capitulo Dos "Enferma"

La noche acabo y Analise no pudo dormir por el frío que sentía. Descansaba sus ojos pero no le fue posible conciliar el sueño por más agotada que se sentía. Un poco antes del amanecer, la monja se levantó y le dio un puntapie en la espalda, para levantarla. Tardó en poder levantarse y sintió que perdía el equilibrio cuando lo logro. Se puso su holgado vestido de antaño y cepillo su cabello con sus dedos.

Finalmente, se acercó a un pequeño espejo que había en la habitación. Se vio pálida, con las ojeras peor que nunca. Sus labios estaban resecos y de una tonalidad violácea. Los rizos rojos estaban alborotados y caían por todos lados, sobre sus hombros y pecho. Jamás le habían cortado el cabello, y la melena le crecía hasta la cintura en mechones fuertes y de color cobre rojizo. De tantos jalones que le daban las monjas, Anelise se sorprendía que su cabello no estuviese destruido por completo y que siguiera creciendo tan fuerte. A veces soñaba que quedaba calva y se despertaba gritando.

—Ve a despertar a el cochero, pequeña idiota. Debe estar en los establos. Dile que prepare a los caballos —la monja ordenó.

Sin responder, Anelise salió de la habitación y bajo las escaleras en busca de su cochero. En el transcurso, se topo de frente con un galante caballero que le sonrió. Nunca se esperó que la tomara del brazo, haciendola detenerse.

—¡Señor!— chilló la princesa.

—no se asuste. Solo quiero ofrecerle algo.

—no tengo dinero para pagar nada, si es que es vendedor.

El hombre sonrió de nuevo, soltando a Anelise. —no vendo nada, mi lady.

—no soy una lady, mi señor. Apenas soy más que una criada.— murmuró tristemente Anelise.

—Eso no quiere decir que no merezca que le ofrezcan un abrigo. La mañana es helada y no es correcto que tan preciosa jovencita ande por ahí con nada más que un vestido en tan hostil clima.— el caballero recorrió a Analise con una profunda mirada de curiosidad de arriba abajo, y la hizo estremecer. Recordó que horas antes, otro varón la había visto igual pero en peores condiciones. Avergonzada de nuevo, bajó la mirada.

Entonces, el hombre se quitó su abrigo y lo doblo, poniéndolo frente a Anelise. Ella lo miro, asombrada. No supo si reír o llorar. Nadie antes había Sido tan amable y considerado con ella. No es que conviviera con mucha gente, en especial hombres y al ver a tan gentil caballero ofrecerle el abrigo la hizo enternecer.

—señor…

—tómelo. Lo necesitará más que yo, mi lady.

Anelise mordió su labio. Se permitió sonreírle, apenada. Extendió sus brazos por aquel abrigo cuando sintió un fuerte golpe en la mejilla que la mando escaleras abajo. El hombre salto y ella lo vio huir a su habitación, dejándola atrás mientras la madre superiora acortaba la distancia que las separaba.

—¿Qué crees que haces, pequeña idiota?— exigió la monja a gritos. Llegó a su lado y la levanto del cabello. Anelise grito de dolor y entonces recibió otra bofetada.

—¡Nada! ¡Nada, lo juro!

—conoces a ese hombre? Habla!

—no, madre superiora, lo juro. Es la primera vez que lo veo.

—que te estaba diciendo?— la jalo más del cabello, obligándola a doblar su cabeza más hacia atrás.

—solo me ofreció su abrigo!— Anelise derramó unas lágrimas. —solo eso!

—a cambio de que? Que te pidió por ese abrigo?

—no me pidió nada— lloró Anelise —solo me lo quería regalar, dijo que lo necesitaba por qué hace mucho frío.

—Te tocó, Anelise? Lo hizo?

—No, madre superiora. Ni por un segundo.— mintió la joven.

La monja la soltó, azotando a la chica contra la pared. Está se sintió aliviada cuando su cabello fue liberado pero le dolió el costado de su cabeza después de aquel golpe. Derramando más lagrimas, Anelise consideró huir. Huir tan lejos como pudiese. Correr y no mirar atrás, temiendo por su vida.

—Eres una zorra, pequeña idiota. A dónde vamos te necesitan virgen, entiendes? No quiero volver a verte cerca de un hombre!— rugió la mujer.

