Capitulo 11

. Al principio pensé que su cojera no era realmente porque estuviera herida, era una chica tan rara que todo el tiempo parecía una bomba de emoción continua, sin haber razón aparente para ser feliz, viviendo como vivía... terminaba irritándote por lo confuso que era. Así que pensé que sería mejor ignorarlo, pero eso fue un error. Es como si luego de salir lastimada no tuviera la malicia de exigirme una compensación al culpable, Y eso era lo que más me molestaba de toda esta situación.

Pensativo mirando hacia la ventana, intentaba entender la naturaleza de sus acciones que escapan de mi razonamiento, ¿por qué no me exigió que la llevara al hospital? Entiendo que el sentimiento de no tener nada en común era mutuo y nuestro encuentro fue terrible por no decir insoportable, pero qué persona eras si no tenías un mínimo de amor propio, ¡eso era! Tan poco se consideraba persona... aunque podía darle el valor de decir que era de un temple fuerte. Seguiría sonriendo mientras la llevaban al hospital, hubiera sido interesante verlo...

—Mila zambrano... —murmure intrigado. —¿Quién diablos eres...? —indique mirando mi Tablet sin encontrar nada de ella.

Cuando llegamos al hospital el dolor me provocaba pequeños corrientazos en intervalos más cortos, cerré mis ojos mientras me llevaban con rapidez en la camilla. Mire una última vez a Joffre que me observaba entrar en la sala. Cuando abrí mis ojos, miré mi brazo y estaba enyesado.

—Cuanto dormí...

—Demasiado para mi tiempo. —Asustada me encontré con una expresión colérica, detrás del señor cesar con su expresión fría y lúgubre se encontraba Joffre. ¿Por qué estaba aquí este hombre?

—¿No dijiste que estabas bien? —propino con los brazos cruzados con una fría expresión que en nublando la sala.

—Es raro... no me dolía antes —dije con una sonrisa nerviosa, era peor despertar que podía tener. Parecía que mi respuesta lo había molestado más que antes, entonces porque estaba aquí si odiaba tanto mi presencia.

—Ya me encuentro, bien... no era necesario que viniera. —Dije tenso intentando terminar esta situación incómoda

—Dijiste que estabas bien, una y otra vez... y luego sales con un brazo roto, no me lo creo... intencionalmente buscabas molestarme con toda esta situación.

—¿Qué? No, fue así...—inquirí mirándolo de nuevo mientras negaba incrédula. —Miro mi brazo de nuevo y soltó con fuerza un rechisto cruzándose de brazos mientras murmuraba.

—Como puede decir eso viendo ese brazo como esta.... —murmuro tan bajo que no le entendí. De hecho, no entendía por qué seguía aquí. De repente vi entrar a una mujer mayor con una bata blanca, era la doctora. A punto de hablar con ella para que me dejaran salir al sentirme mejor. El señor cesar hablo con ella aún lado y de repente me miraron, confusa escuché.

—Es ella.

—Si, lo es, por desgracia... —dijo mirándome con enojo.

—¿Qué? ¿Yo...? —inquirí y la mujer sé hacer hacia mí para poner un estetoscopio en mi pecho.

—No te preocupes, solo haremos unos exámenes, así que relájate....

—Es que, yo no... —me recostó mientras gritaba dentro de miles de preguntas.

—Pu-puedo preguntar si ya me puedo... —mis palabras se quedaron en mi garganta atorada cuando vi la dura expresión del señor cesar que miraba sin perderse detalle de todo. Tensa me quede en silencio, pensado en el dinero que me sacaría por todos estos exámenes, si nada más el tratamiento de mi Abu salió tan costoso, no me quería ni imaginar lo que querían sacarme por esto, suspire preocupada... y para colmo no podía hacer ni decir nada con este hombre mirándome con esa expresión tan filuda, parecía a punto de querer matarme. Cuando terminaron de hacerme los exámenes, suspire con alivio, quitaron los cables de la máquina y con rapidez empezaron a empujar la camilla.

—Disculpe, a donde me llevan, ¿ya puedo irme? ¿Cuánto tengo?

