Capítulo 19

^^^Narra Félix;^^^

Abro mi boca con asombro. ¿Cómo he dicho tremenda estupidez? ¿Acaso mi cerebro y mi lengua no conectaban al mismo tiempo?

Me giró sobre mi eje, y empiezo a caminar apretando el paso.

Me he de ver sumamente ridículo. Seguramente Guillermo ha de estar estupefacto por mi reacción, y a de pensar que también me veo como un idiota.

—¡Félix!—me grita.

Le ignoro, no pienso darle la cara después de decir tremenda burrada.

De un momento a otro mis rodillas flaquean cuando siento el impacto de un cuerpo, que se sube a mi espalda.

—¿Estás loco Guillermo?—espeto, mientras tanto de quitarmelo de encima.

—¿Por qué huyes?—lo tengo tan cerca que su aliento me acaricia la oreja.

—Me siento enfermo. ¡No estoy huyendo!

—Mentiroso—susurra. Se baja de mi cuerpo y me hace girar, haciendo que no encaremos. Sus manos sostienen las mías con firmeza. Volteo mi rostro en otra dirección—. Quería ofrecerte algo.

Sus dedos acarician los míos. Suspiro, sintiéndome nervioso, pero no encuentro la voluntad de soltarme de su agarre.

—¿El qué?—digo con mal humor.

Se limita a reírse.

—Quiero darte las tutorías. Ayer te vi completamente perdido. No juzgo como enseña Anna y tampoco dudo de su inteligencia, pero tú nunca le vas a entender.

Hago una mueca con mis labios. ¡Mierda, hoy tenía tutorías!

»—¿Hasta ahorita te recuerdas que tenías tutorías?—se burla.

—¿Cómo sabes?

—Eres muy expresivo—su mano acaricia lentamente mi mandíbula—, y sueles arrugar tu rostro y abrir la boca, cuando te das cuenta de algo.

Me dejo llevar por esa caricia tierna.

—Odio que me conozcas tanto—digo en un murmuro.

Nuestras miradas se encuentran, y sonríe tímido.

—Por eso fuimos buenos amigos...

«¡Amigos!» la palabra hace que me tense nuevamente.

Me muevo evitando su toque. Y camino en círculos.

—Aceptaré las tutorías, pero tengo una condición...

—¿Cuál?

—Quiero evitar cualquier tipo de cercanía contigo.

—¿A qué tipo de cercanía hablas?—dice, haciéndose el tonto. Sé que sabe, sus manos son escurridizas, no pierde el tiempo en acariciarme o darme cualquier toque sutil.

No obstante, ignoro su pregunta obvia.

—Y otra cosa—alza su ceja expectante y se cruza de brazos—. Quiero que las clases sean privadas. No quiero estar con tus otros alumnos, solamente.

—¿Quieres que te tenga pizza? ¿Una coca cola fría? ¿Masaje en los pies?—se burla—. No puedo hacer más campo, mi tiempo ya está dividido. Sabes que contigo aceptaría cualquier cosa con tal de compartir tiempo, pero no puedo aceptar esa petición.

—¿Por qué? No te estoy pidiendo nada del otro mundo...

—Dame razones para brindarte mi tiempo.

Me muerdo el labio inferior. No tengo una respuesta en concreta y mi cabeza no parece maquinar ninguna.

»—Si no tienes más que decirme Félix, puedes irte. Por más que esté dispuesto a darte tutorías, no puedo abrir más horarios.

Está por girarse, no obstante, mi mano lo detiene.

—Por favor...—me tocará suplicarle—. Si no me das tutorías privadas no me darás completamente tu atención...

Sus ojos parecen querer ceder. Me recorre, debatiéndose seguramente entre aceptar o no.

—Lo pensaré—dice pasando sus manos por mi pecho—. Te tengo la respuesta para mañana—deposita un beso en mi cachete y se va. Dejándome solo y a la deriva.

Trago saliva con dificultad, y toco la mejilla donde me ha besado.

¿Estará jugando conmigo?

(...)

Me levanto con el corazón acelerado.

Trato de bañarme y cambiarme rápido y en tiempo récord.

Me he quedado dormido.

Me meto en la habitación de mi hermano, y vaya sorpresa. ¡Ella ya se ha ido!

¡No tuvo la decencia de despertarme!

Cuando salgo de mi casa, empiezo a correr.

Ya son casi las ocho, son las siete y cuarenta, no me da el jodido tiempo de llegar a tiempo.

¡Ni siquiera pasa ningun maldito autobús o un taxi!

Por suerte tengo piernas largas y cuento con un maravilloso aguante físico. Se que si corro no me cansaré, pero llegaré todo sudoroso a clase.

Un claxon hace que gire mi cabeza en esa dirección. Me asomo al Mercedes que está tratando de llamar mi atención.

Me congelo en mi lugar al ver la mujer pelirroja que me sonríe con amabilidad. Trago en seco, cuando me dice que suba.

No me niego, porque a la larga me está haciendo un favor...

Tomo asiento y sonrio, sintiéndome cohibido.

Mi nariz se empapa del olor a jazmín.

—Buenos días—saludo—. Muchas gracias.

—Buenos días, Félix—me da una sonrisa radiante—. ¿Se te pegaron las sábanas?

—Algo asi—me rio.

—Tienes una suerte que esté yendo apenas al trabajo. ¿Cuéntame cómo está tu familia?

—Muy bien, gracias por preguntar, señora Siwady. ¿Y usted cómo se encuentra?

—Muy bien, también. Feliz sobre todo—sonríe nuevamente.

—Me alegro—digo, mientras jugueteo con mis anillos.

—Sé que Guille y tú ya no se llevan, pero espero y estés feliz por tu ex mejor amigo.

La observo extrañado.

—¿Por qué?—pregunto dudoso.

—Ha sido admitido a una universidad con muy alto prestigio. De hecho son dos y se está debatiendo a cuál ir—se estaciona enfrente del colegio—. Sé que no debo meterme en los asuntos de mi hijo, pero espero que hagan las pases, ya que no lo volverás a ver por muchos años.

Me toca el hombro y me observa fijamente.

»—Y si no lo hacen, te pido de favor que no me lo dañes. Si tu plan es hacerlo, es mejor que te alejes. Confió en que eres un buen chico, pero si no le piensas sumar a mi hijo es mejor que te alejes de él.

Asiento, no puedo ni siquiera formular una palabra. «Guillermo se irá del país» «Ya tiene dos universidades en la cuales ha sido admitido»

La señora Siwady pasa su mano por cabello en un toque maternal. Ella siempre me trató como un hijo más de su familia, al igual que mi hermana. Siempre ha sido incondicional con nosotros.

—Honestamente, yo no quiero lastimar a Guillermo—me animo a hablar—. De hecho por eso mismo me alejé de él...

—Grave error y lo sabes. Esas cosas no se hacen y menos si no le dices el porqué. Está bien que no correspondas a sus sentimientos, mi hijo es lo bastante maduro para afrontar esas cosas.

—¡Lo sé!—paso mis manos por mi rostro—Solo que yo...

—No tienes porque darme explicaciones. Tendrás tus razones y las respeto, pero sigo creyendo que eso no fue lo correcto. ¡Al final no le hagas caso a esta vieja!—se burla—. Ya entra al colegio. Ya el reloj marca las ocho y cinco.

Me despido de la señora, y de paso agradezco el aventón.

Me siento demasiado extraño, desde que menciono que Guillermo se iría.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play