Para entonces, los dueños del hostal ya habían salido a asomarse, para ver qué ocurría. Rápidamente, la monja les explico que su novicia había caído por las escaleras y que está le estaba ayudando a ponerse de pie.

—¿Necesita que mandé por el médico, Madre Superiora?— pregunto el señor anfitrión.

—no, gracias, yo me encargare de ella.— la mujer les sonrió de una manera muy dulce y finalmente se fueron. —anda, vamos por el cochero para largarnos de aquí.

Anelise se limpio las lágrimas y salió, no sabía que odiaba más, si su vida o a la madre superiora.

–*–*–

Pasaron otro día de viaje en coche muy similar al primero. Pero está vez, Anelise se sintió mal físicamente. Escalofríos la recorrían de pies a cabeza y veía doble en ratos. Su cabeza le punzaba y dolía dónde se había golpeado esa mañana. Después de un par de horas en coche, empezó a toser. La monja no tardó en darse cuenta que la chica tenía fiebre y que posiblemente hubiese cogido un resfriado.

—¡Bah, pequeña idiota! Me das demasiados problemas, sabes?

—No es mi culpa haber enfermado. Fue suya.— Anelise se atrevió a responder.

La madre dejo ver su ira a través de su rostro y lanzo su rosario en la cara de la pálida Anelise, quien no tuvo la fuerza de esquivarlo.

—te ves patética, pequeña idiota. Me preguntó si a dónde vamos te recibirán. Se sentirán muy decepcionados en cuanto te vean.— mascullo la vieja.

—Ni si quiera creo poder llegar.— susurro Anelise, cerrando los ojos y recargando su cabeza en la vibrante ventana de el coche.

—Así sea solo tu cadáver, llegarás. Te darán el uso que merece una imbécil como tú viva o muerta. De cualquier modo, no vales nada.— La madre superiora saco una pequeña biblia y empezó a leerla, ignorando a Anelise de nueva cuenta.

Anelise se quedó dormida y cuando despertó , se dio cuenta de que se encontraba en peor estado que antes. Le costaba respirar y el dolor de su cabeza había empeorado al punto de que incluso la luz del sol le irritaba y agudizaba el dolor. Su boca estaba seca y sentia una opresión en el pecho.

—Pronto morirás Anelise.

—Madre superiora, por qué me odia de esta manera? — tosió la joven. —nunca le e echo nada.

La mujer no dijo nada, solo la miro de reojo antes de volver a ignorarla por otro rato. Llegaron a una especie de pueblo, había carruajes y coches de carga por doquier, gritos de niños y silbidos de hombres. Por las banquetas, había señoras caminando con bolsas de compras y de estás se asomaban telas, verduras y otros objetos. Unas vestían vestidos andrajosos muy parecidos al que traía puesto Anelise y otras usaban unos un poco más elaborados, de colores sobrios y las más jóvenes de colores chillantes. Unas iban acompañadas por hombres y otras por lo que parecían ser sirvientas. Había pares de mujeres muy parecidos a la madre superiora y a ella, puesto que iban mujeres ya maduras acompañando a jovencitas como chaperonas, unas con uniformes y otras parecían ser madres e hijas en edades casaderas.

Que agradable debía ser, caminar un día cualquiera con tu madre. Ella nunca lo experimentaría. La madre de Anelise había muerto un par de días después de dar a Luz a su hija. Anelise había Sido la última después de una larga vida de partos infernales. La reina había parido a 4 varones antes de Anelise y cuando nació la pequeña, el rey y los criados decían que la reina había cerrado con broche de oro sus años fértiles, pariendo a una hermosa niñita, tan esperada por la reina en especial. Había soñado desde hacía años con una princesita, una niña para ella, pero al tenerla, no había vivido lo suficiente para disfrutarla.

Anelise a veces se preguntaba cómo podía extrañar algo que nunca había tenido, como una madre. Pero sabía que aquella lejana figura pertenecía a una vida que por siempre extrañaría, a la de una familia donde pertenecía y un hogar cálido dónde refugiarse.

Anelise empezó a toser una vez más. La monja se desespero y golpeó a la joven en un brazo, exigiéndole que se callara.

—¡Me tienes harta!

—¿Por qué sigue aquí, entonces?

—¡Fíjate cómo le contestas a la madre superiora, pequeña idiota! Te haré pagar si vuelves a hacerlo, ¿Me oyes?— La amenazo.

