—Abu, me promete que cuando esté lejos seguirá haciéndose el tratamiento de desintoxicación. —Hizo una mueca con su boca y con disgusto soltó.
—¿Para qué quiero vivir tanto, niña...? —con tristeza termine de cortar la manzana que le había dejado para comer.
—Ni siquiera por mí... —dije haciéndole ojitos.
—Ya sabes que odio cuando haces eso, te ves muy tonta. —Cabizbaja lo vi un caso perdido, Abu era muy terca y odiaba las muestras de afecto, ni, aunque se lo pidiera con cariño, jamás apelaría sus sentimientos.
—¡Ay, ya! Deja de hacer esa cara tan larga. Sí, me dejan fumar, me quedo —sonreí alegre alzando la mirada, con rapidez me levanté para abrazarla con fuerza. Puso su mano en mi cara y me empujo.
—¡Déjate de esas pavadas, hueles muy feo!
—Siempre me decía eso de niña... pero creo que mentía, para que no me acercase.
—Mírate a un espejo, pasaste de ser ratilla chillona a una rata—solté una
—Hoy me lavé con agua limpia, y le pedí el jabón a las chicas.
—Esas prostitutas solo te quiere lanzar a la boca del lobo, como cuando querían que fueras una de ellas.
—Son buenas, abu... solo querían que estuviera presentable, para el señor Montenegro. Les conté la vergüenza que le hice pasar al señor en a aquel café.
—Eres muy ingenua, Mila.
—¡No, lo soy!
—En temas de hombres, lo eres...
—Sé defenderme, Abu, usted me enseño...
—Te enseñé para los hombres con piel de lobo, pero con piel de cordero, no... te dejas maravillar muy rápido. Mira cómo te brillan los ojos hablando de ese hombre.
—Bueno, es que yo... —balbuceé nerviosa.
—No olvides de dónde vienes... mantén tus pies en la tierra o te darás un golpe de realidad que no querrás despertar —mi mirada se agazapó y solté.
—Sí, Abu...
—Ahora vete que ya me cansé de ver tu cara, me está dando abstinencia.
—¡sí, señora! Abu... ¿Quiere que la visite algunos días?
—Mejor ni vengas, porque cada vez que vengas me voy a recordar de que estoy metida aquí por ti.
—Entonces pida por mi buena suerte en este viaje.
—Pediré para que no se te olvide mi caja de cigarros. ¡Ya vete, tanto despedirte, tanto despedirte y no te veo mover el trasero! —sonreí saliendo del hospital, por un lado, me sentía tranquila de que abu intentara hacer el tratamiento y por otro me sentía inquieta... tenía tantas ganas de ver al señor, sonreí como una niña recordándolo. Cuando alce mi mirada me quede inerte al ver el auto del señor Montenegro mirándome con una sonrisa.
—Pareces contenta... espero que sea por mí.
—Se-señor Montenegro.... ¿Qué hace aquí?
—Vine por ti, para llevarte a la mansión directamente. Trajiste tu equipaje... —mire la bolsa de basura a un lado y con vergüenza la tome con rapidez.
—Sip... —dio unos pasos hacia mí y dijo.
—Te peinaste y lavaste tu cara... ahora puedo verte mejor que ayer
—También me cambié, esta vieja mi ropa, pero así no lo avergonzaré... —sonreí tímida. Le volví a mirar y mi sonrisa se borró, su expresión de anhelo no parecía ser por mí... parecía perdida en mi rostro. ¿Realmente era yo?
—Eres perfecta para lo que tengo pensado.
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Comments
Alba Hurtado
qué 😱 miedo 🤔😒🤫
2023-05-28
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