^^^Narra Félix^^^
Aisha va afianzada en mi brazo izquierdo, mientras yo no quito mi mirada de Tina y Guillermo.
Me enojaba mucho que mi hermana me respondiera o se comportará tan malcriada conmigo.
Yo solo quiero que haga caso y dejé de llevarle la contraria a mi mamá, no obstante, sé que Guillermo no es malo, pero si mi mamá decía que no quería que fuéramos sus amigos, debías hacerle caso.
Como yo lo estoy haciendo e incluso me estoy dando la tarea de poderme enamorarme de Aisha, sé que no es una mala chica, es bella, amable e inteligente, entonces ¿Por qué no intentarlo?
Después de todo a mí me gustaban las mujeres, y nunca he andado seriamente con una, así que esta vez me daré la oportunidad.
Empezamos a avanzar por los pasillos, todavía no pierdo de vista a Guillermo y Tina, seguramente van para el salón de mi hermana al igual que Aisha y yo. Cabe aclarar que ellas dos son compañeras, yo solo le llevo un año de diferencia.
—¿Te gustaría salir a comer un helado después de clases?
—Está bien—digo, llegamos a su aula—. Entonces, no vemos en un rato—llevo mis manos a mi pantalón y me empiezo a sentir ligeramente nervioso, sé que tengo la mirada de dos chismosos encima de mí.
Ella sonríe, y me abraza.
—Te veo en recreo. Te quiero—se acerca a mi rostro y deposita un rápido y pequeño beso en mis labios.
Me giro sobre mi eje, al escuchar la risa burlona de mi hermana.
—Te quiero—la imita.
Le doy una mirada con desdén. Por otro lado, Guillermo me observa serio con sus brazos cruzados.
—No la imites cuando ella está cerca—la regaño, y me acerco—. Entra a tu aula.
Tina hace una mueca llena de fastidio.
—Te veo luego Guille—se acerca al mencionado y le un beso en la mejilla—. Te quiero—dice burlona, le doy una mala mirada a lo que termino recibiendo la misma.
Trago saliva al darme cuenta de que solo estamos él y yo. Le observo de reojo, su mirada está en mí; es inquisitiva, sé que muere por preguntarme muchas cosas.
Pero para mi sorpresa carraspea, y empieza a caminar en dirección a su aula. Guillermo y yo tenemos la misma edad, solo que yo soy mayor por meses, y por suerte no compartimos el mismo salón.
Entro a mi salón y lo primero que veo es a Héctor que me saluda con entusiasmo.
Dejo caer mi mochila al suelo, y tomo asiento a su lado.
—¿Desde cuándo sales con Aisha?—pregunta con entusiasmo.
—Desde ayer—hablo sin interés.
Él me observa boquiabierto.
—Que suerte tienen los feos—dice, mientras se lleva una de sus galletas a la boca.
—Yo no veo que tengas suerte—menciono burlón.
—Estoy muy guapo, y las nenas se intimidan por eso. ¿Quieres ver?
Asiento, y espero a ver qué tiene en mente.
»— ¡Oye Anna!—la nombrada lo ve con desdén y hace una mueca de desagrado.
—¿Qué?—contesta malhumorada.
—¿Del uno al diez, cuánto me das?
—Menos cero.
Me burlo de la respuesta de la rubia. Mi amigo la observa indignado.
—Ni que estuvieras tan buena—dice por lo bajo.
Veo a la Anna sonríe socarrona. Tal parece que le ha oído.
No considero que mi amigo sea feo, pero tiene una actitud que hace que todo mundo quiera alejarse de él.
Me tenso cuando veo a la maestra entrar. Es con la que me he quedado. Nos observa a cada uno de nosotros y sonríe.
La tortura ya va a comenzar.
—Prueba sorpresa—dice moviendo de un lado a otro los papeles—. Quiero comprobar que estuvieron practicando en vacaciones. Cinco ejercicios sencillos.
Se mueve colocando las hojas encima de nuestros escritorios. Me percato de que los ejercicios que ha puesto, no les entiendo.
¡Odio los números y las matemáticas!
¿Por qué tuvieron que existir?