—no creo llegar a lograrlo de nuevo. Moriré aquí mismo.— Anelise exhaló y se escuchó una especie de silbido en su garganta inflamada. Sus pulmones comenzaron a dolerle por el esfuerzo inmenso que era tratar de respirar.

La madre superiora por primera vez desde el comienzo del viaje, empezó a preocuparse. Tendría muchos problemas si el paquete que transportaba llegaba en tan terribles condiciones. La gente que las esperaba no tendría piedad en ella si la pequeña idiota les llegaba muerta.

La vio recostada en el asiento, con los labios oscuros y la piel caliente, sudando y intentando respirar. Tenía un labio roto, quizás de los golpes que le propinó desde ayer y en un costado de su rostro se apreciaba una mancha violácea. Un moretón opacaba el resto de su rostro. Iba en estado deplorable y no creía que se recuperase para el día de mañana.

—Charlie, detente en la calle Sutter’s. Veremos a el médico de este pueblucho para que atienda a la pequeña idiota.— gritó la madre superiora.

Como dijo se hizo y en una hora, Anelise ya estaba recostada en una camilla andrajosa que el doctor tenía en su recinto, una vieja casa de dos pisos con poca ventilación y luz mínima proveída por un par de velas delgadas. Había una docena de otros pacientes esperando a ser atendidos, madres sucias con hijos pequeños que lloraban en sus pechos, otros niños mayores que tenían la mirada perdida en lo que era el saloncillo de espera. Ancianos que tosian sangre en pañuelos percudidos. Jovencitas silenciosas que no apartaban la vista de la monja y su sirvienta, Anelise.

Había tres mujeres caminando entre las pacientes, con mandiles sucios y sus cabellos ahorcados en un pequeño nudo en su nuca. Una era de complexión robusta, con piel de oliva y cara roja, otra era mayor que ella y en contraste con su compañera, era en extremo delgada y parecía tan frágil como una taza de porcelana. La otra, mucho más joven que las primeras dos, parecía la más gentil de el equipo. Quizás era un par de años mayor que Anelise y tenía una sonrisa fácil que ofrecía para aliviar a los pacientes. Lucia un poco descompuesta del cansancio, como si llevará varias noches sin poder dormir. Está fue la que se acercó a hablar con la madre superiora.

—Quiero ver a el doctor Watts.— demandó la monja.

La joven no mostró cambio alguno en su rostro sonriente, —Claro. Cómo todos aquí, señora. Le pido que tenga paciencia pues a Sido una mañana muy atareada para el doctor y hay probabilidades de que tenga que esperar un par de horas para poder pasar…— se disculpó la seudo enfermera.

—¡Horas! Ella cree que tengo horas ¡Ja. Ja. Ja!— gritó la mujer, haciendo que todos en el saloncillo la voltearan a ver y que los niños pequeños gritaran más fuerte en sus llantos, —no dispones de mi tiempo, chiquilla. No pregunté si podía pasar o no, o si tendría que esperar en esta fila de mugrosos moribundos. Dije que quiero ver a el doctor Watts ¡Y así lo haré!

Empujó a la muchacha y abrió su paso por el saloncito, con su mano jalando a la fatigada y desorientada Anelise quien casi tropezó sobre la joven con la que hablaban. Pasaron por una pasillo estrecho que las obligó a caminar en fila y la Madre Superiora empujó una puerta vieja, casi destrozandola en el acto.

Dentro, había un bombillo de luz tenue y amarilla que colgaba sobre la cabeza de un hombre anciano de piel lechosa y su paciente, un hombre de piel morena que se encontraba explicándole sobre el dolor que tenían en su costado.

—Largo! Quiero estar a solas con el doctor!— le gritó la monja a el hombre.

Este no se sintió intimidado por la mujer como la mayoría solia demostrar. Al contrario, se enfadó por la interrupción espontánea.

—Hablara con él cuando yo me haya ido. Salga de aquí.— exigió el hombre, levantándose de la raquítica silla.

La madre superiora parecía echar humo por la boca y su rostro se enrojeció. Asestó un especie de puño en el hombro de el hombre y este se sorprendió de la osadía de parte de aquella mujer de fe.

—Hare que te cuelguen! Haré que te azoten en la plaza está misma tarde, desgraciado, si no te largas— la Madre Superiora amenazó.

