Capitulo 10

Cuando por fin llego Joffre en esa gigantesca camioneta que desentonaba completamente con la rústica cabaña y maraña de arbustos, bajo con elegancia, me lanzo una mirada simplona y estirada igual que su dueño. Y Entonces pregunto con esa cara de limón picho.

—¿Qué fue lo que paso?

—El caballo del señor cesar escapo al bosque, lo mejor será que alguien le busque. —Sonreí obviando los insultos de decirle que era un cabezadura que no aceptaba, que solo se quedó en mi cabaña porque estaba perdido. El mayordomo me miro con duda y soltó.

—Debió ser duro.

—No se preocupe... no pasa nada grave por suerte.

—No me preocupo por usted, lo digo por su cara... parece que alguien lo pateo —un caballo para ser exactos, dije en mi mente aun sintiendo el punzante dolor. Volví a sonreírle y fue como encarar otro témpano de hielo silencioso y observador, el jefe y su mayordomo era tal para cual.

—Muévete, no tengo todo el día —le increpo el señor cesar desde la camioneta llamando a su mayordomo.

—Sí, señor. Entonces nos retiramos —dijo Joffre caminando al elegante automóvil. Suspire con alivio al ver que por fin había terminado semejante situación tan desagradable. Aun así... mi parte más humana sabía que no me había comportado con profesionalismo, sé perfectamente que él era un completo idiota, de eso no había escusa, pero yo no tenía copiar sus comportamientos. Mi Abu siempre decía que era una tonta por ser tan considerada con las personas, pero que hacía con mi conciencia recriminando mis actos, lo siento, pero no podía... las cosas como son. Danilo fue un ángel al recomendarme para este trabajo, y el que dio la orden final para que me quedara fue el señor cesar. Así que mínimo tenía que agradecerle por eso... Me acerqué a la camioneta y desde la ventana me agazapé con una sonrisa.

—Dis- disculpé, señor Cesar. —Giro levemente su azul grisáceo hacia mí con una altiva expresión.

—No pude agradecerle correctamente por darme la oportunidad de trabajar aquí, me gusta mi casita y trabajaré muy duro para que la paga no sea un desperdicio. —giro su seria expresión hacia su mayordomo que con rapidez soltó.

—Se le dan mil dólares al mes, señor cesar. —soltó el mayordomo, alzo sus ojos poniéndolos en blanco y propino.

—Demasiado para casi matarme, debo replantearme ese sueldo tan poco merecido. Vámonos...

—¿qué? Espere, podría explicarme eso —y sin responder subió la ventanilla arrancando el auto. Maldito, bastardo... pero si ni siquiera sabía cuánto me pagan, y ahora quiere bajarme el sueldo. Sueldo me deberían dar aguantarme a ese mendigo desgraciado, indique soltando un suspiro de cansancio... tengo que recostarme un poco.

—Dale una buena vajilla de parcela a esa mujer....

—¿Disculpe, señor? Llevarle una bajilla... —indico sorprendido Joffre, asentí sin más volviendo mi vista a la ventana.

—Como usted ordene.

Me recosté en mi cama temblorosa sintiendo unas intensas punzadas, pasará rápido... solo tengo que descansar y dormir. Tomé unos retazos de tela y envolví el brazo que ahora había pasado de estar rojo a morado. Lo envolví con todo el cuidado posible mientras respiraba hondo. Ojalá no se haya roto... o sí, no sé qué haré. Cerré mis ojos y traté de quedarme dormida para no sentir más dolor.

Joffre 

En qué momento terminé en esta situación, viniendo de noche por estos terrenos salvajes a traer una vajilla completa de porcelana, era extraño que el señor cesar me pidiera algo para alguien sin salir beneficiado, en fin... supongo que desde un inicio debí traerle una buena vajilla y también botiquín por si cualquier cosa pasara, sería más conveniente que tuviera un celular, pero ni eso se quiso comprar es tan rara esa muchacha. Y también era una conciencia que el señor después de tantos años cabalgando por estas áreas terminara perdido con esa chica. Cuando llegue lo primero que me fije es que las luces no estaban encendidas, que extraño aún era temprano, por eso me presente a esta hora. Toque con insistencia, pero nadie me abrió...

—¿Dónde está esa muchacha...? Mila, soy yo Joffre, ¿estás aquí? —pero solo escuche silencio, acerque mi orejera a la puerta inquieto cuando escuche un quejido.

