Un viejo conocido

Simón pasó el resto del día consolando a Ingrid de todas las maneras que se le ocurría, pero no sirvió de mucho, para ella el reconocimiento por su buen trabajo era algo importante y más por parte de su familia por lo que está humillación pública fue demasiado para su orgullo.

A la mañana siguiente Ingrid fue con temor a su trabajo, no quería admitirlo pero ya no disfrutaba trabajar en la empresa familiar como antes, vivía con el miedo de cometer algún error y ser castigada por ello pero no podía renunciar, era el trabajo de sus sueños. 

 Simón se quedó en casa esa mañana enojado aun por lo ocurrido, no estaba dispuesto a seguir tolerando este maltrato ni siquiera si Ingrid se lo podía, era tiempo de un cambio.

En el momento en que se quedó solo en el departamento vio la oportunidad de realizar su movimiento. Saco de su bolsillo la tarjeta de presentación y tomo el celular, determinado llamó al número de la tarjeta.

La llamada fue atendida en brevedad y la voz de un hombre se hizo sonar.

-¿Alo? ¿Con quien tengo el honor?- 

Apenas escuchó la voz, la determinación que había en él se esfumó, se volvió temeroso y tímido ante el hombre en el teléfono. 

-Ah…- balbuceó un par de palabras intentando que saliera algo.

-¿Si?- dijo el hombre con impaciencia.

-¡James Figueroa! es Simon quien habla- exclamó nervioso al creer que iban  cortarle el teléfono.

-¿Simon? ¡ah! ¡Eres el sobrino de Walter Lambert!- su tono de voz había cambiado por completo al saber quien era, a una más alegre y amable-¡Simon, cuánto tiempo sin escuchar de ti!.

-Lo mismo digo Señor Figueroa- las mejillas de Simon se sonrojaron al saber que todavía se acordaba de él, le alegró mucho saberlo.

James Figueroa solía ser un buen socio de su tío, Walter Lambert,  fueron amigos desde la universidad y crearon una empresa exitosa juntos, fueron amigos hasta el día en que Walter murió. Simon lo había visto un par de veces en toda su vida, la última vez fue en el funeral de su tío, James se le acercó a Simón y le pidió que lo contactara si alguna vez necesitaba su ayuda, entregándole su tarjeta de presentación.

-Dime Simón ¿Porque llamaste? ¿Necesitas mi ayuda?-

-Bueno, si, quería pedirte una cosa ¿Podrías ser mi asesor empresarial?-

-¿Tu asesor? ¿Tienes una empresa en tus manos?-

-No, estoy por fundar una, una empresa dirigida a los alimentos- 

-¿Enserio? ¿Te gustaría reunirte conmigo para hablar más de este asunto?- dijo James 

-Claro pero… ahora estoy viviendo en la ciudad de Balta, no se si quieres…- Pero el hombre lo interrumpió antes de concretar la frase.

-Que sorpresa, yo tambien estoy en la ciudad ahora- dijo con mucha emoción James- Reunámonos en un café del centro, te enviare la dirección- 

-Claro ¿Cuando puede usted?-

-Estoy libre hoy mismo, después de las 11 de la mañana ¿te parece bien?

-¡Por supuesto Señor Figueroa! ¡Será un placer volver a verlo!- dijo emocionado Simin.

-Lo mismo digo, Hijo, Nos vemos en unas horas-

Ambos colgaron unos momentos después. Al instante de cortar recibió la ubicación del lugar al que James lo había invitado, en una breve investigación Simon se percató que el café, era un donde se reúnen empresarios y ejecutivos de alto prestigio, era una oportunidad muy importante y no podía parecer un vagabundo, por lo que no era buena idea usar su traje viejo y gastado para un lugar tan elegante, necesitaba un traje nuevo. 

Miro el reloj de la cocina, percatandose que aún tenía tiempo para conseguir un traje mucho mejor, se tomó el tiempo para arreglarse y se colocó su viejo traje para luego emprender un viaje hasta el centro de la ciudad, donde se encontraba una tienda de trajes de lujo. En poco tiempo salió de la tienda vistiendo el traje más elegante que cualquiera haya usado en su vida, más que el de su propia boda, se peinó y se colocó un perfume que la tienda regalaba y tiro su viejo traje al no tener dónde guardarlo. Salió de la tienda para ir directo a su destino, guardando muchas emociones dentro de él a pesar del miedo que tenía, sentía mucha emoción por el paso que iba a dar.  

Al mirar su teléfono se dio cuenta que faltaban 30 minutos para  la reunión por lo que salió corriendo, por suerte para él, la cafetería estaba cerca de esa zona y llegó con tiempo de sobra.

Cuando llegó al lugar James le envió un mensaje avisando que iban en camino, lo que tranquilizó a Simon y se sentó en una de las mesas para descansar pero sin estaba muy nervioso por el encuentro.

Unos minutos más tarde una mano se pone en el hombro de Simon, asustando un poco. 

-¿Simon?- Dijo un hombre con cabello castaño y gafas grandes.

-¿Señor Figueroa?- se levantó de inmediato al reconocerlo. 

El hombre dio una risita al escucharlo- Llamame James, Simon, cuánto tiempo has cambiado tanto pero logre reconocerse de inmediato- decía mientras ponía sus dos manos en cada hombro y lo miraba de arriba abajo incrédulo de que fuera él. 

-Si, ha pasado mucho tiempo, me alegro que estés aquí hoy-

Ambos se sentaron y fue James el que comenzó la charla. 

-Bueno Simon, cuéntame de la empresa que quieres fundar. 

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