Vendida A El Rey

Vendida A El Rey

capitulo uno "el viaje"

Analise Deschamps pertenecía una familia real de un linaje tan antiguo como las montañas, que alguna vez fue el más poderoso en la faz de la tierra. Una familia magnífica y de gran honor, respetada entre las casas reales de occidente. Gozó de una niñez privilegiada, vestida de seda y durmiendo en una enorme cama de almohadas de plumas. Despreocupada y feliz, soñaba con un príncipe azul de rostro desconocido, una boda que durará días enteros y una brillante corona sobre su cabeza. Su padre le prometió eso y más, le dio la vida digna de una princesa acaudalada y puso a sus pies a una docena de sirvientas. Ahora, recordó aquella niñez dorada con un profundo suspiro, sabiendo que esos días jamás volverían. Después de una atroz guerra que duró años, anelise se sorprendió de seguir con vida. Sus hermanos no habían gozado de la misma suerte, aún recordaba sus horribles muertes, años antes, degollados frente a ella y su padre, el rey Victor. Eran sangrientas imágenes que jamás podría borrar de su mente. Palpitaban dentro de su mente noche tras noche, provocando horribles pesadillas a la princesa. Los rostros de los hombres que habían matado a su familia, llevaría grabados dentro de su alma por siempre, los recordaría hasta el día de su muerte y el solo pensamiento de que algún día los volvería a ver, le helaban la sangre.

—¿Esta cómoda, mi lady?

La pregunta la evoco de sus sueños despierta y giro su cabeza para mirar en dirección de la madre superiora que había cuidado de ella desde que fue expulsada del palacio y enviada a vivir a un convento en las montañas. Aquella mujer, la había recibido aquella fría mañana, la tomo en sus manos y llevo a una oscura habitación, dónde la dejo para que llorase a sus anchas, acto que no pudo llevar a cabo desde entonces.

—Si, madre superiora. Gracias por preocuparse de mi

— Anelise trató de sonreír, iluminando sus ojos verdes con profundas ojeras.

—No es algo de lo que disfrute, sabe? Si lo e echo alguna vez fue para que el rey tuviese misericordia sobre mi y mis monjas. De haber Sido mi elección, usted hubiese estado muerta desde hace muchos años.— la monja chasqueo un rosario entre sus rosados dedos y la miro con desdén.

Anelise sintió su sangre helarse y se quedó viéndola por un instante, sorprendida, antes de girar su cabeza de nuevo hacia la ventanilla del coche que transportaba a ambas hacia un lugar desconocido para la princesa. Optó por no volver a hablar y observar el verde follaje de afuera. Era la primera vez que salía del convento desde hace muchos años, la primera vez que no se encontró tallando los pisos de aquella enorme abadía, sirviendo comida a las monjas o leyendo extensos pasajes de la vida de los santos en la biblioteca de aquel lugar.

Frotó sus manos, trazando las marcas en sus dedos, producto del duro trabajo de limpiar la abadía. Trazó las cicatrices que las monjas habían dejado en sus palmas cuando la castigaban con las duras reglas de madera hasta hacerla sangrar. Siempre se pregunto por qué había Sido tratada de manera tan injusta desde que era apenas una niña. En especial por aquellas mujeres de fé, que debieron ser más neutras y bien habidas con ella, un ser indefenso.

El viaje se torno largo y tedioso, durmió en ratos y en otros se la paso viendo el paisaje. Así transcurrieron horas y horas y cuando cayó la noche, el carruaje se detuvo en un hostal. Ahí, la madre superiora le ordenó bajar. Se encargó de pagar la estancia de ambas de esa noche y fueron guiadas a una habitación de piso rechinante y ventanas opacas. Ahí, se les llevo una tina enorme de agua tibia, dónde podrían asearse. Analise se quedó callada cuando vio a la madre superiora desvestirse y entrar en la tina, lavando su cuerpo con una barra de jabón oscuro que dejaba un olor desagradable en el aire.

—Lava mi cabello,— le ordenó la regordeta mujer a la joven. Está tardo en responder, quedándose parada a mitad de la habitación, —¿Qué esperas? ¿Quieres que vaya por ti con la regla?

Analise tragó saliva y se apresuró a su lado, arrodillándose a un lado de la tina. Ahí, empezó a enjabonar los oscuros mechones de la vieja. En eso, se quejó y soltó una bofetada a Analise, quien cayó en sus posaderas de lo fuerte que la mujer la había golpeado.

