En mi vida pasada, recuerdo haber peleado una única vez y fue en la preparatoria. Unas chicas habían intentando convertirme en su objeto de bullyng pero no contaban con que mi padre fuera el dueño de un dojo de kendo (arte marcial con armas).
Había entrenado en el uso de la espada prácticamente desde que era una niña por lo que acabar con esas abusonas con solo una espada de madera, no me fue muy difícil.
Sin embargo, esta situación era muy distinta. Mi oponente me superaba el doble en tamaño, además de que este cuerpo era demasiado débil. No me sentía exactamente confiada, y eso en cierta forma me causó un poco de miedo.
Mis extremidades temblaron cuando aquel enorme hombre rodeó la mesa de su mostrador y se dirigió hacia mí con paso lento pero seguro. Lentamente retrocedí y cuando ya estuve lo suficientemente cerca de la puerta, me voltee rápidamente y me impulso con todas mis fuerzas para salir del local.
Huir era la única opción que me quedaba.
Sin embargo, había un detalle que había dejado pasar. Este cuerpo no solo era débil, también era ridículamente lento hasta el punto de exasperar. No había dado ni dos pasos cuando repentinamente me agarró del cabello y me jaló con tanta fuerza que por poco me disloca el cuello.
Bastaron solamente dos zancadas de las enormes piernas del encargado de la tienda para atraparme con facilidad. Su mano rebuscó dentro de mi capa, intentando encontrar la bolsa de oro mientras con la otra me sostenía con fuerza del cabello.
Grite de dolor y forcejee inútilmente, intentando liberarme de su agarre, pero fue inútil.
—¡Por favor, no me hagas esto! —supliqué a viva voz con los ojos llorosos.
—¡Cállate! —bramó él con más fuerza, presionándose más contra mi.
Su mano desgarro sin ningún tipo de delicadeza la tela blanca de mi camisón de dormir liberando en el proceso mis pechos desnudos y la bolsa de monedas entre ellos, la cual cayó a mis pies con un llamativo sonido.
—Ah, pero que tenemos aquí —espetó con un tono de voz algo ronco, mientras manoseaba mis senos ocasionándome algo de dolor, ignorando incluso la bolsa de monedas a mis pies. Incluso hasta podía sentir su ereccion en mi espalda baja.
Que tonta e ingenua fui todo este tiempo. Por supuesto que esto tenía que pasar. Estaba en un mundo prácticamente medieval cuyo alcance aún no podía ni imaginar. Obviamente las cosas no funcionarían igual que en el mundo real.
La bebe, la cual aún colgaba en la sabana cerca de mi pecho, se removió al ser despertada de su sueño y comenzó a llorar intensamente. Su rostro se enrojeció tanto, que parecía estar a punto de explotar. Debía priorizar su bienestar.
—Haz lo que quieras conmigo, pero no le hagas daño a mi bebé —dije con voz quebradiza al borde del llanto.
El hombre rió como si hubiera dicho lo más gracioso del mundo y su mano procedió a subirme el vestido, descubriendo mis piernas desnudas. Me mordí el labio inferior y aguante la respiración esperando lo peor. El llanto de la bebe se volvía cada vez más molesto. Pensé que me volvería loca, entre el llanto, el asqueroso olor del armero y sus manos tocando mi cuerpo, pero para mi sorpresa el llanto se detuvo abruptamente de una manera que me dejó fría.
Pensé que le había sucedido algo a la bebe, y cuando la miré, contemplé una seriedad antinatural en su rostro. Levantó su pequeña manito regordeta y de la nada, llamas cubrieron por completo todo su brazo y liberaron una gran llamarada que pasó justo por encima de mi hombro hasta impactar con fuerza en el rostro del armero.
Enseguida deje de sentir la presión de su mano en mi cabello y un agudo grito de dolor se alzó proveniente del corpulento hombre el cual comenzó a correr de un lado a otro, intentando apagar las llamas en su cara.
No daba crédito a lo que veía, me había quedado completamente descolocada.
Volví a mirar a la bebe y contemplé que esta reía como si estuviera viendo un inocente espectáculo de payasos.
Recordé que después de todo no era una niña normal. Era literalmente la villana más importante de la novela original. Tragué en seco al reconocer el verdadero peligro que cargaba en mis brazos.
Pero no podía perder más tiempo, aprovechando que el hombre estaba gritando de dolor por las llamas, corrí hasta uno de los estantes y agarré una espada. Debía acabar con el trabajo.
Agarré la espada con las dos manos y usando todas mis fuerzas, la impulsé y atravesé el cuerpo del hombre con su hoja filosa. El armero liberó un último grito ahogado. En la cercanía pude notar que su rostro se había convertido en un tumulto de piel chamuscada y derretida. Era tan desagradable que hasta tuve arqueadas.
«La Segunda persona que asesino» Pensé con algo de frialdad. ¿Que clase de ejemplo le estoy dando a mi hija?
Pero no me importa, si es para sobrevivir haré lo que sea.
El cuerpo sin vida del armero se dejó caer y yo lo dejé. La espada aún lo atravesaba. Intenté sacarla pero ya no tenía fuerzas, ni siquiera para eso.
Igual, habían muchas más.
Luego de lo sucedido no perdí tiempo. Me aseguré de cerrar la puerta con seguro para no tener ninguna visita inesperada y procedí a buscar lo que quería desde un principio.
Efectivamente, en el fondo del negocio (prácticamente en el trastero) encontré varias mudas de ropa de caza que consistían en pantalones y chaquetas de tela oscura, un par de botas de cuero.
Dejé a la feliz bebe encima del mostrador un momento mientras me quitaba la ropa sucia y ensangrentada y me ponía la nueva. Al mirarme en el espejo contemplé que no estaba nada mal, me quedaba algo holgada, pero no me veía tan mal. Lo único que si me quedaba un poco grande eran las botas pero al menos podía caminar con normalidad.
Una idea se iluminó en mi cabeza. Esta ropa disimulaba bastante mis curvas femeninas, así que tal vez podría pasar desapercibida como un chico más. Rápidamente busqué un cuchillo y con él, sin dudarlo, corté mi larga melena oscura hasta una altura por encima de mis hombros.
Deje caer las hebras en el suelo de madera y miré a la bebe algo esperanzada. No sabía que pasaría de ahora en adelante, pero con esa niña bajo mi ala (si la crio bien) podría ser de mucha ayuda después de todo.
En verdad hice bien en traerla conmigo.
La cargué entre mis brazos y le dediqué un sonoro beso en la mejilla.
—Gracias por salvarme —declaré sonriente— De ahora en adelante, te llamaré Ruby. Te prometo que no dejaré que te tengas el mismo destino que Eris, como en la historia original.
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Comments
Rebecca H
jajajaja
esa niña es peor
2024-06-05
6
GALAXIA 🌠💫
Uno muy bueno, ya quisiera que las que son víctimas de esos horribles seres en estos tiempos puedan defenderse así y matarlos son piedad 😌😌😌
2024-02-11
8
Ivon Caraballo
me encanta...que hermosa bebé ayudando a su mami
2023-12-12
7