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Había pasado poco más de un mes en el matrimonio Gu, ambos mostraban su amor en todo momento, estaban en boca de todos los medios, a León se le podía notar un brilló muy peculiar en los ojos el cuál nunca se le había notado antes, aquella sonrisa demostraba alegría y dicha en todo momento.

El Mayor Señor Gu se sentía el hombre más feliz del mundo, por fin el matrimonio de su pequeña Madeline estaba rindiendo frutos después de cincos largos meses de lucha, en el cuál Madeline había sufrido tristeza, soledad y deserción, parecía que la sombra de aquella molesta e irritante mujer había desaparecido en su completitud.

Lástima que el Mayor Señor Gu se olvidaba que siempre cuando el sol brilla intensamente la sombra hace su aparición. Era solo cuestión de tiempo para que Melanie hiciera su aparición.

Por otro lado Madeline e Isabella festejaban brincando alegremente en la roja cama de Isabella, ambas estaban eufórica, no podían creer lo afortunadas que eran, por un lado Madeline vivía la mejor etapa de su matrimonio, y por el otro Isabella estaba en el mejor momento de su carrera.

-Maddie ésto hay que celebrarlo y yo sé cómo -dijo Isabella jalando a Madeline de las manos.

Un rato más tarde las chicas habían regresado al hotel Dorado, con bolsas llenas de caramelos, pizza y sodas, una botella de Merlot y muchas chocolatinas.

Al entrar por la puerta Isabella soltó las bolsas de dulces sobre la mesa mientras corría a su habitación, Madeline solo la miraba con una sonrisa, en ocasiones solía actuar como una niña.

-Tan tan -dijo la chica mientras salía de la habitación enpijamada y con un montón de productos de belleza- Ya estoy cómoda, ahora es tu turno -dijo Isabella mientras empujaba a Madeline, la cuál solo reía alegremente.

Después de vestirse Madeline no pudo evitar verse al espejo, un sonrojo se hizo presente al ver las marcas rojas que León le dejó la noche anterior, en todo el pecho, clavícula y en las piernas, sin duda alguna ésto era algo que Isabella no dejaría desapercibido.

Madeline salió de la habitación mirando a Isabella, la cuál estaba de espaldas en la cocina, Madeline se acercó en silencio observándola atentamente, pudo notar aquél brillo en sus ojos y aquella sonrisa malvada, esas facciones que ella conocía perfectamente, algo tramaba.

-¿Qué tramas? -dijo la chica cruzándose de brazos, Isabella se dió la vuelta y con una sonrisa muy grande mostró siete botellas de diferentes vinos y licores, los cuales abrazaba como si fueran sus bebés.

-Mira que bellezas encontré en mí alacena.

-Isa no vamos a tomarnos todo ésto.

-¿Por qué? ¿Acaso no crees que ser capaz?.

-No es eso, es solo que ésto es dañino para nuestra salud, nuestro cuerpo y cutis, eres modelo debería de pensar en tu cutis.

-Por supuesto que pensé en ello -dijo la chica sacando del refrigerador un gran tazón con una mezcla negra.- Por eso preparé ésto -Maddie no pudo evitar ver mal aquella mezcla extraña- Es una mascarilla exfoliante para nuestro rostro.

Madeline le iba a contestar pero fue interrumpida, por una llamada en su teléfono, la chica vió la llamada y no tardó en contestar.

-Buenas noches mi amor ¿Dónde estás? -se escucho una ronca voz del otro lado, la chica sonrojada contestó.

-Estoy en casa de Isabella cariño -mientras Madeline hablaba con su esposo, Isabella no evitaba hacer caras gracias imitando a los enamorados, Madeline evitaba reírse en medio de la llamada dándose la vuelta para no ver a su amiga.

-Muy bien entonces pasaré por ti.

-Sobre eso me preguntaba.....si tú pudieras darme permiso para quedarme en la casa de Isabella, solo por está noche. -un incómodo silencio se sintió en la llamada, poniendo nerviosa a Madeline, hasta que por fin león contestó.

-¿Por qué? ¿Acaso llegaran strippers a bailarles sensualmente? -dijo León en un tono burlón, aunque se sentía un poco molesto, aquella rubia sin duda alguna estaba arruinando su noche de pasión.

-¡No! ¡¿Cómo se te ocurre?!, Solo queremos hacer una pijama -León río para si mismo, la manera en la que su esposa se justificaba era adorable, pérdido en sus pensamientos, León volvió en si al recordar que Madeline no estaría esa noche con el, era ridículo pero tenía que admitir que sentía celos hacia Isabella, se sentía patético después de todo era la primera vez que sentía celos hacía la mejor amiga de su esposa, primero por qué era la primera vez que tenía esposa y segundo por qué aunque tuvo una relación con Melanie está última nunca había tenido amigas, suspiro cansado, una sonrisa maliciosa se formó en su rostro, sabía claramente que podía sacarle provecho a la situación.

-Bien, puedes quedarte con Melanie pero tendrás que ponerte una cosa que te voy a comprar. -al oír eso las mejillas de Madeline ardieron, su menté se puso a imaginar un sin fin de escenas de ella usando lencería sexi, sin duda alguna Madeline Gu se había vuelto una pervertida.

-B-bien -dijo la chica colgando rápidamente, por su lado león solo río para sí, Madeline era adorable.

-¿Tan urgido está el Señor Gu, como para robarte por teléfono, por un tiempo? -dijo Isabella con una sonrisa maliciosa en el rostro.

-¡Isabella! -grito Madeline con las mejillas rojas.

-¿Qué? Es la verdad, solo mira aquellas marcas rojas en tu clavícula y tus piernas, son la evidencia necesaria para saber que tuvieron una noche apasionada ayer. -las mejillas de Madeline se puso roja como un tomate.

Ambas chicas siguieron platicando, comiendo y bebiendo, mientras se ponían la mascarilla, y se peinaban.

Por otro lado en la mansión, León se encontraba solo acostado en su cama, mientras abrazaba la almohada de Madeline. Cansado cerró los ojos, cuando una llamada lo despertó, pensando que era Madeline rápidamente contestó, la desilusión llegó a su rostro dándose cuenta que aquella voz no era la de su amada esposa. Si no todo lo contrario, la grave voz de otro lado era desagradable para él, no solo la voz si no la persona también, aquél hombre el cuál se llama Frank Wright.

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