—¡Eres una estúpida! ¡Lo haz hecho demasiado fuerte!— espetó la monja.

—Di…discúlpeme, madre superiora— lloriqueo la joven, con ojos aguados y una mejilla que ardía con la fuerza de mil flamas.

—Estoy muy feliz de que ya no tendré que ver tu desgraciada cara en mi abadía,— le informo la mujer, levantandose de la tina. —A donde irás, serás tratada como lo merece una alimaña como tú.— acabó por decir.

—¿A dónde? ¿A dónde me lleva?— Analise preguntó, despavorida, —Por favor. Merezco saberlo.

—Una idiota como tú no merece nada.— dijo la monja entre dientes. Acto seguido, se envolvió en su camisón antes de irse a una cama cerca de la ventana.

Ahí, se cepillo el cabello y actuó como si analise no estuviese presente en la habitación. Un hombre fue por la tina después de un rato, para vaciar su sucio contenido. La madre vio la oportunidad para torturar a la princesa y entonces ordenó a la princesa bañarse en ese instante. El mozo y la princesa se miraron uno al otro antes de ver a la monja una vez más.

—¿Disculpe? ¿Quiere que vuelva en un rato más por la tina?— el mozo creía no haber entendido el mensaje de la dama. Pero la princesa captó al instante y entonces sintió su corazón detenerse.

—Quitate la ropa, Analise.

—Madre superiora…por favor — rogó en voz baja la princesa.

Pero la mujer mantuvo su rostro indiferente, con un brillo de furia creciente en sus ojos. El mozo se acercó a la puerta, tratando de huir pero la mujer le gritó que volviera.

—No es correcto que yo esté aquí, señora. Debo irme— dijo con la voz ahogada el joven.

—Yo decido lo que es correcto, entiendes?

La madre superiora se levantó de la cama y fue hasta a Analise, quien gimiteo un lastimero quejido cuando la monja la tomó por el pelo y arrastró hasta la tina, dónde la obligó a arrodillarse y hundir su cara dentro del agua. Está la sostuvo de el cabello y la mantuvo bajo el agua por segundos mientras la joven manoteaba por liberarse. Creyó que moriría hasta que la mujer la saco del agua y la aventó contra el suelo.

—Te di una orden! Obedece si no quieres ser castigada!— grito la gorda vieja.

Analise derramó lágrimas al mismo tiempo que trató de recuperar su aliento. No sé atrevió a mirar a el mozo de nuevo y finalmente comenzó a deshacer las cintas de su corpiño y a liberar su cuerpo de el viejo vestido. Se puso de pie y acabo de quitarse toda prenda, llorando de la vergüenza.

—gira para que el mozo te vea

Analise hizo esto lentamente, llorando aún con los delgados brazos cruzados sobre su pecho, tratando de cubrir lo que podía con estos y con su larga cabellera. Entonces, una fuerte mano le bajó un brazo y luego el otro, obligándola a descubrirse. Ella sintió aquello como una apuñalada y cerró sus ojos, ahogando un sollozo desesperación.

El mozo bajo la mirada pero después de ser amenazado de muerte, fijo su vista en la llorosa joven, nervioso de lo que pudiese pasarle si no hacia aquello que la monja le decía. Cuando la monja se sintió satisfecha, le ordenó al mozo largarse y este no tardó ni dos segundos en salir de aquella maldita habitación, dónde los recuerdos de lo que acababa de ocurrir lo acompañarían por años.

—entra a la tina, Analise

Está hizo lo que la monja ordenó, se sentó en el agua que se había enfriado de manera preocupante y trato de no quejarse en voz alta para no volver a ser víctima de otra reprimenda. Vio a la madre superiora mandar a pedir una cena caliente y se mantuvo sentada, esperando a que la mujer le ordenara salir. Pero aquello no ocurriría. Analise no tardó en darse cuenta que volvería a ser víctima de otra tortura de parte de aquella cruel monja.

La cena llegó y desde su helada celda, analise observó a la madre superiora comer su cena tranquilamente mientras ella comenzaba a temblar de frío. La maldijo en su mente mientras su cuerpo comenzaba a implorar por un descanso de aquella tina y un bocado de su cena después de un largo día de no comer nada. Acabado el plato, la superiora puso la charola en el suelo y se recostó en la cama. ¿A caso no la dejaría salir de la tina?

