IX - Celos de hermanas

Capítulo nueve - Semana de inscripción

—Es tarde. ¿No vas a cenar? —me preguntó Augusto y me di vuelta. Había regresado a la biblioteca.

—Se me fue la hora, pero descubrí que hay una manera en la que se puede reiniciar la máquina utilizando el ADN de la nueva persona que permanecerá en la incubadora. Mira, si cambias el código de fábrica en esta parte y … —me di cuenta de que estaba hablando de más—. Lo siento, esto debo decírselo a Amanda. Por favor, no le digas que te conté, ya que me pidió que guardara el secreto, es solo que estaba muy feliz…

—Tranquila, soy parte de la investigación. Ayudo en lo que puedo, aunque no entendí mucho de lo que dijiste —me explicó y sonrió de una manera distinta a como lo hacía siempre—. Te acompaño a cenar, y después vamos a hablar con Amanda.

—Gracias —dije avergonzada. Augusto era un chico extraño, pero por alguna razón que no podía comprender empezaba a agradarme un poco.

Fuimos al restaurante y mientras él buscaba la comida para los dos lo abordaron unas chicas. Por lo que le hice señas para que no se preocupara por mí. Comería rápido e iría a hablar con Amanda. En ese momento mi hermana y Sofí aparecieron.

—¿Dónde estabas? —me preguntó Emma enojada.

—Estuve en la biblioteca —dije y ella se molestó más.

—No mientas, te fui a buscar a la biblioteca y no estuviste ahí. ¿Por qué me engañas? —me preguntó mi hermana y noté que ya había cenado con Sofí.

—Tan preocupada por mí, no estabas si ya pudiste comer —dije y puse los ojos en blanco.

—No es lo que piensas, estaba preocupada por ti, pero Freddy y sus amigos nos invitaron a cenar con ellos —dijo en mi oído y noté que Sofí hablaba con un muchacho.

—No te preocupes, esto es una cárcel de oro. Será imposible que me fugue —dije acariciando el costoso mantel de la mesa en la que ellos se encontraban.

—¿A dónde vas? Nos quedamos a esperarte —dijo mi hermana frustrada.

—Voy por un sándwich y regresaré a estudiar a la biblioteca. No me esperen despiertas, no quiero robarles el sueño —dije molesta.

Me acerqué hasta la caja y pregunté si había algo de comer que me pudiera llevar en la mano. La empleada me trajo una carta y sonreí. Todo era demasiado snob en este sitio.

—El rol de sushi vegano, por favor —dije y mostré mi número de estudiante. Me dieron un cilindro envuelto con seis porciones de sushi de palta y queso vegano.

Salí de ahí y me senté en el patio que nos correspondía a los de uniforme bordó, todo estaba señalizado con carteles en pantallas en los pasillos, por lo que era imposible perderse.

Ya era de noche, pero casi no había estrellas en el cielo. Me pareció extraño porque se suponía que estábamos en una isla en el medio de la nada. Suspiré y empecé a comer.

—¿Qué fue lo que ocurrió ahí dentro? —me preguntó Freddy sentándose a mi lado.

—Emma, y sus tonterías —dije y seguí comiendo.

—Ella solo se preocupa por ti. Temía que estuvieras desmayada en alguna parte del colegio. La invitamos a comer para que se calmara un poco, pero no pudo probar un bocado hasta que te vio entrar con ese chico —dijo Freddy y lo miré sorprendida. No sabía que había notado que Augusto y yo entramos juntos—. Pensó que te habías ido a algún sitio con él y se había preocupado en vano. Me parece que fueron celos de hermana.

—¿Me estás queriendo decir que le debo una disculpa a Emma? —le pregunté algo incómoda.

—Mereces tener tu propio espacio, pero escríbele de vez en cuando para decirle que estás bien —me pidió Freddy y sonreí algo arrepentida.

—Está bien. Y de todas maneras no es lo que ella supone, no me gusta Augusto y no pasa nada entre él y yo —dije y Freddy tomó mi sushi y sonrió.

—¿No te gusta la comida del restaurante de cinco estrellas que tiene el colegio? —me preguntó y comió de mi sushi.

—Eso es mío —dije y se lo quité con una sonrisa.

—Sabe muy bien, incluso esto —dijo riendo.

—No me robes la comida —le pedí y ambos nos reímos, necesitaba un momento así donde no pensara en nada.

—Freddy, ¿nos acompañas hasta el cuarto? —preguntó Emma y me di vuelta para verla.

—Lamento haberte preocupado —dije, pero ella no me quiso escuchar y se alejó.

—Hablaré con ella —indicó Freddy y se marchó con mi hermana.

Cuando Emma se enojaba, solo mi madre lograba calmarla. Era demasiado terca. Aun así, no tenía tiempo para perder. Amanda me había pedido que hiciera algo importante, por lo que debía mostrarle lo que había descubierto, para ver si le servía.

—¿Terminaste de pelear con tu hermana? —me preguntó Augusto.

¿Cómo hacía para estar detrás de mí todo el tiempo?

—Me asustaste —dije ya que no me había dado cuenta de que me seguía—. ¿Cómo hiciste para escapar de todas esas chicas? —le pregunté mientras caminábamos hacia la dirección.

—Solo son así los primeros días, hasta que consiguen el número de teléfono de todos los chicos que les gustan —me dijo él y me mostró su móvil, tenía más de treinta conversaciones pendientes—. Cada año nos entregan un nuevo número, aunque nos agregan los datos de nuestro anterior móvil, menos los contactos. Obligándonos a socializar para conseguirlos.

—Ya veo. ¿Estás aquí desde que se abrió el colegio? —le pregunté y me dijo que sí—. ¿Te gusta este sitio? ¿No te parece que es extraño tener un restorán y un centro comercial en la academia?

—He ido a colegios más elitistas. Este parece mucho más agradable y menos ostentoso que los demás. Hay lo que todos necesitan para estar cómodos sin exagerar. El centro comercial fue agregado por solicitud de los alumnos. Al igual que el restorán —me explicó él.

—No lo sabía —dije algo avergonzada.

—Es normal, quien no sabe de este sitio desconoce lo que fue antes de este año. Durante los tres meses que estamos de vacaciones le realizan reformas para mejorar el funcionamiento. Por eso ahora hay cámaras en todos los corredores. Hubo un tiempo en el que algunos alumnos acosaban a otros —explicó él, de un modo extraño.

—Entonces me alegro de que haya cámaras. Es odioso que sigan existiendo personas que se creen mejores que otras por su dinero o por ser hijos de alguien —dije y él sonrió levemente—. ¿Qué ocurre?

—No es nada —dijo y me miró de manera extraña… Como a veces lo hacía mi padre a mi madre.

¿Qué le pasaba a este chico?

Autora: Osaku

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