Agotada

Ingrid estaba con la mirada fijamente en el pescado crudo que suponía era su platillo, estaba tan avergonzada que no podía levantar la mirada, las crueles risas de su propia familia la paralizaba. La impotencia y la rabia hacía que su pecho arder del dolor, pero el desborde de esos sentimientos llenó sus ojos de lágrimas, Ingrid no podía permitirse llorar en es momento sería peor para ella hacerlo por lo apretó sus dientes, que querían morderse la lengua de la impotencia, los apretó con mucha fuerza para no soltar ninguna lágrima, para no emitir sonido alguno, para guardarse todo el dolor para ella misma.

Llorar frente a esos monstruos podría ser lo peor, los demás miembros de la familia no lo veían, pero Ingrid estaba haciendo un gran esfuerzo para mantener la compostura y no quebrarse frente a todos. 

Simón se dio cuenta solamente mirando las frágiles manos de Ingrid temblar y las volvió puño con mucha fuerza, él comenzó a sentir el corazón pesado al verla así. Otra vez se sentía ansioso y con la necesidad de actuar.

-Ingrid....- susurro

-¿Qué pasa Ingrid, no te gustó la sorpresa?- dijo  Carla con burla

-¿Por qué no la pruebas? Tal vez sea mejor que los que te lleva tu marido- decía a carcajadas Jessica.

Las primas de Ingrid nunca dejaban pasar una oportunidad para humillarla, su envidia era tal que solo su desgracia las llenaban de alegría, al verla caer al suelo no dejarían de pisotearla. 

-Es suficiente no es para tanto, no hay que hacer esto algo memorable- Dijo Rosa que parecía querer cambiar de tema.

Las risas cesaron por completo, nadie podía negarse a la abuela Rosa, entonces la familia volvió de nuevo a las charlas banales y de negocios que tanto disfrutaban, mientras saboreaba las delicias que habían sido servidas en sus platos. 

Los cuatro apartados de la mesa muertos de vergüenza sin saber dónde meterse, permanecieron sentados sin probar ningún bocado alguno. Ingrid continuó sin levantar la vista, llena de remordimiento por haberle hecho caso a sus padres en venir, quienes estaban a su lado aguantando todo de la misma manera, no tenía el valor para levantarse e irse, tenía miedo de seguir siendo ridiculizada.  

Mientras tanto Simón a su lado, estaba preocupado por ella, es consciente lo mucho que le afecta este trato. Aunque estaba muy enojado por lo de recién su prioridad era Ingrid, no podía levantarse y mandar al diablo a todos, porque sería Ingrid quien sería castigada por su comportamiento, pero cada vez estaba más harto de no hacer nada. 

El tiempo corrió, la comida de los platos fue desapareciendo a excepción de los cuatro pescados crudos de la mesa, a veces había algunos ojos curiosos y risas crueles que iban y venían. Pero el tema de los pescados no volvió a ser tocado de nuevo. 

-Creo que es el momento apropiado- Dijo la Abuela Rosa, tomó su copa y la golpeó con su tenedor para llamar la atención en la mesa.

De inmediato todos cortaron lo que estaban haciendo y miraron a Rosa en la punta de la mesa mientras Julia y Miranda pusieron una gran sonrisa de inmediato.

-Familia es momento de anunciarles el motivo del porqué lo llamado el día de hoy, tengo un anuncio que hacerles- dijo guardando la emoción- El día de hoy nuestra joven y querida Miranda va a contraer matrimonio con el joven Emiliano de la familia García- 

Miranda se levantó muy rápido de la mesa con la sonrisa más grande que una novia podía tener justo con su prometido alto y elegante a su lado, sus familiares comenzaron a aplaudir y a felicitarla.

A Simón se le vinieron recuerdos de su compromiso en ese momento y de inmediato miró a su esposa con mucha preocupación.

Ingrid estaba pálida, al igual que Simón su mente rememoró el día en que la comprometieron. Sintió una fuerte opresión en el pecho provocado por un sentimiento de tristeza, ira y amargura, acompañado por esa sensación de haber sido traicionada por quienes ella aprecia y respeta. Sentía que una daga estaba atravesando su pecho y desgarraba su corazón. 

Simón se acercó al oído y le susurro:

-¿Quieres que nos vayamos?- se escuchaba preocupado.

Ingrid no contestó, parecía estar perdida en su mente, sus ojos brillaban por las lágrimas que querían salir, dio una gran suspiro para seguir reteniendolas, pero una de ellas se escapó al final.

Simón quedó anonadado y su corazón se partió al verla intentar no llorar, de forma inconsciente con mucha preocupación se acercó a ella y tomó sus manos. 

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