VI - Mis compañeros

Capítulo seis – Semana de inscripciones

—Buenos días —dijo Sofí y miré el despertador. No había sonado, pero mi hermana y ella ya estaban vestidas para ir a desayunar. Sí, en este colegio debíamos usar el uniforme desde que nos levantábamos hasta que regresábamos al dormitorio para dormir, por lo menos los días de clase.

—¿Qué hacen? Aún no salió el sol —dije molesta.

—Tenemos que darnos prisa, ya que debes sacarte la foto para que te den tus identificaciones y puedas elegir tus materias —me explicó Sofí.

Al parecer, aunque hubiera elegido que era lo que quería estudiar antes de venir, los cupos se ocupaban cuando te inscribías en persona.

—Si todos se sacaron las fotos ayer, ¿no será en vano? —pregunté confundida.

—Hay una semana para inscribirse. Los alumnos van llegando de acuerdo al día de inscripción que sus padres eligieron. Nosotras vinimos el tercero —dijo Sofí y se sacó una foto con su móvil y al parecer se la envió a mi hermana.

—Deberías publicarla en las redes del colegio —dijo mi hermana sonriendo y se abrazaron. Por lo que me dirigí al baño… Tanta dulzura por la mañana me hacía daño a los ojos. Después que me cambié salimos, de camino al salón donde me darían el uniforme y me harían la foto.

—¿Alguien puede explicarme qué hacemos aquí? —pregunté al ver en el enorme salón a personas que usaban otro color de uniforme.

—Hoy vienen los universitarios a tomarse las fotos —dijo Sofí que seguía mirando como si fueran estatuas famosas.  Podremos verlos.

—Todos los años la misma tontería. Como si cambiáramos mucho en un año —dijo un muchacho que pasaba por al lado de ellas.

—¿Saben quién es él? —preguntó Sofí y miré en su dirección, pero no lo reconocí—. Ulises De la Renta, heredero de un imperio. No sabía que estudiaba aquí.

—¿Cómo haces para conocer a todo el mundo? —le pregunté poniendo los ojos en blanco.

—Mi abuela paterna dice que una señorita debe reconocer a las figuras importantes. Ulises siempre va con su mano derecha.

Miré en dirección a donde lo hacía Sofí, el muchacho de cabello oscuro se encontraba al lado de un rubio de rizos. Parecía que hablaban como los demás, pero se notaba que su postura mostraba cierta distancia.

—Se dice que Ángel es un hijo adoptivo de la abuela de Ulises y que paga a la familia De la renta con sus servicios al joven maestro, quien en un par de años se convertirá en el CEO —nos explicó Sofí y Emma sonrió.

—¿Para qué necesitamos internet si tenemos a Sofí? —preguntó mi hermana mientras se nos acercaba alguien y nuestra nueva amiga se abrazaba a él.

—No me abraces así, ya no soy un niño —dijo el muchacho molesto con Sofí.

—Respeta a tu hermana mayor y saluda a mis amigas —le reprochó Sofí y otro muchacho se nos acercó.

—Soy Enzo y él es Erick, somos hermano de Sofí —dijo este y el que estaba detrás de él sonrió al ver a Emma.

Después de que todos se saludaran me llamaron para sacarme la foto. Era algo extraño pasar a un vestidor antes de hacerlo. Todo en esta academia estaba a otro nivel. Una vez que me vestí con el uniforme les di mi identificación, y me hicieron poner en una fila. Al ver a Freddy sonreí.

—¿Qué haces tú aquí? —le pregunté feliz de no estar sola.

—Mi amigo y sus hermanos deben sacarse las fotos —dijo él y me di cuenta de que estaba con los chicos que Sofí había mencionado.

Ulises, Ángel y con ellos también estaban dos chicos más llamados Dionisio y Hermes.

—Hermes y Dionisio serán nuestros compañeros, mientras que Ulises y Ángel ya se encuentran en primer año.

—¿Nuestros? —pregunté confundida.

—¿No lo sabías? Esta academia no tiene clases normales, cada quien entra en un grupo específico según sus habilidades. Por lo que te tocará en mi grupo —dijo Freddy y miré en dirección a Emma.

—Pensé que ella y yo estaríamos juntas —dije sorprendida.

—En el dormitorio sí, y en las clases normales de la mañana también, pero después del almuerzo a las once cada grupo es dividido —me explicó Freddy.

—Eres la única chica en nuestro grupo —dijo el tal Dionisio y lo miré sorprendida.

—Tranquilo, ella es mi prima. Si te le acercas conocerás mi parte oscura —dijo Freddy molestando a su amigo.

—No te preocupes, tu trasero ya lo conozco. De cómo se te rompió el año pasado cuando te derroté en la muestra de fin de año —dijo Dionisio burlándose de él.

—Esta vez deberás derrotarme a mí también —dije tratando de defender a Freddy.

—¿Puedes competir conmigo? —preguntó acercándose, pero alguien lo detuvo.

—Casi cumples dieciocho, deberías alejarte de las chicas de la clase si no quieres tener problemas —aseguró Augusto—. Hola, Hanna.

—No necesito que me defiendan —dije y pasé a que me sacaran la foto.

Escuché cómo Dionisio y Freddy se burlaban de Augusto.

—Por fin, una chica que no cae ante tus encantos. Me agrada más que antes —dijo Dionisio, mientras que Hermes se reía.

Una vez que me saqué la foto me dirigí a una de las puertas para salir de ahí, había demasiadas personas. Sin embargo, detrás de mí, venía Augusto. Me ponía de mal humor, esperaba que no me lo tuviera que seguir encontrando en las clases. Pero cuando miré la tableta me di cuenta de que no podría salvarme. Al parecer, él y los dos hermanos De la Renta iban a ser mis compañeros de grupo en las clases de la tarde, como había dicho Freddy.

—Maldición —dije y suspiré.

Por suerte noté que había varias actividades extracurriculares que me gustaban en las que me podía anotar esa misma mañana. Por lo que al salir de la sala de fotografías pensaba ir a ver los clubes. Sobre todo, los de artes marciales.

—Qué mala suerte, no pudimos hablar con los chicos más grandes —dijo Sofí cuando regresé con ellas. Miré mi reloj, eran las diez, al parecer había tardado bastante.

—Emma, ¿vamos a ver las actividades deportivas? —pregunté mientras mi hermana me acomodaba el uniforme.

—¿Tú vienes con nosotras? —preguntó Sofí y miré detrás de mí. Estaba Augusto aún siguiéndome los pasos. Pensé que seguiría caminando, nunca imagine que verdaderamente estuviera siguiéndome.

—Disculpen, Hanna y yo debemos ir a la enfermería. Mis tíos quieren verla y asegurarse de que su salud está mejor —dijo él sorprendiéndome.

¿Cuándo me había dicho eso?

Autora. Osaku

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