Capítulo XI

Archi abotonaba su camisa, cuando la puerta se abrió.

—Archi—¿Susan?.

A pesar de su asombro, el hombre sonrió dichoso.

—Archi—Me alegra...

Su mejilla ardió por la bofetada qué recibió por parte de Susan.

—Susan—¡Eres un idiota!.

—Archi—¿Idiota? ¿De que hablas?.

Pregunto confundido.

—Susan—Esta vez soy yo quien te prohíbe acercarte a Frederick.

Archi apretó la quijada con fuerza.

—Archi—¡Vienes a defender a ese adefesio de mí!.

—Susan—No te atrevas a llamarlo así.

Exigió molesta.

—Archi—¿Por que no?... No es más que un patético, un miserable...

Archi se volvió a tocar la mejilla.

Susan había perdido la paciencia. Nunca había logrado entender el porqué Archi trataba a Frederick con desprecio, ni el porqué siempre buscaba humillarlo.

Archi intento tomarla de la mano, pero ella se alejó antes de que el siquiera la tocará.

—Susan—No.

—Archi—¿Tanto te importa ese imbécil?...

Le cuestionó furioso.

—Susan—Sí.

Hablo con firmeza.

Archi tomo la lámpara de la mesa de noche y la arrojó contra la puerta.

—Archi—¿Por que? ¿Por que él?.

Gritó furioso.

—Archi—No, no voy a permitir nunca qué estés cerca de él.

—Susan—Eso no lo decides tú.

Dicho aquello, salió furiosa de la habitación, llego hasta la cocina y tomo a Frederick de la mano para llevarlo con ella al auto.

En todo el trayecto Susan iba en silencio.

Minutos después, el auto se detuvo en una clínica privada.

Y después de una larga espera, un médico había terminado de revisar a Frederick.

—Médico—Solo fue necesario una puntada y lo inflamado bajará en tres días. Enseguida vuelvo con la receta de los analgésicos qué el chico debe de tomar.

Susan asintió.

El médico salió un momento dejándolos solos.

—Frederick—¿E... Estás molesta?.

—Susan—Sí.

Ella tocó con cuidado, donde se encontraba la gasa puesta.

—Susan—¿Por que permites que Archi te humille? Pero sobre todo ¿por que dejaste qué te golpeara?.

Le cuestionó molesta.

Frederick bajo su mirada al suelo.

—Frederick—Lo siento...

Ella soltó un suspiró largo.

—Susan—Frederick, prométeme que esto no se volverá a repetir.

Frederick se sentía como un tonto, un hombre inútil y débil.

—Frederick—Sí...

Murmuró bajo.

Una hora después, Susan había llevado de vuelta a Frederick a la mansión Pussett.

Había decidido quedarse con él en la habitación un poco más de tiempo.

Minutos después, Leopoldo toco la puerta, traía consigo una bandeja con un refrigerio para la pareja.

—Susan—Gracias.

—Leopoldo—¿El joven Frederick?.

Pregunto curioso.

—Susan—Oh, el está tomando una ducha en este momento.

Susan tomó asiento, frente a la pequeña mesa que se encontraba en la habitación.

Leopoldo se quedo de pie frente a Susan.

—Susan—¿Sí?.

Pregunto incómoda por la mirada curiosa.

—Leopoldo—En la mansión, entre los empleados, circula el rumor de que usted rompió el compromiso con el joven Archi y ahora se ha comprometido con el joven Frederick.

Susan tomó una galleta y se la llevo a la boca con tranquilidad.

Leopoldo se sentía impaciente por saber su respuesta.

—Susan—No están tan alejados de la realidad. Mi compromiso con Archi termino hace días.

Respondió esperando que el hombre se marchará.

Leopoldo se sentó en la silla qué estaba frente a Susan.

—Leopoldo—¿Entonces se casará con el joven Frederick?.

Susan frunció el ceño al ver la confianza del hombre hacia ella.

—Susan—¿Un bocadillo?.

Pregunto con sarcasmo.

—Leopoldo—No, gracias.