—Que poder tiene usted para hacer eso? Ja! Una simple monja promete mucho más de lo que puede realmente cumplir.— se rió el hombre.

—no soy una simple monja, soy la madre superiora y mi poder fue otorgado por el mismísimo rey Victor. ¿Ahora entiendes?

Por primera vez, el hombre dejo su actitud desafiante y se mantuvo callado. Miro a la monja en su hábito oscuro y después echo un vistazo a la jovencita que se desplomaba a su lado, cuya presencia no pareció notar hasta entonces. No dijo nada, solo gruño y se dio la vuelta para tomar su gorra y salir, esquivando a la histérica monja y a la moribunda chica. En el pasillo, gritó que nunca volvería a este espantoso lugar y que maldecia a cada monja sobre la faz de la tierra.

Cuando ya no hubo rastro de él, el doctor Watts cerró la puerta y soltó una risotada.

—un día te meterás en serios problemas por esa actitud tuya, Ruth. No acabará bien.— entonces, volvió su atención hacia Anelise, abriéndole la boca y tocando su frente. —¿Otro mal aborto de parte de una de tus monjas?

—nada de eso, está vez es algo completamente diferente. — La monja apretó su boca, — creo que a cogido un resfriado.

Watts chasqueo los labios. —No, es algo más. Peor que eso pero por ahí va la cosa. Temo que es una neumonía.

—¿Neumonía?— escandalizada, Ruth refunfuño y dio un manotazo en el pecho de Anelise —Apenas se enfermó está mañana, es demasiado pronto para decirle neumonía a esto.

Watts la miro de reojo y entonces acarició los rojos mechones ondulados de Anelise, levantando uno y pegándolo a su nariz, olfateando en un especie de éxtasis. —Lo es. Tú no sabes mucho de medicina, Ruth. Tu fe recae en palizas y castigos y lo que no se arregla con eso, no existe para ti.— recostó a la silenciosa Anelise en la camilla. Le deshizo el nudo a su corpiño y lo removió de lugar. Entonces, bajo las mangas blancas de su vestido, ignorando el silencioso “¿Qué haces?’’ de Ruth tras de él, a lo que él respondió —nunca había visto una monja peliroja, Ruth. Me encantan las jóvenes de cabello de fuego. Es raro verlas tan hermosas, más está sin hábito.

Las monjas que Ruth llevaba con él nunca se quitaban su hábito, ni si quiera cuando él procedía a interrumpir sus embarazos o en otras ocasiones, a mantener relaciones sexuales con él.

—sigues sin hacerlo. Esa de ahí no es monja. Por eso no usa hábito.— la Monja frotó su sien, estresada ya por Anelise y su estado delicado.

Watts acabó por desvestir completamente a Anelise y recorrió su mano el cuerpo de la joven, arrastrándola desde su pecho hasta su abdomen lentamente. Emitió un gemido de placer al tocar a la joven, quien lo miraba extrañada en su delirio. Parecía no entender lo que aquel hombre le estaba haciendo, no sentía ni furia ni vergüenza. Estaba desmayada con los ojos abiertos mientras jalaba aire en vano, seguía sin poder respirar.

—Le daré un baño de agua tibia que le ayudará con la fiebre. Después unas gotas y té que le ayudarán. Puedes irte y esperar por ella, solo un par de horas…solo eso, cuando vuelvas seguirá débil pero en mejores condiciones para volver a la abadía.— Watts ya tenía en mente de que disfrutaría del cuerpo de aquella muchacha. Era un pensamiento enfermizo que ya había inyectado su veneno en él y sintió su cuerpo palpitar con deseo.

Ruth lo golpeó en la cabeza. —¡No la tocarás! No la traje para ti. Vale mucho más de lo que podrás pagar. De hecho, el que ya pagó por ella, la quiere casta y un imbécil como tú no estropeara está venta.

—¿Ni por qué soy tu hermano la compartirás?— quiso saber el doctor, a lo que Ruth contestó con otro golpe de negación. —Bien, entonces! Pero tampoco la atenderé.

Ruth lo tomo por ambas orejas y el hombre chilló, —Si, a menos que quieras terminar enterrado en vida en un pozo. Llama a una de tus enfermeras y pon en forma a esta mujer si no quieres morir ¡Y sabes que yo cumplo lo que prometo!

