Capítulo 18

^^^Narra Félix:^^^

Todos se aglomeran alrededor de Guillermo, está en el suelo con su cabeza echada hacia atrás. Su mano tapa su nariz.

—¡Lo han golpeado!—grita mi hermana asustada, está por ir, pero la detengo.

—No vayas, deja que el entrenador se encargue, solo irás a estorbar.

Me da una mirada llena de rabia.

—¡Es mi amigo el que está sangrando!

—Hazle caso a tu hermano. No te necesitan, solo irás a estorbar—Aisha se posiciona a mi lado y besa mi mejilla.

—Nadie pidió tu opinión, sapa...—habla entre dientes.

Luke levanta a Guillermo en brazos, y tenso mi agarre en mi hermana quien pretende seguirlos.

Me asquean, Luke y él...

—¡Félix me lástimas!—grita mi hermana, dándome un manotón—. ¡No tienes derecho de retenerme! Mi amigo me preocupa así que suéltame.

Sale corriendo y Aisha me detiene cuando estoy por ir detrás de mi hermana.

—Déjala, amor—acaricia mi mejilla con delicadeza—. Es una impulsiva. ¿Quieres qué vayamos algún lugar?

—Lo dejamos para otro día, ¿sí?—digo enfocando mi mirada en la salida. «Tengo la necesidad de ir tras ellos.»

—¿Por qué? ¿Estás preocupado por el marica?—espeta.

Tomo su cara entre mis manos, y la beso.

—Estoy preocupado por mi hermana, no puedo dejarla sola—empiezo a tomar mis pertenencias—. Nos vemos mañana.

Bueno. Te amo—dice dejando un beso en mis labios—. Mañana, si o si vamos a salir.

—Seguro—sonrio, y salgo despavorido de la cancha.

Estoy por llegar a la enfermería, mi hermana está afuera hablando con Luke.

Logro captar la atención de ambos.

—Vámonos—le digo a mi hermana.

—¡Me iré hasta que salga Guillermo!—me observa con desdén—. Tú nunca me esperas. Así que vete solo.

—Me iré contigo. Así que te espero—me cruzo de brazos.

El entrenador sale, con un brazo sostiene a Guillermo, quien trae una gasa en su nariz.

—¿Cómo estás?—pregunta Luke y Tina al unísono.

Guillermo se ríe, pero una mueca de dolor se forma en su rostro.

—Un poco adolorido, el sangrado se detuvo, pero creo que no podré jugar mañana...

Eso lo jodía mucho, se le nota en el rostro que no le agrada para nada la idea.

—Vete a casa y descansa. Ya veremos qué sucede mañana—dice el entrenador— Nos vemos mañana chicos, tengo cosas que hacer.

Nos pedimos del entrenador.

Guillermo se sienta junto a Luke, quien no tarda en abrazarlo.

Aprieto mis labios en una fina línea. ¿Por qué me molesta tanto?

—¿Vas a manejar en esa condición? Te llevaría, pero también traje mi auto...

—No te preocupes que no he quedado inválido—se ríe.

—Mi hermano puede manejar—ofrece Tina. Me congelo en mi lugar cuando sus miradas recaen en mí—. Aparté vivimos cerca...

—No creo que...—estoy por decir, pero Guillermo me interrumpe.

—Por mi no hay problema.

Luke me barre con su mirada, sus facciones se tensan. No la agrada para nada la idea.

—Bueno, si estás de acuerdo, no tengo problema alguno—sonrio al ver como la facciones Luke se tensan aun más. Se nota que no me soporta, y que mi mera presencia le jode muchísimo.

—Hay que irnos entonces. Tienes que ir a descansar Guille.

Mi hermana insta a Guillermo a ponerse de pie, pero el agarre que Luke efectúa en él, lo hace caer en su regazo. Este último toma su boca con posesión. Aprieto mis puños y me giro para no observar esa escena horrorosa.

—Los espero en el estacionamiento—digo, mientras avanzo a pasos apresurados.

