XV - En busca de una aliada

Capítulo quince – Primera semana de clases

Después de esa misteriosa reunión, Amanda me pidió que saliera con ella de la oficina de su madre. En el camino me dio las gracias por no decir nada sobre Hanna. Mi prima también había notado algo extraño en la joven Stephen Son. Aunque eso no fue lo que me sorprendió, sino que se diera cuenta de que había mentido. Debía trabajar mejor mis expresiones.

—Sé que mentiste porque cuando lo haces aprietas las manos. No te preocupes, nadie más se dio cuenta, primito —dijo sonriendo.

—¿Dónde está Hanna? —pregunté serio.

—Ella está bien, ya está en su primera clase —me aseguró y una parte de mí se calmó—. Aun así, no podemos dejar que lo que ocurrió en la enfermería se repita.

Al decir eso me hizo entrar a un sitio que no conocía aún, ahí había cámaras. Al parecer, había más cosas ocultas en este lugar.

—Hice instalar cámaras secundarias en donde Hanna se encontrara —me contó.

—¿La estás vigilando? —pregunté molesto por no saberlo antes.

—No es lo que piensas, me preocupo por ella —me aseguró mi prima y me mostró un video.

—¿Qué tiene que ver con Augusto? —le preguntaba Hanna a Emma.

—Su madre es una asesina. Y está loca, incluso estuvo en un psiquiátrico —decía Emma.

—Te vuelvo a preguntar. ¿Qué tiene que ver eso con Augusto? ¿Él tiene la culpa de tener la madre que tuvo? ¿Él eligió nacer de una mujer así? —preguntaba Hanna con una firmeza que me sorprendió.

—Hanna, sé que él te gusta. Me doy cuenta, pero no es bueno para ti. Su padre hizo desaparecer todo rastro de su madre para poder llegar a presidente; sin embargo, lo mejor es que te mantengas alejada de él —decía Emma mientras se dirigía a la puerta para marcharse al ver que Frederick entraba.

—Hanna —decía él pidiéndole que se calmara.

—¿Tú te crees con derecho a decirme de quién me puedo enamorar? —preguntaba Hanna a su hermana, quien había tomado la mano de Frederick para salir de la enfermería. 

—Entonces te gusta —decía Emma como si eso le molestara. Nunca imaginé que podrían discutir por mi causa.

—Si me gusta o no, eso es problema mío. ¿Por qué no te metes en tu propia vida? —preguntaba Hanna sorprendiéndome aún más, se mostraba muy decidida.

—Eres mi hermana, solo trato de aconsejarte. Porque sería el primer chico del que te enamoraras y sé que eso puede obnubilar tu mente —decía Emma después de que Frederick saliera para dejarlas hablar. Solo habían quedado Hanna y ella. 

—Suficiente. Tú estás enamorada de Freddy hace años y yo jamás te juzgué. Ni te dije que se supone que tenías que hacer —le reclamaba Hanna a su hermana.

Puse pausa y le pregunté a Amanda cuál era la razón de que me mostrara ese video.

—Espera, quiero que veas lo que pasa después de eso. Ellas están quietas, discutiendo, ninguna tiene nada en sus manos —me indicó Amanda y quitó la pausa.

—¿De qué hablas? —preguntó Emma nerviosa.

—Sé perfectamente que estás enamorada de él. Se te nota a la legua. Y si yo tuviera que dejarme llevar por las tonterías que dijiste, te tendría que recomendar que no te acerques a él, ya que su padre era un hombre agresivo —decía Hanna y de repente las dos eran empujadas en diferentes direcciones. Como si algo en medio de ellas hubiera explotado.

El video había llegado a su fin, puesto que la pantalla se puso negra.

—¿Qué es esto? —pregunté confundido.

—Presta atención en esta parte —me pidió Amanda mientras retrocedía despacio el video—. ¿Qué hay aquí donde comenzaron las ondas de la explosión?

—Yo no veo nada —aseguré.

—Es que no hay nada —exclamó ella sonriendo—. Algo pasó que es imperceptible a nuestros ojos. Necesito que averigües que es.

—¿Cómo voy a hacer eso? —pregunté confundido.

—Hazte amigo de Hanna, deja que te cuente lo que le ocurre. Según su hermana, ella está enamorada de ti —respondió Amanda.

—Si ella está enamorada de mí, no puedo hacerlo —aseguré, no volvería a engañar a una chica.

—Querías la ubicación de tu madre, dijiste que estabas dispuesto a hacer lo que fuera por entrar en la organización —me recordó ella.

—No quiero que pase lo mismo que la vez pasada —le reclamé.

—Sofí De la Torre confundió las cosas, no fue tu culpa —murmuró Amanda mientras buscaba unos documentos—. Hanna es especial, puedo sentirlo y sé que tú también te has dado cuenta. Si no, sé que no la habrías defendido delante de todos.

—Está bien, lo haré, pero si ella me dice que le gusto todo terminará ahí —le advertí a mi prima.

—Seguro, nadie más que yo deseo que ella esté cómoda aquí. Lo que ha logrado en estos días es impresionante. Si fuera por mí ya no estudiaría con los demás, tiene un talento increíble en tecnología de avanzada. Comprende cosas que nuestros científicos tardaron meses en analizar —explicó Amanda.

—¿Cómo está él? —le pregunté y ella sonrió con tristeza.

—Gracias a Hanna estará bien. Solo necesito tiempo para curarlo —comentó mi prima con lágrimas en sus ojos. Ella estaba pasando por un momento muy difícil.

—Haré todo lo que pueda para ayudarte, pero no te olvides de lo que te dije —le recordé y me dio las materias que debía estudiar.

—Hanna está en todas esas clases, traté de apartarla más de su hermana para que te sea más fácil llegar a ella —me informó Amanda y me di cuenta de que esto iba en serio.

Después de ultimar detalles fui a mi primera clase. Pese a que Hanna era muy buena en matemática, había solicitado tener clases de literatura, lo que parecía un poco extraño. Aunque teniendo en cuenta que le gustaba mucho leer, no parecía tan descabellado.

—Buenos días —dije al entrar al salón.

—Señor Peralta, si empieza las clases llegando tarde no espere tener las mejores calificaciones este año —dijo el profesor para tratar de darme una lección.

—Lo siento, prometo que no se repetirá —aseguré sonriendo, como si sus palabras no fueran nada.

Miré el enorme salón, había casi veinte personas ahí, por lo que me fue fácil distinguir a Hanna, su hermana también estaba, pero en la otra punta del salón, con Sofí y otra chica. Así que como si nada fui hasta donde Hanna estaba y me senté a su lado.

Autora: Osaku

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