Capítulo III

Entre la multitud, Frederick caminaba con torpeza.

Al final, Leopoldo lo había convencido de asistir al evento. Pero justo ahora, se arrepentía de llegar a aquel sitio, pues no era el tipo de lugares que solía frecuentar.

En sí, Frederick Pussett no solía frecuentar ningún lugar. Era un hombre tan introvertido, qué solamente encontraba divertido escabullirse en su mundo.

Un gran suspiro salió de su boca y se dio media vuelta, dispuesto a salir del lugar, cuando una voz conocida lo llamó.

—Tanya—¿Frederick?.

Frederick sonrió al ver a su vieja amiga.

—Frederick—Hola Tanya.

—Tanya—Es increíble verte aquí. Por fin aceptaste una invitación mía.

—Frederick—Sí, bueno, no quería perder la oportunidad de felicitarte.

Saco de su bolso una pequeña caja de regalo.

—Frederick—Es una pluma, tiene tu nombre grabado.

Tanya tomo el regalo y lo abrió.

—Tanya—Gracias, es un bonito detalle. Acompáñame, te llevaré a mi mesa.

Tanya lo jalo de la mano y lo llevo hasta la zona vip.

Zachary frunció el entrecejo, al verla volver de la mano de un hombre. Se preguntaba si acaso ese tipo, era el flamante novio del que Tanya tanto hablaba y Susan odiaba.

Tanya sentó a Frederick a lado de Susan, esa bella mujer que sonreía alegré y que él plasmaba siempre en sus hojas blancas. Él la admiraba en silencio, le parecía un bello ángel caído del cielo. Un precioso ángel qué solo podía apreciar desde lejos.

—Tanya—Vuelvo en un momento.

Zachary se levantó después de ella.

—Zachary—Te acompaño.

Tanya posó de inmediato su vista en Susan, pidiendo casi a gritos su ayuda.

Pero la astuta chica extendió su mano hacía Frederick.

—Susan—Acepto ese baile, Frederick.

Dijo con una espléndida sonrisa, esperando que él le siguiera la corriente.

Como era de esperarse, el rostro de Frederick se tornó de rojo.

—Frederick—Ah... Yo... Yo...

Susan sonrió divertida, en dos años de conocerlo, nunca se había acercado tanto a él, ya que siempre salía huyendo de ella.

Pero esta vez trataría de evitar eso, así que lo jaló de la mano y se lo llevo lejos de ahí, dejando solos a Tanya y a Zachary.

Llegando al centro de lugar, Susan comenzó a moverse.

—Susan—Si no te gusta este ritmo, podemos pedir una canción lenta.

Dijo divertida, al verlo tan tieso.

—Frederick—Yo... Yo, no sé... bailar.

Él desvió la mirada para evitar la de Susan, sentía vergüenza de confesar ese pequeño detalle.

Ella esbozó una amplia sonrisa.

—Susan—Para mi será un placer enseñarte.

Dijo divertida.

Tomó las manos de Frederick para ponerlas en su cintura y después coloco las suyas, sobre los hombros de él.

Las manos de Frederick temblaron al tocarla y su pálido rostro se tornó de rojo carmesí.

Susan solo podía pensar en lo adorable qué parecía y con la intención de provocarlo más, deslizo sus manos un poco más arriba y se acercó más a él.

El corazón de Frederick latió con frenesí, al sentirla más cerca.

Lo que era una situación incómoda para Frederick, era divertida para Susan Belf.

Cuando la canción termino, la atención de Susan fue robada por sus amigas. Y él, en su intento de regresar a la mesa, choco con el hombro de otra persona.

—Nick—Mira quien salió de su madriguera.

Frederick hizo una mueca de molestia.

—Nick—No creí que en este lugar, aceptarán a gente anormal.

Frederick se movió, quería salir del lugar, pero Nick lo tomo del hombro y aplicó un poco de fuerza para empujarlo hacia su mesa, donde se encontraba el resto de sus amigos.

—Nick—No pensarás irte sin divertirte con nosotros ¿verdad?.

Dijo de forma tosca.

Llamo a un mesero, quien se acercó deprisa con una botella y vertió el líquido en un vaso.

—Nick—Bébelo.

Frederick movió el vaso hacia un lado.

—Frederick—No me gusta el alcohol.

Sin embargo, Nick tomo el vaso y lo movió de vuelta hasta Frederick.

—Nick—Vamos, esta vez no te comportes como una delicada florecita.

Frederick tenso la quijada. Lo que más detestaba, era la manera que siempre encontraba para humillarlo.

Sin pensarlo dos veces tomo el vaso y lo llevo a su boca. El líquido ardió en su garganta.

Los hombres en la mesa soltaron una risa estrepitosa, llena de burla. Nick llenó el vaso de nuevo y lo dejo frente a Frederick.

—Nick—Bebe otro.

Al cabo de media hora, Frederick sentía que perdía poco a poco el control de su cuerpo.

—Nick—Vamos, bebé otro trago.

—Susan—Creo que ya fue suficiente.

Los hombres en la mesa, giraron su rostro hacia Susan.

Mientras Nick sonreía, las mejillas de Frederick se tornaron rojas.

—Nick—No lo creo. Frederick y yo nos estamos divirtiendo mucho. ¿Cierto?.

Susan observó a Frederick, el chico se tambaleaba un poco, debido a su poca tolerancia al alcohol.

—Nick—Vamos, continuaremos la fiesta en otro lugar.

