Dos días pasaron desde la reunión de la familia Bonett, los padres de Ingrid ya habían averiguado en qué horario podría encontrar a la abuela en la mansión y se estaban alistando todos para ir.
-Simon tenemos que ir los dos, querrán que te disculpes también- dijo Ingrid mientras se arreglaba- pero seré yo quien se disculpe por los dos.
Simon se sentía disgustado, perderán una vez más su dignidad ante la familia Bonett, si dejaba que Ingrid fuera sola no se lo perdonaría, especialmente porque era su culpa que esto esté pasando, el actuó de nuevo por impulso. Ultimamente cuando las cosas se tratan de Ingrid le cuesta mantenerse sereno y actúa sin pensar en las consecuencias, como si fuera un animal sin razonamiento.
Los cuatro emprendieron el viaje a la mansión, en todo el camino Elena estuvo repitiendo una y otra vez, lo que tenían que decir y cómo debían actuar. Hablo sin parar en todo el camino, el temor de perder esa gran conexión le hacía actuar más neurótica de lo normal, callándose solamente con la apertura de las enormes puertas de la mansión, el mayordomo los guió como siempre hasta donde encontraba la abuela Rosa, en la sala común, que era tan enorme como el apartamento donde vivían.
Dentro se encontraban la abuela Rosa sentada en el sofá pero no se encontraba sola, su hija, Julia y su nieto, Gustav la acompañaban, los tres tenían caras largas que se fruncieron al verlos entrar por la puerta, la tía Julia era la más enojada entre los tres, ni corta ni perezosa se lanzó a Simón propinándole una cachetada.
-¡Descarado sinvergüenza! ¿Cómo te atreves a avergonzar a mis hijos de esa manera?¡Arruinaste el anuncio de Miranda, mi pobre hija quedó marcada por tus estupideces!- gritó Julia con enojo y frustración.
-¡Realmente tienes valor parásito inutil! ¡Estaba pensando en darte una oportunidad!- decía furioso Gustav.
Simon se quedó allí parado sin inmutarse en lo absoluto, sus palabras no le afectaban porque esas personas no tienen ningún valor para él, pero a Ingrid no le era tan fácil recibir aquellas frases tan hirientes porque venían de personas que consideraba su familia.
-Luis, espero que no me hagas perder mi tiempo de nuevo- espetó la anciana molesta.
Elena tocó la espalda de Ingrid indicando que era hora de que hablara, Ingrid entendió la señal, tomó la mano de Simon y se acercó tímidamente hasta enfrente de su abuela.
-Abuela, de todo corazón lamentamos haber incomodado a la familia y arruinar la reunión para todos, sentimos mucha vergüenza por lo ocurrido y Gustav, Simon realmente no sabía de lo que hablaba, el no tiene ni idea de cómo funciona la empresa y solo hablo desde la ignorancia- dijo afligida Ingrid mientras hacía una reverencia hacia su abuela, Simon solo la siguió.
-Arrodíllate- dijo Gustav una vez terminó de hablar Ingrid.-
-¿Qué?- levantó la mirada rápidamente al pensar que escuchó mal a su primo.
-Que te arrodilles, los dos- refuto molesto- Es la única forma de compensar sus malos comportamientos- Gustav no dejaría pasar tan rápido la falta de respeto, para él era importante dejar en claro quienes estaban por encima y quienes abajo.
Ingrid miró con la boca abierta a Gustav, incrédula busco las miradas a su abuela y tía en busca de ayuda, esperando que se opusieran a la petición pero la mirada de ambas no reflejaba desaprobación o malestar, su mirada reflejaba desdén por ella y su esposo, estaban de acuerdo con la petición de Gustav, luego miró a sus padres en busca lo mismo pero solo consiguió miradas exigentes y desesperadas que la estaban incitando a llevar a cabo el acto.
Miró a sus pies y se mordió el labio con fuerza, para contener el dolor en su pecho en ese momento. No podía creer que nadie de su familia estuviera dispuesta a dar un paso por ella en ese momento, pero ella misma se preguntó “¿cuándo han dado algo por mi?”.
Se sentía desolada y con el corazón pesado.
Simon por su parte estaba furioso por la petición tan ridícula de Gustav “¿No puede ser feliz si no pisas a los demás?” se preguntaba Simon.
-¡Qué esperan!- grito Gustav molesto.
-Ingrid…- Susurro Elena con un tono insistente.
Sin respirar bien y con la cabeza agachada , Ingrid se reclino lentamente hasta que sus rodillas tocaron el frio piso, se sentía tan avergonzada y humillada pero al mismo tiempo se negaba a escuchar las voces en su cabeza que le preguntaban ¿Si esto valía la pena realmente?. Aunque se sentía sola y abandonada, no lo estaba, Simon estuvo a su lado en todo momento, había tomado responsabilidad de sus acciones y se arrodillo junto a Ingrid en el piso, sin siquiera poder ocultar su ira miraba con odio a la familia de su esposa que buscaba humillarla en todo momento.
Una vez más su familia le había quitado su dignidad, su valía y orgullo, pero Ingrid lo ve como un sacrificio necesario para un bien mayor, sin levantar la cabeza se quedó allí tragándose su dolor y vergüenza.
-Querida abuela lamento mucho lo que ocurrió en el almuerzo, primo lamento las palabras de mi esposo- dijo Ingrid con la voz quebrada.
Simon a su lado, con la cabeza bien levantada y los ojos llenos de ira, observaba a Gustav con desprecio, odiaba ver en sus ojos ese brillo de placer al verlos ser humillados, odiaba verlo con esa sonrisa de satisfacción que siempre tenía. Lo odiaba porque traía a su mente recuerdos de que quería olvidar, el reflejo de un rostro familiar apareció en la cara de Gustav lo que causó un increíble malestar en Simon.
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Comments
Elizabeth García
no me gusta, está trama, si dicen que Simón tiene una fortuna porqué no le ha comprado su casa a su esposa y porque permite que lo humillen de esa manera, es ridículo, y menos dejarse golpear por su suegra y esa tía de su esposa, Nome cuadra, para nada,
2023-08-22
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