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Los rayos de sol entraban por una ventana dándome directamente en el rostro, me levanté en una gran cama de sábanas blancas con una gran mancha roja carmesí, no era una mancha cualquiera, esa mancha carmesí era la prueba de que me habían arrebatado una parte de mi y esa era mi virginidad.

Ver esa mancha solo me hacía sentir sucia, vacía, asquerosa, me asia sentir simplemente sin alma.

-¿Por qué? -mi voz se escuchó quebrada, las lágrimas empezaron a salir y sentía miedo, mucho miedo.

Miedo de lo que pasó la noche anterior se vuela a repetir, miedo de haberlo sentido, miedo de hablarle, miedo de reclamarle, miedo de callarme, miedo de verlo a los ojos, miedo de enfrentarlo, pero más que nada miedo de el.

-Buenos días, ¿Cómo amaneciste? -me pregunto una voz masculina que conocía muy bien, alze mi vista y ahí lo ví, como si nada en la entrada de la puerta con una taza de café, ese hombre que alguna vez ame ahora me hizo sentir odio y repulsión hacia el.

León Gu.....te odió.....te odió.....¡Te odió con todas mis fuerzas!

Mirarlo parado enfrente de mi tan tranquilo como si nada, solo me hizo sentir enojo, coraje, sin embargo ese coraje se transformo en impotencia.

¡¿Quien era yo, para hacer algo?!, Yo era nada más y nada menos, que una simple señorita de una familia en la que nunca fue respetada, en la que una maestra y unas sirvientas eran capas de maltratarme física y psicológicamente, sin que mi padre hiciera algo, yo no era nadi....¡Nadie!.

Absolutamente nadie comparado al joven amo Gu, heredero de la empresa automotriz más grande en todo el mundo.

Ahora ya no había nada que hacer, después de todo solo estaba a mitad de una cama desnuda, aterrada mientras me preguntaba ¿Cómo debía dé actuar?, de repente sentí su mirada, penetrarte, arrogante y sin una sola gota de culpa.

-¿Ocurre algo? ¿Te sientes mal? -me dijo mientras se acercaba a mi y ponía su mano en mi mejilla, el simple hecho de sentir su mano tocarme era como fuego ardiente quemado mi piel, solo quería alejarlo y sin darme cuenta ya lo había empujado.

-¡Aléjate de mí! ¡No me toques! ¡Quiero que te alejes de mí! -grite fuertemente.

-¿Porque debería? Tu vas hacer mi esposa es normal que te toque. -dijo de una forma tranquila.

-¿Cómo puedes? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Como puedes estar tan tranquilo después de lo que me hiciste? Después de que tú... De que tú me......

No podía....no podía decir eso, esa palabra tan simple y tan hiriente que me hacía recordar todo lo anterior, sin embargo me llene de valor lo mire a los ojos y lo dije.

-¡Tu me violaste!

Mi corazón se rompió cuando lo ví, me miraba como sí le acabará de decir una estupidez, pero no estaba lejos de la cruda realidad, su mirada más que reflejar arrepentimiento reflejaba burla, una sonrisa se le formó y empezó a reírse, como si de un chiste se tratará, el volteo a verme, se acercó a mi y con su mano me tomó de la barbilla y me dijo.

-Eso mi querida Madeline no sé llama violar, se llama hacer el amor -después de eso me dió un beso en los labios.

¡Zas! -Ese ruido me saco de mis pensamientos, cuando voltee a verlo el tenía la cara de lado, con la mejilla roja y yo la mano alzada, ¡imposible! lo acababa de golpear.

-¡Vete! ¡Lárgate! ¡Sal de esta habitación como la basura de personas que eres! -le exigí entre sollozos, sintiéndome débil, importante, molesta e indignada.

El me miró en silencio, no dijo nada, pero yo no me detuve ahí.

-¿Que no entiendes? ¿Lárgate? ¿Déjame sola?, Yo-yo ¡te odió! ¡Te odió con todas mis fuerzas León Gu!.

Para mí total sorpresa el no dijo más, solo suspiro, abrió la puerta de la habitación y se fue, se escuchó fuertemente el azote de la puerta, remarcado su salida, yo solo llore impotente y miserable.

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