Capítulo 15

^^^Narra Félix:^^^

Frunzo mi entrecejo al ver la llamada de Guillermo a las dos de la mañana. Tengo tiempos sin hablar con él, es extraño que me estuviera hablando a estas horas de la madrugada y un sábado.

—Félix...—solloza.

Eso hace que me levante de un brinco de mi cama.

—¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?

—Perdón por llamarte, sé que tenemos días sin hablar, pero...

—¡Habla de una maldita vez! ¿Qué sucede?

Los nervios me están carcomiendo.

—Estoy en la fiesta de Alberto, y...—solloza nuevamente.

Alcanzo mis tenis y me los empiezo a colocar.

—¿Qué ha pasado?—el llanto no me deja hablar.

—Creo que colocaron algo en mi bebida no me siento para nada bien...

—¿Qué sientes?—empiezo a descender más escaleras de mi casa, sin hacer el mayor ruido posible y tomo las llaves de mi auto.

—Muy mareado. Tengo miedo...—murmura entre sollozos—. Discúlpame, no sabía a quien más llamarle.

—Voy para allá. ¿Estás solo?

—Sí... Me encerré en una de las habitaciones...

—No salgas, hasta que yo llegué. Por favor, no le abras a nadie. ¿Bien? Trata de mantenerte despierto.

—No te tardes...

Cuelgo la llamada, y estoy por salir cuando alguien toca mi hombro. Me asusto dando un respingo.

—¿A dónde vas rata?—mi hermana me observa acusadora.

—Guillermo. Fue a la fiesta de Alberto y parece que le pusieron algo en su bebida. Iré por él.

Me ve asustada.

—Te acompaño. Sabes perfectamente que a mi mamá no le cae bien Guille, es mejor que nos castigue a los dos...

Asiento. Ambos salimos de casa sin hacer ruido. Nos subimos al auto y manejo con destino a la casa de Alberto.

Mi hermana me obliga a pisar el acelerador, y yo tampoco me niego.

Al llegar a la casa del mencionado, nos bajamos. No me importa sí me he estacionado bien o mal.

—Nos separamos—dice mi hermana. La casa es inmensa y está infestada de gente. No entiendo como a Guillermo le gusta asistir a este tipo de fiestas—. Lo busco aquí abajo. Ve arriba.

Asiento, y corro escaleras arriba. Camino apretando el paso, y tocando cada una de las puertas. Todos parecen estar ocupados y con la lujuria al tope. Saco mi celular de mi bolsillo y empiezo a marcarle a Guillermo; no contesta.

Me asomo a una de las puertas que está entreabierta por mera curiosidad, pero lo que veo me paraliza y hace que mi vista se ciegue. Mi corazón empieza a retumbar con fuerza en mi pecho.

No dudo en entrar como una fiera y en apartar aquel bastardo que hacía encima de Guillermo, los otros dos individuos, que observaban la escena con diversión se les congela la sonrisa.

No les presto atención, y sacudo a Guillermo.

—¿Guillermo?

Él mencionado parpadea con pesadez.

—Félix….

—¡Oye! ¿Quién te para arruinar mi diversión?—arrastra las palabras.

Le ignoro, y trato de levantar a Guillermo, pero el puñetazo que llega a mi rostro me hace caer al suelo.

—¡Te hice una pregunta bastardo!—levanta su puño, y está por darme otro golpe, pero este lo esquivo y me voy contra él.

—¡Eres un abusivo!—digo encestando un golpe en su nariz, enseguida empieza a sangrar.

—¡Ayúdenme inútiles!—le espeta a sus amigos. Quienes enseguida me toman y me golpean, hago lo posible por defenderme, pero ellos me dominan. No obstante, me las arreglo para golpearlos.

A los lejos puedo escuchar los gritos horrorizados de mi hermana.

El golpe que me hago en mi nariz me hace marearme, me llevo mi mano a la cara. Estoy chorreando sangre.

Mi hermana se mete entre el medio, y se lleva un golpe; haciendo que se vaya de bruces al suelo.

Eso hace que me enojé a un más, y le doy con todo a los malditos.

De un momento a otro estamos siendo separados, las sirenas de policía me hacen eco en los oídos.

Camino por los pasillos del instituto. En este momento soy más flojera que persona. No pude dormir después de tener un flashback en uno de mis sueños. Dicho sueño me hizo despertar a las cinco y media, y desde ahí no pude volver a caer dormido.

Me siento exhausto, y la voz chillona que llega a mi oído, hace que arrugué el rostro.

—Buenos días, amor—planta un beso en mi cachete—. ¿Por qué traes cara larga?—me toma de la mano y me arrastra a una de las bancas del jardín.

— No pude dormir.

—¿Por qué?

—Solo no pude—digo escueto. No pensaba contarle mi sueño.

—No te enojes, solo me preocupo por tí...—dice, mientras hace un mohín—. Wao, me sorprende los empalagosos que son Luke y Guillermo...

Frunzo mi entrecejo al verlos, tan melosos a la distancia.

Me levanto por inercia y empiezo a caminar en su dirección.

—¿¡A dónde vas Félix!?—Aisha me toma de la muñeca, haciendo que detenga el paso.

—Hablar con Guillermo. ¿No puedo?

Lleva su dedo índice a mi entrecejo.

—¿Por qué estás enojado? ¿Estás celoso?—pregunta dubitativa.

Resoplo y niego.

—¿Celoso? ¿Yo? ¿Cómo por qué o qué?

—Ayer tu hermana, me estuvo contando que fuiste muy buen amigo de Guillermo, y mencionó que él fue demasiado importante para ti. También dijo que no descartaba la idea de que te gustará...

Se cruza de brazos y me observa acusadora.

Mis dientes se tensan.

—¿Le creíste? Mi hermana es muy fantasiosa.

Mi hermana me hace enojar a niveles extremos. ¿Cómo se le ocurre decirle semejante barbaridad a Aisha?

—No puedo descartar la idea—sus manos se afianza a mi rostro—. Espero y no estés jugando conmigo, porque realmente me gustas.

La tomo por la cintura y la pego a mi cuerpo, dicha acción le hace sonreír.

Tiene una muy bonita sonrisa... Se que si hago que ella me guste, terminaré sacando estos raros pensamientos que tengo hacía Guillermo.

—Me gustas—miento—. Por eso estoy contigo.

—¿Entonces por qué lo miras tanto a él?—habla cerca de mi boca—. Deja de verlo tanto, porque empiezo a hacerme ideas equivocadas y tu hermana tampoco ayuda.

Cierro su boca con la mía, estoy cansado de escucharle hablar. No cierro mis ojos para besarla, porque mi mirada se enlaza con la de Guillermo.

Se encuentra abrazado a Luke, quien besa su cuello.

Siento algo removerse dentro de mí, y no lo entiendo, porque sé que conozco ese sentimiento, no obstante, no me animó a admitirlo en voz alta.

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