Capítulo XVIII

En una de las zonas más exclusivas de Londres. En el último piso, del edificio de Susan Belf........

—Susan—¿Qué opinas?.

Tomados aun de las manos, Susan le mostraba con entusiasmo su oficina.

—Frederick—Me... Me gusta.

El lugar era amplió, el piso era de madera de cedro y la única ventana del lugar, cubría desde el piso hasta el techo, la luz que entraba, iluminaba cada espacio de la oficina.

—Susan—Este es mi pequeño lugar.

Dijo un tanto emocionada.

—Frederick—¿Cómo... te gustaría decorarlo?.

—Susan—Mm, aún no lo se con exactitud. Tal vez pinte esta pared de color oro, mi favorito. Y el diseño de los muebles, tal vez....

Llevo la mano a su mentón, mientras pensaba.

Frederick sonrió.

—Frederick—Estoy seguro que... como decidas decorarla, se verá fantástico.

Susan se giró hacia Frederick.

—Susan—¿Lo crees?.

—Frederick—Sí.

Respondió sosteniendo su mirada en Susan. Esa confianza que él estaba tomando, la tenía maravillada.

Susan caminó hasta el único sofá de su oficina y tomó asiento. Palmeo el lado vacío y Frederick camino nervioso hasta ella para sentarse a su lado.

Enseguida, ella se quitó las zapatillas altas, subió sus pies y se recostó sobre el pecho de su prometido.

—Susan—Me gusta la serenidad que me da tu compañía.

Confesó antes de dejar un beso en el cuello de Frederick.

El chico tembló un poco al sentir su cálido aliento y la suavidad de sus labios sobre su piel.

—Susan—Y me gusta cuando te pones nervioso si estoy cerca de ti.

Murmuró mientras hundía su nariz en el hueco de su cuello. Repartió besos húmedos hasta su pecho, mientras iba desabotonando su camisa.

—Susan—Puedo detenerme ahora mismo...

Frederick soltó un suspiro largo.

—Frederick—N...No... No quiero que lo hagas.

Respondió tartamudeando, pues poco a poco Susan se había acomodado sobre su regazo con una pierna en cada lado. El vestido azul qué eligió esa mañana para vestir, le daba la facilidad de moverse a su antojo.

Bajó los tirantes de su vestido. Aquella prenda qué le hacía ver tan exquisita, tan sensual y coqueta, se arremolinaba sobre su cadera.

El rostro de Frederick se tornaba rojo, mientras se quedaba quieto en su lugar. Era un espectador qué perdía el aliento al ver sus magníficos pechos desnudos.

Ella acunó el rostro del chico en sus manos y con pequeños roses lo llenaba de anhelo por sus besos.

Frederick exhalo con fuerza, al morir por besarla y envolverse en la dulzura de boca.

Ella sonrió complacida.

Lo que Frederick supuso que sería un beso corto, se volvió exigente en cuestión de segundos. Eran besos qué te llevaban al borde de la locura.

Y entre aquella bella locura, Susan lo había despojado ya de su camisa, había dejado abierta la bragueta de sus vaqueros y su viril hombría, sobresalía. Era clara su intención, quería adueñarse de todo, sus pensamientos, su boca, su deseo, su cuerpo y lo tomaría sin piedad.

Él parecía embriagado, era llevado en un remolino de emociones por su musa de ojos grises.

Susan tomó una de las manos del chico y la llevo a recorrer su piel. Los largos dedos de Frederick viajaron por su muslo, su vientre y su pecho erguido. A pesar del temblor en su mano, parecía acoplarse muy bien en cada curva qué recorría y los toques qué dejaba en su piel, la hacían vibrar, elevaba más su deseo por poseerlo.

—Susan—¡Ah!...

—Frederick—Lo... Lo siento...

Se disculpó de inmediato cuando pensó que la había lastimado, al apretar un poco la punta erguida de su pecho, y quiso retirar su mano, pero Susan la detuvo.

—Susan—No... No quiero que te detengas...

Descanso su frente en la de Frederick y se elevó un poco de su regazo. Removió aquella delgada tela que impedía qué sucediera algo más.

—Frederick—Su... Susan....

—Susan—Sí...

Susurró ella con los ojos cerrados, sobre su boca. Su pecho subía y bajaba con violencia.

—Frederick—Yo no... Nunca he...

El respiro profundo.

—Frederick—Yo, no se... Como....

Susan acarició sus labios irritados por sus besos.

—Susan—No te preocupes, esta vez seré yo quien te guíe, mon chéri...

Un gemido salió de la boca de Frederick, justo en el instante qué la calidez de Susan comenzaba a envolverlo desde la punta. Cerro los ojos con fuerza y tomo una bocanada de aire. Había perdido el control de todo ante ella.

Ella bajaba y subía con lentitud, alargando la sensación.

Frederick apretó con fuerza las caderas de Susan.

Ella hundió sus dedos entre el abundante cabello rubio del chico.

Los ruidos de sus bocas hacían eco en aquel lugar. Calmar el calor y anhelo de sus cuerpos era simplemente glorioso.

Frederick la abrazo con fuerza y escondió su rostro en el hueco de su blanco cuello, cuando no pudo soportarlo más.

—Susan—¡Ahh!...

Susan hecho la cabeza hacia atrás, cuando su cuerpo vibró alto al alcanzar el cielo entre los brazos de Frederick.

—Frederick—Te... Te amo Susan.

Confesó él, mientras la seguía sosteniendo. Nunca había volado tan alto, nunca había siquiera imaginado, que algún día aquellos tormentosos ojos grises lo mirarían de una forma diferente. Y aquella resplandeciente sonrisa, sería para él.

El corazón de Susan latió con frenesí. Besó sus labios con dulzura y después recargo su frente en la de Frederick mientras esbozaba una sonrisa tonta.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Les debo una gran disculpa por tardar en actualizar.

Seré sincera, en este momento estoy pasando por un momento un poco difícil en mi vida personal, que me ha dejado la mente en blanco y difícilmente he podido escribir este pequeño capítulo para ustedes.

Espero que sea de su agrado.

Infinitas gracias por su espera y les deseo una magnífica noche.

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