Falta dinero.

-¡Ingrid! - dijo sobresaltada Elena.

Ingrid sonrió con alegría al ver a su madre, entregándole una sonrisa calida y amorosa, sin saber lo que a Simon le gustaba esa sonrisa, le gustaba tanto que se le iluminaba la mirada de solo verla. 

-Hola mamá…- inmediatamente fue interrumpida por Elena. 

- No sabes lo horrible que fue mi día hoy en el club campestre, cuando quise pasar me negaron la entrada por completo.-  Elena cambió su voz amorosa por una de quejas y fastidio, haciendo que la sonrisa de Ingrid desapareciera por completo- Me dijeron que no estaba la cuota de este mes y que no me dejarían pasar hasta que se depositara, fue un vergüenza terrible- Dijo lloriqueando Elena.

Ingrid la miró con cansancio y dio un gran suspiro antes de hablar.

-Si, este mes no se pagó la membresía del club- Su madre quedó horrorizada al escuchar eso-  Hay que reducir gastos, debido a que mi salario fue reducido- Dijo con calma.

Elena palideció parecía que la acaban de diagnosticar alguna enfermedad mortal, negó con la cabeza con frustración y la miró indignada.

-¿Como que no podemos pagarlo? ¿Cómo puede ser eso posible?-

-Gustav realizó un corte de presupuesto y redujo el sueldo de algunos empleados, incluido el mío- 

-¿Te escogió a ti en una inmensa fila de personas? ¿Por qué? ¿¡Que error cometiste esta vez!?- Elena comenzó a gritar de la ira- ¿¡Cómo pudiste hacernos estos Ingrid!? ¿Cómo pudiste fallarle a tu familia de esta manera de nuevo?. 

-Fue un movimiento empresarial, no tiene nada que ver mi desempeño- Se defendía la muchacha. 

-¡Claro que sí! ¡Gustav siempre protege a sus buenos empleados, si fueras buena de verdad, no te habría hecho esto!-

-Ingrid mañana mismo hay que ir a hablar con él, tal vez podamos revertirlo y enmendar tu error- dijo Luis. 

-No papa, ni se te ocurra, te echaran como la última vez- 

-¡Pero hija, necesitamos ese dinero!- 

-Lo arreglare yo misma, nada de ir a pelear- 

-¿¡Cómo piensas arreglar esto!? ¿Acaso no piensa en todo lo que vamos a tener que renunciar por tu incompetencia?- la regañó su madre.

Las discusiones sobre el dinero eran muy frecuentes dentro del departamento, los suegros de Simon, acostumbrados a una vida acomodada y llena de lujos, no podían enfrentarse al hecho de no poder seguir con ese estilo de vida privilegiado, luego de su despido en la empresa de los Bonett, tuvieron que tomar puestos en empresas de bajo nivel que aceptaban sus antecedentes oscuros. Su única salvación para seguir probando las migajas de las riquezas, era su única hija, Ingrid, a quien todavía se le permita trabajar dentro de la compañía familiar en un puesto bueno, con un sueldo decente, aunque es suficiente para vivir cómodamente no es suficiente para pagar todos los gustos y caprichos de sus padres. Ingrid paga todas las cuentas de las casa, hasta hace sacrificios sobre sus propios deseos por su padres pero al final siempre exigen mas y mas, como un pozo sin fondo que no se llena nunca.  

Simon estaba observando todo desde la entrada a la sala, estaba molesto y se sentía impotente pero no se metería, cada vez que lo hacía Ingrid se enoja con él por meterse con sus padre. Insiste en protegerlos sin darse cuenta del daño que ella misma se hace.  

Ya no pudo soportarlo y se fue a la cocina, continuó haciendo la cena mientras escuchaba a los demás discutir todavía. 

-¡Mamá por favor, solo harás que te ridiculicen de nuevo!-

-¡No tendría que hacerlo, si hicieras bien tu trabajo!- 

-¡Yo hago bien mi trabajo! ¡Mi sueldo no fue el único afectado en estos movimientos!-

Unos momentos después se pudo escuchar los pasos de Ingrid dirigiéndose a su habitación mientras Elena continuaba gritando cosas al aire.

-Esa mocosa malagradecida, que le cuesta hacer sacrificios por sus padres-

-La hemos consentido demasiado- Simon negó con la cabeza al escuchar esos desagradables comentarios. 

La comida ya estaba terminada, pero Simon sabía que no era un buen momento para comer, aun así se dirigió al cuarto de Ingrid, solo quería saber como estaba. 

Simon se paró en la puerta, suspiró y golpeó la puerta suavemente. 

-¿Ingrid?- 

Ella no respondió al instante, lo que preocupó mucho a Simon. Pasaron unos segundos antes de que se escuchara un… 

-Pasa..-  

Simon ni corto ni perezoso, abrió la puerta lentamente para encontrarse con una Ingrid sentada en su cama, con una mirada triste y cansada. Se veía más derrotada que cuando llegó. 

El busco su mirada, quería ver sus ojos de nuevo pero no lo consiguió.

-Ingrid, la cena está lista….- 

-Esta bien…. iré enseguida- su voz era débil y frágil en ese momento.

El corazón de Simón se sintió pesado, lleno de sentimientos extraños que lo incitaban a hacer algo para protegerla, algo para reconfortar por lo que terminó entrando a la habitación sin pedir permiso y sentándose a su lado en la cama. 

Ella no dijo nada, no parecía molesta por sus acciones. Simon no sabía lo que estaba haciendo pero sentía la necesidad de animarla de alguna manera, solo se le ocurrió una cosa, darle palabras de aliento.

-Estoy seguro que haces un gran trabajo, cada vez que regresas a casa puedo ver en tus ojos el cansancio de darlo todo, no dejes que te hagan creer lo contrario.

Tenía miedo de que ella se enojara y lo rechazara, no quería hacerla sentir incómoda pero quería por una vez ser su apoyo, hacerla sentir que había alguien de su lado. 

Ella lo miró un poco triste pero le dio una sonrisa, sus palabras le habían hecho sentir bien.

-Gracias.

Simon no entendía porque pero su sonrisa le hacía sentir muy bien, su corazón se sentía cálido y latía como loco de solo verlo.

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