XVI - Los primeros problemas

Capítulo dieciséis - Primera semana de clases

—Bueno, ahora si comenzaremos con la clase. Mi nombre es Matías y soy su profesor de Literatura. Como saben, esta academia tiene una manera distinta de manejarse. Somos estrictos, exigentes y eficientes. Saldrán de mi clase leyendo al menos treinta novelas y algunos cuentos. Si eso les parece mucho pueden ir con la secretaria y pedir que los cambien de clase. Ya que no haré concesiones…

Mientras Matías hablaba le sonreí a Hanna, ya que ella me miró primero. Escribí un mail en el portátil y se lo envié por privado. En él le preguntaba cómo se sentía. Ella sonrió, e hizo lo mismo y me mandó otro.

—¿Qué haces en esta clase? —me preguntaba, sin responder a mi pregunta.

—Me gusta leer. ¿No te lo dije antes? —le pregunté en otro mail.

—No, omitiste esa parte importante de ti —me respondía ella.

Y fue así que usamos la primera clase de literatura. Hablamos utilizando nuestras cuentas. Cuando la clase terminó guardé el portátil y le pregunté qué clase tenía luego del receso.

—Voy a hablar un minuto con el profesor de literatura, ya que yo ya he leído todas las novelas que están en la lista —me contó y sonreí. No esperaba menos de ella.

—Te acompaño —le dije y una vez que todos salieron del salón nos acercamos a Matías.

—¿Sí? —preguntó él, mirándome antes de prestarle atención a Hanna.

Ella empezó a hablar, miré la puerta y noté que Emma estaba ahí con Sofí y otra chica. Amanda me había dicho que después de lo ocurrido en la enfermería, Hanna había solicitado estar en otro dormitorio. Al parecer, la pelea con su hermana había sido grande.

—No te preocupes, podría pasarte a la clase avanzada —dijo Matías y lo miré. Si Hanna cambiaba de clase no podría estar cerca de ella.

—También leí todos los libros mencionados —aseguré y él me miró con sorpresa.

—¿Lo dices en serio? —me preguntó Matías sabiendo que no era cierto, no me fascinaba la literatura.

—Es que durante las vacaciones mi padre me pidió que aumentara mi vocabulario y mis conocimientos sobre literatura —mentí y me di cuenta de que Amanda tenía razón, apretaba los puños de las manos cuando lo hacía.

—Bien, tómense la primera semana para hacerme un resumen de cada una de las novelas que leyeron, les haré un examen y si lo pasan los cambiaré de grupo —indicó Matías cruzándose de brazos.

—No hay problema —aseguré y Hanna me miró sorprendida.

Una vez que salimos de ahí me preguntó si estaba loco.

—¿Por qué lo dices? —pregunté confundido.

—¿Es verdad que leíste todas esas novelas? —me preguntó sorprendida.

—Claro que no, pero la clase de literatura sería aburrida si tú no estás conmigo —le indiqué y me miró molesta.

—No vas a poder hacer treinta resúmenes en una semana. Incluso a mí me va a costar hacerlo y las leí.

—Tenemos el fin de semana libre, además de las tardes. Podemos hacer lo que nos pidió en ese tiempo. Incluso nos dio la clase de la semana que viene —le indiqué y ella puso los ojos en blanco y se colocó los auriculares—. No te pongas nerviosa, confía en mí, podremos hacerlo.

—Estás loco —dijo y mi mirada cambió por un instante—. Lo siento, solo era un decir.

—Augusto, nos esperan en la clase de debate —dijo una de nuestras compañeras interrumpiéndonos.

—Debo hacer un trabajo especial para literatura. ¿Podrías avisarle al resto que esta semana no podré asistir? —le pregunté tratando de sonar amable.

—¿Lo dices en serio? Todas las demás están esperando por ti —me reclamó la chica de manera coqueta.

—¿Podrías hacerte cargo por mí? Solo será esta semana, te lo compensaré —le aseguré y ella sonrió.

—Bien, saldremos al cine el domingo —me reclamó sin dejarme opción. Odiaba que me impusieran cosas.

—Claro, será un placer —le aseguré y después de eso se marchó.

—Dijiste que no habría problema, aun así, vas a dejar de ir a tu club. ¿Tienes miedo de no llegar? —me preguntó Hanna y sonreí.

—Claro que no, pero prefiero que terminemos pronto. Me gustaría tener el fin de semana libre —le expliqué y tomé su mano para que fuéramos deprisa a la biblioteca—. Aprovechemos que los demás están almorzando.

Y así lo hicimos, fuimos los primeros en la biblioteca. Mientras ella buscaba los libros yo me puse audiolibros en el móvil. Debía hacer treinta resúmenes en catorce días, no sería fácil, pero Amanda me había explicado que si yo quería entrar a la universidad de los superiores debía poder con cualquier reto que me impusieran, aparentando tranquilidad y manteniendo mi estatus de chico bueno delante de los demás sin problema. Cuando Hanna regresó a la mesa con cinco libros yo ya tenía un resumen terminado. Se lo mostré y ella me miró sorprendida.

—Hablabas en serio —reclamó desconcertada.

—Te lo dije, literatura es aburrida sin ti —le recordé y me coloqué el segundo audio libro en modo rápido mientras ella comenzaba a leer el libro que había solicitado.

Quince minutos antes de que terminara la hora del almuerzo le pedí que nos detuviéramos. Ya que por la tarde teníamos las clases especiales y debíamos comer algo. Ella me miró y al notar que había hecho traer el almuerzo se sorprendió.

—¿Podemos comer en la biblioteca? —preguntó confundida.

—Claro, solo no con los libros sobre la mesa —le indiqué y la ayudé a apartar los libros. El mesero preparó todo y luego se marchó.

—¿Qué te pareció el audio libro? —me preguntó.

—¿Podemos hablar de otra cosa mientras almorzamos? —le pregunté y aceptó—. ¿Qué pasó con tu hermana? ¿Por qué ya no estás en los dormitorios con ella?

—Ella… Es decir, yo necesito algo de espacio —dijo como si le costara hablar del tema.

Necesitaba saber qué había ocurrido en la enfermería, aun así, no podía preguntárselo directamente.

—No sé qué fue lo que pasó anoche —me aseguró y la miré confundido—. Me desmayé mientras discutía con Emma. Es todo lo que recuerdo, ya Amanda me preguntó, al igual que mi madre y los de seguridad.

¿Había leído mi mente?

Autora: Osaku

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