Después de unos minutos, la monja cayó dormida. Petrificada, Analise no supo que hacer. Si salía de la tina, la monja despertaría y podría golpearla de una manera atroz, como otras monjas habían hecho en el pasado. Entonces se le ocurrió que quizás esté era el final de su miserable vida. Mientras su piel comenzaba a entumirse y a palidecer con el transcurso de las horas, creyó que moriría de nueva cuenta y cerró sus ojos. Hizo algo que aprendió a hacer muy bien, rezar. Rezó por su descanso eterno y el de sus hermanos, el de su padre, el Rey. Rezó por morir pronto y dejar de sufrir. Rezó por la muerte de aquellos asesinos que la obligaron a presenciar el homicidio de sus hermanos, los príncipes.

Nuestro descanso eterno?

Analise se estremeció y no tardó en reconocer la voz que escuchó. Giro su cabeza, tratando de ver a la persona que le hablo pero en la habitación no había nadie más que ella y la monja dormida a escasos metros de ella. Aquella voz…aquella voz sin duda era de…

Robert?

Su hermano, el mayor de todos. El primogénito, el príncipe que heredaría la corona a futuro. Un futuro que le arrebataron. Un mañana que jamás llegó.

—Robert…— murmuró la princesa en una voz quebrada, un murmuró que desgarro su débil garganta. Se sintió desfallecer. ¿Cuánto tiempo llevaba en aquella tina? Un ronquido de la monja la obligó a contener la respiración.

Robert, mi querido hermano.

Sintió una cálida mano en su hombro y cerró sus ojos de nuevo. Se estaba volviendo loca, al borde de su muerte, al final de su vida.

Analise. No podemos descansar. No sin haber Sido vengados.

Entonces lo vio, en un fondo blanco y confuso. Era una imagen alta y difusa que apenas pudo reconocer. Su rostro y el detalle de este habían Sido olvidado ya por ella, después de once años de su muerte pero sabía que era él el que estaba frente a ella. Veía su casaca azul marino, las hombreras doradas que caracterizaban a la realeza de aquel país olvidado por dios. Trato de tocarlo pero sintió su mano demasiado pesada.

—Robert, mi querido hermano Robert.

—Analise. Se fuerte. Resiste por nosotros.— lo escucho decir. La joven tragó saliva y sintió sus ojos humedecerse.

—¿Cómo? ¿Cómo es posible? Estoy tan cansada. Solo quiero ir con ustedes. De vuelta a mi familia.— Analise confesó, aceptando una verdad que había enterrado muy dentro de si desde hacía mucho tiempo.

—Aun no. Hay gente que te necesita.— dijo Robert. —¿Analise, nunca te preguntaste por qué sigues viva?

Si, muchas veces. Por qué sus captores no se habían deshecho de aquella niña indefensa aquel día? Era un misterio para ella. Que destino la esperaba?

—Hay una poderosa razón por la que sigues en este mundo, hermana. Lo sabes. Tú tienes que vengarnos.

—¿Vengarlos? A papá…a ¿Ustedes?— encontró aquello cómico. Estúpido, incluso. Cómo alguien tan diminuta y débil como ella podría vengar a su familia muerta?

—Confiamos en ti . Tienes que hacerlo, Analise. Tienes que sobrevivir. Solo ajusticiando nuestra muerte podremos descansar. Haz que valga la pena nuestro sacrificio.

—¿Sacrificio? ¿Robert, de que hablas?

Pero ya no hubo una respuesta. La luz cegadora tras aquella imagen despareció junto con la silueta sin rostro. El calor que había experimentado hasta entonces se esfumó tan pronto como llego y de nuevo estaba helada. La oscura habitación de aquel viejo hostal de pronto parecía diminuta y sintió que se ahogaba. La monja roncó de nuevo y ella trato de levantarse de aquella tina. El ruido del agua salpicando contra la tina, despertó a la cruel vieja y se sentó en la orilla de la cama. ¿Cuántas horas habrían pasado ya?

—Analise…ah, sigues viva, pequeña idiota. Sal de ahí. Te necesitan viva a dónde vamos.