¿No son suficientes las sumas y restas? ¿Para que existen las calculadoras si no las puedo utilizar en un examen como este?
Empiezo a contestar la maldita prueba, sin tener absolutamente idea de lo que estoy haciendo.
La maestra ya esta revisando las pruebas, solo niega al ver las hojas. Tal parece que ya las ha revisado todas, porque se pone de pie y camina de lado a lado.
—Son treinta alumnos, y solo la mitad a podido sacar una nota digna. ¿Qué sucede con los demás? ¿Tuvieron trabajo de medio tiempo o no les dio tiempo de practicar?—niega con decepción. Vuelve a caminar entre las filas entregando las hojas.
Pongo la mano encima de la mía, cuando la coloca.
»—Al parecer varios deberán retirarse de los clubs a los que pertenecen. Ya saben que la institución no permite que lleven notas mediocres.
Eso me ha caído con balde agua fría. Observo mi hoja, y si, me he sacado un hermoso cero. Arrugo el papel entre mis manos.
Sin dudas me tocará dejar el básquet si no pongo de mi parte en esta materia.
—¿Te sacaste cero?—pregunta por lo bajo Héctor. Asiento y lo observo cuando él levanta su hoja y sonríe—. Te gane. Me saqué dos.
Me rio al verlo tan emocionado, al menos saco dos puntos y yo ni siquiera pude llegar a uno.
La maestra empieza a organizar sus cosas y dice:
»—Recuerden que pueden ir consiguiendo tutores. Ya estamos cerca de los exámenes, esa es su oportunidad para sacar una excelente nota para recuperar la perdida, de no ser así, se someterán a una recuperación. Nos vemos mañana.
Se despide, y seguido de ella entra el maestro de español.
Necesito conseguir un tutor lo más antes posible, y Guillermo no podía serlo porque lo rechacé.
Las horas pasaban, hasta que al fin tocaron para recreo. Me tardé un poco en salir, a excepción de Héctor quien fue el primero en salir disparado del aula.
—Anna—llamo la atención de la rubia, quien está sacando su desayuno.
—¿Qué sucede?—me observa desinteresada, y empieza abrir su desayuno.
—¿Das tutorías, cierto?—asiente. Ella es muy alumna, por lo tanto, se que me será de mucha ayuda.
—Así es, pero no es gratis—se lleva un pedazo de manzana y lo mastica. Le observo sorprendido.
—¿Cobras?—digo extrañado.
—Claro. Es mi tiempo el que te daré, aparte el dinero me cae bien—se encoge de hombros—. Tengo que pagar el autobús y comida. Si no accedes hay más personas a las cuales puedes pedir ayuda. Un ejemplo es Guille de tercero B.
Ruedo los ojos al escuchar el nombre del pelirrojo.
—Acepto.
—Bien, serán cuarenta dólares. Te veo a las cinco en la biblioteca.
—¿Cinco en punto?—pregunto estupefacto. ¿Qué le diría a mi madre?
Ella asiente, mientras sigue comiendo de su fruta.
—¿¡Félix!?—grita Aisha, pone sus manos en jarras, pasa su mirada de Anna a mí—.¿Qué haces aquí solo con esta?
—Me llamo Anna—dice, y a su vez rueda sus ojos.
—No te pregunté como te llamas—me toma de la mano y me empieza a jalarme fuera del salón.
—Felix, te veo a las cinco—grita coqueta Anna.
Aisha me observa malhumorada.
—¿Cómo qué te verá a las cinco? ¿Tan pronto me estás engañando?
Ruedo los ojos y empiezo a caminar. Ya recordaba porque no me animaba a tener pareja.
—¡Félix te estoy hablando!
Le sigo ignorando, mientras camino a paso rápido, pero no me percato de un pequeño cuerpo que se ha atravesado en mi camino.
Su cabeza pega y rebota en la orilla de una banca. Me detengo en seco al verlo ahí tirado, mientras lleva su mano a su cabeza.
¿Acaso se la he roto?
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Comments
cheesecake
OPD
2023-09-02
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cheesecake
Esta bueno el chisme
2023-09-02
0