Watts sabía lo despiadada que podía ser su hermana Ruth, ya la había visto deshacerse de cualquiera que le estorbara antes. Además, ella sabía tanto de él que podría mandar su reputación al demonio y podría llevarlo a la horca. Pero si se decidiera a hablar sobre todo lo que él sabía de ella y lo que ocurría en su abadía, Ruth terminaría muerta junto con él. Aún así, pensó que no valía la pena y cedió sus pensamientos de furia.

—¡Bah!— rodó su ojos y se zafó de la monja. Se giró de nuevo hacia Anelise, grabando cada detalle de su cuerpo en su mente antes de salir a buscar a Vianney, la más joven de sus ayudantes.

La chica con la que había discutido Ruth al entrar, le dio un baño de esponja a Anelise, mientras la monja observaba con atención que no fuesen a abusar de la joven que tenía tanto valor monetario para ella. Después, le dieron las gotas y los tés y Anelise pareció pasar de un sueño tumultuoso a uno más tranquilo, pues su semblante de adornó de paz y se quedó quieta en la camilla.

—Debemos continuar nuestro camino— dijo Ruth —Suban a esta a el carruaje.

—No puede irse tan pronto, la niña necesita descansar, — Vianney se opuso.

—¿No podías conseguir una menos metiche, Oscar?— la monja le pregunto a el doctor quien solo sonrió, entonces le dirigió de nuevo su atención a la pseudo enfermera —Nadie te preguntó. Carga la y llévala al carruaje.

—Si lo hace, no sé recuperará— Vianney parecía firme en su decisión y parecía tener las fuerzas suficientes para hacerle frente a la mujer. Así lo demostró cuando la madre superiora le levantó la mano, dispuesta a dejarle caer un golpe en el rostro cuando Vianney la tomo por la muñeca a medio aire.

Ruth no pudo esconder su sorpresa por aquel acto de defensa propia, después de todo, se había acostumbrado a golpear a Anelise, a su hermano el doctor Óscar watts y a cuántos se pusieran en su contra.

—Esta niña morirá si se la lleva así.— escupió Vianney. —Debe descansar un par de horas para que pueda llevársela.

—es verdad, Ruth. Ya te lo había dicho.

La madre superiora apretó un puño. Pero recapacitó y acepto que Anelise guardara un poco de reposo, al menos por un par de horas y así continuar su viaje, aunque a diferentes horas. Los caminos eran peligroso por la noche pero no le quedaba otro remedio más que viajar a esas horas después de gastar las horas diurnas en el descanso de la pequeña idiota. La necesitaba viva y completa.

—Que la lleven arriba.— dijo Ruth.

—¿Hay cuartos suficientes, Vianney?— pregunto el doctor Watts.

Vianney asintió y se dispuso a salir para traer a un mozo que le ayudase a llevar a Anelise un cuartito en el segundo piso cuando la madre Superiora la detuvo.

—No habrá una próxima vez para ti si me vuelves a contradecir. Acabaré con tu insignificante vida si osas volver a tocarme, zorra— el tono de voz de la monja fue tajante y cargado de odio, pero Anelise ni siquiera pestañeo.

—Hay un diminuto establo en la parte de atrás por si quiere guardar su caballos.— respondió ella —si usted y su cochero quieren descansar también, pueden sentarse junto a los caballos a tomar un respiro.

—¿En los establos llenos de mierda? Es un chiste de mal gusto ¡Espero!— la monja parecía al borde de una convulsión.

—No. Justo ahí es donde merece estar la gente como usted. Con permiso.— de un empujón, Vianney salió de la habitación, sin dejarle oportunidad alguna a Ruth de defenderse.

Tan solo se le quedó viendo y ahogo un grito. ¡Maldita mujer! ¡Mil veces maldita!

–*–*–*–

Más populares

Comments

Kelina Escobedo

Kelina Escobedo

me recuerda a una monja que era directora de un colegio privado que maltrataba a las alumnas sobre todo a las que eran becadas , les daba muy feos castigos. no me explicaba su conducta porque era religiosa , se entiende que. deben actuar con paciencia ternura , etc

2024-02-23

1

Maru

Maru

Por favor😫🙏🙏💓 autoestima reduce un poco el maltrato de esa "supuesta" religiosa hacia Anelise

2023-11-26

1

Ernestina Puerto

Ernestina Puerto

me enoja ese tipo de personas que se creen por el poquito poder que tienen..y más porq, siendo disque monja maltrata a los demás😠ojalá la ahorquen