—¿señorita, Mila? —abrí la puerta con rapidez y la encontré en el suelo respirando con rapidez mientras el sudor la cubría entera.

—Señor Joffre... me caí de la cama. —soltó con una sonrisa cabizbaja.

—Que tonterías dice, esta enferme... —corrí hasta ella y me incliné al suelo siendo su brazo destrozado, estaba hinchado y morado.

—¿Qué le ha pasado? —la intenté levantar en el suelo para que se sentara.

—Es que... se me olvido comentarle el pequeño de talle de que el caballo me pateo como escapo. —Soltó una risilla mientras respiraba extraño.

—Cómo puede hacer bromas en estos momentos. ¿Y por qué no me aviso?

—Mi Abu dice que es mejor ponerles cara buena a las situaciones malas, porque qué sentido tendría estar malhumorado en un momento ya desagradable. Si me viera así... diría que soy una tonta. —Ahora entendía por qué se veía tan mal, pensé que estaba nerviosa por la situación esta mañana.

—Deje de hablar, llamaré a una ambulancia.

—Creo que puedo ir caminando hasta una estación de buses, pero no sé si podré hacer. —De su bolsillo salió un pequeño sapo color verde, que con rapidez se escondió entre sus manos. Esto tenía que ser una broma.

—Está loca, no puede ni moverse del suelo. Quédese aquí y descanse, llamaré alguien de la mansión.

Mansión Montenegro: 8:00 p.m 

El día de hoy ha sido un desperdicio de tiempo, con retractores tomé mi copa de vino mientras cortaba mi filete. Al meter el tenedor a mi boca, y saborear las especias, pensé en todo lo que había pasado hoy y reflexionándolo con la cabeza en frío, realmente la chica no había hecho nada malo. Se veía muy descuidada, pero eso no era razón para ser algo malo. De hecho, fue bastante amable y me ayudo con eficiencia. Tan poco se veía tan mala... tiene buen aspecto. ¿Entonces porque me molesta tanto? Tal vez es por su cara... Danielle. Debería olvidarlo y ya está.

—¿Dónde está Joffre? Es raro no verlo a esta hora —la mucha hizo una leve reverencia y dijo.

—El señor Joffre fue a entregarle al leñador una vajilla, señor cesar.

—Tanto tiempo le tarda —con fastidio quité el pañuelo levantándome de la mesa. Me dirigí a mi estudio Lamino, a mi estudio escuché el alboroto de las mucamas.

“—Dicen que se lo ha llevado casi arrastras la ambulancia...” 

“— siempre lo dije, una niña tan joven en ese trabajo tan duro... —” 

Me acerqué hasta ellas, preguntándome qué pasaba.... a quien se habían llevado arrastras.

—¡Porque están chismeando en los pasillos! ¡A trabajar! Solo aprovechen cuando Joffre no está.

—Sí, señorita Benelope.

—Un segundo, quiero escuchar de nuevo lo que decían.

—Solo son chismes de pasillo, señor cesar, no se preocupe, luego las reprenderé.

—Benelope — indiqué con contundencia mirándola con frialdad.

—Disculpe, señor... ¡Vamos hablen rápido!

—Oímos que el señor Joffre llevo a esa niña de la cabaña al hospital nada más.... —fruncí mi seño y con rapidez indiqué.

—Mi celular... —Benelope me lo entro y sin más marqué a joffre que me contesto al instante.

—Amo cesar.

—¿Qué ha pasado?

—Estoy llevando a la señorita Mila al hospital, aún no sabemos la gravedad. —Colgué con enojo recordando esa tonta sonrisa mientras decía que estaba bien, como puede sonreír como si nada mientras se está muriendo de dolor, eso solo me enojaba más.

—Alisten un auto, también iré al hospital.

—Si, señor...

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Comments

Alba Hurtado

Alba Hurtado

al menos la van ayudar ,gracias autora por compartir escribirla compartirla felicitaciones. 🤩😋😍😊😚☺️😜

2023-05-28

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Francisquitag

Francisquitag

No son tan insensibles después de todo 🥰 pronto caerán todos rendidos ante el corazón puro de Mila ♥️ Así como ya la queremos tus lectores

2023-04-27

1

RUTH MARTINEZ

RUTH MARTINEZ

asi q no eres tan despotata umm q bien ... ojala no sea nada grave y ahora q la vea bien sexdara cuenta cuanta bwlkeza fisica tiene y lo mas importante lo q tiene en su crz

2023-04-27

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