No, gracia.

Ingrid regresó a la realidad con el cálido contacto de Simón, de inmediato lo miró y se cruzó con una mirada triste y preocupada. Por un segundo Ingrid se sintió reconfortada y sin dolor, no sentia que estaba sola.

Si confort le dio la fuerza sirviente para seguir adelante, se limpio las lágrimas que habían escapado con su manos, acercó a Simón y le susurro.

-Esperemos hasta el postre para irnos- Para Ingrid irse ahora sería demostrar lo mucho que le afecta, no quería tener más burlas hacia su persona.

-Si…- Simón quitó lentamente sus manos y regresó a su posición, aún preocupado por ella.

Ver Ingrid apunto de romperse dos veces seguidas lo hizo llenarse de rabia, sentía que no era justo el trato que le daban, sentía tantas ganas de revolear el pescado a la abuela y maldecir a todos en esa sala.

No podía más, sentía que la frustración en su garganta saldrá en algún momento.

Para ese momento la euforia de la familia había disminuido, pero toda la atención la seguía teniendo Miranda, llena de elogios, felicitaciones y preguntas sobre la fiesta de compromiso y la boda.

La comida todavía no se terminaba, aún le quedaba bastante en el plato de algunos, parecía que la hora del postre no llegaría nunca. Simon solo quería irse, estaba cansado de estas reuniones.

-Simon- Llamó una voz conocida, que sacó a Simón de sus pensamientos-

-¿Si?.. Gustav- “El primo más molesto de Ingrid” pensó Simon.

Gustav, el hombre que lo trajo a esta familia hace tres años, un verdadero patán que no tiene miedo de escupir al cielo, siempre busca la oportunidad de humillar a Simón enfrente de todos y hoy no era la excepción, se encontraba muy cerca de la abuela Rosa, por lo que tenía que levantar la voz bastante para que se escuchara, llamando la atención de toda la familia, de nuevo a poner en el centro de atención a Simon.

Simon de inmediato se percató de lo que Gustav pretendía hacer en ese momento, pero estaba decidido a no soportarlo, su humor no se lo permitiría.

-Elena me contó que querías un puesto en la empresa-

-Ah! Sobre eso, realmente…- antes de poder terminar fue interrumpido.

-¡Ja! ¿Un puesto en la empresa? ¿Acaso lo harás vender pescado dentro de la empresa?- dijo sarcásticamente Julia.

-¿Por qué no de guardia? si lo dejas entrar apestara todo el edificio- dijo Valeria, tía política de Ingrid.

-Un motivador para los trabajadores, si no se esfuerzan terminaran como él- dijo en tono burlón el tío de Ingrid, Hector, que provocó risas.

Simon con la vena en la frente palpitante y el nudo de ira en su garganta dio un suspiro de hartazgo mientras miraba al pez muerto en su plato.

-¿Qué tipo de trabajo podría realizar un sucio pescador? No tiene ninguna otra habilidad- Dijo la abuela Rosa molesta- Solo será un estorbo en la compañía, si quiere un trabajo dale uno dentro del área de servicio de limpieza- lo decía con desdén y malestar mientras miraba a Simon.

-Oh bueno considerando la falta de experiencia de Simón, lo más probable es que colocarlo en el área de limpieza sea lo mejor para todos- Dijo Gustav entre risas, sintiéndose victorioso por tener el apoyo de la abuela, ya que él no quería que Simon entrara en la compañía.

Mientras ellos hablaban Simón tomó el cuchillo que estaba al lado de su plato y lo sostuvo con fuerza, estaba molesto desde lo que pasó con Ingrid, molesto de que siempre tenga que pasar un mal rato con estas personas.

-Pero es un trabajo perfecto para ti, eso sí tendrás que realizar un buen trabajo de limpieza dentro edificio o se cortara tu salario- El resto de la familia se reía de todo en silencio no querían interrumpir a Gustav.

-¿Ya terminaste de hablar?- dijo molesto Simon.

Sus palabras desconcertaron a Gustav y al resto de la familia que dejaron de reírse, Simón no te la costumbre de contestar, simplemente dejaba que los demás hablarán mal sobre el.

-Como decía realmente no me interesa ser parte de la empresa y menos si tu eres el jefe- Simón acomodaba el pescado en el plato mientras los demás lo observaban confundido por su palabras.- Escuche que últimamente estás recortando los sueldos de tus empleados, los haces trabajar hasta tarde para pagarles una miseria, los sobre explotas y les pagas una miseria debe ser una pesadilla tenerte como jefe- mientras hablaba recordaba todas las veces que Ingrid llegó a casa agotada y estresada, le producía tanto enojo que procedió a clavar el cuchillo en el cuello del pescado con rabia.

-¿De qué diablos estás hablando?- dijo exaltado Gustav ante tales acusaciones.

-¡No te hagas el desentendido! ¡Sabes bien a qué me refiero!- reclamo mientras comenzaba a serruchar al pescado con violencia.

Los que se encontraban en la mesa sobresaltaron al ver las acciones de Simón, estaba cortándole la cabeza al pescado, pero como el cuchillo que usaba no era para esa clase de cortes estaba haciendo fuerza y presión para que se cortara, haciendo un ruido asqueroso con la carne y los huesos, provocando que saltaran pedazos de pescado en la mesa.

-¿Qué diablos se supone que haces con esa cosa?- gritó Julia asqueada-

-Gracias por considerarme…- decía mientras terminaba de cortarle la cabeza al pescado, la dejo aun lado- prosiguió a clavar el cuchillo en la barriga del pez.

-¡Detente ya mismo!- Susurro enojada Elena.

-¡Vas a hacer que nos echen!- susurro Luis pero Simon los ignoró a ambos.

- Pero no trabajo para cualquier mediocre ... .- continuó cortando hasta abrirlo en dos al pez, dejando abierta las entrañas del animal- No creo que pueda ser parte de una empresa tan injusta y sobre todo porque ¡No necesito nada de ti! .- Decía mientras tomaba la cabeza del pez y se la mostraba a Gustav.

Ingrid que se encontraba a su lado estaba sorprendida por el comportamiento de Simón, estaba muy enojado y era la primera vez que lo veía así. Todos en la sala estaban conmocionados en silencio, completamente en shock ante tal escena, la primera en reaccionar fue la abuela Rosa, quien no estaba para nada feliz.

-¡Por Dios Luis, haz algo con ese mucho!- Exigió llena de asco y rabia.

-¡Ah..! ¡Simon detente ahora mismo y discúlpate con mi madre!- Gritó Luis nervioso, pero Simon hizo oídos sordo ante la petición.

-¿¡Cómo te atreves a tratar de difamarme!?- grito molesto Gustav levantándose de su asiento de un salto.

Simón quien estaba hecho una furia todavía, estaba a punto de levantarse de su silla también, pero fue detenido por Ingrid, quien tomó su mano y con la mirada le rogó que no hiciera nada.

Simon al mirar a Ingrid sintió vergüenza por sus acciones y de inmediato soltó el cuchillo.

-Es hora de irnos, Simón- Ella se levantó y él hizo lo mismo, ambos caminaron hasta la puerta.

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