Analise mordió su lengua, para no gritarle a aquella vieja zorra lo que quería decirle desde el comienzo de aquel fatídico día, desde que había despertado a la princesa a gritos y golpes en medio de la madrugada y la había subido a aquel carruaje con destino incierto. Trato de ponerse de pie pero su cuerpo parecía hecho de hierro pesado. Con los labios temblando y el cuerpo dormido, Analise hizo un esfuerzo sobre humano para salir de aquella tina. Cruzo una pierna sobre la tina y cayó de cara sobre el suelo, a lo que la madre superiora se rió a carcajadas. Ya ahí, tardó en recobrar la compostura. Pero finalmente pudo levantarse una vez más y arrastró su adolorido cuerpo a la manta que habían tendido para ella en aquel cuarto, al pie de la cama de la monja. Ya ahí, se cubrió con su viejo vestido y trato de entrar en calor. No pudo dejar de temblar y cerró sus ojos, distrayendo su mente del frío que experimentaba. Recordó su visión. Acaso había Sido real aquello? Acaso Robert tenía razón? Pero como podria hacer eso que él dijo? Vengar a su familia…le parecía imposible a la princesa.

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Comments

Anonymous

Anonymous

me gustaría, que la princesa viera la muerte de esa mal viviente monja

2024-03-12

0

Majo Alvarez

Majo Alvarez

Un encanto la monja

2024-02-13

1

Maru

Maru

Aunque el comienzo es devastador resulta prometedor y bonita la novela

2023-11-26

1

Total
Capítulos
1 capitulo uno "el viaje"
2 capitulo Dos "Enferma"
3 Capitulo tres "¿rescatada?"
4 capitulo cuatro "La Princesa Perfecta"
5 capitulo cinco "mi aliado el conde"
6 capitulo seis "escapando"
7 capitulo siete "Llegando a el palacio"
8 capitulo ocho "Deshonrada"
9 capitulo nueve "Planes"
10 capitulo diez "reencuentros inesperados"
11 Capitulo once "La marquesa"
12 Capitulo doce "Una lady y su dama"
13 Capitulo Trece "Verde"
14 Capitulo Catorce "Mujeres Peligrosas"
15 Capitulo 15 "La orden de la princesa"
16 "Pasiones Dañinas"
17 Capitulo diecisiete "Un viaje al pasado"
18 Capitulo dieciocho "La misión de Emma"
19 Capitulo diecinueve "El obsequio"
20 Capitulo Veinte "Lucha"
21 Capitulo 21 "Enemistades y amores errados"
22 Capitulo 22 "La Coronación"
23 Capitulo 23 "Belleza Inesperada"
24 Capitulo 24 "Contigo"
25 Capitulo veinticinco "Adiós, Majestad"
26 Capitulo veintiséis "Otra desgracia?"
27 capitulo veintisiete "Confesión"
28 Capítulo veintiocho "Misterio en la corte"
29 capitulo veintinueve ''el beso de un príncipe "
30 capitulo treinta "Impulsos"
31 capitulo treinta y uno " Rechazos y sueños "
32 capitulo 32 "Huye conmigo"
33 Capitulo 33 "entre las sábanas de un rey"
34 capitulo treinta y cuatro "Discusión"
35 capitulo treinta y cinco "Sorpresa I "
36 Capitulo treinta y seis “Peticiones”
37 Capitulo treinta y siete “Sorpresa II”
38 Capitulo 38 “Hermanas”
39 Capitulo 39 “Reina”
40 Capitulo 38 “Hermanas”
41 Capitulo 40 “guerra declarada”
42 Capitulo 41 “Lejos de la Ciudad”
Capítulos

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capitulo uno "el viaje"
2
capitulo Dos "Enferma"
3
Capitulo tres "¿rescatada?"
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5
capitulo cinco "mi aliado el conde"
6
capitulo seis "escapando"
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capitulo siete "Llegando a el palacio"
8
capitulo ocho "Deshonrada"
9
capitulo nueve "Planes"
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Capitulo once "La marquesa"
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Capitulo doce "Una lady y su dama"
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Capitulo Trece "Verde"
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Capitulo Catorce "Mujeres Peligrosas"
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Capitulo 15 "La orden de la princesa"
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"Pasiones Dañinas"
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Capitulo diecisiete "Un viaje al pasado"
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Capitulo dieciocho "La misión de Emma"
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Capitulo diecinueve "El obsequio"
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Capitulo Veinte "Lucha"
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Capitulo 21 "Enemistades y amores errados"
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Capitulo 22 "La Coronación"
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Capitulo 23 "Belleza Inesperada"
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Capitulo 24 "Contigo"
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Capitulo veinticinco "Adiós, Majestad"
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Capitulo 33 "entre las sábanas de un rey"
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capitulo treinta y cuatro "Discusión"
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Capitulo treinta y seis “Peticiones”
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Capitulo treinta y siete “Sorpresa II”
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