Basta

-Creo.. que voy a vomitar- dijo una de las primas de Ingrid, mientras se ponía pálida.

-¡Qué asco! ¡por dios!- dijo una de sus tías políticas.

La familia Bonett que gozaba de un ambiente agradable minutos atrás, se encontraba aturdida por la escena del pez, poco a poco salieron de ese estado y comenzaron a entrar en cólera.

-¿¡Ingrid te irás así como si nada!?- dijo muy molesta la tía Julia, mientras se levantaba de su silla- ¿Acaso no viste el espectáculo que hizo tu marido? ¡Ingrid!-

-¡No puedo creer que quieras irte así sin más! ¡Eres igual que tus padres!-

-¡Vuelve aquí bastardo y arrepientete de lo dijiste!- gritó Gustav mientras era sostenido por sus primos. 

Ingrid se encontraba cruzando la puerta del comedor cuando su tía Julia comenzó a reclamarle por lo que escuchó muy poco el resto de reclamo de sus familiares, de todas formas no pensaba en contestar, solo quería salir del lugar. No tenía la fortaleza, ni la energía para hacerle frente a nadie, tampoco quería hacerlo porque se convenció a sí misma de que si mantenía la cabeza agachada podría volver a ser parte de esa familia, podría tal vez volver a tener un poco de respeto si tambien lo daba, pero hasta ahora no daba ningún resultado. 

Ingrid y Simon salieron rápido de la mansión, en todo el trayecto no se dijeron una sola palabra, caminaron en silencio por el sendero que llevaba hasta la salida de la propiedad, pero a la mitad del camino Ingrid se detiene y se gira ante Simon. 

-¿Por qué hiciste eso?- dijo molesta.

Sabía que se refería a lo de hace un momento pero no supo qué contestarle porque ni el sabia por que lo había hecho, él bajó la mirada por la vergüenza que sentía, no por lo del pescado en sí, sino porque Ingrid lo vio perder la cabeza por un momento y había provocado la ira de quienes son capaces de lastimarla, afectando la a futuro. 

-¿Acaso no te he dicho que no reacciones a nada? ¡Sabes cómo son ellos, solo se pondrá peor para nosotros!¡Piensa un poco lo que haces! ¡Me has avergonzado más de lo que necesitaba!- Los ojos de Ingrid se volvieron rojos otra vez y su voz comenzó a quebrarse mientras más hablaba- ¡No me molesta que hagas esas cosas en la casa, pero no puede hacerlo en una cena familiar….!- Simon sabía por todo lo que había pasado en estos tres años, las humillaciones y el maltrato verbal la están agotando mentalmente.

-Ingrid….-

-Además de meterte con el trabajo de otros, tú no tienes ni idea de cómo funciona la empresa o la economía ¿Cómo te atreves a opinar? - Ingrid comenzó a sentir los ojos húmedos y la garganta dolorida.

-Nada de eso es de tú incumbencia, guarda tus opiniones- Se dio la vuelta rápidamente y continuó caminando con la cabeza agachada mientras las lágrimas bajaban de sus ojos. 

Sus lágrimas y sus palabras provenían de la más profunda impotencia por su vida, no le gustaba ser mala con Simon pero en los momentos en los que ya no puede más se desquita con el.

-Lo siento, Ingrid…- Simón no supo qué decirle, explicarle sus sentimientos era como poner una excusa a su mal comportamiento, entendía por qué estaba enojada, las cosas se pondrían mal para ella en el futuro por su culpa por lo que solo se mantuvo en silencio mientras caminaba detrás suyo con la cabeza agachada.

El camino de regreso a casa era más largo que la llegada a la mansión, debido a que se ubicaba en un barrio privado, casi exclusivo tuvieron que caminar un largo trecho hasta llegar a una zona residencial más concurrida por taxis. Regresaron a casa en completo silencio, ni siquiera eran capaces de mirarse mutuamente ambos sentían vergüenzas de si mismo por todo lo que ocurrió ese día.

Ingrid se encerró en su habitación apenas llego al departamento, se hecho a su cama a llorar desconsolada por las desdichada que era su vida mientas que Simón permaneció fuera de su cuarto escuchando con tristeza sus sollozos, le dolía el corazón escucharla sufrir pero no podía hacer nada para ayudarla, porque era Ingrid quien estaba dispuesta a soportar estos tratos por una supuesta familia que no la veía de la misma manera.

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