2023-09-03

0

Total
Capítulos
1 capitulo uno "el viaje"
2 capitulo Dos "Enferma"
3 Capitulo tres "¿rescatada?"
4 capitulo cuatro "La Princesa Perfecta"
5 capitulo cinco "mi aliado el conde"
6 capitulo seis "escapando"
7 capitulo siete "Llegando a el palacio"
8 capitulo ocho "Deshonrada"
9 capitulo nueve "Planes"
10 capitulo diez "reencuentros inesperados"
11 Capitulo once "La marquesa"
12 Capitulo doce "Una lady y su dama"
13 Capitulo Trece "Verde"
14 Capitulo Catorce "Mujeres Peligrosas"
15 Capitulo 15 "La orden de la princesa"
16 "Pasiones Dañinas"
17 Capitulo diecisiete "Un viaje al pasado"
18 Capitulo dieciocho "La misión de Emma"
19 Capitulo diecinueve "El obsequio"
20 Capitulo Veinte "Lucha"
21 Capitulo 21 "Enemistades y amores errados"
22 Capitulo 22 "La Coronación"
23 Capitulo 23 "Belleza Inesperada"
24 Capitulo 24 "Contigo"
25 Capitulo veinticinco "Adiós, Majestad"
26 Capitulo veintiséis "Otra desgracia?"
27 capitulo veintisiete "Confesión"
28 Capítulo veintiocho "Misterio en la corte"
29 capitulo veintinueve ''el beso de un príncipe "
30 capitulo treinta "Impulsos"
31 capitulo treinta y uno " Rechazos y sueños "
32 capitulo 32 "Huye conmigo"
33 Capitulo 33 "entre las sábanas de un rey"
34 capitulo treinta y cuatro "Discusión"
35 capitulo treinta y cinco "Sorpresa I "
36 Capitulo treinta y seis “Peticiones”
37 Capitulo treinta y siete “Sorpresa II”
38 Capitulo 38 “Hermanas”
39 Capitulo 39 “Reina”
40 Capitulo 38 “Hermanas”
41 Capitulo 40 “guerra declarada”
42 Capitulo 41 “Lejos de la Ciudad”
Capítulos

Updated 42 Episodes

1
capitulo uno "el viaje"
2
capitulo Dos "Enferma"
3
Capitulo tres "¿rescatada?"
4
capitulo cuatro "La Princesa Perfecta"
5
capitulo cinco "mi aliado el conde"
6
capitulo seis "escapando"
7
capitulo siete "Llegando a el palacio"
8
capitulo ocho "Deshonrada"
9
capitulo nueve "Planes"
10
capitulo diez "reencuentros inesperados"
11
Capitulo once "La marquesa"
12
Capitulo doce "Una lady y su dama"
13
Capitulo Trece "Verde"
14
Capitulo Catorce "Mujeres Peligrosas"
15
Capitulo 15 "La orden de la princesa"
16
"Pasiones Dañinas"
17
Capitulo diecisiete "Un viaje al pasado"
18
Capitulo dieciocho "La misión de Emma"
19
Capitulo diecinueve "El obsequio"
20
Capitulo Veinte "Lucha"
21
Capitulo 21 "Enemistades y amores errados"
22
Capitulo 22 "La Coronación"
23
Capitulo 23 "Belleza Inesperada"
24
Capitulo 24 "Contigo"
25
Capitulo veinticinco "Adiós, Majestad"
26
Capitulo veintiséis "Otra desgracia?"
27
capitulo veintisiete "Confesión"
28
Capítulo veintiocho "Misterio en la corte"
29
capitulo veintinueve ''el beso de un príncipe "
30
capitulo treinta "Impulsos"
31
capitulo treinta y uno " Rechazos y sueños "
32
capitulo 32 "Huye conmigo"
33
Capitulo 33 "entre las sábanas de un rey"
34
capitulo treinta y cuatro "Discusión"
35
capitulo treinta y cinco "Sorpresa I "
36
Capitulo treinta y seis “Peticiones”
37
Capitulo treinta y siete “Sorpresa II”
38
Capitulo 38 “Hermanas”
39
Capitulo 39 “Reina”
40
Capitulo 38 “Hermanas”
41
Capitulo 40 “guerra declarada”
42
Capitulo 41 “Lejos de la Ciudad”

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play