El edificio de la guardia de la ciudad estaba rodeado por un caos de caballeros corriendo de un lado a otro, montándose en sus respectivos caballos.
Confundido me acerqué al que parecía ser el lider porque no dejaba de gritar órdenes aleatorias a sus subordinados. Como todo caballero, era corpulento aunque una enorme barriga sobresalía de su armadura y su mentón era cubierto por una espesa barba con forma de candado.
—¿Qué está pasando? —pregunté con seriedad.
El caballero me miró de pies a cabeza sorprendido seguramente por mi descaro, incapaz de reconocer mi verdadera identidad.
—¿Quien diablos eres tú? —preguntó sin mucha paciencia.
Arquee una de mis pobladas cejas y tuve el impulso de decir quien era realmente. Pero me detuve a tiempo, no era una buena idea mostrar mi verdadera identidad.
Miré a Ferrean, mi mano derecha, y este adivinando mis pensamientos dio un paso al frente y de debajo de su capa mostró un sello de oro con la forma de la boca de un dragón y la inicial del apellido de la familia real.
—Soy el general Ferrean Grimore de la guardia Imperial —admitió con un tono de voz que no admitía réplica— Estoy aquí por orden del emperador para llevar al duque de Priscilla —me señaló con la Palma de su mano— a palacio urgentemente.
El lider de la guardia de la cuidad agarró el sello y luego de verificar que era auténtico, sus cejas se arquearon sorprendido y me miró un tanto dudoso. Enseguida me erguí aún más y deje que apreciara mi rostro a plenitud. Si algo teníamos en común casi todos en la familia real y en la nobleza, eran nuestros insólitos ojos color carmesí. Era algo congénito que nadie más en todo el reino poseía, al no ser que directa o indirectamente fuera descendiente.
Mi hija también, aunque sea una bastarda, seguramente también habría heredado esa característica que resaltaba la sangre real que corría por sus venas.
El guardia al notar que poseía esa característica que se atribuía absolutamente a la nobleza, asintió con la cabeza y se dirigió al general Ferrean.
—¿En que puedo ayudarlos entonces? —preguntó— Dudo mucho que está pequeña ciudad pueda ofertarles algo a la altura de sus ilustres títulos.
—Realmente estamos aquí porque buscamos a una persona —admitió Ferrean y de rápidamente improviso una historia prácticamente de la nada sin siquiera mostrar una señal de mentira en su rostro— La hija adoptiva de nuestro duque se escapó hace un tiempo de casa con un plebeyo y creemos se encuentra por estas tierras —luego sacó el cartel de se busca y se lo dio al líder de la guardia— Imagina nuestra sorpresa al ver que la hija del duque es buscada como una asesina, e incluso tiene una recompensa sobre su cabeza.
Al entender lo que quería decir, el guardia abrió los ojos notablemente sorprendido.
—No teníamos mi idea, la señorita había aparecido prácticamente de la nada. Hay testigos incluso que corroboran el crimen cometido, dudo mucho que tanta gente mienta mi señor.
Di un paso al frente y esta vez fui yo el que habló.
—¿Ya encontraron alguna pista de donde podría estar?
—Un comerciante llegó hace poco. Dijo que había visto una chica en el camino que lucia exactamente como la del cartel. Según el, tenia el pelo mucho más corto hasta el punto de parecer un chico, iba acompañado de un hombre muy corpulento e incluso llevaba una bebe en brazos. —explicó el caballero— Pero no tenemos suficientes efectivos para ir en su busca. Hemos obtenido información de que un grupo de bandidos se dedican a robar y asesinar nobles en los caminos principales y justo ahora nos preparamos para ir en su busca y eliminarlos de una vez por todas.
Fruncí el ceño al escuchar los detalles de la situación.
—¿Crees usted que mi hija correrá peligro?
—Es lo más probable, según las indicaciones del comerciante y la información que tenemos del grupo de bandidos, la señorita podría encontrarse muy cerca de ellos.
Todo mi cuerpo se tensó ante aquella información y de inmediato me imaginé la peor situación.
Poco después, cuando me disponía a entrar a mi carroza, mi segundo al mando se me acercó.
—Su alteza, pienso que por su seguridad lo mejor sería que volviera a la capital —declaró sin dejar su formalidad de lado— Mis hombres y yo nos quedaremos y no pararemos hasta encontrarla…
—No… —lo interrumpí— No volveré sin ella y mi hija.
—Pero su alteza… —intentó contrariar mi orden pero rápidamente lo miré con ojos gélidos y de inmediato calló.
Si fuera otra persona, hace mucho habría perdido la cabeza por desestimar una orden mia. Pero Ferrean era la excepción. Aunque no lo admitía, le tenía cierto cariño. Cuando mi padre, el anterior emperador, murió en la guerra protegiendo al Imperio de los ogros del continente oscuro, Ferrean prácticamente se convirtió en mi única figura paterna.
Desde que tenía memoria, siempre me había protegido y su lealtad no era cuestionable. Nunca me había fallado y confiaba en él con mi vida. Pero no podía permitir ese tipo de actitud, mucho menos delante de los demás caballeros.
—Entiendo que estes preocupado —agregué en un tono de voz bajo para que solo el pudiera escuchar— Pero ya tengo 35 años, no soy un niño. Se perfectamente lo que hago y no puedo dejar que un descendiente mío, aunque fuera bastardo, le pase algo horrible. No me lo perdonaría.
—Entiendo, su alteza —refutó el algo arrepentido— No volveré a desentonar sus órdenes.
Asentí con la cabeza y le sonreí un poco para que no se preocupara.
—Ahora prepárense, acompañaremos a la guardia de la ciudad hasta el lugar donde se vio a Claire.
Ferrean asintió con la cabeza y luego de cerrar la puerta de la carroza, comenzó a gritar órdenes a viva voz.
Intenté relajarme, pero me encontraba demasiado tenso. Un repentino mal sabor de boca me llegó al recordar las palabras del jefe de la guardia.
Claire no iba sola, también estaba acompañada de un hombre cuya identidad aún no tenía clara.
«Claire nunca había estado con un hombre además de mi»
Un sentimiento que no me gustaba en absoluto no tardó en emerger de lo más profundo de mi corazón. Un sentimiento que reconocí como celos…
Y bien sabía que los celos no me dejaban actuar con claridad.
No conocía a ese idiota, pero ya quería matarlo…
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Comments
Rebecca H
uta pinche comerciante
ya rego la cajeta
2024-06-05
3
Rebecca H
como sabe exactamente qué es una niña???
si no estuvo rn el parto
es raro no???
2024-06-05
3
indira avila
comerciante chismoso 😡, le ayudó y se fue de lengua a cambio 😡😡😡
2024-05-28
3