en la casa abandonada, y sus amigos seguían sin aparecer. La amargura del tiempo perdido y las preguntas sin respuesta pesaban sobre Alicia, pero la chispa de esperanza seguía viva en su interior. A pesar de la oscuridad que los rodeaba, sabía que si alguna vez encontraba a sus amigos, su amistad solo se fortalecería. Juntos, podrían enfrentar cualquier desafío y descubrir la verdad detrás de su desaparición.
Fue durante un cálido verano, hace tres años, que su destino cambió irrevocablemente. Descubrieron por casualidad la existencia de una antigua casa de adobe escondida cerca de la playa, rodeada de árboles y escombros. La estructura, que se caía a pedazos, parecía un lugar sacado de una película de terror. La curiosidad juvenil los impulsó a investigar, a pesar de los reticentes deseos de Alicia, la más miedosa del grupo.
Ben, el más intrépido de todos, arrancó la puerta de entrada con determinación, revelando un interior cubierto de polvo y decadencia. Muebles antiguos, cubiertos de suciedad y algunos rotos, llenaban la estancia. La atmósfera era opresiva, y los rayos de sol se filtraban a través de las ventanas rotas, creando una penumbra inquietante. Pero la curiosidad los impulsó a adentrarse en ese mundo olvidado, donde el tiempo parecía haberse detenido.
Exploraron cada rincón de la casa, revisando cajones y alacenas que guardaban secretos del pasado. Todo en el lugar estaba tal como si sus misteriosos ocupantes hubieran huido precipitadamente, abandonando sus pertenencias sin mirar atrás. Los cinco amigos compartían una sensación de intriga, mezclada con el temor que solo un lugar tan lúgubre podía inspirar.
Alicia, a pesar de su miedo inicial, no pudo evitar sentir la curiosidad crecer en su interior. Sus amigos recorrían el lugar con asombro, y aunque sus corazones latían con fuerza, la aventura los unía aún más. Sin embargo, ninguno de ellos sospechaba lo que encontrarían en las profundidades de aquel misterioso refugio.
La perspicacia de Jony hizo que viera en aquel lugar una oportunidad que ninguno de ellos había considerado. Nadie más parecía saber de la existencia de esa casa en ruinas, lo que la convertía en un refugio secreto perfecto. Sería su lugar de encuentro, su santuario, como una casa club para ellos. Ben asintió en acuerdo, su rostro iluminado por la idea de tener un escondite exclusivo donde pudieran pasar el tiempo juntos sin preocupaciones. Laura, siempre la voz sensata del grupo, comentó: "No es una mala idea, ¿verdad?".
Sin embargo, la voz temblorosa de Alicia rompió la euforia del momento. Sus ojos reflejaban su preocupación mientras preguntaba: "Pero, ¿qué pasa si esta casa tiene dueño? ¿Qué hacemos entonces?". Ben, siempre confiado y decidido, respondió con una sonrisa tranquilizadora: "Si tiene dueño, simplemente se la devolvemos. No causaremos problemas a nadie". Sus palabras aliviaron las preocupaciones de Alicia, aunque una sensación inquietante persistía en su interior.
Al día siguiente, acordaron reunirse en la casa después del mediodía. Su primera tarea sería limpiar un poco el lugar y evaluar las áreas donde no se podía permanecer debido a la condición ruinoso del techo. La anticipación y el nerviosismo llenaron el aire mientras se preparaban para esta nueva aventura que se cernía sobre ellos. La casa, con su historia oculta y su promesa de secretos por descubrir, los atraía como un imán, y estaban decididos a hacer de ella su propio refugio, sin importar lo que encontraran en su interior.
El día siguiente llegó con un sol radiante que disipó parte de la inquietud que los amigos habían sentido la tarde anterior. Se encontraron en el lugar acordado, cada uno llevando consigo herramientas improvisadas para la limpieza: escobas, trapos viejos y cubos. Ben, siempre el líder del grupo, parecía lleno de energía y determinación mientras sostenía una pala en la mano.
La casa, ahora bañada por la luz del día, parecía menos tenebrosa pero igual de intrigante. Con paso decidido, entraron nuevamente en el interior polvoriento. Los rayos de sol se filtraban a través de las ventanas rotas, iluminando motas de polvo que flotaban en el aire. El lugar parecía cobrar vida a medida que comenzaron a limpiar y a despejar el camino.
El trabajo fue arduo, pero el entusiasmo del grupo no disminuyó. Mientras limpiaban, empezaron a notar pequeños detalles que les revelaban más sobre la historia de la casa. Encontraron fotografías en blanco y negro de personas que parecían haber vivido allí hace décadas, y diarios llenos de notas que les intrigaron aún más. Alicia, a pesar de sus miedos iniciales, se unió a la búsqueda de tesoros ocultos, sintiendo la misma curiosidad que sus amigos.
A medida que avanzaban en su tarea, comenzaron a descubrir áreas en las que el techo se encontraba en peor estado. Era evidente que habían zonas en las que no podrían aventurarse sin riesgo. Decidieron acordonar esas áreas peligrosas con cintas de precaución improvisadas, marcando un territorio desconocido que sería explorado en el futuro.
