XX - Un amigo

Capítulo veinte - La primera semana

Me sorprendió mucho que, durante la clase de natación algunos chicos me invitaran a una fiesta que se haría en el colegio esa misma noche. Aun así, supuse que era por Emma, ellos habrían descubierto que la chica más popular del colegio era mi hermana. De todas maneras, la jugada les saldría mal. Ya que, por un lado, Emma y yo no nos hablábamos y, por otro lado, yo debía ir a la biblioteca con Augusto a terminar de pasar los resúmenes de las novelas que nos había solicitado Matías, el profesor de literatura.

Después de salir de la piscina vi a mi compañero de resúmenes hablando con una chica y me acerqué a ellos. Le iba a decir que me iría a cambiar y lo esperaría afuera cuando los escuché hablar.

—Bien, espero que puedas terminarlo pronto. La gente ya está empezando a decir que te gusta la chica Stephen Son —le dijo ella como si eso fuera malo.

No es que me gustara Augusto, estaba claro que empezábamos a ser amigos, pero su manera de decirlo me inquietó.

—¿Hanna? —preguntó él sonriendo.

—Sí, estaría bien si salieras con Emma. Es la chica más popular de la academia. Pero la hermana es algo rara —le dijo ella.

—Hanna es una buena amiga, y compartimos intereses —le aclaró Augusto a la chica.

Al parecer él también me consideraba su amiga, algo que debía ponerme feliz. Sin embargo, un dolor se apoderó de mí. Por miedo a estar enferma, tomé una de las pastillas que mi mamá me había hecho. No deseaba que los síntomas regresaran. Por otro lado, lo que decía esa chica era lo mismo que pensaban muchos, yo no estaba a la altura de mi hermana. Me alejé de ellos antes de que se dieran cuenta de que estaba ahí.

A la salida me encontré con Freddy, quien me preguntó cuánto tiempo más estaría enojada con Emma. Le expliqué que ella era la que no me hablaba, que otra vez había comenzado con sus caprichos y que lo lamentaba, pero no sería yo la que cediera. Ella no podía decidir por mí, con qué clase de persona me debía juntar. Por lo que Freddy cambió la estrategia y me invitó a ir con ellos a una fiesta que se haría para los miembros de los clubes deportivos esa noche.

—Vamos, Hanna, has estado estudiando mucho. ¿Por qué no te tomas un descanso hoy? La fiesta te ayudará a conocer a otras personas —insistió él.

—¿Van a la fiesta? —La voz de Augusto me sorprendió, era como un tigre al asecho, siempre imperceptible.

—No, aún nos quedan cinco novelas que leer. Así que iré a la biblioteca. Si quieres puedes venir, aunque no es necesario que lo hagas —le indiqué algo distante. No sabía por qué, ya que él no me había hecho nada.

Después de eso le agradecí a Freddy por la invitación y regresé a mi dormitorio para cambiarme antes de ir a la biblioteca. Cuando llegué Augusto no estaba y me pregunté si acaso iría a la fiesta. Debí aceptar la invitación de Freddy. Sin Augusto, la biblioteca empezaba a parecer demasiado silenciosa y un poco aburrida.

—¿Qué me está pasando? Yo no soy así. Disfruto de la soledad —susurré para mí cuando de repente sentí que alguien se sentaba a mi lado.

—¿Qué te ocurre? ¿Por qué te molestaste conmigo? —Era Augusto, creí que mi corazón saldría de mi pecho por el susto.

—No estoy molesta contigo —respondí tratando de aparentar tranquilidad.

—Bien, entonces escucha esta música, es buena para tus oídos —señaló, y me colocó uno de sus auriculares haciendo que me sintiera más incómoda. Él parecía no darse cuenta, ya que había empezado a tararear la canción mientras escribía su informe. En parte yo tampoco me entendía.

¿Por qué él me ponía nerviosa?

Noté que me estaba mirando y empecé a sentirme mal de nuevo. ¿Debía tomar otra pastilla? Me di vuelta para decirle a Augusto que no me sentía bien y me iría, cuando de repente noté como me miraba. Me preguntó qué era lo que me pasaba. La verdad era que desde que lo escuché hablando con esa chica me molesté con él. Pero, ¿por qué?

—No es nada —me salió decirle cuando de repente colocó sus manos a los lados de mi rostro.

—Vamos Hanna, pasamos toda la semana juntos. Dime que te ocurre.

Sus palabras retumbaron en mi mente. Augusto debía ser así con todas las chicas, yo debía entender que él había dicho que me consideraba su amiga y esas palabras tendrían que hacerme feliz. Y que se había convertido en mi primer amigo en el colegio y lo necesitaba. Sin Emma me sentía muy vacía, aunque no quisiera reconocerlo. Y él se había vuelto una gran distracción, por lo que me tenía que sentir bien. Sin embargo, Augusto se acercó más y no pude seguir viendo sus ojos, cerré los míos para tratar de calmarme, y la sorpresa que me llevé fue enorme al sentir cómo sus labios rozaban los míos.

¿Por qué?

¿Qué había ocurrido para que mi primer amigo en la academia me diera un beso?

Un torbellino de emociones empezó a bombardearme cuando de repente se apartó. Lo que me hizo dudar de que ese momento fuera real. Tal vez cerré los ojos por el cansancio e imaginé todo.

—Hola, Hanna —dijo Freddy, sorprendiéndome.

—Buenas, vinimos a hacerles compañía —secundó Dionisio—. La fiesta fue aburrida.

—Justo estábamos terminando —indicó Augusto y me di vuelta para verlo.

—¿Ya te vas? —le pregunté confundida.

—Sí, en un rato te envío los resúmenes para que los leas. Recordé que tengo algo que hacer —exclamó y después de guardar su portátil se marchó.

—¿Discutieron? —me preguntó Dionisio sentándose a mi lado.

—No, es solo que ya estamos cansados —mentí. No sabía la verdadera razón de porque Augusto se había marchado. Tal vez le molestaba la presencia de Freddy.

—Creo que también debería tratar de descansar un poco, mañana tengo que ocuparme de otro proyecto —indiqué y Freddy sonrió.

—¿Te parece que te acompañe a tu dormitorio? —propuso con confianza.

—Bien —dije y levanté mis cosas para luego expedirme de Dionisio.

Mientras íbamos de camino a los dormitorios, unas chicas se nos adelantaron. Iban hablando de Augusto, al parecer era común que se besara con las chicas.

—Es tan dulce, me dio las gracias con un beso. Me gustó mucho —dijo una de ellas.

Tal vez para Augusto significaba eso, el agradecimiento por algo. Sonreí con tristeza, no me hacía sentir bien saberlo.

Autora: Osaku

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