Respondió el hombre y recargó los brazos en la mesa.

Susan levantó su ceja izquierda.

—Susan—Tienes algo más que decir ¿Cierto?.

—Leopoldo—Sí.

Susan exhaló con pesadez.

—Leopoldo—El señor Hall, qué Dios lo tenga en su gloria.

Dijo levantando la vista al cielo.

—Leopoldo—Dejo en el testamento qué el joven Frederick no podrá recibir las acciones de la empresa H&H, si no se casa en seis meses.

Y entonces llamo la atención de Susan.

—Susan—¿Usted como está enterado de eso?.

Leopoldo tomó una galleta de la bandeja y le agrego un poco de queso, antes de llevárselo a la boca.

—Leopoldo—Mm... El joven Frederick me lo contó. Además, la servidumbre de la mansión es muy chismosa...

—Susan—¡Oh!. ¿En serio?.

Dijo con un tono sarcástico mientras se cruzaba de brazos.

—Leopoldo—Sí y también algo confianzuda. Yo siempre he reprobado el actuar de esa gente.

Dijo antes de darle otra mordida a la galleta.

—Susan—Claro.

Ella rodó los ojos.

—Leopoldo—Entonces ¿es verdad? ¿Usted será la esposa del joven Frederick?.

Leopoldo parecía estar muy interesado en la respuesta de la mujer.

—Susan—...

—Frederick—Leopoldo ¿Qué haces en mi habitación?.

Leopoldo se levantó de inmediato y le dio la espalda a Susan.

—Leopoldo—Solo pasaba a dejar unos bocadillos.

Metió la mano al bolsillo de su mandil negro para sacar un objeto y luego se acercó a Frederick para tomar su mano.

—Leopoldo—No olvides mis consejos muchacho.

Susurro antes de guiñarle el ojo. Y salió de la habitación para dejarlos solos.

—Susan—Vaya, tu chef es todo un personaje.

Hablo antes de levantarse de la mesa.

Un Frederick curioso abrió su mano, para ver lo que es lo que había dejado Leopoldo en ella... Su rostro se pintó de todos los colores posibles al ver el objeto.

—Susan—¿Estás bien?.

Frederick cerro la mano de inmediato, cuando Susan llegó a él.

—Frederick—A... Sí… Sí...

Ella lo miro con los ojos entrecerrados.

—Susan—Bien, comamos un poco.

Lo tomo de la mano y tiro un poco de él. El objeto luminoso cayó al suelo, llamando la atención de Susan.

—Frederick—A... E... Eso... E... Es...

—Susan—Un condón.

Dijo con una sonrisa y se inclinó hasta el suelo para tomarlo.

—Susan—¡Extra grande!. Vaya, no sabía que tu chef estaba al tanto de tu talla.

Dijo divertida.

Frederick deseo ser invisible en ese momento.

Susan se acercó a su rostro, con lentitud. He hizo un pequeño rocé con sus labios, desde la mejilla colorada de Frederick, hasta llegar a su lóbulo.

El aliento cálido de Susan, hacia temblar el cuerpo de Frederick.

—Susan—¿Quieres que lo usemos esta noche?.

Aquel susurro provocó una corriente de excitación por todo el cuerpo de Frederick.

Las comisuras de los labios de Susan se elevaron al sentirlo tieso.

—Susan—Relájate, qué no pienso comerte.

Se separó de él y camino hacia la mesa.

—Susan—Al menos no esta noche, Mon chéri.

Declaró Susan Belf, con una enorme sonrisa perversa. Pues ya tenia decidido, monopolizar a ese tímido chico.

Frederick trago en seco.

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Comments

Francia

Francia

Leopoldo debió ser alumno de la vida de Amanda y Alba o viceversa. 😁😁😁🤣🤣🤣🤣

2024-05-20

1

Francia

Francia

Leopoldo no es chismoso, solo se preocupa por Frederic. 😁😁😁😁😁😅😅😅😅

2024-05-20

0

Francia

Francia

Con animales como Archi jamás se podra razonar. 🤷‍♀️

2024-05-20

0

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