Nick tomo del hombro a Frederick, con la intención de llevarlo con él.

—Susan—Frederick no irá a ningún lado contigo, Nick.

Se giró hacia Frederick y lo tomo de la mano.

—Susan—Vamos, te llevaré a tu casa.

Nick volvió a sonreír, aunque por dentro solo sentía molestia por la intromisión de Susan.

—Nick—Lo mejor será que lo lleve yo. No creó que a tu prometido le agrade la idea de ver que llegues con él, Susan.

—Susan—En todo caso, ese sería mi problema, Nick.

Nick tenso la quijada y miro por última vez a Frederick.

—Nick—Bien.

Cuando se disponía a retirarse, golpeó el hombro de Frederick, ocasionando una gran molestia en Susan.

—Susan—¿Estás bien?.

Susan tocó sus mejillas rojas.

Frederick bajo la vista al suelo lleno de vergüenza. En ese momento todo daba vueltas a su alrededor, no sabía si solo era el alcohol en su sistema o la sensación que provocaba una simple caricia de Susan.

—Frederick—Ss... Sí. Estoy bien.

—Susan—¿Estás seguro?.

—Frederick—Yo... Sí, sí estoy...seguro.

Volvió a responder con torpeza.

Susan frunció el entrecejo y después de observarlo unos segundos, dijo.

—Susan—Supongo qué debo creerte.

Lo tomo de la mano para llevarlo hacia la salida del lugar. Las manos de Frederick temblaron de nuevo.

Ya en el auto, después de unos minutos, Frederick se había quedado dormido.

Susan lo observaba con cautela. Frederick tenía unas pestañas largas, una nariz perfilada y sus labios, a pesar de ser poco carnosos, le parecían sensuales.

Con gran curiosidad, extendió su mano hacia la boca de Frederick, para tocar sus labios. El chico frunció el entrecejo dormido, al sentir el tacto en su boca.

Lo que provocó una pequeña risa en ella.

—Chófer—Estamos llegando a la mansión Pussett, señorita Belf.

Susan levantó la vista hacia el frente.

—Susan—Dirígete a la villa.

El chófer asintió y cambio de dirección.

En la villa Belf, el chófer había subido a Frederick hasta la habitación de Susan.

—Susan—Ya te puedes retirar.

Le ordenó al chófer, después de dejar a Frederick en la cama.

Pero antes de que el hombre saliera, Frederick comenzó a desvestirse, imaginando que se encontraba en su habitación.

El chofer se tapó los ojos y salió con prisa.

Aun con su sorpresa, Susan no perdió ningún movimiento del hombre que desesperado arrojaba su ropa al piso, dejando ver poco a poco su anatomía.

Bien dicen que "no hay que juzgar a un libro por su portada". Ahora Susan entendía el por que.

Después de no sentir prenda alguna en su cuerpo, Frederick se dejó caer en la cama casi inconsciente por el alcohol.

Susan soltó una pequeña risa y se acercó a la cama, para tapar la desnudes de Frederick con una manta.

—Susan—Lindo espectáculo, tigre.

Tomo su piyama y salió de la habitación.

Por la mañana, Frederick despertó desorientado y con fuerte dolor de cabeza.

—Susan—Por fin despertaste, bello durmiente.

Dijo Susan desde la puerta.

El color pálido de Frederick se volvió completamente rojo.

Susan soltó una pequeña risa y se acercó a la mesa de noche. Dejo sobre ella un vaso con agua y una pastilla para la resaca.

—Susan—Tómala, te hará sentir mejor.

—Frederick—Gra... gracias.

Cuando se movió para tomar la pastilla, se percató de que se encontraba desnudo bajo la manta.

Frederick miro todo su ropa en el suelo y después regreso su vista hacia los ojos de Susan.

—Susan—¿Pasa algo?.

Pregunto con un semblante casi serio.

—Frederick—Yo... Yo...

—Susan—¿Tú?.

Ella hacia un gran esfuerzo por no reír, pues imaginaba que pasaba por la cabecita de Frederick Pussett.

—Susan—¿Quieres saber por qué estas desnudo en mi cama?.

—Frederick—Sí...

Respondió desviando la mirada.

Susan se acercó un poco a él y con las yemas de sus dedos, rozó una pierna de Frederick.

—Susan—La respuesta es muy obvia.

Le habló de manera sensual.

Él abrió los ojos, más de lo común.

—Susan—Pero no te preocupes, anoche estuviste magnífico, tigre.

Luego de sonreírle de nuevo, le guiño el ojo.

Frederick se cubrió el rostro, quería morir en ese instante por la vergüenza.

Sin soportarlo más, Susan soltó una risa estrepitosa.

—Susan—El baño está detrás de aquella puerta, cuando estés listo te espero abajo, tigre.

Dijo ella mientras caminaba hacia la puerta.

Frederick se derrumbó en la cama, sentía sus mejillas arder y su corazón latir desbocado.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Archi Pussett.

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Comments

Paula

Paula

atrapadisima.con la hisotria .....si mal no recuerdo era la mas tremenda de los belf ...la pequeña susan ...

2023-06-03

12

Yura Ran

Yura Ran

Susan Belf es tremenda jodedora /Facepalm/

2024-04-08

2

Estefy Pizarro

Estefy Pizarro

había leído primero la historia de Tania y zacary ahora entiendo mucho mejor el xq Frederick se emborracho esa ves muy buena esta historia autora mis felicitaciones

2024-02-23

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