—No se preocupe. —Dijo con simpleza, ¿que no me preocupara? iba a tener que vender mi hígado para pagar estos exámenes, porque mi primer suelo era para pagarle al señor Danilo. Pero mi corazón dio un vuelco al ver que la habitación era personal, como la que mi Abu tenía... esto costaba una barbaridad.

—O-o-oiga, espere un momento. Yo-yo no tengo para pagar esto. —Propine tomando el brazo de la enfermera para detenerla.

—Qué?

—Bueno, lo que quiero decir... Es que, aprecio los cuidados, pero solo quiero que me venden el brazo para ir a mi casa.

—¡Quien dijo que lo pagaras tú! —propino con contundencia la voz del señor cesar entrando en la habitación para hablar con la enfermera, y de tras de él una sonrisa cándida me miro.

—¡Señor Danilo! — exclamé sin poder guardar mi emoción. Arreglé mi cabello como pude, olvidándome completamente de la presencia de señor cesar.

—¿Por qué vino hasta aquí? No debió tomarse las molestias.

—Cómo no iba a venir, Mila... estaba preocupado cuando me contaron que te llevaron al hospital. —Dijo acercándose hasta mi camilla, y sentí que irradiaba luz, dejo una pequeña pecera de cristal, y sentándose en los pies de la cama dijo.

—Encontraron un amiguito escondido entre tus prendas, lo raro es que no se capara. Tiene muchos secretos ocultos en bolsillo Mila, ¿cómo lo haces?

—Yo, no... soy tan especial — indiqué avergonzada mirando Gulliver quieto en su lugar.

—Tienes que cuidarte a ti misma, ya no vives en la calle.

—Lo sé, es que soy muy torpe, pero le prometo que escucharé de ahora en adelante sus consejos. —Sonrió levemente, levanto su mano hasta mi rostro susurrando.

—Ojalá sonriera así...

—¿qué?

—Nada, perdón... acepta la ayuda de...

—Yo voy a pagar por todo, así que ya deja de hace el ridículo. —Propino acercándose hacia nosotros.

—Porque que quiere pagar mi hospital... —dije mirándolo con extrañeza. Podía entender que fuera su caballo el que me golpeara y por ende se sentía culpable. Pero realmente este hombre puede sentir culpa con lo orgulloso que era.

—Es tu culpa ser tan tonta de tocar a un caballo que no era tuyo, si fuera justo con la realidad no debería estar aquí, para que aprendas tu lección con una disculpa. Pero por desgracia eres mi empleado y trabajas en mis filas, por ende respondo por ti. —Dijo con una expresión de molestia claramente por la situación, ay no ahora tendría que pagarle a mi jefe.

—No seas tan duro con Mila, Caesar.

—No me llames así, y segundo es mi empleada. Decidiré lo que sea pertinente en cualquier situación. ¿Por qué la defiendes rompiendo mi autoridad?

—Porque es mi protegida. —El señor cesar, sonrió de medio lado y dijo.

—Crees que no sé qué intentas con esta mujer —los mire a los dos intercalando mi mirada, de que hablaba.

—No sé por qué está tan irritado, caesar... dime que es lo que te molesta.

—No te burles de mí, en vez de hacer tus bromistas en cargante de tu parte de la compañía o lárgate. Pero haz algo de provecho

—Si yo sintiera tanta culpa como la que sientes, también me hundiría en el trabajo. —de repente lo tomo de la camisa a punto de golpearlo entonces propiné.

—¡Señores, no estamos en la calle! Si lo fuera así, los dos saldría muy malheridos por mis puños, así que compórtese como lo que son. —Se quedaron mirándome por mis raras palabras. Danilo soltó las manos de su hermano de su camisa.

—Ella tiene razón, solo piénsalo hermanito.... no crees que es demasiada conciencia hasta para mí —el señor cesar me miro y con expresión desapruebo y soltando un rechisto entro la doctora diciendo.

—Tenemos que hablar de los resultados.

Más populares

Comments

RUTH MARTINEZ

RUTH MARTINEZ

q q q paso aqui. ... 🤔🤔🤔ahora m vino ideas d la siruacion ummm sera q danilo estaba enamorado d su cuñada y s murio .. o q fue ta me hice bolita ahhhh ..autora no me deje en ascuas por fa voy a trabajar pensando q fue lo q paso

2023-04-28

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play