«Está marcando territorio el estúpido» «¡Como si a mí me interesará su maldita y falsa relación!»

Logro dar con el auto de Guillermo, y me apoyo en este. Inhalo y exhalo, al tener mi respiración tan descontrolada. Mis manos me tiemblan. No logro comprender porque me enoja tanto.

A mí Guillermo ni siquiera me gusta.

El sonido de la risa de mi hermana y Guillermo me hace despabilarme.

El pelirrojo me lanza sus llaves, las cuales logro coger.

—Todo tuyo—sonríe.

Trago saliva al ver esa sonrisa tan genuina y tierna. “Todo tuyo” repite mi cabeza, yéndose por otros rumbos.

—Ni le digas eso a Félix, que se la cree—se ríen.

—No te pases—digo molesto, mientras me acomodo detrás del volante.

Ambos entran, y enciendo el auto y empiezo a conducir en dirección a la casa de Guillermo.

—Gracias por ayudarme—dice con su cabeza apoyada en el respaldo del asiento.

—No es la gran cosa—le resto importancia, y concentro mi atención en la carretera.

Siento su mirada intensa sobre mí, quiero girarme y encararlo, pero con mi hermana atrás, no puedo decir nada.

—Me siento triste, Guille. ¡Es injusto que no puedas jugar mañana!

—Yo también me siento triste por eso.

—¿Tan grave fue?—digo viéndolo de reojo.

—No, pero no puedo hacer movimientos bruscos, por el momento.

—Ya veo...

—Si...

—Y se suponía que si ganaban, harían una fiesta, pero ahora dudo que ganen...—dice mi hermana con desilusión.

—¡Oye! El equipo no soy solo yo, está Luke y lo demás. Estoy seguro que harán un buen trabajo.

Me burlo, ante la mención de Luke. Ese solo es un estorbo en la cancha.

—Tu eres un pieza esencial. ¡No será lo mismo sin ti y lo sabes!

—Perdon que me meta, pero Tina tiene razón. Para mí eres el jugador que más resalta, eres la estrella en la cancha, les harás falta. Aparte Luke no es tan bueno, tiene altura, pero es un talón de Aquiles, una estatua más...—me veo diciendo. La lengua se me ha soltado, pero era algo que tenía muchas ganas de decir.

Mi hermana estalla en risas.

—Insulto a tu novio, Guille. Deberías empujarlo hacia la carretera.

No me animo a girar mi rostro en su dirección, su mirada esta en mí. Trago saliva con dificultad. ¿Le habrá molestado que dijera eso de Luke?

Estaciono justo enfrente de su casa, todos nos bajamos del auto. Mi hermana se abalanza sobre Guillermo y lo abraza, susurrándole no sé cuánta cosa.

Tina lo suelta y me animo acercarme, entregándole las llaves.

—Que te recuperes pronto—digo e intento avanzar, pero su mano me detiene.

—Me voy yendo chicos. Te amo Guille, que mañana amanezcas como nuevo. Te veo en casa, rata—se despide.

Bajo mi mirada a su mano, la cual me sostiene.

—Gracias—susurra.

—No me agradezcas. No hice la gran cosa.

—No es por eso.

—Entonces, ¿Por qué?—cuestiono.

—Por elogiarme como jugador—sonrie tímido.

Nuestras miradas se entrelazan, y siento mi corazón tambalear, al ver ese verde de sus ojos brillar.

—Es una verdad—digo, mientras me revuelvo el cabello—. No creo que no sepas esa realidad, además seguramente siempre te lo dicen...

—Me lo dicen si, pero Félix Morgan, nunca me lo ha dicho.

Me sorprendo cuando sus brazos me envuelven en un abrazo. Su calor corporal me hace sentir cómodo y de cierto modo tranquilo.

No respondo al abrazo, ya que me he quedado pasmado, y mis brazos parecen sin vida a los lados.

—Discúlpame por el atrevimiento—se ríe nervioso—. Nos vemos y gracias.

Está por girarse, pero es mi mano quien lo detiene ahora.

—Quiero volver a retomar nuestra amistad.

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