Desde aquella reunión de inversionista donde fue humillada enfrente de personas tan importantes, las cosas no han sido nada fáciles para Ingrid. La dramática “pelea” entre las primas recorrió toda la empresa hasta el punto de llegar a otras compañías, los chismes estuvieron a la orden durante todo el mes pero en vez de apuntar hacia la atacante, la sarta de rumores se enfocaron en Ingrid, su imagen como miembro de la familia Bonett cayó en picada al saberse que los miembros más importantes, Gustav y Miranda, no la respetan en lo absoluto, era un rumor muy fuerte que ya existía y este suceso no hizo más que confirmarlo. El poco respeto que se le tenía en la empresa, por los demás trabajadores desapareció con el pasar de los días, al punto de convertirla en foco de burlas y maltratos.
Ingrid se vio afectada emocionalmente por este cambio de trato tan evidente y descarado pero no podía hacer nada más que guardarse sus tristeza para ella misma, la imagen en los demás trabajadores era de suma importancia, aunque existan momento de vulnerabilidad donde necesitaba a alguien en su vida, era cuando buscaba a Simon para reconfortarse, extrañada quedó cuando Simon no se encontraba disponible porque no había llegado del trabajo todavía. Ingrid comenzó a darse cuenta que él permanecía mucho tiempo afuera, más que antes, salía muy temprano por la mañana y regresaba tarde en la noche, algo que jamás hacía como pescador.
Al principio creyó que estaba haciendo horas extras como ella lo hacia todo el tiempo, pero un detalle le hizo darse cuenta que no era asi, Simon comenzó a usar perfume, un rasgo muy molesto para Ingrid, era que Simon siempre tenía un fuerte olor a pescado, aunque se bañara todos los días con jabones aromatizados, shampoos especiales y agua de flores, era imposible que el rastro a pescado se le quitara se podía sentir con solo acercarte a él, ese aroma solía golpear su nariz cada vez que la recibía en su llegada. Últimamente ese olor tan conocido para ella, había desaparecido por completo de la casa, la ropa y de Simon mismo, lo que la extraño mucho más fue darse cuenta que estaba usando perfume muy familiar, uno que le parecía delicioso para su fosas nazales, ocultaba muy bien el aroma desagradable.
¿Cómo era posible ese cambio? pensaba Ingrid.
Dio tantas vueltas a la situación en su cabeza que solo fue capaz de llegar a una conclusión, Simon estaba teniendo una aventura.
Estaba segura de ello, encajaba perfectamente con cambio de hábitos y comportamiento, también dedujo por el perfume que usaba Simón, que la mujer en cuestión debía ser de clase alta, con dinero porque ese perfume lo había percibido en unos conocidos adinerados hace tiempo, tenía que ser de una marca lujosa.
De solo imaginar a Simon con otra mujer, la sangre de de Ingrid hirvió como el fuego, le molestaba tanto pensar que estaba interesado en otra mujer que comenzó a morderse las uñas que tanto cuidaba.
Todo esto la estaba volviendo loca, quería desesperadamente que Simon le volviera prestar la atención de siempre, volver a mirarla como antes y sentir que alguien estaba para ella. Arrugó los papeles que tenía en la mano por la frustración que sentía por la distancia de Simon
-¡Ingrid!- gritaron desde la otra punta de la oficina.
-¡Si!- El grito la asustó al punto de levantarse de un salto de su silla, mientras su mirada se encontró con Mónica Flores, grande y gorda con una mirada de odio que la observaba.
-¡Baja de las nubes¡ ¡Hay mucho trabajo para hacer!- Gritó de nuevo Mónica, la jefa de Ingrid.
-Disculpe señora Mónica- Dijo mientras volvía a los papeles de las cuentas contables, decidió dejar de lado sus pensamientos sobre Simón por el momento.
A pesar de ser nieta del dueño de la empresa, Ingrid no tenía un cargo alto, era un empleado más en el sector de finanzas como una contadora mas, no sabía realmente si era por la enorme mancha que sus padres dejaron o porque era muy deficiente en su trabajo porque siempre recibió críticas muy negativas por parte de su jefa Monica, que era muy apreciada por Gustav quien sí tenía un puesto importante y de mucho peso.
Pensar que su mal desempeño afectaba a la empresa de su familia la llevó a trabajar el doble, tomando más trabajo y realizando horas extras para tener todo a tiempo y forma.
-¡Ingrid! ¡¿Aún no has terminado con eso?, ¡eres realmente lenta!- exclamó con indignación Monica- ¡Se tiene que entregar hoy mismo, si no llegamos a tiempo serás tú quien deba responder!- Exclamó Monica mientras que con su dedo índice gordo y grande golpeaba la mesa de forma exigente.
Ingrid no contestó, lo dejó pasar como siempre lo hacía porque pelear solo empeora las cosas y su trabajo necesitaba toda su atención.
-Tu lentitud explica el porqué no te confía una posición más alta, es imposible confiar en ti- criticaba Monica desde su escritorio.
El resto de sus compañeros comenzaron a reírse por lo bajo y a susurrarse entre ellos.
-Si, no se le puede confiar mucho a ella- decían sus compañeros mientras se reían.
-Solo está aquí por su apellido, no hay que esperar mucho-
-Qué puede esperarse de alguien que..- Antes de que Monica termine su frase Ingrid se levantó rápidamente de su asiento.
-Las cuentas ya están listas señora Monica- dejando a sus compañeros en completo silencio camino y le entregó los papeles a Monica.
Monica con una mirada seria, ojeo las hojas con los resultados, cuando terminó levantó la cara con el semblante serio y espeto.
-Hasta un mono podría hacerlo mejor- contestó con desdén Monica.
-Si hay algo mal puedo…-
-No, no puedes, ve a tu lugar- Interrumpió.
Ingrid no dijo nada más con cabeza agachada se alejó del escritorio de Monica, decepcionada consigo misma por haber fallado, después de todo ¿cómo no iba a creerle a alguien tan importante como Monica?.
Desde su asiento Mónica le dirige una mirada de odio a Ingrid mientras esa regresaba a su asiento, la despreciaba hasta los huesos por ser una amenaza a su posición como gerente de finanzas, para su suerte, fue la única en darse cuenta lo brillante e inteligente que era Ingrid con los números, era mejor que ella y que cualquier otro contador de la empresa que Mónica hubiera visto en sus años de experiencia, era tan buen que había muchas posibilidades de que le quitara el puesto en el futuro, la idea le causaba terror porque su trabajo era lo más precioso que tenía por ello cada que podía mentía sobre su capacidad y habilidad a los altos cargos de la empresa.
-Llevaré esto al Señor Gustav, comienzan con la declaración de impuesto de este mes- Dijo Monica mientras salía de la oficina.
Monica también encontró otra forma de bajarle su desempeño ante los demás y al mismo tiempo beneficiarse de la inteligencia de aquella joven, otorgándole el crédito por los trabajos que realizaba, todo lo que Ingrid hacía, Monica, lo hacía pasar como suyo. Hace tiempo que había dejado de hacer su trabajo simplemente se lo encargaba a Ingrid mientras ella descansaba cómodamente en su escritorio, era muy beneficioso que la joven no cuestionara nada ni discutiera en lo absoluto, había aprendido a apreciar la utilidad de esa muchacha.
-Buenos días Señor Gustave, le traigo las cuentas del mes- con una voz dulce y amable se dirigió al joven.
-Monica que bueno verte, Tengo algo muy importante que pedirte.
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Comments
Sara Ximena Cifuentes
Hay no ella se pasa de boba a estupida
2023-09-26
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