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La boda paso y con ella llego la luna de miel, la sóla idea de lo que haríamos me asustaba, el vuelo fue largo y callado, al llegar a la isla privada de la familia Gu me sorprendió era muy grande y hermosa.

-Puedes pasear todo lo que se te antoje, si necesitas algo pídeselo a alguien, yo iré a descansar.

Diciendo esto me dejó yo estaba tan feliz, estuve todo el día disfrutando en el mar, hasta llegar la noche, al entrar a la mansión, pude notar una modeló de la revista "Soy" pero ¿Que hacía aquí?, En eso ví que León se acercaba a ella, acaso había traído a su amante, me sentía indignada pero esto era lo mejor ella se acostaría con el y a mí me dejaría tranquila, solté una pequeña sonrisa de alegría, me dirigía a mi habitación cuando una joven se me acercó.

-Señora Gu, el señor Gu dice que los acompañe a cenar le quiere presentar a alguien.

-Si gracias respondí -no podía creerlo quería presentarme a su amante, violarme, maltratarme y amenazarme no fue suficiente, ahora me humillaria, estaba molesta, camine hasta el comedor y el me recibió.

-Mi amor tardaste mucho -me dijo recibiendome con un beso- ven siéntate con migo -me dijo llevando a sentarme a su lado derecho agarrando mi mano donde tenía el anillo y mostrando arriba de la mesa- Te presento a la señorita Isabella Rou, modelo de la revista "Soy" y próxima modeló de un comercial de la empresa.

-Un gustó respondí con una sonrisa -me sentí avergonzada yo pensaba que era la amante y ella solo estaba ahí para cerrar un negocio, la desilusión también llegó y está acompañada del miedo.

Al terminar la cena, ella se fue, yo me quedé mirando su silueta desapareciendo en la oscuridad, cuando voltee a ver a León ya no estaba, fue un alivió pará mi, ambos dormimos en habitaciones separadas, Leon salía todos los días y volvía con las noches, yo por su lado disfrute mi solitaria estancia hasta el último día.

Al volver a la mansión Gu, el me presento a todos y cada uno de los trabajadores de la mansión como a la señora Gu, después de eso hizo sus maletas y se fue.

-Me voy, volveré cuando sea necesario.

Después de eso pasaron tres meses, mi vida era tranquila, los trabajadores eran amables, de ves en cuando hiba de visita con el abuelo Gu o el venía a la casa.

Todo era perfecto hasta que una fría noche estrellada, llegó León enojado armando un gran alborotó, todos en la casa tenían miedo de la furia de León Gu pero tenían más miedo de que se enterará que la joven Señora no sé encontraba en casa, la única que se atrevio a salir fue la ama de llaves.

-¿Dónde está? -grito León

-¿Señor está buscando a la señora?

-¿A quien más? Háblale dile que bajé. -la voz del León hizo que la ama de llaves tuviese un pequeño escalofrío.

-Señor la señora no está en la casa -respondió en un susurro, la ama de llaves vió como la cara de León se hacía oscura y su miedo aumento, tenía miedo no solo de su vida si no de la suerte de la señora, pues en esos tres meses ella la había agarrado mucho cariño.

León fue a su oficina subió muchas botellas de vino, whisky, tequila, ron, ect. y subió a la habitación, estubo tomando toda la noche y con eso rompiendo cosas, la ama de llaves temblaba pues ella sabía el motivo por el que León estaba enojado.

Ayer por la noche el abuelo le pregunto si León había vuelto a casa desde la luna de miel, ella había tratado de cubrirlo diciendo que sí, pero el abuelo no le creyó y la amenazó con correrla, ella no podía permitirse que la corrieran pues era madre soltera de dos niños y cuidaba de su madre enferma, ella no quería desmentir a León pues sabía que la señora Gu no lo quería cerca pero no tubo obsesión, esa noche con mucha dificultad dijo la verdad, la ama de llaves temblaba y rezaba para que nada le pasará a la señora Gu.

Las horas pasaron era las tres y media de la mañana, no había noticias de Madeline, León estaba preocupado por qué algo le hubiese pasado.

-Si ella no vuelve en media hora llamaré a mis guardias pará que la busquen -se decía impacientemente- un momento¿a mi que me importa dónde esté? Debería de castigarla por acusarme con el abuelo, y por salirse de la casa en media madrugada.

León Gu pasaba de estar preocupado a estar enojado, estuvo haci durante toda la noche hasta que dieron las cuatro de la mañana, y pudo observar un carro negro acercarse y de el bajo su esposa acompañada de una cabellera rubia, la sola presencia de ese hombre abrazando a su esposo lo hizo enojar.

Madeline entró a la casa en silencio, subió las escaleras hasta llegar a su habitación sin darse cuenta que su esposo había vuelto a casa, abrió la puerta de su habitación sin darse cuenta que una silueta estaba sentada en su cama, estaba por aprender la luz cuando una voz le hablo desde la oscuridad.

-No la aprendas -se escuchó una voz fría sin emociones, ella tembló pues sabía a quién le pertenecía, al buscar con la mirada a su alrededor se asusto más, pues había visto una fría y fulminante mirada seguida de un aroma familiar ¿Alcohol?, Madeline estaba casi cien porciento segura que se trataba de alcohol, esa aroma era tan similar a la de su padre cuando estaba ebrio.

-¿Que haces aquí?

-Es mi casa, ¿A dónde más voy a ir? -dijo el chico poniéndose de pie- tal vez a la casa de aquel rubio que está con mi esposa toda la noche.

-No se -dijo ella con una sonrisa en la cara- yo pensé que tal vez estarías en la casa de Melanie.

El volteó a verla enojado, lanzando un vaso contra la pared, Madeline se asusto intento huir de la habitación.

-No te atrevas a salir por qué el castigo será peor - el chico corrió hacia ella agarrándola de las mejillas - Madeline no estoy de humor para tus respuestas tontas así que mejor responde ¿Dónde estabas? ¿Quien era ese hombre? -Madeline tenía miedo comenzó a llorar mientras el sostenía sus mejillas con más fuerza- ¡Responde! -grito

-Y-yo no hice nada malo -susurro la chica, León se enojo más, eso solo le dejaba la duda de que Madeline le había puesto los cuernos, el dejo de tomarla de las mejillas para empezar a besarla, la chica por su parte lo empujó.

-¡No! ¡Haci no! -decía ella mientras lloraba- por favor.

León la miraba enojado, no podía creer que esos grandes ojos color avellana siempre lo hacían dudar, el chico la dejó, aprendió la luz y lo que vio lo dejo sin palabras

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