El sol se movía lentamente a través del cielo, marcando las horas que pasaron volando mientras se sumergían en la tarea de restaurar la casa. Los amigos compartieron risas y conversaciones, reviviendo recuerdos de su amistad y construyendo nuevos momentos juntos. A medida que avanzaba la tarde, la casa comenzó a transformarse, mostrando signos de su antigua gloria entre los escombros.
Finalmente, cuando el sol se acercaba al horizonte y el día llegaba a su fin, decidieron tomar un descanso. Se sentaron juntos en el patio trasero de la casa, que estaba invadido por la vegetación pero prometía ser un lugar perfecto para futuras reuniones. El viento susurraba entre los árboles, y las olas del mar cercano se escuchaban a lo lejos, creando una atmósfera de tranquilidad que contrastaba con la intriga que les había llevado allí.
Mirándose mutuamente, los amigos compartieron una sonrisa cómplice, sintiéndose más cerca que nunca. A pesar de los misterios que rodeaban la casa y los traumas del pasado, este lugar se había convertido en algo especial para ellos, un refugio donde podían ser ellos mismos y construir nuevos recuerdos.
La noche se cernía sobre la casa abandonada, y los amigos decidieron regresar a casa, prometiendo volver al día siguiente. No podían saber entonces que este lugar se convertiría en el escenario de eventos que desafiarían su amistad y los harían confrontar los oscuros secretos que guardaba. La aventura apenas comenzaba, y la casa oculta en la playa estaba llena de sorpresas y enigmas por descubrir.
El sol, que había estado iluminando la casa abandonada durante su jornada de limpieza, comenzó a ceder ante la penumbra de la noche. La luz menguante creó sombras que oscurecieron los rincones recién descubiertos de la casa. A pesar de la atmósfera inquietante que se cernía sobre ellos, los amigos compartieron una cena improvisada en el patio trasero, bajo el cielo estrellado.
Mientras comían, el aire fresco de la noche parecía susurrarles secretos que aún no habían sido revelados. Las hojas de los árboles cercanos crujían misteriosamente, y las olas del mar, que ahora se escuchaban más cerca, se convirtieron en una melodía inquietante. Alicia, a pesar de su valentía durante el día, no podía evitar sentir una sensación de aprensión que se intensificaba con cada sombra que se alargaba.
Ben, siempre el optimista del grupo, trató de aliviar la tensión en el aire: "Chicos, hoy fue un gran día. Estoy seguro de que esta casa tiene más secretos que revelarnos, y estoy emocionado por lo que encontraremos en el futuro". Sus palabras intentaron inyectar valor en todos, pero el ambiente seguía tenso.
Jony, el pensador profundo del grupo, interrumpió la conversación: "Recuerden que esta casa tiene una historia desconocida, y los secretos que guarda pueden ser tanto fascinantes como perturbadores. Debemos estar preparados para lo que podamos encontrar". Su voz reflejaba una mezcla de emoción y cautela, recordándoles a todos que su aventura tenía un lado oscuro.
Laura, siempre la más sensata del grupo, asintió en acuerdo. "Tenemos que ser cuidadosos y responsables en nuestros futuros descubrimientos. Y si encontramos algo que no podamos manejar, debemos estar dispuestos a pedir ayuda". Sus palabras resonaron en sus mentes, recordándoles que la curiosidad podía llevarlos a lugares peligrosos.
Después de la cena, regresaron a sus hogares con la promesa de regresar al día siguiente. La casa en ruinas, ahora iluminada solo por la luz de la luna, parecía tomar vida propia. Los árboles que la rodeaban susurraban historias antiguas, y las sombras que se movían entre las paredes daban a la casa una presencia inquietante.
Alicia, en su hogar, luchó contra la inquietud que la invadía. Las pesadillas habían regresado con fuerza después de su día en la casa abandonada. Cerró los ojos y vio el rostro de sus amigos, una imagen que la atormentaba constantemente. Sabía que su obsesión por encontrar respuestas la había llevado a un lugar peligroso, pero no podía dar marcha atrás. Estaba decidida a descubrir la verdad detrás de la desaparición de Ben, Jony, Laura y Bety, incluso si eso significaba enfrentarse a los secretos oscuros que guardaba la casa.
La noche avanzó lentamente, y Alicia se sumergió en un sueño inquieto. En sus pesadillas, la casa se alzaba imponente, sus paredes crujían y sus pasillos se retorcían como un laberinto. Sus amigos la llamaban desde las sombras, sus voces llenas de angustia y miedo. Pero no importaba cuánto corría en su sueño, nunca podía alcanzarlos.
Al despertar, Alicia se encontró empapada de sudor y con el corazón latiendo con fuerza. Sabía que la aventura apenas comenzaba, y la sensación de inquietud solo aumentaba. Aunque estaba determinada a encontrar a sus amigos y descubrir la verdad detrás de su desaparición, una parte de ella temía lo que podría encontrar en la casa abandonada. El misterio que envolvía ese lugar era profundo y oscuro, y Alicia estaba dispuesta a adentrarse en él, sin importar las consecuencias.
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